La Batalla de Boyacá, J.N.Cañarete (Museo Nacional) |
Tras el “Grito de Independencia” en Santa Fe el 20 de
Julio de 1810 -que juró lealtad al
monarca - y manifestaciones similares en varios pueblos de la Nueva
Granada, como reacción a la invasión francesa a España y la abdicación de
Fernando VII, sucesivamente las juntas creadas para gobernar en nombre del rey
declararon su autonomía e independencia rompiendo lazos con la “madre patria”.
En la definición sobre qué tipo de organización político administrativa se
debería acoger, los criollos se debatieron, hasta con las armas, entre el
centralismo y el federalismo, con el infortunio de que aun sin zanjarse el
debate, en 1816, “El deseado” rey Fernando VII regresó al trono y organizó una
poderosa flota de reconquista al mando de Pablo Morillo que puso fin al interregno republicano, primera fase del
proceso independentista.
Morillo en un recorrido de muerte, confiscaciones y
extrañamientos, sembró el terror entre los notables y el pueblo criollo,
llevando al cadalso a los mas destacados dirigentes republicanos. Pero en un
tiempo corto, embestida por las guerrillas y el ejército patriota, bajo la
lúcida conducción estratégica de Bolívar, la tropa realista sucumbió
sucesivamente hasta ser desterrada del centro del país, el 7 de agosto de 1819,
no obstante conservar algunos perturbadores bastiones hasta casi una década
después.
Los reductos patriotas sobrevivientes a la represión
de “Regeneración” se retiraron a los Llanos orientales para organizar la
resistencia, mientras en poblados y veredas de los actuales departamentos de Tolima,
Cundinamarca, Boyacá, Santander y Casanare, las partidas o guerrillas, como las
del “Mosco” Rodríguez, la de los Almeyda o la de Coromoro, liderada por Antonia
Santos por los lados de Charalá, se convirtieron en un dolor de cabeza de las
tropas realistas con sus acciones diarias de hostigamiento, emboscada, sabotaje
y espionaje. Los abusos de la “pacificación” y la persistencia del ideal
patriota de ganar la independencia conquistaron al pueblo neogranadino.
Francisco de Paula Santander fue designado por Bolívar
para reagrupar los contingentes dispersos en huida al Llano. El general criollo
juntó guerrillas dispersas, llaneros, indígenas y voluntarios extranjeros para conformar en Arauca un ejército capaz de
confrontar el poderío militar español. Tarea que asumió con propiedad dando
cara a los destacamentos realistas al mando de Barreiro que en abril de 1819
intentaron desalojarlo de sus posiciones.
En territorio venezolano desde 1817 se libraba una
dura confrontación militar sin que los
patriotas pudieran expulsar a las huestes españolas mas allá del territorio liberado
en Guyana (Angostura). Esa situación llevó a Simón Bolívar a concebir como
alternativa expulsar los ejércitos de la monarquía de la Nueva Granada y luego
independizar Venezuela. El plan final fue avanzar para atravesar el río Arauca
y juntar su tropa con la de Santander en los llanos colombianos, ascender y
trasmontar la cordillera oriental por el Páramo de Pisba y enfrentar por
sorpresa a la Tercera División de los Ejércitos del Rey al mando del coronel
José María Barreiro, en territorio del actual Departamento de Boyacá (Sogamoso
y Tunja).
Luego de la importante victoria de Queseras del Medio,
el
25 de mayo parten de Mantecal Bolívar y el mando patriota (Anzoátegui,
Soublette, entre otros) con 1.500 hombres, avanzan por Guasdualito y atraviesan en pleno invierno caudalosos
arroyos y el río hasta Arauca en medio de aguaceros, con el agua hasta la
cintura, soportando la rudeza del medio y con las armas y vituallas en alto
para evitar su deterioro. En Tame, el 12 de junio de 1819, se produce el encuentro
entre Santander y Bolívar y proceden a reorganizar el ejército patriota (Santander
dirige la vanguardia, Anzoátegui la
retaguardia). Así emprenden el heroico paso de los Andes.
El 27 de junio, la vanguardia del
Ejército Patriota al mando de Santander toma el fuerte realista de Paya,
primera gran victoria en la campaña libertadora -en la que se destacó Simona
Amaya. El 30, Bolívar proclama al pueblo neogranadino "no habrá mas
culpables que los tiranos españoles, y ni aun estos perecerán si no es en el
campo de batalla". En la primera semana de julio, Santander y la tropa a
su mando superan el paso por Pisba y llegan a Socha. Bolívar y la retaguardia
padecen cuchillos de hielo, silbidos aterradores, resbaladeros de vértigo,
pierden cargas y caballos. La muerte acecha, hombres emparamados son revividos
con calor. Los sobrevivientes dan lástima. Sin ropa y famélicos, conservan sus
lanzas y fusiles. Un sacrificio descomunal.
El pueblo solidario, curas y
autoridades acuden a apoyar con ropa, frazadas y alimentos al disminuido
Ejército Libertador y a promover la causa. Hay júbilo popular en Tasco, Socha y
Socotá. Según testimonio del canónigo Andrés Gallo sobre los hechos, Bolívar
expresó su gratitud ante el gesto “La mujer… la mujer… Dios la ha dotado de
gran perspicacia y sensibilidad, y ha puesto en su corazón fibras
delicadísimas, cuerdas muy sensibles a todo lo noble y elevado. El patriotismo,
la admiración y el amor hacen vibrar esas cuerdas, y de ahí resultan la
caridad, la abnegación y el sacrificio. Si así no fuera, las damas de la
provincia de Tunja, ante cuya caridad y
abnegación me descubro con respeto, no habrían podido realizar el milagro que
han hecho y que todos palpamos.” Justo reconocimiento a aquellas que como Juana Velasco de Gallo,
Justina Estepa, Teresa Izquierdo, Estefanía Parra, Simona Amaya, Clara
Tocarruncho, Juana Escobar, Estefanía Neira de Eslava, Juana Plazas, Matilde
Anaray, Antonia Santos, entre tantas, dieron su vida o fueron perseguidas en su
apoyo crucial a la independencia en Sogamoso, Paipa, Tunja, Socha, Tame, Paya, Cómbita,
Corrales, Bonza, Sativa, Gámeza, Tópaga, Charalá, El Socorro y tantos lugares de la
patria.
Recuperada la tropa, el 10 y 11
de julio, patriotas al mando del coronel Justo Briceño golpean a los realistas
en Corrales pero son derrotados en Gámeza. Barreiro ordena matar a lanza a 38
patriotas prisioneros. El 11 la confrontación es en Tópaga. Betéitiva recibe al
ejército libertador el 17. El 25 se
enfrentan en el Pantano de Vargas, cerca de Paipa, donde una heroica acción de
la caballería y los lanceros al mando de Juan José Rondón logra revertir la
batalla a favor de los patriotas. En vil venganza el 28 de julio es fusilada
Antonia Santos. El 4 de agosto, los chapetones masacran el pueblo de Charalá en
resistencia. El 7, tras 77 días de heroica marcha, 2.850 republicanos al mando
de Bolívar -“el ejército de pordioseros”
del que se burlaba Barreiro -derrotan y ponen en desbanda a la tropas realistas (2.500 hombres mejor armados) en el Puente del río teatinos (Boyacá) causándoles cien muertos y 1.600 prisioneros, entre ellos el soberbio e inescrupuloso Barreiro, quien intentó sobornar al niño soldado Pascasio Martínez para que lo dejara huír y recibió la respuesta de un héroe y ejemplo para estos tiempos: marche o lanceo. Levantamientos populares consolidan la liberación del
centro de la Nueva Granada. Comienza así el fin de la dominación española en
América del Sur, Una de las mas grandes hazañas de la historia universal, al decir de Michael Lowy.
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