martes, 30 de marzo de 2010

¡Pablo Emilio, bienvenido a Sandoná!



Sandoná, sonoro vocablo chibcha de significado aun desconocido, es el nombre de un cálido municipio ubicado al noroccidente de Pasto, la capital del Departamento de Nariño, en un costado del Volcán Galeras, al sur de Colombia. Allí nació Pablo Emilio Moncayo, un joven militar capturado hace once años tras el asalto por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) a la base de Patascoy, quien hoy recobra la libertad por disposición unilateral de esa agrupación insurgente y la intermediación tenaz de la senadora afrodescendiente Piedad Córdoba.

Pocas veces ha escuchado el país sobre este pueblo, como en los años 40 del siglo pasado, tras el incendio del Palacio Municipal, acondicionado como sala de cine, repleto de gente y en plena proyección, que dejó 140 muertos. Volvió a los titulares en los 70 por una calamitosa inundación provocada por el crudo invierno y el desbordamiento de quebradas y de la imponente Cascada de Belén que engalanaba su paisaje, -Lisandro Meza la llamó el “rio pará-”, que dejó cientos de damnificados, en cuyo favor se movilizaron sus paisanos residentes en Bogotá, liderados por mi padre, uno de los emprendedores sandoneños que impulsaron el comercio de sombreros en el país.

Los jornaleros colombianos, hasta hace muy poco tiempo, protegieron sus cabezas de las inclemencias del clima, cubriéndose con un “siete días” jaspeado y las señoras por una “pava” de color, sombreros de paja toquilla tejidos por las manos cuarteadas de las artesanas sandoneñas. Los más pudientes saben del lujo de coronarse un Panamá, “made in Sandoná". El paladar de Colombia ha degustado un tinto de café secado en los solares caseros, ha endulzado su vida con la panela de los trapiches veredales y la gente ha cargado sus cosas en costales de fique, todos cultivos de los retazos de tierra de los campesinos de Sandoná.

En el centro del poblado se yergue una majestuosa iglesia gótica a "Nuestra Señora del Rosario", que se avista desde varios kilómetros a la distancia y es uno de los orgullos de sus habitantes. Allí nacieron Ovidio Peter Charria, un periodista empírico reconocido por su amplio manejo del tema castrense al servio de la cadena radial Caracol, muerto en un absurdo accidente aéreo en el “Triángulo de las Bermudas”; Jorge “El Pote” Mideros, afamado trompetista de las mejores orquestas de salón, de escena y de estudio, acompañante ocasional de lujo de Xavier Cugart y compositor de un bello tema a su tierra natal; Eduardo Maya, exquisito trompetista que desde Aruba hizo nombre internacional en la onda del jazz en Holanda; el compositor terrígeno Víctor Domínguez y Víctor Manuel González, docente por vocación, profesional de amplio espectro e hijo fervoroso de su patria chica a la que ha dedicado lo mejor de sus empeños intelectuales.

Sandoná fue encomienda de Sebastián de Belancázar, hacienda de la comunidad de las Madres Conceptas, Distrito de Mosquera en los acomodos republicanos y es municipio desde 1868. Antes de la llegada de los españoles, los nativos quillacingas se asentaron en Paltapamba (llano de los aguacates) y en el entorno hay vestigios de sus ritos y festejos; en la hacienda colonial fueron sometidos al cuidado de curas doctrineros, luego el lugar fue puesto de paso para las tropas al mando de Bolívar en la Batalla de Bomboná, que cerró en nuestro territorio la guerra de Independencia, y hoy es el terruño que aguarda con cariño a Pablo Emilio Moncayo, a Gustavo, su padre, “el caminante por la paz”, y a su familia, a quienes la maldita guerra les robó muchos años juntos pero que nos enseñaron a tener esperanza en que vendrán días mejores.