viernes, 27 de noviembre de 2020

Daniel Santos, anacobero y rebelde

 


Foto tomada en el Patio Sevillano del Club Atlético Santiago el día 1 de septiembre de 1948, por Onay Valdés. Del blog de Santiago de las Vegas.

Se necesita ser bien jodido para que en Cuba lo apoden a uno anacobero, término ñáñigo de la hermandad abakuá  con que se  designa al diablo y que por extensión se utiliza para señalar al disoluto y fiestero. A fuerza de cantar durante sus primeros años en La Habana de los años 40 un tema así denominado, como por su espíritu gocetas, fue el remoquete con que se hizo famoso el boricua, de Trastalleres, Santurce, Daniel Doroteo Santos Betancur, quien por estos días de febrero (el 5 o 6 de 1916, no está claro) estaría cumpliendo cien años de nacido, debido a que por cuestiones astrológicas adelantó 5 meses su advenimiento.

Hijo de pobres, carpintero y costurera, sin niñez, pues pronto la vida lo puso a rebuscarse la comida de la familia, también fue temprana su incursión en la música de la mano del compositor boricua Pedro Flórez quien lo descubrió en un cabaret de Nueva York y lo llevó a cantar con su cuarteto hasta alcanzar la fama en el bolero. De ahí a Cuba y Latinoamérica. Desde entonces no paró de componer, cantar y grabar con orquestas y grupos famosos o improvisar formaciones para registrar en el acetato versiones e inspiraciones que le demandaba un público cada vez más enamorado  de su particular estilo, a través de los traganíqueles, las presentaciones y los discos. Más de 400 composiciones y mil 200 temas y 120 larga duración grabados dan testimonio de su ardorosa y prolija carrera.

Con corazón de pueblo

Su etapa con la Sonora Matancera en Cuba en los 50 fue suceso de beneficio mutuo pero no se quedan atrás sus grabaciones con el Cuarteto Flórez, Conjunto Sociedad, Mike Hernández, Johny Segguí, Xavier Cugat, Moncho Usera, Wisso Rivas, Pérez Prado, Julio Gutiérrez, René Hernández, la Orquesta Casino, Los Jóvenes del Cayo, Rómulo Morán, Miguel Carrillo, Lucho Silva, Máximo Torres, mariachis Tenochitlán y Pancho Villa, Sexteto Borinquén, conjuntos Encanto, de Sociedad y Máximo Torres, las sonoras Boricua, Caracas, Mexicana, Caribe y de Lucho Macedo. También con Jhonny Pacheco, Héctor Lavoe, Yomo Toro y  la Fania, el Conjunto Clásico, Javier Vásquez, la Charanga Vallenata y decenas de formaciones incluidas las colombianas de Pedro Laza y sus Pelayeros -Candela-, Los Diplomáticos y grupos de estudio que le armó Discos Fuentes.

Su fuerte, indudablemente, el bolero con esas cumbres El preso, Despedida, Linda, Virgen de medianoche, Perdón, Esperanza inútil, Dos gardenias, Llevarás la marca (Corazón de pueblo), Se vende una casita, Cruel condena, Desgracia, Olga, Maggie, La pared la fono novela Historia de Linda, y un largo etcétera, aunque la guaracha y la salsa no se le quedaron atrás con ese golpe irresistible para el rumbero de El tibiri tabará, El corneta, Déjala dar contra el suelo, Así es la humanidad, Borracho no vale, Jugando máma, jugando, El sofá,  El mambo es universal, Asopao de pollo, Toma jabón pa´que laves, Capitán, A dónde va José, Candela, Panamá  tombé y decenas más. Pero también hizo suyas baladas  como El triste, Amada Amante, Déjenme si estoy llorando, La estrella de David y una interpretación estremecedora de Temes. Cantó Rock and roll, cumbia, merengue, música santera, jamaiquina y haitiana. En lunfardo, inglés y creole.

Gustaba y se convirtió en un ídolo porque en sus cantos sabrosos, lamentos sentimentales y relatos jocosos de los oficios y vida del hombre común estaba retratada la patria grande.  En su discografía resaltan, entre tantos, títulos graciosos, picarescos  y coloquiales como El dedo gordo del pie, Por culpa de la melena,  Cuida los huevos, El mesero chino, El gabinete (Humorada sobre equipo ministerial conformado por miembros de la Sonora Matancera), y numerosas guarachas del cubano Pedro Cairo, con quien hizo una sociedad de éxitos:  Péinate ese crespito María, Como me da la gana,  Pa' fricasé los pollos , Como se dan los besitos,  Pa' la timba, Vive como yo, ¿Y qué mi socio?,  Luchando con ella (Pa' que no me tumbe),  Corviño el cocinero, El niño majadero , Sabrosito , Moñito,  Mambo pide la gente, Ya se peinó María , Mira qué viva es, Almorzando, Si me pica me rasco,  ¿Pa' dónde iré? , Se formó la bronca, Me tocó la mía, La rumba tiene valor, Así, así, Rumba pa' Yemayá  y Dale la lechita al niño  

“Yo conozco todos esos barrios de Latinoamérica, he estado en todas sus barras, me he dado el trago con todos sus borrachos (…) En estos lugares hay poco dinero, y donde hay poco dinero, hay delincuencia, hay necesidad, hay que robar. Esa es la realidad de esos sectores marginados que tanto han contribuido al desarrollo de la música popular latinoamericana”, le dijo a Josean Ramos en Vengo a decirle adiós a los muchachos.

Adorado en los antros mexicanos, homenajeó en discos a Agustín Lara, Pedro Infante, Javier Solís, José Alfredo Jiménez, Los Hermanos Martínez Gil y Los Panchos. En Perú elevó culto a Chabuca Granda y el folklor andino. Rindió tributo a sus paisanos Pedro Flórez, Rafael Hernández y Bobby Capó y cantó con Myrta Silva. Con su amigo de juergas Julio Jaramillo, el “Jilguero de América”, grabó a dúo entre copas y se hizo querer en las barras del Ecuador y al morir le ofrendó un soberbio tributo interpretando sus canciones  en dos lp., uno en solitario y  otro junto con Orlando Contreras, también cultor de despechos y nostalgias. En Nicaragua, según recuerda  Sergio Ramírez, cincuentón y descuidado, hacía llorar a las coperas con su oración a la Virgen de medianoche. Interpretó tangos famosos y le compuso un homenaje a Gardel aunque en Argentina lo considerarán ordinario por su estilo y se hizo admirar en Chile. Aunque en Venezuela la dictadura le cerró las puertas, fue un ídolo como lo constatan la trama y la banda sonora de la película “El pez que fuma”

Pero el amorío con Colombia fue especial. Se oyó en bares y cantinas de todo el país, sus presentaciones en griles y televisión eran un éxito. Grabó a su acomodo en Medellín -en el barrio Guayaquil lo nombraron “El jefe”-, su versión guarachera de Se casó Drácula del paisa Gildardo Montoya es reliquia. En Cali se plantó 6 años para convivir con una sardina 35 años menor con quien trajo al mundo dos de la docena de hijos que tuvo, en igual número de casorios, bautizando al varón Daniel Albizu, para recordar al patriota puertorriqueño adalid de la independencia de ese pedazo de Latinoamérica forzosamente adscrito a Estados Unidos. En la sultana, era un consentido de El obrero, San Nicolás y la Loma de la Cruz, trabó amistad con el tumaqueño “Tito Cortés”, un imitador suyo con estilo propio, grabaron al alimón y a cual más hacían y hacen llorar o bailotear a sus fanáticos.

Para que no quedara duda del afecto por la patria de su amigo García Márquez, quien pone sus canciones en boca del náufrago del relato y le declaró su admiración en citas y en voz alta, bajo la dirección de Javier Vázquez y una nómina estelar de salseros produjo, con la Charanga Vallenata, El marimbero, un tributo al vallenato con temas insignia como Río Badillo, Cóndor Legendario, Mercedes, Las tapas y La muerte de Abel Antonio. A Gabo le dedicó el álbum El hijo del telegrafista y el tema ídem de su autoría, en memoria de la masacre de las bananeras, acompañado de otras páginas memorables como Por ella y La potra zaina. Entre rarezas dejó una grabación de Espumas de Jorge Villamil y  otra en  elogio a Vargas Vila por irreverente.

Daniel el travieso

Tuvo fama bien ganada de mujeriego, marihuanero, peleón  y borrachín, aspectos que por interés o ignorancia de sus seguidores y promotores, ocultan aristas más provocadoras y progresistas de un irremediable bohemio con gran sensibilidad social.  El preso, surge de un carcelazo en la Habana, de los que se repetirían varios en distintos sitios por escándalos, reclamos contractuales o represión policial, como en la cárcel El Hormiguero de Managua donde fue a parar por un enredo que encubría el castigo por negarse a cantar para el sátrapa Somoza o en República Dominicana por burlarse del tirano Trujillo en la radio e incitar al pueblo con el canto Despierta  dominicano, una arenga a favor de la insurrección de 1965 liderada por Caamaño. Los boleros Amnistía, Patricia, Ya tú ves, Patricia  y Virgen de Regla, son clamores a favor de convictos, compuestos en Cuba, y Cautiverio y Cataplún… pa´dentro surgieron tras las rejas en Guayaquil, Ecuador. Su apoyo a la independencia de Puerto Rico y la Revolución Cubana le granjeó sospechas y malquerencias  en Estados Unidos.

Tenía clara la razón de su popularidad, como se lo expresó a Josean Ramos: “Yo entro a cualquier barrio del mundo, porque en todos se habla un idioma común, el idioma de la pobreza, y aunque haya matones, tecatos, putas o contrabandistas, siempre me respetan. Para otros son barrios malos, para mí no. Yo sé lo que ha pasado esa gente porque yo nací así, qué carajo. Nací pobre y al pobre le echan la culpa de todo lo malo, pero eso no es así. Hay gente noble en esos lugares atestados de dolor”. Decía que grababa para ellos, que ahorraban los centavos para comprar sus discos, porque los ricos podían pagar costosas entradas a tabernas y conciertos.

A sus expensas grabó su tema Sierra Maestra en homenaje a Fidel Castro y los “barbudos”, con el que bautizó Conjunto Sociedad, y lo donó a los grupos de apoyo del Movimiento 26 de Julio en Nueva York. Cuando Radio Rebelde, dirigida por el “Che” Guevara, lo irradió por orden de Fidel se convirtió en himno de la insurrección contra Batista en Cuba. Fue perseguido por el FBI y se llegó a creer que era un agente cubano. Requerido por si Fidel había comprado su composición siempre manifestó: "La escribí porque me salió de los cojones, porque yo soy un hombre libre y no me pagó nada, porque yo cuando escribo cosas por conciencia no cobro".» Luego haría famoso su estribillo “Si Fidel es comunista que me apunten en la lista”, también producido a su costa con la imaginaria Orquesta de Orestes Santos, para saludar las primeras medidas del gobierno castrista. Si bien no regresó a Cuba después de los años 60 y dicen que se distanció por algunas decisiones, jamás se pronunció en contra de la Revolución Cubana.

Del dolor de su patria hizo célebre Lamento borincano de Rafael Hernández. En 1960, con la orquesta de Mike Hernández, grabó La masacre de Ponce, larga duración que además del sentido bolero denuncia, contiene varias proclamas  independentistas. También se acompañó  de  la orquesta de su compatriota Claudio Ferrer y la voz de “Davilita” en  varios  los manifiestos radicales contra la anexión de Puerto Rico a Estados Unidos, el más conocido con el nombre  Los patriotas, que incluye el famoso Yankee Go Home (Fuera yanquis), luego realizó otro álbum con  poemas de José Corretjer. La posición de Daniel Santos a este respecto estaba  inspirada en la prédica de Pedro Albizu Campo, que también inflamara la conciencia de Filiberto Ojeda, el trompetista de la Sonora Ponceña masacrado por el FBI en el patio de su casa en 2011 en San Juan, luego de heroica resistencia, y por quien reclama Calle 13. Paradójicamente, Santos murió el 27 de noviembre en Ocala, Florida, Estados Unidos. Su cuerpo fue enterrado en San Juan cerca a las tumbas del patriota Pedro Albizu y el compositor Pedro Flórez.

En los 70,  con una gigantesca orquesta 11 de Octubre  formada por miembros de la Guardia Nacional de Panamá,  dirigida por Clarence Martín, grabó El revolucionario elogioso de la obra del General Omar Torrijos y en defensa de la soberanía del canal. Cuando el pueblo nicaragüense se levantó contra el oprobio del somocismo, junto con su connacional Danny Rivera promovió colectas solidarias en República Dominicana a favor del Frente Sandinista. Reprochado por esas actuaciones, con inteligencia para no generar reacciones contrarias afirmaba que no le gustaba la política pero odiaba el sufrimiento de los pueblos.

Sin embargo, documentos a punto de perderse,  descubiertos por Ramos para la nueva edición de su libro con motivo del centenario,  corroboran el compromiso rebelde del “Inquieto anacobero”, como varias letras dedicadas a luchadores sociales, entre ellos el sacerdote colombiano Camilo Torres, muerto en combate hace 50 años (15 de febrero de 1966) en las filas del Ejército de Liberación Nacional. Una de las estrofas dice: “Murió cual mueren los héroes que quieren a su patria de verdad y dan el todo por nada contra toda adversidad. Hombre de honor y coraje, roca de la lealtad, sufriendo sin inmutarse la injuria, la calumnia y la maldad”.

Que estos aspectos de su pensamiento y actuaciones fueran poco difundidos, en la filosofía de la vida de Daniel Santos tenía una explicación, en esta época de valores pervertidos, como se lo plateó a Cesar Pagano (Revista 99.1, No. 11, 1996): “Dígales que yo fumo marihuana, que yo me meto un “pase”, que tomo licor, porque si dice que Daniel Santos es una bella persona, nadie compra la porquería de libro ese. Si dice que yo soy patriota, que me gusta ayudar a los pobres, que soy solidario, eso no sirve. Si tú eres bueno, nadie te quiere hermano”.

Pero guardaba esperanzas. “La causa nacionalista y de justicia social puede decaer durante un período, pero vuelve a resurgir. Mientras haya maldades, hambre y malicia, tiene que surgir alguien que grite, porque los que tienen no gritan. Gritamos nosotros los que no tenemos nada, y por el grito de nosotros los que no tenemos nada es que se hacen muchas cosas enderezadas a acabar con esas situaciones injustas”.

miércoles, 19 de agosto de 2020

Hermes Tovar Pinzón, historiador de oficio y alma

La Batalla De Los Sentidos: Infidelidad, Adulterio Y Concubinato A ...

Solía caminar el elegante caballero desde las faldas del cerro de  Monserrate,  por los lados de Las Aguas, sitio histórico del centro de la capital, sonriendo, coqueteando y ‘dicharacheando’, como siempre, rodeado de muchachos y muchachas encantados que querían que continuara en la calle la forma fabulosa como les contaba una materia “pesada” como Historia de la Economía en la Universidad de los Andes, último centro académico donde impartió conocimiento. El maestro hacía años se había librado de la solemnidad y la rigidez del currículo y enseñaba incitando a los alumnos a soñar. Medio siglo de docencia meritoria lo hacían sentir orgulloso de que más que llenar cabezas con datos y hechos acompañaba a sus alumnos a viajar y pensar.

Hijo de una extensa familia campesina de Cajamarca (Tolima) vivió en su infancia los rigores de la violencia liberal conservadora como testigo de la destrucción de la tienda de abastos de su padre por una horda enardecida, los conflictos que por la posesión y explotación de la tierra padecieron los suyos y sus vecinos y de los dolores de esa y guerras anteriores, desde la de los Mil días, en el recuerdo triste de algunos de los que las vivieron. Buscando superar esos lastres su papá lo envió a estudiar a Ibagué, donde sus reflexiones sobre los cómos y por qué de tanta injusticia y sangre derramada lo inclinaron a estudiar historia, conocer y comprender el pasado y encontrar claves para abordar el presente.

Hermes Tovar Pinzón, licenciado en Historia de la Universidad Nacional, profundizó sus estudios en Chile y obtuvo su doctorado en historia de St. Antonys College en Oxford, Inglaterra. Fue  quizás el primer profesional en la materia del país pues los pioneros en la licenciatura de historia de la Nacional pertenecían a disciplinas diferentes,  Jaime Jaramillo Uribe -de quien fue alumno y luego colega cofundador de la carrera en la misma universidad-  y Luis Eduardo Nieto Arteta, de derecho, o Luis Ospina Vásquez, de economía. Es uno de los precursores de la historia profesional y de los impulsores de la Nueva Historia de Colombia. Sus aportes al esclarecimiento del pasado y la comprensión de los años recientes le han merecido el reconocimiento de la comunidad académica nacional e internacional.

Su rigurosidad y minuciosidad investigativa lo han llevado a escudriñar con pasión archivos de Colombia -tal vez nadie conozca mejor el Archivo Nacional-, América (Chile-México) y Europa (Sevilla-Madrid-Londres), a exprimir hasta la última estadística en temas áridos como la moneda, la tierra, la hacienda, la producción, los censos y a devorar con fruición lecturas en una biblioteca monumental.  A la par con un estilo narrativo ameno, coloquial, a la vez erudito y popular, contundente y valiente, con lenguaje directo y sin ambigüedades para denunciar las causas y los responsables de una historia de ignominias, lo han hecho merecedor de los premios de Ciencias Sociales de la Fundación Ángel Escobar 1987, Nacional de Historia de Colcultura en 1994, de Investigación de la Asociación Nacional de Archivística 2009, finalista del Planeta de Historia 1996 y la escogencia como el mejor docente de educación superior en el país en 2013 por Portafolio.

Destacar alguno de sus títulos entre una extensa lista de más 30 libros y más de  40 artículos especializados publicados aquí y en el extranjero (México, España, Alemania) es una tarea difícil dada la variedad, el aporte, la erudición, la cultura universal y el atractivo temático. Sus primeros libros fueron a los inicios  La Formación social chibcha y Formaciones sociales prehispánicas.

El trauma de la Conquista dio pie a 5 volúmenes de las Relaciones y visitas a los Andes, Hacienda colonial y formación social y El imperio y sus colonias: Las cajas reales de la Nueva Granada en el Siglo XVI.  Su tesis en Oxford versó sobre La estructura Agraria de la Nueva Granada en el Siglo XVIII. Al tema de la tierra y sus formas de apropiación, trabajo y explotación en la Cordillera Central, y la colonización antioqueña, volvió con Que nos tengan en cuenta: colonos, empresarios y aldeas, Colombia 1800-1900. Ha publicado trabajos sobre El movimiento campesino en los siglos XIX y XX, El oscuro camino de la libertad de esclavos 1821-1851, en coautoría con Jorge Tovar Mora, y De una chispa se forma una hoguera: esclavitud, insubordinación y liberación.

En La estación del miedo o la desolación dispersa, el Caribe colombiano en el Siglo XVI muestra el genocidio en Urabá por la colonización española y a ella mira en escritos recientes para revisar el violento despojo paramilitar de cuatro siglos después. La batalla de los sentidos. Infidelidad, adulterio y concubinato a fines de la Colonia es una fascinante excursión sobre los imaginarios y dispositivos de control de la sexualidad y la subyugación de la mujer. Convocatoria al poder del número. Censos y estadísticas de la Nueva Granada 1750-1830, coautoría con Jorge y Camilo Tovar Mora, revela la valoración de los autores al asidero en los datos como aporte clave para ese período. Los devastadores efectos de la imposición colonial, las formas de la dominación y el valor de estadísticas, mapas y archivos como fuentes para interpretar la realidad conforman Los Fantasmas de la Memoria. Poder e inhibición en la historia de América Latina.

Con el objetivo de llegar más allá de los especialistas y denunciar que “Durante 500 años, hemos compartido la mentira, el engaño y el querer pasar impunemente por encima  del otro” publicó en 2007, Colombia: imágenes de su diversidad (1942 a hoy), que, con varias reediciones, revisa nuestra historia desde una mirada sugestiva, inédita y divergente. Colombia: droga, economía, guerra y paz aborda los principales problemas del país de los años recientes. El oficio del historiador, la denuncia sobre las causas del atraso de Latinoamérica y el repudió de las atrocidades del falangismo motivaron La Sal del Desarrollo. La vida del soldado Pablo Pinzón, pariente suyo, le permitió hilar nuestras guerras, desde la de los Mil Días, pasando por la del 50 hasta hoy y sus consecuencias en quienes no empuñan las armas pero hacen parte de la vida de los combatientes, sus familias y pueblos, para indagar quienes las declaran y cómo las aprovechan en El silencio inédito de la guerra. Espera, dolor e incertidumbre.

Corrupción Metáfora de ambición y deseo es un estudio contundente y una imputación inobjetable contra quienes han dirigido y se han apropiado el país desde siempre. Aupados en la venalidad colonial heredada, los traidores de la Independencia se echaron al bolsillo la naciente república y desde entonces le entran al tesoro público a saco roto, hacen del privilegio un derecho, engañan y expolian a la población. Cada vez peor, con más sangre e impunidad y con menos vergüenzas. Hermes Tovar con escrutinio minucioso y destacando el valor de archivos fiscales, contables y judiciales da cuenta documentada de episodios canallas desde los auto préstamos de Tomás Cipriano de Mosquera hasta los procesos por la parapolítica, con varios congresistas enjuiciados por propiciar el asesinato de cientos de sus compatriotas para robarles la tierra, por anegar en sangre sus comarcas para quedarse con las rentas que deberían costear la salud y la educación de los humildes. Los comienzos de siglo marcados por las malas andanzas del uribismo.

La historia le ha mostrado a Hermes Tovar un país con unas clases dirigentes tradicionalmente ineptas y corruptas. De ahí su escepticismo frente a liderazgos tras los cuales brota la ambición de robarse lo público, “roscas” que se lo han quedado todo, una paz hecha para calmar fusiles pero ajena a un propósito nacional de largo aliento que saque al país de la mediocridad, el conformismo y la apatía del “no se puede”.  Una guerra y una paz que define en el sentido mas humano “La guerra es el enigma de lo incierto y la paz es la presencia y la certeza de que la vida vuelve a estar con los platos en la mesa, con los pasos en la aldea y con los lares en el alma”.

Fustiga esta democracia de politiqueros sin pergaminos ni grandeza cuyas armas nunca han defendido nuestras fronteras usurpadas y solo han servido para mantener los reclamos de la gente a raya.  Pero también exalta la necesidad de admirar y conocer nuestras grandes civilizaciones del pasado, los libertadores revolucionarios, las luchas y sufrimiento de los pueblos marginados y la urgencia de memoria y verdad para rescatar el rostro de una nación lacerada por siglos de abuso y miseria.

La cuarentena por la pandemia del Covid19 apenas endureció un encierro que, por su trabajo, aligerado con un buen vino, para él es normal no obstante ser un viajero apasionado. Lo encontró dando las puntadas finales a un enjundioso libro sobre el oprobioso régimen de explotación colonial en las minas de Potosí, Bolivia, sus incidencias en el desarrollo capitalista, la globalización de entonces  y los estragos que la minería ha producido a nuestros pueblos y el planeta. Pronto será publicado. Mientras, una repentina dolencia anunció problemas con su salud de los que deseamos con afecto salga avante. Otros proyectos esclarecedores e irreverentes sobre nuestra enrevesada historia, vistos desde el padecimiento y lucha de los siempre postergados, en la mente activa y crítica de Hermes esperan concreción y Colombia los necesita.

 

jueves, 6 de agosto de 2020

Chavela, la chamana rebelde






"Hay que llenar el planeta de violines y guitarras en lugar de tanta metralla".

La vida de Isabel Vargas Lizano, ¡Ay, Chavela!, no parece de  este mundo. Sus padres no la quisieron por ser una hembra “rara” y por eso ella tampoco los quiso. Le gustaban las mujeres, lo reconoció en su autobiografía Y si quieren saber de mi pasado: “Lo que duele no es ser homosexual sino que  lo traten a uno como una peste”.  Siendo niña, medio ciega y con poliomielitis, casi le queman los ojos con nitrato, de lo que la salvó un chamán y de ahí su afecto por los indios. Adolescente, dejó su patria “tica” y se fue para México a sobrevivir como sirvienta y cantante callejera. Tanta amargura y desventura tenían que darle voz al dolor y al sentimiento. Se metió en cosas de machos y salió ganando. Le quitó el mariachi a la ranchera para que las cuerdas entristecidas de la guitarra y su manera única de cantar crearan un estilo sin par. “Ha sabido expresar la desolación de las rancheras con la radical desnudez del blues”, ilustró Carlos Monsiváis. Se puso pantalones cuando no era bien visto, llevaba pistola al cinto, montaba caballo en pelo, humaba tabaco y bebía tequila como solo se bebe en Jalisco. En la parranda conoció y amó a su mentor  José Alfredo Jiménez, apadrinó a Pepe Jara e interpretó a Tomás Méndez, Cuco Sánchez, Álvaro Carrillo y Agustín Lara. Cuentan que con Jorge Negrete -quien no le auguró futuro en el canto- y el gran José Alfredo, pasados de copas, a caballo levantaban polvaredas y disparando pistolones hacían tronar  el firmamento azteca.

A mitad del siglo pasado, su cantar se conoció  en Acapulco. Se abrió las puertas de la gran sociedad al tiempo que disfrutaba con pasión el arte. Conoció a Neruda, a Guillén, a Rulfo, a Picasso y a Dalí. Fue consentida en casa  de Diego Rivera y Frida Kalho, de quien reconoció haberse enamorado, y allí trató a Leon Trotsky. Dejaba especular sobre sus encuentros con Grace Kelly, la mujer del Sha de Irán y la actriz Ava Gardner, o sobre su presencia en una de las bodas de Liz Taylor. Le cantó sus íntimos deseos  a Macorina, esa bella mezcla de china y mulata que, según ella, solo se da en Cuba -donde estuvo al clarear la Revolución-, a la que le prometió llevársela para el monte y le cantó “ponme la mano aquí”, en una composición de Alfonso Camin sobre una tonada guerrera, que es todo un himno lésbico en el ambiente un poco menos patriarcal, machista y timorato de hoy. La indígena María Tepozteca también fue motivo de sus versos sensuales.  Lo mejor de una  noche de parranda  es despertar con una mujer, decía, recordando a la Gardner. 

Apenas en 1961, a los 42 años, con el Cuarteto Lara Forrester, puso en el acetato sus versiones viscerales de rancheras y boleros con los que animaba la noche en la Plaza Garibaldi,   en Mi Tenampa -donde las botellas se le escondían- y otros antros populares de la capital y de la provincia mexicana, en las juergas inacabables con El rey José Alfredo y sus compinches, mientras bogaba tequila, que calculó en cuarenta y cinco mil botellas, hasta que alcoholizada y con la boca seca, sobreponiendo la vida al elixir de la juma dijo ni una más, con el último trago nos vamos, mientras se convertía en un icono en Hispanoamérica. Sus versiones inigualables de temas sentidos a desalientos, desilusiones y desamores, acompañada en la guitarra por Antonio Bribiescas, eran repertorio obligado en noches de bohemia y cantinas, en medio de copas, consintiendo amarguras y el dolor de las traiciones: Sombras, Soledad, Toda una vida, Piensa en mí, Amanecí en tus brazos, Nosotros,  La noche de mi mal, Un mundo raro, Las ciudades, Encadenados, Vámonos, Cruz de Olvido, El andariego, Luz de luna, Flor de azalea, La llorona, entre muchas, y el bambuco de José A. Morales “Señora Doña Rosario déme otro trago, que el primer aguardiente me supo a gloria”.

Sus excesos, borracheras y liberalidades, como coquetear en público a las mujeres, estrellar coches y motos porque sí y  mirar un eclipse en paracaídas, delante de tanto macho machote, le fueron cerrando las puertas. Pero la rebeldía de Chavela Vargas iba más allá de las  estridencias y las provocaciones. Se hizo sentir cantando corridos de la Revolución Mexicana a Juan Charrasqueado, Heraclio Bernal, Gabino Barrera, Anselma Guzmán, Rogaciano y Lucio Vásquez. Sus versiones de Los ejes de mi carreta del argentino  Yupanqui y Lamento Borincano del boricua Rafael Hernández, estremecen. Las carencias de muchos años y el entorno político, social y cultural que la acogió le dieron bases para asumir posiciones críticas, de solidaridad con los pobres y de simpatía con sus luchas. Como gran artista supo recoger en su repertorio temas de gran calado social, autoría de destacados poetas y compositores latinoamericanos.

A mediados de los 70, Orfeón, casa disquera mexicana, prensó un Lp. con 12 temas que es una verdadera joya: La Original, acompañada por Antonio Bribiescas, que también circuló como  Poema 20, en el que En un rincón del alma reemplaza a Volver volver. En él, declama y canta al chileno Neruda, Juan Ramón Cantaliso del cubano  Nicolás Guillén, Cruz de Luz (Camilo Torres) del uruguayo  Daniel Viglietti, Vidala del nombrador de Jaime Dávalos, No soy de aquí ni soy de allá Facundo Cabral -como se extrañan sus versos-, Las preguntitas a Dios de Atahualpa Yupanqui, Canción para un niño en la calle, de Armando Tejada y Ángel Ritro, antes cantada por Mercedes Sosa, En un rincón del alma de Alberto Cortés y Así de Sandro, todos éstos últimos argentinos, y las rancheras Hay unos ojos, Oh gran Dios y Morena de ojos negros. Luego grabó, desde el fondo del alma: Gracias a la vida de la chilena Violeta Parra, El Cristo de Palacahuina del nicaragüense Carlos Mejía Godoy y su favorita: La canción de las simples cosas, letra de Armando Tejada y música de Cesar Isella, argentinos. Nada extraño entonces, que durante las  terribles guerras en Nicaragua, El Salvador y Guatemala, mientras combatían contra regímenes oprobiosos, en las noches, en los campamentos de las montañas, “los muchachos” escucharan y cantaran a Chavela.

De repente, sin que se notara, ignorada y orillada, desapareció. Mercedes Sosa “La Negra” - otra ausencia presente- creyéndola muerta solicitó que le llevaran flores a su tumba. Ebria y errante dicen que pidió limosna en Morelos hasta que unos indígenas la acogieron, reanimaron y salvaron del cáncer. De su reciedumbre de piedra y sangre nativa surgió La Chamana, como la reconocieron los huicholes. Repuesta del trance, auténtica, madura, franca e irreverente, con más de 70 años a cuestas, al despuntar la última década del siglo XX, volvió a cantar en El Habito en Coyoacán, de donde un admirador español empecinado la sacó para llevarla a dar un concierto de regreso en Sevilla y desde entonces España se puso a sus pies, como toda Latinoamérica y los grandes escenarios del mundo.

El cineasta Pedro Almodóvar, que no perdió nunca la esperanza de encontrar a quien consideraba universal, junto con “Bola” de Nieve y Edith Piaff, con su  voz le dio un tono inconfundible a sus películas. “Hizo de la desolación y el abandono una catedral donde cabemos todos”, dijo de ella. Warner Herzog, la invitó a actuar en Grito de piedra en la Patagonia, el cineasta mejicano Alejandro González incluyó su versión de Tu me acostumbraste en Babel, Julie Taymor la inmortalizó en Frida, aparición de la parca susurrando La Llorona y Paloma negra; con sus canciones animó un monólogo teatral sobre la pintora, Joaquín Sabina le compuso una gran canción para decir que las amarguras no son amarguras cuando las canta Chavela, Carlos Fuentes -quien fuera su paciente vecino- y Carlos Monsivais,  la honraron como figura de la cultura mexicana. Para Monsivais, “Con guitarra, calzón de manta, jorongo y huaraches, se atavía de esa mexicanidad que se escapa del disfraz y en Chavela se vuelve leyenda”.

Colombianos ilustres, como Alfonso López Michelsen y Augusto Ramírez Ocampo, también la admiraron Hizo amistad, entre tantos,  con Isabel Preysler,  Miguel Poveda, Ana Belén, Diego "El Cigala", Eugenia León,  Martirio, Lila Dawns, Tania Libertad, Salma Hayek y Buika y cantó a duo con varios de ellos. Volvió a grabar temas privilegiados con arreglos impecables para su voz y guitarras, ahora en formato cd. Los títulos Piensa en mí, Macorina, Chavela Vargas, Somos, Volver volver, La Llorona y el lujoso volumen En el Carnegie Hall, con bellos textos de Carlos Monsivais y reproducciones de fotofija de Chavela en la película Frida,  se agotaron, como los  más de 30 Lps. en vinilo grabados en su accidentada carrera artística.  La excepcional interpretación desgarrada, felina, aguardentosa, sentida, cómplice, con acentos finales lúgubres, con que regresó a poner su sello, que incluía un vistoso poncho rojinegro, el cabello plateado corto, gafas oscuras y los brazos abiertos, imágenes de afirmación homosexual y trascendencia, se disfruta en un video grabado en 1992 en la Residencia de Estudiantes de Madrid, en un recital privado, íntimo y magistral. 

Ese goce se vivió en grande en los conciertos que prosiguieron con un público extasiado estallando en  ovaciones en el Olimpia de Paris, en Bonn con sinfónica, en el Carnegie Hall de New York, presentada por una emocionada Salma Hayek; en el esquivo Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México, en Corferias de Bogotá, como evento central del Festival Internacional de Teatro en 2004, invitada por Fanny Mickey, en el Luna Park de Buenos Aires, y en toda Latinoamérica. Su empatía con el público era total, fruto de su forma de cantar y de un magnetismo tal que explicaba en que era “medio bruja”.  Discreta pero magistralmente la acompañaron en las guitarras, cómplices de su voz, Luis Manuel Guarneros Marcué, el guitarrista mexicano del trovador uruguayo Alfredo Zitarrosa, al inicio,  y Juan Allende y Miguel Peña en la última época.

En 2007, con el auspicio de la Universidad de Guadalajara, pudo hacer realidad un sueño: grabar música popular en escenarios de las culturas precolombinas  aprovechando  sonidos naturales. Con la producción del prestigioso etnomúsico Jorge Reyes, quien falleció 2 años después, la idea original se convirtió en una fusión en la que Chavela interpreta boleros, rancheras, de ella, exaltada (María Tepozteca, Macorina, Llorona, La despedida: “Amo todo lo que se reparte en música, como decía Neruda a veces”), José Alfredo Jiménez (Las ciudades, Un mundo raro),  las  tradicionales Soledad, Somos, Piensa en mí, Cruz de olivido y Vereda tropical , y  Canción de las Simples Cosas -la que quería oír antes de morir-, con el fondo de instrumentos como flautas prehispánicas, piedras, palo de lluvia, silbatos, teponaztlis, caparazones de tortuga, caracoles marinos, tambores tarahumara, cántaros, timbales de barro y las imprescindibles guitarras.

Para Reyes, el ritual de la grabación, el tono de la voz de Chavela, los ambientes y sonidos y  La despedida (“No existe, no existe el no ser/ seguiré siendo Chicalculicue/ seguiré oyendo esta música celestial”),  presagiaban el adiós de la cantante. Pero él se fue primero. El trabajo fue titulado Cupaima, que en la lengua de los huicholes de Jalisco y Nayarid significa “la última chamana o hechicera del pueblo”, como la bautizó un chamán en San Luis de Potosí. Un trabajo exótico, donde Chavela declama, clama, implora y exclama a la manera de las pinturas crudas del milenario Guayasamín. Evoca a la menuda Chicalculicue, diosa maya de la fertilidad y los mares, para decir ¡me voy!

Ese apego a lo propio, que se acentuó con los años, estaba muy bien fundamentado. Consultada por el Consejo Nacional para la Cultural y las Artes (Conaculta) de México, fue claro su criterio frente a la globalización y la homogeneización de las culturas que conlleva esta modernidad vacía, "Es un fenómeno que he visto en muchos lugares donde los jóvenes ya no quieren ser mexicanos, peruanos, colombianos, dominicanos, venezolanos, sino gringos de segunda. Eso es algo muy triste, a veces cambian sus artesanías locales, sus canciones locales, su gastronomía local, por música en inglés, hamburguesas, chácharas de moda", afirmó y enfatizó “La verdad siento que el estandarizar así la cultura de los pueblos es como obligar a que todos usen una misma máscara, pero además es una máscara incómoda y cara, que hay que pagarla todos los días con tarjeta de crédito". Consecuente con esto, conocedora de que las ciudades destruyen las costumbres, consciente del significado de su obra, rechazó el premio Grammy a Cupaima. “No me  he vendido nunca”.

Reivindicó nuestras culturas y nuestras músicas como antídoto y salvavidas: "Sí, muchos de esos muchachos se pueden entretener un rato con esa música en inglés que a mí me parece toda igualita, pero al final en lo latino, en lo iberoamericano hay esa parte que se llama el duende, ese hechizo que nos llama con voces ancestrales por lo que conocimos en la cuna, por las tortillitas que nos comimos de niños, por los frutos que bajábamos de nuestros árboles y que no existen en ningún otro lado, todo eso provoca que regresemos a nuestra propia música, porque nuestro ritmo de vida es distinto".

Sus 90 años fueron celebrados con reconocimientos, homenajes, entrevistas y exaltaciones. Más allá del bien y del mal, cumplió otro deseo: grabar Por mi culpa, un cd. con sus temas más queridos a dúo con algunos de sus mejores amigos: Sabina, la “Negra” Chagra, Pink. Martíni, Eugenia León, Jimena Giménez, Mario Ávila y Lila Dawns, a quien varias veces honró como su sucesora. Tuvo otro festejo mágico: En la Habana, en los estudios de Silvio Rodríguez, con la producción de Javier Limón, las estrellas del afro cuban jazz y del afro jazz flamenco, “Chucho” Valdéz, al piano, y la voz de la mallorquinesa con raíces en Guinea, “Concha” Buika -la "hija negra" de Chavela- , se juntaron para rendirle tributo interpretando sus mejores canciones en el compacto El último trago, presentado por Pedro Almodóvar. Otro detalle maravilloso: el proyecto surgió en la celebración del cumpleaños 90 del padre de "Chucho", el connotado pianista "Bebo" Valdéz, a quien Fernando Trueba le dedicó la película animada y la novela gráfica "Rita y Bebo", espléndido homenaje a la música cubana.

Con Marta Cortina realizó un segundo libro con entrevistas sobre su vida. Tuvo reconocimientos de entidades académicas y culturales de México, España, Alemania y otros países. Con una vitalidad y voluntad asombrosas siguió alternando conciertos con estadías en Tepoztlán, Morelos, donde ubicó su residencia para descansar e inspirarse hablando con el cerro Chilché. Vivía modestamente haciendo suya la máxima de José Alfredo de que habiendo ganado dinero para comprase un mundo más bonito, “Yo lo aviento porque quiero morirme como muere mi pueblo”.

Desde allí concretó otra de sus ilusiones: hacerle un homenaje a Federico García Lorca, a quien volvió en su retornó del 92 a Madrid, en la  Residencia de Estudiantes, donde ocupara el cuarto que alguna vez habitó el poeta y conoció y trabó grata amistad con la sobrina de éste. Chavela leyó y admiró desde joven la poesía de Federico García Lorca y su vena romántica, humana, homosexual  y subversiva. Ella también fue víctima del oscurantismo franquista que prohibió sus temas por inmorales. Este nuevo reto a su iniciativa incansable se pudo escuchar en Abril de 2012 en México y España, presentado en sendos conciertos con la participación de Eugenia León, Martirio y Miguel Poveda, en los que a la vez celebró sus 93 años, y en un hermoso libro cd. con textos del poeta, su sobrina y Miguel Ávila e ilustraciones del propio García Lorca. Acompañada por las guitarras de Allende y Peña, con las melodías de sus más queridas canciones al fondo, Chavela declama a Federico y le dedica algunos versos suyos, en un encuentro fantástico.

En este último esfuerzo se le fue la vida y lo hizo con conocimiento de causa: "No soy rica, no me llevaré nada cuando me muera así que vámonos riendo y no te rompas mecate, que este es el último jalón", dijo al despedirse para ir por última vez a Madrid. De los lamentos, tragos y harapos, a las ovaciones, las nostalgias y la gloria. Vino de allá, de un mundo raro. Vivió como debe ser: como se le dio la gana, y tenía claro para qué: "nuestra única misión aquí, a final de cuentas, al final de todos los caminos, es venir a conocer el amor… y si la vida es generosa, llevarnos con nosotros un poquito de comprensión acerca de lo que es".

El 5 de Agosto de 2012, cumplió: "Me voy. Les dejo de herencia mi libertad, que es lo más preciado del ser humano". Su cuerpo inerte fue homenajeado por el pueblo y los artistas en la Plaza Garibaldi y el Palacio de Bellas Artes. No pasó por la iglesia. Sus cenizas se tiraron al viento en su amigo el cerro Tepozteco. Una pléyade de artistas iberoamericanos jóvenes realizó el tributo La Chamana, con 42 de sus temas en versiones diversas, que no alcanzó a disfrutar. Tras su deceso Martirio y Lila Dawns le rindieron álbumes tributo. Se la considera la más grande cantante popular latinoamericana  del siglo XX. “Yo no me voy a morir porque soy una chamana y nosotros no nos morimos, nosotros trascendemos". Hay Chavela para siempre.

jueves, 11 de junio de 2020

Justicia, la cenicienta de la pandemia

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“Les urge mas que abran los bares que los juzgados”, esta frase de un meme refleja la postración de la Justicia en este período de cuarentena obligada por la pandemia del Covid 19. Tras casi tres meses de parálisis del sector -excepto determinados asuntos como la tutela, cuota de alimentos y penales- no ha habido un solo pronunciamiento sobre la situación económica y de salubridad de usuarios y funcionarios del sector judicial en el espacio permanente del presidente por medios de comunicación, ni de la gris Ministra de Justicia notoria por su ausencia -salvo para edulcorar la masacre de presos en La Modelo. No hubo ni  un editorial ni una nota periodística y las quejas y lamentos de abogados litigantes se pierden desesperadas en las líneas abiertas de los programas radiales.

Justicia en apuros
Mientras que la situación generada y las medidas asumidas para la garantía de derechos como la salud y la educación ha dado pie a análisis, debates y propuestas sobre el impacto de las reformas neoliberales, la mercantilización de esos derechos, la vuelta necesaria a una mayor presencia del Estado, los efectos de la crisis en la prestación de servicios y los cambios que la presencia amenazante del virus generará, dando mayor énfasis y anticipando la virtualización con sus consecuentes impactos en la sociabilidad y aprendizaje, la justicia apenas figura por la controversia que ha generado su politización en casos como la insólita aprobación de la doble instancia para el exministro Arias, la ostensible parcialidad del Fiscal General Barbosa en lo relacionado con la denominada “Ñeñepolítica” - que revela posibles delitos en la elección del Presidente Duque Márquez- y la forzada detención domiciliaria del gobernador de Antioquia Aníbal Gaviria y los embates de la derecha contra la JEP.

Durante 3 meses cerca de 30 mil funcionarios y empleados de la Rama Judicial y la mayor parte de los 300 mil abogados inscritos ante el Consejo Superior de la Judicatura han padecido esa demostración de desinterés y abandono. La preocupación de los vinculados a la rama es un retorno bajo condiciones de bioseguridad, que se cumplan viejas promesas salariales y de aumento de jueces y empleados, optimización de infraestructura y que la obligada virtualización de servicios sea realidad para mejorar la cobertura nacional y  garantizar eficacia en la descongestión y acceso a la justicia, donde se acumulaban a finales de 2019 casi 2 millones de procesos por resolver, a lo que se sumarán los pendientes de la cuarentena.

La preocupación de los litigantes, es por los ingresos no percibidos en un tiempo tan prolongado lo que ha llevado a varios a interponer tutelas en defensa del derecho al trabajo, el mínimo vital y la puesta en marcha del expediente digital, que no han sido favorables, entre otras, por oposición del propio gobierno, circunstancias  que seguro llevarán a su pauperización.

La engañosa virtualidad
Los decretos expedidos por el gobierno y reglamentados por el Consejo Superior de la Judicatura en el marco de la emergencia económica y sanitaria a causa del Covid19, se ocuparon  de garantizar el aislamiento de los despachos judiciales mediante la suspensión de términos judiciales, prorrogada en 3 ocasiones y que se levantará el próximo primero de julio, y medidas orientadas a garantizar las actuaciones judiciales a través de medios electrónicos para progresivamente instaurar el denominado expediente digital, previsión establecida en el Código General del Proceso de 2012, apenas avanzada a pesar de los cuantiosos recursos periódicamente anunciados y que genera dudas de su pronta realización.

Si bien la introducción de herramientas digitales es una exigencia y puede contribuir a la mejora en la prestación del servicio judicial, por sí misma no constituye una solución como han pretendido hacerle creer a la opinión el gobierno, algunos tertulianos, columnistas y abogados con ínfulas cibernéticas efectistas. La cobertura promedio en nuestro país es de 11 jueces por cada 100 mil habitantes, un rezago total frete a los promedios de 65 de países europeos miembros de la Ocde, club al que ingresamos en época reciente y que exige superar ese bache y mejorar ostensiblemente el presupuesto de la rama.

De otra parte, frente a una pésima calidad de instalaciones en la mayoría de despachos (estrechez, carencia de sanitarios, escasez de implementos) que demanda atención inmediata, la digitalización judicial costaría U$ 800 millones de dólares (cerca de $3 billones de pesos) y su funcionamiento anual cerca de U$ 200 millones (algo mas de $700 mil millones). Recursos que de existir, exigirían previa inversión, la modernización total de la rama (más despachos, más servidores, mejores condiciones) para que no se convirtieran en una fantasía sobre ruinas.

Los problemas desnudados en materia de justicia por la pandemia dejan en evidencia el desdén de los gobiernos por garantizarle ese derecho a los ciudadanos y el interés por instrumentalizar las altas cortes en favor de sus propósitos  e intereses políticos, que en los casos en que no ha sido viable provocan confrontaciones con graves repercusiones institucionales como lo atestiguan los procesos contra el expresidente Álvaro Uribe Vélez en cuyo gobierno la Corte Suprema de Justicia fue objeto de espionaje controlado desde el Palacio de Nariño, en una página vergonzosa para nuestra historia que por desgracia se sigue repitiendo. De allí que las sucesivas propuestas de reforma fracasen en intentos por controlar el poder judicial o la reacción de las altas cortes de no ceder privilegios del clientelismo, no obstante que se venden como alternativas al retraso, la lentitud y la congestión que niegan de hecho el derecho ciudadano al acceso y a una pronta y cumplida justicia.

Democratizar la abogacía
El sector está afectado en su calidad por el cada vez más evidente distanciamiento en la formación profesional de los abogados por condiciones económicas y sociales, ejercicio clasista y mercantilización de la profesión prescindiendo de valores éticos. Como lo muestra un reciente estudio de DeJusticia, la calidad profesional y los campos del ejercicio del derecho los marcan cada vez más los costos universitarios y las relaciones de poder, no obstante que algunos centros universitarios de tradición han logrado colonizar altos espacios de la judicatura.

Así las cosas, evitando mencionar a las entidades por su nombre y a riesgo de generalizar, egresados de universidades de alto costo y por ende de alta calidad se desempeñan en los casi invencibles bufetes privados, altos cargos en la justicia,  el ejecutivo, organismos de control, en el Congreso de la República y el arbitraje. Quienes provienen de centros educativos de mediano costo y calidad mediana ocupan cargos intermedios en los tres poderes o se dedican al litigio y los pregrados de bajo y costo y baja calidad (universidades de garaje) así como de universidades públicas regionales  proveen a las notarías, niveles de base de la Fiscalía, cargos asistenciales en las diferentes ramas del poder y el litigio independiente. Siendo notoria la pérdida de presencia de la universidad pública en las esferas del poder, en particular la Universidad Nacional.

El retorno a los despachos después de un prolongado cese obligado, en toda la vida republicana del país, por un motivo distinto de las justas, permanentes y nunca satisfechas demandas de los servidores judiciales, e inmerso en la aparente virtualización de la justicia, es una oportunidad para que operadores, litigantes y ciudadanía afrontemos con urgencia la necesaria reforma a la justicia que no solo implica la modernización de los aspectos señalados, para que se garantice el derecho a la justicia, sino la reglamentación de la enseñanza para propiciar calidad y la democratización del ejercicio de la judicatura y acceso a la burocracia para superar la estratificación clasista en la que se ejerce la abogacía como correlato de las desigualdades socioeconómicas y falencias de la democracia en el país.