sábado, 24 de noviembre de 2012

Con Petro se toparon


Guíndeme del palo a Petro, parecería ser la consigna de los enemigos del burgomaestre de la capital,  frase costeña que en cachaco es lapidaria: lo quieren colgar. Se tragaron un salivazo de viruta con su victoria,  la que ahora cuestionan los politólogos a conveniencia por ser de mayoría entre minorías, como si ganar admitiera modulaciones. Y es comprensible, aunque posen de despistados: su programa orientado a hacer realidad el Estado Social de Derecho que consagra la Constitución y niega la realidad, asusta a más de uno, colmado de los privilegios del modelo privatista manejado por las mafias de la contratación.  Digo enemigos y no opositores porque no estar de acuerdo con alguien es legítimo y respetable, aun siendo injustificado,  pero en Bogotá lo que está en marcha es un complot de unos riquillos tramposos y sus aliados politiqueros construyendo el descontento a través de los medios, al que arrastran a gente extraviada de la ruta.

Sus anuncios y algunas de las medidas en marcha, la mayor parte valorados positivamente por entidades y especialistas internacionales y organizaciones no gubernamentales, por su orientación hacia el desarrollo humano, la equidad, el respeto a la diversidad, la protección del medio ambiente y el fortalecimiento de lo público como patrimonio y escenario de todos, son desestimadas con la prepotencia de la tecnocracia neoliberal, cuestionadas con argumentos endebles y hasta ironizados con estupideces. Poco a poco la estrategia ha venido calando y ya varios compañeros de oportunidad, columnistas simpatizantes de un día y seguidores confundidos se han deslizado a la otra orilla. Se desesperaron porque creyeron que se trataba de una nueva impostura o que los cambios son cosa de frotar los dedos.
 
El último capítulo de la cruzada antipetrista lo desató la asunción de la recolección de basuras por la EAAB, sintetizado de manera franca, rotunda y valiente por María Teresa Ronderos en El Espectador (24.11.2012). No obstante, la columnista critica, con buena intención y algo de ingenuidad, al contrario de como lo han hecho el Gobierno Nacional, a través del proconsulado para Bogotá,  el PM (Partido de los Medios) y algunos politiqueros, la forma como el Alcalde asumió la defensa de la autonomía, la descentralización y la soberanía del Distrito Capital frente a la amañada investigación de la Superintendencia de Industria y Comercio, por excesiva e inadecuada. Como Petro no va a los sancochos de “Gardeazabal” en Tuluá, el gaseoso escritor no tuvo empacho en calificar su actitud como “chusmera”. Sobra decir que a Álvarez el pueblo le ampolla la dermis. Por su parte, el vocinglero Darío Arizmendi, con total impudicia preguntó al aire dónde tendría guardados Petro los fusiles y qué estaría cuidando.  Puro culillo, intolerancia  e idiotez. Si no hubiésemos sido testigos de la marrullería de la clase política tradicional y sus periodistas de bolsillo, cabría el debate, pero, a sabiendas, es mejor precaver.

Si Petro no se amarra los pantalones y acude a la gente -lo que en su discurso de posesión llamó democracia de multitudes-, estaríamos ad portas de la destitución del gerente de la empresa por la Superintendencia, justificada en la interpretación a propósito de las pruebas recabadas en la “visita rutinaria” a la entidad, la suspensión de la decisión del Alcalde de variar el esquema de manejo de la recolección de basuras en favor del sector público -determinación que irremisiblemente debe poner en marcha en la fecha que escogió-, el peculio de los bogotanos y de la población dedicada al reciclaje, por convicción y mandato perentorio de la Corte Constitucional; y la entrega de un nuevo contrato con pingües ganancias a los validos de siempre. En un Estado decente, un negociante cuestionado por el favoritismo oficial y sus dudosas relaciones estaría, por lo menos hasta que las autoridades aclaren su situación, marginado de la  contratación, y la autoridad local respaldada por la del país. Aquí los funcionarios públicos del nivel nacional los defienden. ¡Vergonzoso!

La intervención en la EAAB, clarísima señal del Gobierno Nacional de su oposición al cambio de modelo que se adelanta en Bogotá, es una pésima señal en la generación de confianza entre las partes, tanto en este caso, como en el diálogo que adelanta con las FARC en Cuba. De manera enfática, el jefe del equipo gubernamental ha dicho que el modelo neoliberal, compartido por la Unidad Nacional en el gobierno, no está en negociación  y que su posible cambio lo definen las urnas. Pero Petro ganó y le quieren impedir que gobierne con el programa vencedor. De la catadura de esta ambigua clase dirigente hay varias muestras recientes. Uribe en República Dominicana pegó varios brinquitos para llegar a donde Daniel Ortega a decirle que respetaría el fallo de la Corte de La Haya,  ahora se quiere convertir en líder de su desacato. Bien hicieron los sanandresanos en sacar a ese chisgarabís. La Ministra Holguín dijo hace algunos meses que fallo sería salomónico -en el sentido de dejar contentos a todos- lo que le valió algunas críticas por derrotista, ahora sale con que salomónico es lo que nos satisface a nosotros. Santos impidió Trasmilenio hasta el aeropuerto, luego le echó la culpa a Petro, ahora queire que se haga de afán y sus subalternos increpan a directora del IDU por pararse en la raya en defensa de Bogotá. Entonces ¿Todo depende? ¡Que desfachatez!

Por el momento Petro frenó la embestida y ganó apoyo social para hacer sonar los zapatos en la Casa de Nariño y hacerse respetar. Adoctrinados en la mansedumbre la mayoría de los colombianos, desde luego los bogotanos, piensan como quieren que piensen los que manejan los hilos del poder. Qué le significará a la inasible y maleable opinión pública que el representante de las Naciones Unidas para el hábitat considere a Gustavo Petro un alcalde del Siglo XXI y avale por progresista, humanista y solidario el modelo de ciudad que postula e intenta plasmar, en sus aspectos de movilidad, vivienda, salud, educación, medio ambiente, generación de oportunidades y superación de la segregación y la discriminación, las mismas que el urbanista Saldarriaga Roa fustiga por improvisadas e ineptas.
 
Qué silencio de la  gran prensa (léase medios masivos) frente al evento internacional sobre cambio climático que organizó la Alcaldía, las advertencias que dejó sobre las consecuencias de la explotación de recursos por la plata para hoy y el desastre de mañana y el reconocimiento a la agenda ambientalista del gobierno de la ciudad. Qué indiferencia ante la radical reducción de homicidios, pues cuando los “especialistas” decían que había llegado al promedio posible, con sus medidas lo redujo ostensiblemente. Qué falta de grandeza para subrayar que por primera vez en la historia del país, al ya de por sí prominente presupuesto para educación en el plan de desarrollo de la Bogotá Humana, el Gobierno Petro decidió aumentarlo en el 50%, un billón de pesos para el año 2013, con énfasis en la calidad y rescate de la educación pública directa, luego de la  frustrada experiencia de las concesiones privatistas, negocio en que pelecharon peñalosistas, luchistas y samuelistas. A todo señor, todo honor
 
Ocultando las razones técnicas, administrativas y jurídicas de la decisión de Petro, sus enemigos convirtieron la fecha del 18 de diciembre, día en que la EAAB debe asumir la recolección de basuras, como el ultimátum para cobrar su fracaso. Vendrán los cacerolazos. Ante las dificultades, es posible que como mecanismo de presión, los actuales prestadores, si las circunstancias obligan a acudir a esa fórmula, se nieguen a subcontratar el servicio. Nada raro que los interesados en acabar con la alternativa naciente en Bogotá, importen mugre para generar una crisis. A lo mejor Santos le advierta e inste a acatar la supremacía presidencial. No importa. Petro plantó bandera.

miércoles, 21 de noviembre de 2012

La W: "Julito, no me cuelgue" o la audiencia súbdita


La W, red de emisoras en Colombia del grupo español Prisa, propietario también de la tradicional cadena Caracol Radio y de otras en el continente; del periódico El País, varias revistas, cinemas y la cadena radial SER de España, acaba de recibir el Premio Ondas al mejor programa radial de Iberoamérica, famoso reconocimiento anual de ese grupo. Bajo la dirección de Julio Sánchez, La W se ha convertido en un suceso radial nacional e internacional,  cuyo éxito es cortejado por Prisa con una amplia nómina de corresponsales en las principales ciudades de los Estados Unidos, Europa y Oriente Medio, estaciones en Nueva York y Madrid y enlace con cadenas de emisoras de toda Latinoamérica.

 

Desde hace años, Sánchez es el líder del dial en Colombia. Con La W está ratificando su favorabilidad en sintonía, como la tuvo en La FM, de la cadena rival RCN,   propiedad  del multimillonario empresario Carlos Ardila Lulle, o en Viva FM, de Caracol, su primera casa, entonces propiedad de Julio Santo Domingo, otro magnate de los negocios. Una fórmula de magazín informativo que combina de manera amena arte, ciencia, noticias  y frivolidad desde epicentros nativos e internacionales, con una línea informativa promotora y defensora de la institucionalidad, el gobierno, el libre mercado y los negocios, la iniciativa y el éxito individual y profesional, las estructuras internacionales de poder  y los placeres ligeros de la cultura posmoderna, lo convirtió en el Rey Midas de la radio.

 

Sánchez, un hombre inquieto por la música, el cine, la farándula, las novedades literarias, los escándalos de las celebridades y las banalidades de las revistas de entretención, pero también un periodista informado, inquieto, experimentado, recursivo y audaz, con una voz acogedora, poco a poco, conquistando audiencia con empatía, fungiendo como vocero oficial u oficioso, imponiendo gustos, promoviendo  ventas, animando filantropía, haciendo migas con los que manejan la plata y las decisiones, ha tornado en importante factor de poder. Combina seriedad, sobriedad, simpatía y afinidad con el poder y las personalidades; intimidad, picardía y frescura con las mujeres y la farándula;  desparpajo, igualamiento, compasión y burla con los de abajo. Y así le gusta a la mayoría.

 

El balance de verosimilitud e irreverencia corre hoy por cuenta de Yamit Palacios y Camila Zuluaga, dos jóvenes periodistas avezados, incisivos, bien documentados, toderos y, de cuando en vez, arrogantes e intensos. Función que años atrás cumplió Félix De Bedoud. La “carga en profundidad”, la protagonizan Alberto Casas y María Isabel Rueda, representantes de la más rancia estirpe conservadora, no sólo por vinculación partidista sino por posición ideológica. Casas funge como  caballero tradicional y oráculo de la institucionalidad republicana, María Isabel es ojo crítico para los males del sistema y cuchillo afilado contra los detractores de éste, la moral y las buenas costumbres. No tienen empacho en elevar a Laureano Gómez (“El monstruo” de la violencia de los 50) al pedestal de los forjadores de la democracia. Quien pone punto final a los “excesos” de los jóvenes periodistas, las respuestas laberínticas de los entrevistados, los abusos de tiempo y  de criterio de los oyentes (“Julito no me vaya a cortar”) y bendice los comentarios de la pareja goda, es Sánchez Cristo.

 

El carácter de su programa es claro: Habla el Presidente, hablan los ministros, los congresistas, los mandos militares, los embajadores, con especial atención al estadounidense,  y, según la necesidad informativa impuesta por la agenda mediática general o la de la emisora, los magistrados, el Fiscal, el Procurador, la Contralora. También, desde luego, y de manera privilegiada, hablan los empresarios, los industriales, los banqueros y la élite política. Son llamados para tratar sobre cosas positivas, grandes proyectos y asuntos de gobierno o empresa, en charlas respetuosas y pródigas de optimismo. Habla el establecimiento y los que mandan en el país.

 

Las desavenencias y  altercados, se dan  por cuenta de algún funcionario público o privado inepto o venal  caído en desgracia, por culpa propia (corrupción, desidia, negligencia), o según el canon  de La W, que actúa como báculo moral para sacudir y mover correctivos a las disfuncionalidades del sistema, como cuando, ante el temor del  escarmiento público, pone a marchar a la paquidérmica administración. En esa función, la emisora se ha convertido en cruzado de la batalla contra la corrupción, el clientelismo, la politiquería y la burocracia, caracterizadas con frases ya célebres del ideario de la “la dobleulio”, mote burlesco que se da a  la emisora, como “la política es dinámica”, “ciudadanos preocupados”, “gente con ideas”, “eso le salió mal” y “al gratín”, entre otras.

 

Por lo general, las furruscas son con quienes chocan a fondo y desde otra orilla, con la idílica visión de futuro a lomo del liderazgo tecnócrata y el gran capital y cuestionan las inequidades, distorsiones y manipulaciones del actual orden de cosas, como son los académicos críticos, la izquierda radical, los dirigentes de movimientos sociales, el sindicalismo, el campesinado, los maestros, los defensores de derechos humanos, las víctimas, todos a quienes a veces se reconoce  la justeza de sus reclamos ante causas para las que la “mesa de trabajo” exige  comprensión, pero  les llama al orden por sus formas de expresión y presión, consideradas por  fuera de los causes legales y nocivas al afectar los factores del desarrollo en la concepción neoliberal;  cuando no se los  reconviene por prestarse a los propósitos de “oscuros intereses”.

 

Sánchez es, a la vez, un hábil comercializador que, además de concentrar una gran parte de la inversión publicitara en radio, convirtió su programa en una plataforma de ventas por lo que con frecuencia la radio revista informativa da paso a remotos desde algún lugar de Bogotá, del país, e incluso de Madrid, Miami o Nueva York, para contar dividendos sobre alguna feria de ventas de vehículos, vivienda,  tecnología o crédito, que está realizando para alguna firma. O de algún concurso o espectáculo artístico auspiciado y dirigido a fidelizar la audiencia. La incidencia de tal maridaje en la calidad de la información es notable en casos recientes, como el progresivo cambio de tratamiento a lo relacionado con la petrolera Pacific Rubiales, desde que ésta se convirtió en la mayor cuenta de la W.

 

El lado social del programa  lo constituyen eventos anuales para postular a una persona pobre a una vivienda amoblada o la gran colecta para los soldados lisiados en combate, de cuenta de las firmas patrocinadoras o de escuchas, que con la donación pagan su mención. La avalancha de  oyentes convencidos del poder de Julito, lo obligó a montar un acceso en la página web y una línea telefónica para “Soluciones W”, donde se tramitan peticiones de todo tipo frente a la administración pública o la empresa privada.

 

En un universo de criterios prestablecidos y entorno hostil si se sale de la referencia dominante, la simulada participación de la audiencia, a través de una línea abierta, pseudomoderada por el conductor, alimenta la creencia en el pluralismo democrático. No obstante, una interpretación del Grupo de Investigación: Cultura Política, Instituciones y Globalización de la Universidad Nacional realizada en 2009, sobre un esquema informativo similar al actual -aunque en los años inmediatos la emisora convirtió la corrupción en asunto medular-, concluyó que “La W estimula un tipo de cultura súbdito-parroquial más que participativa, pese a sus niveles de audiencia y a la precomprensión en contrario que se podría tener sobre la misma” y que “ no satisface  mínimos de factualidad  de la noticia en términos de verdad y relevancia, lo que cuestiona el nivel de cultura política democrática que propicia, y tampoco satisface los mínimos de imparcialidad en cuanto al equilibrio y neutralidad en la emisión y presentación de las noticias”.

 

La W habla sobre todo, entretiene, divierte, nos pasea por las delicias y tragedias del país y el mundo, cuestiona a los funcionarios y desnuda a los políticos pícaros para aplauso de la tribuna, es la justicia al aire frente a la inoperancia de la de toga,  micrófono abierto a los comunicativos,  gestora de las  angustias existenciales  de la gente, pero…no me cuelgue Julito. Con ese formato y contenido                        -imitado,  en algunos casos, en mala versión-  aliena  la comprensión  de las causas de estos problemas en la estructura política y  el modelo económico social vigente y contribuye muy poco a la formación de una cultura política que profundice la democracia participativa y el Estado Social de Derecho. Se puede argumentar que ese no es el propósito deliberado de los realizadores y que formar ciudadanos no es función de la radio, ambas falsas razones pero materia de otros análisis.  Lo real es que hoy la información es una mercancía que las empresas comerciales explotan jugosamente en  beneficio del statu quo y dista de ser un derecho garantizado por la práctica de principios éticos y políticas públicas que posibiliten un acceso plural, diverso y equitativo a los medios a otros sectores y visiones de la sociedad.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Leonardo Favio, la tristeza es de todos


Desgarra la noticia de la muerte de Leonardo Favio, no por sorpresiva, pues su salud estaba afectada, sino por irreparable en el corazón romántico de Latinoamérica y las generaciones de los 60, 70 y 80. Me viene a la memoria mi padre que alguna vez, por allá en el 68, llegó a la casa emocionado con un disco de 78 rpm de CBS que, luego del fracaso absoluto de su primer sencillo, contenía los primeros dos grandes éxitos de Leonardo Favio: Fuiste mía un verano (Hoy la vi, fue casualidad, me miró al pasar. Yo le sonreí y le quise hablar, me pidió que no, que otra vez será. Que otra vez será, que otra vez será. Quiero amanecer, sé que nunca más) y Mi tristeza es mía y nada más (Que nadie me hable del amor, quiero hundirme solo en la ciudad. No quiero consuelo, no, no, no voy a llorar), que no paraban de sonar en radiolas, tocadiscos -no existía el mp3, el ipod ni Internet- y bares a lo largo del continente, a los que seguirían casi veinte años de primeras listas, giras internacionales, grandes conciertos y su reconocimiento como uno de los grandes artistas populares del continente.

 
Ya para entonces había despuntado como actor y director de cine, con el aplauso de la crítica a Crónica de un niño solo (1964), elegida por el público en 2000 como la mejor película argentina de todos los tiempos, sobre la vida callejera de explotación de la niñez pobre tan generalizada por esa época y aún presente de otras formas, en parte un relato de su proia infancia. "El Romance del Aniceto y la Francisca" (1966) obtuvo la misma distinción en 1998, en una encuesta especializada. Se suman a otros nueve filmes que dirigió, que sin el mismo impacto, sin embargo son piezas indispensables en la historia del séptimo arte en el país austral, como "Nazareno Cruz y el lobo", la más vista en la historia del cine gaucho, "Juan Moreyra", "El dependiente", "Gatica, el mono", Premio Goya a la mejor película extranjera de habla hispana en 1994, "Soñar, Soñar", protagonizada por los fallecidos Carlos Monzón, boxeador, y  Gianfranco Pagliaro, cantante, vetada por la dictadura, y "Aniceto", versión moderna de “El romance...” (la mujer disputada, danza, tango, luz, riña de gallos y duelo a puñales) y "Perón, sinfonía del sentimiento", un documental de  nueve horas de duración, realizado en 1999.

Fuad Jorge Yuri, nació en Luján de Cuyo, provincia de Mendoza, un mayo de 1938, abandonado por el padre y bajo el cuidado de una madre actriz de radio, que sostuvo un hogar con muchas carencias. De adolescente consiguió algún dinero en papeles extras que su mamá le conseguía en la radio, lustrando zapatos, pidiendo monedas y hasta delinquiendo. Así aprendió de la vida dura, a querer a su pueblo, a la gente humilde, y dejó la niñez con la rubia del cabaret (“¡que lindo fue!, ¡que lindo fue!”). Su amor al pueblo natal, llevadero y entrañable, lo cuenta en Mi historia. Un talento excepcional y la constancia le abrieron el difícil camino del cine, pasión que en sus comienzos financió con los frutos que le daría el canto, en el que incursionó con el nombre artístico de Leonardo Favio. Como cantante se afianzó convirtiendo en éxito Para saber como es la soledad, versión de una composición de Luis Alberto Spinetta en homenaje a un amigo presuntamente muerto en un accidente (Canción del pototo)

La balada romántica tiene en Leonardo favio uno de sus más eximios exponentes como interprete y compositor. Fue un cronista de los dramas del amor, temática robada al tango, con arreglos musicales lúgubres, fúnebres, que erizaban la piel y zaherían, aunque a veces se dejó oír con letricas juguetonas, en dos decenas de discos de larga duración. Construía, declamaba y lloraba sus historias llegando profundo a quienes en su propia carne vivían tragedias sentimentales. La dicha que me fue negada es una balada-novela de tres minutos que estremeció en su trágica trama. Como ella, de repente brotan a la memoria: Ni el clavel ni la rosa, El amanecer y la espera, O quizás simplemente le regale una rosa, Ding dong, La foto de carnet, Quiero aprender de memoria, Mi amante niña mi compañera, Como me duele la piel, Más que un loco, Ella… ella ya me olvidó, Y al verte así, Aquella noche de verano, Borracho si señor, Sirva vino cantinero y Ojos azules.  

Pero el amor no fue su único tema o, mejor, no solo  lo fue el amor sentimental, porque también canto su amor fraternal a Latinoamérica en La hija de Juan Simón, El carretero, Guayabo negro, Hablemos de Amor, Vamos a Puerto Rico, Adelita, La bamba, Somos y a las virtudes de a  gente común y los avatares y esperanzas de los oprimidos: Juan el botellero, Nació Nazareno, Chiquillada, Si mi guitarra canta como canta, Vamos mi guitarra, Aleluya por mi pueblo, Madre de Mayo, Magdalena, Mujer (a Carolita en el exilio), Anotaciones para Carola, Acordate de olvidarme y Estoy orgulloso de mi general, entre tantos.

Vivió el peronismo, una experiencia populista contradictoria y polarizante   en la historia argentina, su defenestración y clamoroso regreso, cuando el movimiento peronista forzó la apertura de puertas para el General. Leonardo favio fue una de sus acompañantes en el vuelo de retorno del exilio y luego, cuando Perón volvió para asumir el gobierno que había ganado su partido con otro candidato, Héctor Cámpora, le correspondió el doloroso papel de tratar de evitar desde los micrófonos de la tribuna, la batalla campal entre bandos de derecha e izquierda que desató la masacre en el aereopuerto de Ezeiza el 20 de Junio de 1973, hecho que marcaría tristemente su vida.

En 1976, los militares tomaron el poder, tras un violento golpe que desangró y llenó de horror a su país, enviando a muchos al exilio, entre ellos a Leonardo Favio, quien debido a un accidente de carretera cerca de Villavicencio, Colombia, tuvo que asumir como ciudad de residencia para su recuperación a Pereira, donde permaneció con su familia durante nueve años, estableció su centro de actividades, organizó su carrera artística, vio crecer sus hijos y se enamoró profundamente de esta tierra. Sus Lps de los 80 testimonian su afecto por Colombia. Grabó dos cumbias inolvidables del chocoano  Senén Palacios: La subienda -donde le dedica una voz de apoyo a los sandinistas y a Omar Cabezas en las montañas de Nicaragua en plena lucha contra Somoza-  y Las lavanderas,  y la cantata Vida, pasión y vuelo de la Abuela Zenaida, una crónica vibrante sobre la Colombia profunda de la pobreza y el paraíso travel del narcotráfico, basada en la cumbia de Rosendo Romero. Con el regreso a la democracia retornó a Buenos Aires en 1983. Hace unas semanas, su hijo Nico realizó una premonitoria visita a la ciudad que los acogió.

A muchos colombianos nos unió la vida con Leonardo Favio, por lo que alguna de sus canciones significó en algún momento y lo hicieron compañero de nuestras alegrías y tristezas. Jorge Emilio Salazar, uno de los más integrales e íntegros actores que ha dado este país, ignorado y olvidado como es costumbre con quienes no transigen, decepcionado de la farsa, trasegó su camino hacia la muerte con la compañía incondicional de Vera Grabe, el aguardiente y Leonardo favio.  Con su hermano Darío, con quien nos dieron tantas madrugadas de vinos coreando al mendocino, derrotados por el cansancio de andar errantes por Buenos Aires, perdimos una cita única con nuestro juglar en homenaje a Jorge Emilio que lamentaremos siempre. Hoy su mensaje en el celular lo dice todo: “Querido hermano, nuestro Leonardo Favio murió. Luto en el alma”. Sin misterios con la muerte Leonardo Favio cantó

 

Cuando llegue la hora


Yo, yo le cante a la vida cotidiana
y sencilla a la simple manera de
pensar y sentir.

Por eso estoy
seguro que cuando yo me vaya,
cuando llegue la hora de empacar
y partir, en alguna recova un par
de vagos reos, una triste sonrisa
dibujarán por mi

Y tal vez, digo,
tal vez, en la humilde mesa de
un obrero mandarán a la cama
los niños a dormir
Y así, en la
sobremesa surgirá mi recuerdo:
- la canción del loco con la
que te conocí.

No aspiro a más,
no aspiro a más, tan solo, si es
posible, entre mis manos quietas
quisiera acariciar un rosario, el
más simple, y que me dejen
solo o con algún amigo
que quiso trasnochar
.