lunes, 12 de octubre de 2009

El recuerdo de Alape

Arcos, rejas, patios, puertas entreabiertas, tejados. Todo superpuesto pero abriendo fondo y allá, atrás, asoman rasgos que insinúan la catedral y el capitolio. Es una imagen evocadora de La Habana, de la serie que con el mismo nombre pintó Arturo Alape. Una pintura que exhibo con aprecio y orgullo en la pared de mi estudio. Mirándola recordé a este hermano que se fugó para quedar en la memoria el 7 de octubre de 2006.

Semanas antes de morir lo visité en su apartamento en La Soledad. Estaba exhausto en el sillón de la sala, casi sin respiración, y con voz cansina me contó que se había bajado a pie desde la Javeriana – casi 20 cuadras- donde impartía una clase sobre historia oral. Días antes había estado internado de urgencia en la clínica por el avance incontenible de la leucemia. Un abrazo y ¡Adiós, mi hermano! Fue la última y definitiva despedida

Ante las dificultades económicas para adquirir el costoso medicamento que le alargaba los días, el grupo de teatro La Candelaria ofreció una presentación solidaria que se convirtió en el último homenaje en vida al coautor de la colombianísima obra teatral Guadalupe, años sin cuenta (Premio Casa de las Américas-Cuba, 1976). El éxito editorial de su obra literaria e histórica no se tradujo en una vida de comodidades y por el contrario, al final, tuvo ira por las dificultades para afrontar los problemas de salud.

Carlos Alberto Ruíz, su nombre de registro, nació en Cali en 1938 y creció en medio de carencias. Su vocación por el arte lo llevó a estudiar pintura, actividad que cultivó a la par con la escritura, con mayor entusiasmo en los últimos años de su vida. Vendiendo ropa interior a las coperas de los bares y a las prostitutas de las casas de citas “por estricta necesidad económica”, sobrellevó la juventud hasta que la rebeldía lo instó a vincularse a la guerrilla: las nacientes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia para salir pocos años después al hacer conciencia de que su aporte estaba en las letras y no en las balas. En homenaje a uno de los combatientes fundadores se llamó Arturo Alape para siempre.

Nos conocimos una noche de Septiembre en La Habana, ciudad mágica que nos juntó en una especial amistad. Arturo vivía allá, por hospitalidad de Casa de las Américas, desde que le tocó salir con tristeza del país amenazado de muerte como otros tantos intelectuales y políticos en los aciagos años 80 del siglo pasado, cuyos secretos apenas empiezan a conocerse. En los ratos libres del evento cultural al que asistíamos nos dejábamos llevar por charlas interminables sobre la realidad y la fantasía y sus divertidas historias sobre la cotidianidad habanera. Cuando recordaba que pronto llegaría al mundo su hija, las lágrimas le resbalaban por la mejilla y susurraba: Paloma, Paloma. Su otro hijo, Carlos, vivía allá.

Años después, y de un tiempo sin vernos, nos encontramos en un evento organizado por grupos juveniles de los barrios de Ciudad Bolívar de Bogotá, para denunciar y exigir respeto a la vida ante la grave situación de los derechos humanos en esa localidad, en la que la noche se convertía en un látigo mortal para los desafortunados que la parca señalaba. Alape preparaba La hoguera de las ilusiones, un libro testimonial de quines viven la vida desde abajo: azares y acechanzas, humillaciones y sufrimientos y el estigma eterno de culpables.

Con una foto ampliada de un momento memorable que vivimos, llegué de sorpresa a su apartamento y en la expresión de su rostro se reflejó la emoción por el regalo inesperado. También le llevaba los borradores de la investigación sobre violencia en Bogotá que yo estaba realizando en la Alcaldía y se iba a publicar, para que me honrara con su prólogo. Alape, que era un investigador y escritor exhaustivo, perfeccionista, que podía tardar hasta una década entre la idea de una obra y su materialización para que no faltara detalle, me sugirió ampliar, profundizar.

Como mi interés era generar alarma sobre lo que estaba pasando - Bogotá se había convertido para entonces (1993) en una de las ciudades más violentas del mundo -, le insistí que era urgente, que no había tiempo. Con resignación no convencida me prometió escribir un texto. Alape tenía razón, la investigación podría haber sido más completa pero mi objetivo se cumplió: los medios de comunicación resaltaron preocupados las cifras, hechos y conclusiones del trabajo y el tema se convirtió en adelante en prioridad de la agenda pública en la ciudad. A ello contribuimos los dos.

La situación ha cambiado, hoy exige otra mirada. En cambio las generosas palabras de Arturo, su pretexto para hablar de la ciudad que lo angustiaba, cada vez relumbran más en su espléndida belleza para narrar lo visible y lo invisible en la urbe: el lóbrego territorio de los miedos y la muerte.

“Bogotá es una ciudad de confluencia de imágenes, mediatizadas en una atmósfera de claros y oscuros en que el hombre citadino se sustrae y muchas veces se sumerge hasta los límites de no volverse a encontrar cuando, incluso, pierde el rastro de su propia sombra.

(…)

“imágenes visibles que concentran como color lo más inmediato y también lo más profundo de lo cotidiano, la costumbre enraizada como enredadera sobre el cuello, la parsimonia de siempre cruzar la misma calle, y abrir como cerrar la misma puesta, levantarse a la hora precisa, bañarse y salir a la calle bajo la sombra del mismo entorno, dejar la pisada sobre el mismo andén del mismo paradero, el impulso de continuar sobre la misma ruta, sin que ello signifique la pérdida de la brújula. La llegada al trabajo, la llegada a la casa en un tiempo qaue tiene como constancia, la visión abismal y paralizada de la ciudad que pareciera que nuna cambiara en la pátina de su pintura y mucho menos en su arquitectura.

Lo visible en la ciudad es como la mariposa que muera en su vuelo y su cuerpo y nunca cae sobre la tierra. La estática del vuelo humano.

(…)

“Lo invisible es lo que oscurece el día para volverlo nocturnidad, ante la sorpresa inevitable que se acuña en la mirada, la mirada se oscurece y tiembla ante la presencia del terror que carcome y rodea nuestra conciencia…El territorio de la muerte ajena, aquella muerte que para nosotros tiene el sonido de un timbre lejano, algo que no nos pertenece, que por lo tanto no sentimos como agobio ni desesperanza, simplemente lo vislumbramos acaso, como lectores de noticias de lo periódicos. La muerte ajena crece como dato que suma -nunca resta- en los empolvados archivos de la justicia”

(…)

“Es la realidad invisible con la cual convivimos, antes, durante y después del sueño de todos los días. Es levantarse con una pesadilla que horada la cabeza”.

Desde entonces volvieron a pasar varios años de saludos fugaces. Alape vivió un nuevo exilio, esta vez en Alemania, a causa, entre muchas otras, del éxito de sus dos libros sobre Pedro Antonio Marín, Manuel Marulanda Vélez, Tirofijo: la vida de un campesino guerrero, la geografía fascinante de un país casi desconocido, la historia tormentosa de un pueblo. Reportajes de largo aliento literario y estilo inconfundible que como sus libros anteriores: El Bogotazo, memorias del olvido, para el cual logró una extensa y reveladora entrevista con Fidel Castro sobre su presencia en el traumático episodio; La Paz, la violencia, testigos de excepción, Un día de septiembre y la sección de historia que realizó para la revista Alternativa, se convirtieron en lectura obligada para quien quiera comprender a la Colombia del siglo XX y encontrar claves para entender la de hoy.

A la par con sus aportes históricos también cosechó la literatura con novelas, cuentos y testimonios como La bola del monte (Premio Casa de las Américas-Cuba, 1970) Julieta, el sueño de las mariposas; Noche de pájaros, Sangre ajena, El cadáver de los hombres invisibles, Las muertes de Tirofijo, Diario de un guerrillero y Mirando el final del alba (Beca Colcultura). Otros tres libros recogen crónicas, entrevistas y reportajes publicados en distintos medios del país y del exterior, entre ellos la crónica “El ‘Borugo’ Rodrígez” laureada con el Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar en 1999. Una obra prolija y de calidad, reconocida por críticos nacionales y foráneos, y traducida a varios idiomas. Su talento le mereció becas de Colcultura y el Ministerio de Cultura para la creación literaria, como resultado de esta última escribió una crónica biográfica sobre el cronista policiaco Felipe González Toledo. La Universidad del Valle lo honró con el título de Doctor Honoris Causa en Literatura

En mayo de 2003 nos volvimos a encontrar en el Park Way de Teusaquillo, cerca de donde vivía. Después de un efusivo saludo casi me arrastró a su casa para mostrarme algunas pinturas de la serie sobre La Habana Vieja mientras en atropellada emoción me hablaba sobre la nueva novela en preparación.

- Mi hermano, escoge un cuadro

- Alape, yo no te lo puedo pagar ahora

- Me lo pagas cuando puedas, déjame mandarlo a enmarcar y te lo llevo a la oficina.

Una semana después asomado a la ventana de mi oficina lo veo venir con un pesado cuadro en sus hombros y de lejos escucho el grito:

- ¿Dónde lo vas a colgar, mi hermano?

Durante varios meses nos encontramos para hacerle los abonos del valor -me sirve para pagar el teléfono, decía burlón-, tomar café y charlar sobre Colombia, nuestras vidas y la novela que venía en camino. Entre tanto hizo un par de exposiciones con su serie de miniaturas sobre los desaparecidos y desterrados, publicó un poemario y en preparación de la novela, cuya estructura y contenido esbozó en Alemania, viajaba en tren y bus a Boyacá, revisaba periódicos y entrevistaba personajes curiosos como una señora con problemas mentales que deambulaba por La Soledad. Siempre en su casa había muchachos pendientes de sus orientaciones sobre historia y literatura y sus clases de la Javeriana, conferencias y charlas generaban gran interés.

Finalmente, en 2005, la editorial Seix Barral publicó El cadáver insepulto. Arturo, cumplió así con el recado de Felipe González Toledo, a quien tanto quiso, de contar la historia del capitán Tito Orozco, Ezequiel Toro en la obra, un policía liberal del lado del pueblo en la revuelta desatada por el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de Abril de 1948, a quien el régimen conservador desapareció y fusiló sin dejar rastro. A través del peregrinaje de la esposa del capitán en busca de sus restos y los culpables, Alape reconstruyó de forma apasionante y literariamente impecable un episodio dramático de nuestra historia. Su contribución postrera a “La búsqueda de la verdad perdida tras los pasos de la niebla que huye. La ausencia en el amarre con la presencia que también huye en el viaje fugado”, como me escribió en la dedicatoria

Recordándolo levanto la mirada y miró fijamente la pintura que está enfrente. Entre nostalgias habaneras de ocres, marrones y celestes, Arturo Alape sonríe y dice ¡Presente! Con el abrazo de siempre.

domingo, 4 de octubre de 2009

Mercedes Sosa, “La Negra”, la voz de América

La cantora que honró la vida

“No...
Permanecer y transcurrir
No siempre quiere sugerir
Honrar la vida.
Hay tanta pequeña vanidad
En nuestra tonta humanidad
Enceguecida.
Merecer la vida es erguirse vertical
Mas allá del mal, de las caídas”.

Apenas dos semanas después de que “El Morocho”, Carlos Gardel, muriera en un accidente aéreo en Medellín, Colombia, el 9 de Julio de 1933, Día de la Independencia de Argentina, nacía en San Miguel de Tucumán, Haydé Mercedes Sosa, “La Negra”, de quien dijo Pablo Milanés “es la voz más hermosa que ha pisado la tierra”. Coincidencias premonitorias de esta América mágica: se llevaba al zorzal pero nos dejaba la paloma.

Llegó a la música popular de la mano de ese cantor y juglar magistral que fue Jorge Cafrune, presente en alguna generación de colombianos por la versión dulzona que hiciera Oscar Golden de El cacique y la cautiva pero desconocido en la profundidad y belleza de sus coplas de payador perseguido.

En el histórico Festival de Música Popular de Cosquín, Mercedes Sosa comenzó una hermosa carrera artística que junto con los atributos de su canto, su culta formación, un exigente criterio para la escogencia de su repertorio y el perenne compromiso por la justicia y la paz, la convirtieron en “La voz de América Latina”.

Siempre acompañada de excelentes músicos y compositores gauchos -algunos parte de su familia como Víctor Heredia, Nicolás Brizuela, León Gieco, Chango Farías, Antonio Tarragó. Eduardo Falú y Peteco Carabajal- convirtió en himnos de las luchas latinoamericanas por su esencia, decoro, dignidad y vida, canciones como Años de Pablo Milanés, La Maza de Silvio Rodríguez, Gracias a la Vida de Violeta Parra, Alfonsina y el mar, de Félix Luna y Ariel Ramírez, Como la cigarra de María Helena Walsh, Luna Tucumana de Atahualpa Yupanqui, Si se calla el cantor de Horacio Guarany, Soy Paz de Piero, Honrar la vida de Eladia Blázquez y las emblemáticas Canción con todos de Armando Tejada Gómez y Cesar Isella y Sólo le pido a Dios de León Gieco.

Cuanto escenario de valía hay en el mundo tuvo su presencia ante auditorios conmovidos. Hizo dúos fantásticos con Milton Nascimento, Chico Buarque y Caetano Veloso, con Charly García y Fito Páez y con una veintena de artistas de fama internacional que en buena hora concursaron para hacerle un monumental homenaje en vida como fueron los dos volúmenes de Cantora, su última producción, entre ellos Sahkira (La Maza), Lila Downs (Razón de vivir) y Juan Manuel Serrat (Aquellas pequeñas cosas).

Como artista comprometida y de coraje sufrió amenazas, la cárcel y el exilio de parte de la dictadura criminal que azotó a su país en los 70 y 80 del siglo XX. Los sandinistas en la Nicaragua de los 70 del siglo pasado, los zapatistas de Chiapas y la lucha boricua contra la presencia militar estadounidense en Vieques recibieron su voz solidaria, como muchas otras causas por la paz, contra el hambre y en defensa de la humanidad y el planeta. Fue una mujer de convicciones firmes y de afirmaciones tajantes sin engañosas cortesías. Se reiteró comunista después de abandonar el Partido Comunista por burocrático y sectario, no obstante perder amigos y admiradores por aquí y por allá.

“Política no tiene que ser sinónimo de corrupción, tiene que ser otra cosa”

En la biografía construida a través de una extensa entrevista concedida al poeta y periodista Rodolfo Braceli, expresó criterios y frases que en este momento del continente y el país invitan a pensar:

“Si lo revolucionario pasa por matar gente así como así, no, no soy revolucionaria ni lo quiero ser, ni lo puedo ser. Ya lo dije: ni jugar con los cuchillos nos dejaba mi papá. Por otra parte no soy capaz de matar un pollo. Yo sigo creyendo que las revoluciones se hacen con la conciencia de mucha gente y no con las armas de unos pocos”

“…que no vengan a decir que ya no hay izquierda ni hay derecha. ¡Que se dejen de joder con eso y coman mierda! Cómo no va a haber izquierda si hay derecha. Es más: hay más derecha que nunca. Mentira que se murieron las ideologías. Quienes dicen eso hacen ideología. ¡Ideología de derecha, por supuesto!...Que casualidad, los que todo el tiempo dicen eso son de derecha”

“…Yo soy de los que piensan que lo que está podrido no es la política en sí, sino una cantidad de políticos. Son cosas diferentes. La política es necesaria… No se quien dijo que no hay que terminar con la política, que hay que empezar con la política. Política no tiene que ser sinónimo de corrupción y de coima y de esas mierdas. Tiene que empezar a ser otra cosa. También de nosotros, de cada uno, depende que empiece la política entendida de otra manera y no como una oportunidad para llenarse los bolsillos robando”

“Mientras haya tipos nefastos que sigan apropiándose de la política, humillando a la gente pobre con prebendas, papeloneando con rubias teñidas de tetas falsas y falsos ojos celestes, mientras siga esto así esta patria no va a cambiar…es decir cada vez peor. No vamos a salir de esta mierda”

“Aquí ha habido mucha indiferencia y mucho silencio mientras el país se entregaba a paladas. Y esto que parece una democracia viene siendo una dedocracia, una autocracia. Hay personajes que para ubicarlos ya ni hace falta nombrarlos con el nombre y el apellido. Definirlos cuesta mucho, o no cuesta nada: son unos hijos de puta. Ellos son los autores del hambre…Esto es una mafia. Es muy amargo lo que digo…No odio a esa gente, no se vaya a pensar. Yo los desprecio”

“¿Por qué me enfurezco así con el capitalismo? Porque estoy contra la violencia. Porque estoy contra todas las guerras y más contra las guerras preventivas. Algo así como decir yo te mato por las dudas…Guerra preventiva, algo así como crimen preventivo”

“Estoy contra la violencia, digo, y entonces estoy contra la desocupación, porque la desocupación destruye la familia y eso es violencia, ¿no? Y estoy contra el hambre, porque el hambre destruye los cerebros y las vidas, y eso es violencia, ¿no?...Si no me equivoco todo eso es violencia, violencia que mata el presente y condena a un futuro peor”

“Por lo demás, ¿quien puede afirmar hoy que el capitalismo es un éxito? El capitalismo maneja el mundo ¡y lo que sobra en el mundo es el hambre, la desocupación, la enfermedad, el analfabetismo! Tal como van las cosas, si fuera cierto lo que no es cierto, es decir si fuera cierto que ya no hay más izquierda, a la izquierda habría que inventarla ¡urgente!”

¡Hasta siempre Negra! Te digo con Teresa Parodi:

“Mercedes, salmo en los labios

amorosa madre amada

mujer de América herida

tu canción nos pone alas

y hace que la patria toda

menudita y desolada

no se muera todavía

no se muera porque cantas”

Saludos a Don Atahualpa Yupanqui, a Jorge Cafrune, a Violeta Parra, a Alfonsina Storni y a Víctor Jara. Tus canciones se cantan con el alma. Se equivocó la paloma, El cosechero y Al jardín de la República son en mi vida la música de páginas añoradas.


miércoles, 23 de septiembre de 2009

Cuba sin fronteras ¡asere!*

El concierto Paz Sin Fronteras II, realizado en La Habana, Cuba, el 20 de Septiembre de 2009, no obstante la manifestación ingenua por parte de los organizadores y diplomática por parte de los anfitriones, de que se trataba de un evento apolítico, si a la definición de política se le da la connotación precisa y original de expresión de la ciudadanía, fue eminentemente un acto político. Y no puede ser de otra manera, así insista el periodismo ligero que fue un éxito porque no hubo panfletos ni consignas, es decir lo evidente. Claro que fue político en la amplia expresión de la palabra, porque sin decir se dijo lo que no se quería que se dijera. De parte de Cuba: ¡Aquí está la Revolución Cubana! Con sus logros y fracasos, con sus aciertos y sus errores, con lo que compartimos y en lo que divergimos. Por Juanes y amigos: Que en el mundo haya Paz, Libertad, Cambio, en un voluntarioso propósito, a veces controvertible por la interpretación de los términos.

El concierto fue un éxito como espectáculo y un hecho histórico y político. Desde la crispación que generó la osadía de Juanes de ir a La Habana puesto que para alguna parte del exilio, la derecha internacional y críticos del régimen cubano era legitimarlo, prestarse a sus supuestas manipulaciones, reivindicar a los Castro y aunque la mayoría no pudo negar las evidencias, no pocos le gritan comunista en Miami. Mientras que para los cubanos y cubanas, la solidaridad internacional, las diversas izquierdas y fuerzas progresistas, los isleños que viven fuera de la isla sin alinearse con el extremismo anticastrista, entre otros, representaba la oportunidad de que el mundo, sin intermediarios, viera al pueblo cubano en vivo y en directo como pudo verlo y sentir "a un pueblo riendo, cantando y bailando durante casi cinco horas;sus cuerpos no se veían anémicos, escuálidos, sino todo lo contrario: vigorosos y fuertes, alimentados, bien vestidos y con deseos de gritar: ¡lo que queremos es vivir en paz con todos los hombres y mujeres del planeta!", como escribió el cubano Jorge González.

Qué dilema y qué días tan tensionantes para Juanes y su corte, lo que explica su explosión nerviosa previa al concierto, activada por la disciplina y severidad con las que los organismos policivos y de control de la isla cumplen, y a veces "sobre cumplen", sus tareas, muchas odiosas de verdad. Pero es injusto -aunque explicable- que el dispositivo mediático internacional intente menguar el impacto favorable a Cuba, desconocer la apertura y colaboración del Gobierno cubano, ignorar el gesto amplio de Silvio Rodríguez y Amaury Pérez, convertir en víctimas al cantante colombiano y a sus acompañantes - la parte cubana también debió sufrir su cuota de stress - e interpretar que los asistentes a la plaza no coreaban a Bosé cuando cantaba Libertad porque no la vivían pero que si se hacen más conciertos y se repite, el coro terminará en una estampida que irá presta a adorar a la estatua que lleva ese nombre en New York. Qué irrespeto con un pueblo que sabe mejor que ninguno el sentido de las palabras.

“Cuba y Puerto Rico son de un pájaro las dos alas”, expresó Olga Tañón tras un arranque desfogado de merengue en el que pudo más el amor que una aguda laringitis, en una frase emblemática de la hermandad de las islas caribeñas y de la demanda de independencia del pueblo borinqueño a la que se sumó luego su compatriota Danny Rivera, ese enternecedor bolerista que hizo famoso Madrigal y estuvo preso más de un mes durante las jornadas que llevaron al retiro de la marina de los Estados Unidos de la isla de Vieques, en el hasta hoy “Estado libre asociado”. Yo quiero un pueblo, una de sus interpretaciones, es algo más que una canción, es una declaración de amor a la humanidad. “Que luche por la justicia el que quiera paz” fue su frase de despedida. Le dio paso al sentimiento del ecuatoriano Juan Fernando Velazco quien llamó a la hermandad colombo ecuatoriana en un momento de tensiones. Y el cadencioso rapero italiano Jovanotti dijo que había escrito su tema El ombligo del mundo inspirado en La Habana. Mensajes políticos

“Esto es Cuba, yo soy de aquí, yo soy cubana”, arengó Cucú Diamante, la voz de Yerba Buena, una fusión rapera cubano venezolana que se acompañó de miembros de Yoruba Andabo, agrupación de música rumbera de raíz africana, y en medio de su sabrosa presentación exigió que “el mundo se abra a Cuba”. X Alfonso, parte del elenco de la sufrida y divertida Habana blues, cantó Revolución y homenajeó a Michael Jackson. Los Orishas volvieron a la tierra a la que siempre le cantan desde sus raíces, a la Cuba profunda de santeros y babalaos. Y el connotado Amaury Pérez, cantautor de refinada voz, exitoso compositor, desconocido en el exterior pero odiado por el exilio extremista debido a su militancia revolucionaria, recibió el aplauso de reconocimiento de la multitud ¿Cultura política?

Luego, el cantaautor español Víctor Manuel clamó por la memoria, por no olvidar grandezas y canalladas, derrotas ni victorias, desmayos ni luchas. Es clara su alineación en el bando de los que se oponen a las injusticias y las imposiciones y rechazan la avaricia y la indolencia. El baladista Miguél Bosé reiteró la reivindicación de un concepto elevado de política: ¡Que haya Paz en el mundo! Cantó baladas, es decir versos políticos sobre el amor, como Amante bandido (pop); a duo con Carlos Varela, su autor, El Muro y brindó con su Partisano un NO rotundo a las guerras. Con Juanes coreó ante el silencio de los presentes “quiere una isla en el mar y llámala la libertad” y un flojo aunque sentido Es tiempo de cambiar, de la autoría del colombiano. “Voy a Cuba porque me da la gana”, había dicho Bosé en una expresión de autonomía y libertad muy política.

Y Juan Estaban Aristizábal, un poco por fuera del libreto acordado pero aprovechando la licencia de ser el inspirador, reclamó “libertad para los secuestrados que hace más de 11 años están allá en la selva, detenidos injustamente”, refiriéndose a los uniformados colombianos en manos de las Farc, una demanda humanitaria y por ello muy política, que aparte de justa para la mayor parte de nosotros los colombianos, cobraba una especial significación hecha desde la Plaza de la Revolución de La Habana, colmada de entusiasmados cubanos y cubanas que de seguro pensaron en sus cinco compatriotas presos en Estados Unidos sometidos a un amañado proceso judicial, y para los que su fugaz susurro de "Cuba libre" contrastaba de manera negativa con sus frases de afecto y respeto.

Juanes y Bosé reiteraron exhortaciones a la paz, a vencer el miedo, a amar la libertad, a la unión entre hermanos, al abrazo entre cubanos exiliados y residentes en la isla, propósito que, aunque no se divulgue, se cultiva todo el tiempo, salvo por el extremismo anticomunista sito en Miami. Pero las ovaciones del pueblo se escucharon cuando los dos artistas se refirieron a la gente de Cuba, a esa multitud de carne, hueso y cerebro que se aplaudía al saberse reconocida y admirada, a ellos que tantas otras veces plenos de dignidad y grandeza, ante celebraciones o amenazas, han colmado esa plaza, a ellos que dicen con Martí “Patria es humanidad” y por preservarla han dado mil batallas.

Hace poco el artista colombiano expresó que la canción que más ha influido en su vida es Mujeres de Silvio Rodríguez, por encima de las catedrales del rock que admira, es decir que ha sido impactado por las letras políticas en el más elevado sentido del término. En el concierto, Silvio dijo lo suyo con El escaramujo y Ojalá que, como toda su obra, no son cancioncitas para distraer sino profundas reflexiones sobre el ser, el amor, la sociedad, la cultura, Cuba y su compromiso socialista. El año pasado, fiel a su militancia, dejó de dar conciertos en el exterior para dedicarle su tiempo a cantar y concienciar a los delincuentes comunes presos en las cárceles del país.

En ese sentido, si bien a Juanes hay que admirarle su constancia, valentía y compromiso con la música y sus criterios; sus letras, frente a líricas de la inspiración de Aute, Víctor Manuel, Varela, Rodríguez e incluso Velazco y Bosé, por hablar sólo de los presentes, son más bien expresiones sencillas de sus sentimientos y emociones con una musicalización moderna y pegajosa, que junto a la capacidad de mercadeo y gestión en el circuito comercial internacional de su manager, Fernán Martínez, han cosechado una gran fanaticada. Pero, por otra parte, esto último es lo que ennoblece su empecinamiento de cantar en Cuba, porque no se amilanó a pesar de las amenazas contra su integridad y la de su familia y los riesgos futuros para su carrera. Acechanzas disipadas pues ya quisiera cualquier figura internacional tener un público como el de Paz sin Fronteras II en La Habana. Gracias a ello, Juanes catapultó su estrellato.

Luego del concierto, Aristizábal ironizó a los que piden libertad para Cuba diciendo que ni Estados Unidos, ni Colombia son libres porque “como seres humanos somos prisioneros de nuestros propios errores y decisiones”. Dijo que su interés era el arte, que la cultura unía a los pueblos y que jamás se preguntaba si un artista estadounidense que le gustaba era demócrata o republicano porque eso no iba a cambiar su concepto que era eminentemente cultural. Quiéralo o no, así como sus cruzadas humanitarias por los secuestrados o contra las minas antipersona, sus opiniones también son expresiones políticas, de las que enaltecen el quehacer público, tan distintas de los que lo convirtieron en engaño y corruptela y de ahí la repelencia a que se le dé ese nombre a lo que por esencia lo es.

También estuvo presente Luis Eduardo Aute, con canciones profundas y comprometidas, para nada apolíticas. Basta escuchar Al Alba para tener claro de que se está hablando: un canto antifascista. Y luego, Carlos Varela, compositor interpretado exitosamente por varios cantantes españoles, renovador de la Nueva Trova como voz de los reclamos políticos de relevo de la juventud cubana con canciones como Los hijos de Guillermo Tell que seguramente no interpretó porque afuera nadie lo entendería. Como siempre irónico e irreverente, se puso una camisa negra con la leyenda “tengo una camisa blanca” en el concierto promovido por el exitoso cantante de Tengo la camisa negra.

Y el remate, de antología. Después de una tanda de songo, esa orquesta revoltosa y rumbera que es Los Van Van de Juan Formell -quien emocionado gritó: "el concierto ya se hizo, duélale a quien le duela"- le puso fondo ceremonial al Chan Chan de Francisco Repilado, el fallecido Compay Segundo, para que la impactante voz de Yenisel Valdés con versos martianos incitara a los artistas y al público a que dieran rienda suelta a sus sentimientos y delirios.

Al final, el llanto de la Tañón, Bosé y Juanes expresó la emoción por lo que sus ojos vieron y vimos todos a pesar del fatal bloqueo estadounidense contra Cuba: Más de un millón de cubanos y cubanas, la mayor parte adolescentes y jóvenes, vitales y cultos, conscientes y comprometidos, dignos y firmes, amables y solidarios, vestidos de blanco, clamando por la paz, vibrando de alegría bajo un candente cielo habanero en el año 50 de su Revolución, como en otras tantas citas de la historia de su patria.

* Amigo, compañero


martes, 18 de agosto de 2009

El Derecho al revés

Jonathan Swift, “A voyage to the houyhnhnms”

Frente a las muchas veces absurdas actuaciones de las partes, los abogados y los propios jueces en los pleitos judiciales, en buena medida derivadas de la ausencia de principios éticos, la deslealtad inmoral, la ambición perniciosa, la valoración desmedida de la propia valía (la hubris de los griegos) y de contera la egolatría, la prepotencia, la soberbia y la arrogancia, bien vale la pena aplear a la ironía de un pasaje de los viajes de Gulliver sobre los pleitos en la Inglaterra de la época:

"Por ejemplo, si mi vecino se encapricha de mi vaca, contratará a un abogado para probar que mi vaca es suya. Entonces no tendré más remedio que contratar a otro abogado para defenderme, porque el Derecho impide que nadie pueda defenderse por sí mismo. Y en este pleito yo, que soy el legítimo propietario, me encuentro con dos serios inconvenientes. El primero que mi abogado, por haberse ejercitado poco menos que desde la cuna en defender las causas falsas, se ve fuera de su elemento ahora que tiene que defender una causa justa, lo que siendo para él un encargo antinatural, lo desempeña con gran cuidado, si no con disgusto. El segundo inconveniente es que mi abogado debe proceder con cautela, de manera que los Jueces no le llamen la atención, ni los compañeros le den de lado como si hubiese ofendido la práctica forense. Por todo ello únicamente tengo dos caminos para retener la vaca que es mía. El primero es sobornar al abogado de mi adversario pagándole el doble de su minuta, que así traicionará a su cliente insinuando que la justicia está de su parte. El segundo camino es que mi abogado haga que mi pretensión aparente ser tan injusta como sea posible, sosteniendo que mi vaca pertenece a mi adversario, y de ese modo, si defiende el pleito con habilidad, tal vez ganemos el favor del tribunal”.

martes, 11 de agosto de 2009

Alfonso Alexander Moncayo, Sandino y Sima


Hace cincuenta años se publicó en Pasto (Nariño-Colombia) Sima Novela apasionante acerca de una ciudad teológica, sifilítica y mística. Tras el escándalo que suscitó fue quemada y junto con su autor, tan legendario como su obra, condenada al olvido.


Un buen día de 1929, el joven escritor y poeta pastuso Alfonso Alexander Moncayo (Pasto,1910-1985) abandonó sus estudios de Ingeniería Civil en Popayán y se fue a rodar mundo con sus versos. Fue a Venezuela donde dijo “haberse jugado la vida con delicada agilidad en un juego de revolución y sangre” contra el dictador Juan Vicente Gómez. Luego estuvo en Panamá, después viajo a México y desde allí, como reportero de El Universo, fue enviado a entrevistar a Augusto César Sandino, General de Hombres Libres, quien enfrentaba la invasión de los marines a Nicaragua.

Alexander, identificado con la causa, se incorporó al que Gabriela Mistral llamara El Pequeño Ejército Loco. Por su valentía y destreza, Sandino le otorgó el grado de capitán del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, “Capitán Colombia” para la posteridad. Muchas cosas en común sellaron una gran amistad. En particular una enorme pasión por la figura y el ideario bolivariano. La epopeya hace parte de las Memorias de Fuego de Eduardo Galeano.

La resistencia sandinista logró el retiro de las tropas estadounidenses en 1933. Sandino firmó la paz con el gobierno y luego fue asesinado (21 de Febrero de 1934). Alexander no vivió ese triste momento. Ante las tratativas de paz regresó a Colombia, mantuvo una permanente correspondencia epistolar con Sandino, sus familiares y lugartenientes y su gesta solidaria fue reconocida por el Gobierno de Alberto Lleras, a través del designado Darío Echandía quien se convertiría en su amigo y compadre al apadrinar, años después, la primera comunión de uno de sus hijos en Ipiales

Su novela testimonial Sandino se publicó en 1936 por la Editorial Ercilla de Chile, entonces una de las más importantes del Continente, con gran acogida de la critica. Al tiempo, en la prestigiosa revista Pan de Bogotá publica, por capítulos, Relatos de Sangre, sobre los mismos sucesos, considerados en los años 60 por el connotado sociólogo Darío Meza, junto con Las Guerrillas del llano de Eduardo Franco Isaza, recientemente fallecido, como los mejores testimonios históricos escritos en Colombia hasta ese momento.

Cincuenta años de Sima

En 1939, la Editorial Estrella de Bucaramanga publica Sima Novela Apasionante. Según el editor, el intelectual pastuso Alberto Quijano Guerrero, “ácido cítrico a la lacra de quienes puedan soportarlo y con toda atención a los que vencieron y vencerán en la laguna profunda de vichos asqueantes”. El subtítulo lo decía todo: Ciudad mística, teológica y sifilítica.

Sima narra las vivencias de un hijo pródigo al retornar a su ciudad natal y sus decepciones ante la vida disoluta, corrupta e hipócrita de una urbe degradada. El escenario de buena parte de la trama es la casa de citas de las Palencia frecuentada por notables y curas, desde donde se propaga la sífilis. Tragedia amenizada con amores sibilinos, venganzas y brujería. Ese mundo de lupanares y meretrices, fue reconstruido para la historia de Pasto en el ameno y documentado estudio de Eduardo Zuñiga Erazo La 19, calle del amor furtivo.

Etimológicamente, el significado es preciso para el contenido, sima: depresión, precipicio, barranco. Sima es la visión del extrañado que llega con una mirada de afuera pero termina sumido en la destrucción colectiva que carcome la vida urbana. En parte, con Sima Alexander cobró cuentas a quienes lo ignoraban, en parte, quiso hacer catarsis, sacudir el adormecimiento, la indiferencia, la pasividad y la indolencia social de décadas. Por su calidad y estilo Sima fue considerada entre las 100 mejores novelas de la historia literaria del país por el prestigioso crítico e historiador Enrique Santos Molano.

Al comprometer hechos y personajes de la cotidianidad de la capital nariñense descritos con extrema crudeza, desató un escándalo que obligó al autor a abandonar la ciudad por varios años ante la iracundia de muchos personajes aludidos que compraron los escasos ejemplares de la primera edición para incinerarlos. Exhibió de manera descarnada y exagerada, como recurso literario y de provocación, los vicios que carcomían el establecimiento en los órdenes político, religioso y social, evocando La Peste de Camus y en concurrencia con la germinante novela urbana colombiana.

El escarnio sectario contra los escritores en Pasto fue conducta recurrente. Algo similar le pasó después a Juan Álvarez con La Bucheli, en los 60, y a Edgar Bastidas, en los 70, luego de la publicación de El Fariseo, aunque, en su caso, todo lo dicho se basaba en hechos reales: las andanzas de un cura oscuro y cavernario. Por su irreverencia e intransigencia, la misma suerte corrió José Rafael Sañudo por sus polémicos Estudios sobre la vida de Bolívar, que por orden del dictador Juan Vicente Gómez - contra el cual dijo haber combatido Alexander- fueron proscritos en Venezuela.

En poesía los versos de Alexander trasmiten fuerza con un rico lenguaje, que demuestra su amplio bagaje, y recursos estilísticos elegantes. El ámbito y motivo son la tierra nativa, la selva, los viajes, la lucha, la guerra, la mujer, el yo interior, lo social, Indoamérica y Sandino. De ella decía Faustino Arias, el compositor de esa canción poema Noches de Bocargrande, en un texto muy poético: “Tal es la fuerza animal de sus poemas…Las mujeres que desfilan por sus versos (…) huelen a tierra húmeda, a agua de río claro. Son vírgenes de canela con senos de chontaduro…En su poesía hay gritos de hombre que a la vez es colono, conquistador, pasajero y boga; hay terrores de jungla, zarpazos de tigre y lujuria de solitario. Alexander es la voz de la tierra, de la tierra india, salvaje y americana”.

Volcánico como el Galeras

Alexander perteneció a la brillante generación de escritores nariñenses de comienzos de siglo XX que integraron con él, Aurelio Arturo, Guillermo Payán, Guillermo Edmundo Chávez, Emilio Bastidas, Sergio Elías Ortiz, Leopoldo López, Plinio Enríquez, José Rafael Sañudo e Ignacio Rodríguez, por nombrar algunos, preocupada por la realidad social, ansiosa de conocimientos, culta y de gran talento literario.

Tras su destierro de Pasto, Alexander se radicó en Ipiales y desde allí dio rienda suelta a sus pasiones: exploró petróleo en el Putumayo, proyectó vías y oleoductos, crió ganado, buscó guacas, perforó minas, departió como anfitrión con Gaitán y Echandía y fue juez municipal conciliador. Regresó a Pasto una década después, fue secretario del despacho departamental, fundó y escribió periódicos, publicó La vida lírica de un símbolo, en homenaje a la Virgen de Las Lajas, y Río Abajo; dejó varios libros inéditos, enfiló la pluma contra la desidia local y en favor de las causas de su tierra, fue homenajeado en 1983 por la Revolución Sandinista y murió dos años después en la pobreza y el olvido.

"Caminante curtido de aventuras y combates, espíritu rebelde y volcánico como el Galeras", lo describió Vicente Pérez Silva; "millonario de fantasías y proyectos utópicos...Capitán de su vida y de su estilo. Cabrillante magistral. Único", dijo de él Alberto Quijano Guerrero. Sobre su obra, Guillermo Edmundo Chávez, autor de Chambú, conceptuó: "Su voz, tiende a confirmar el grito profundamente humano de la gleba, o la rebeldía soterrada del indio, o la impresión del paisaje nuestro que deslumbra como una dentellada de sol, o se adentra gorgeante de júbilos en un segado milagro de robles o espigas".

Alfonso Alexander Moncayo tenía un alto sentido social y de justicia, amaba a Latinoamérica y propugnaba por su integración; era un hombre progresista, culto, comprometido con el destino de su tierra natal y con un valor literario aún ignorado en el país. Como en muchos otros casos de las letras, la música y las artes nacionales, su vida y su obra merecieron mejor suerte.

miércoles, 5 de agosto de 2009

Jaime Mejía Duque, in memoriam

El nuevo Diógenes

Vengo buscando un libre que me diga
cómo es la libertad
-y no me mienta-;
que no ahueque su voz
para la muerte,
que no dibuje peces en la arena,
y que pueda correr tras la luna
como los niños de la aldea.
Vengo buscando
un hombre libre
¡libre!
Que se diga ¡me voy!
y que pueda marchar a donde quiera.
Que sea
como el río en la llanura,
manso y señor,
blando buril sobre la dura piedra,
que pueda ser el alma de las cosas
sin menoscabo de su esencia,
así como las nubes
-que son agua-,
así como los poetas
-que son tierra-. JMD

Apenas me acabo de enterar de la muerte en Santa Marta, a los 76 años, del escritor, poeta, catedrático y crítico literario Jaime Mejía Duque, el 16, 24 o 28 de julio, de paro respiratorio o infarto cardíaco, no tengo certeza, pues los escasos registros de la prensa regional, citan fechas diversas y distintas causas. Parece que la única mención a una audiencia masiva la hizo Álvarez Gardeazabal en La Luciérnaga pero tal vez ese día no la sintonicé. En general, silencio e indiferencia de los medios de comunicación sobre el fallecimiento de quien era considerado uno de los más importantes críticos literarios de Latinoamérica. Como duele la muerte de un amigo y más aún no saber cuando sucede.

Conocí a Mejía Duque a finales de los años 70 del siglo pasado en el activismo solidario con las luchas de los nicaragüenses contra Somoza y los salvadoreños y guatemaltecos para poner fin a sangrientas y cincuentenarias dictaduras bananeras. Era un hombre de muy buenas maneras, hablar cadencioso, dejo paisa de ¡A ver hombre! que delataba su origen aguadeño. Poseía una cultura envidiable, incansable y ávido lector, pasión que cultivó aún después de perder su ojo izquierdo en 1985; abrevó de Hegel y el marxismo, en la filosofía, la literatura y la historia; era abogado pero su pasión por escribir con una sola mano: la izquierda pues tenía paralizada la derecha, se impuso. Como conferencista dejó huella dentro y fuera del país. Su estatura intelectual es comparable a la de Estanislao Zuleta a quien admiró y respetó. Su eterna seriedad era timidez, no mal genio.

“No hablaba de literatura, era literatura pura. Era un hombre de letras, serio, comprometido con la sociedad en contra de un mundo desigual”, dice su esposa doña Cecilia Villazón Zubiria, quien cumpliendo los deseos de Jaime esparció sus cenizas en las playas de El Rodadero - allá se fue porque quería morir frente al mar- y ahora espera terminar el montaje de la web que, más vale tarde que nunca, va a empezar a dar cuenta de las realizaciones de este erudito políglota que aprendió inglés, ruso y alemán para leer a los autores en su lengua original, y a quien debido a su audacia de cuestionar a García Márquez en “El Otoño del patriarca o la crisis de la desmesura”, las editoriales y algunos escritores incondicionales del acomode le dieron la espalda.

No obstante escribió y publicó a mares: Literatura y realidad, Mito y realidad de Gabriel García Márquez, La Vorágine o la ruta de la muerte, Narrativa y neocolonialismo en América Latina, El otoño del patriarca o la crisis de la desmesura, Contraseña, Isaacs y María, El hombre y su novela, Ensayos, La narrativa de Manuel Cofiño López, Bernardo Arias Trujillo: el drama del talento cautivo, Tomás Carrasquilla, El nuevo Diógenes y otros poemas, Los pasos perdidos de Francisco el Hombre, Evocación de Azorín”. Fue colaborador de suplementos literarios de El Tiempo, El Espectador, El Colombiano y La Patria. Acompañó varios años a Jorge Mario Eatsman y Dario Ortiz Vidales con una página en Consigna. Fue varias veces jurado del premio Casa de las América y colaborador permanente de la revista literaria de ese centro cultural latinoamericano de La Habana.

Mi querido Jaime, la dedicatoria de tu libro Literatura y realidad, que siempre quise pero no procuré me hicieras, la escribiré con tu recuerdo, caminando por La Soledad en nuestro viaje sin puerto.

lunes, 27 de julio de 2009

De Pablo Neruda para Ernesto Cardenal

El Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda 2009, la más alta distinción que concede el Estado de Chile a un poeta iberoamericano, fue concedido al poeta y sacerdote católico nicaragüense de 84 años, Ernesto Cardenal. El premio le fue otorgado por su 'logro de remozar la tradición occidental clásica aplicándola a la actualidad contemporánea, su interés y preocupación permanente por los pueblos originarios de este continente y por su compromiso político'.

El galardón, instaurado en 2004 con motivo del centenario del natalicio de Pablo Neruda, lo han recibido el mexicano José Emilio Pacheco en la versión inaugural, en 2005 el argentino Juan Gelman, en 2006 el peruano Carlos Germán Belli, en 2007 la cubana Fina García Marruz y en 2008 la chilena Carmen Berenguer.

Ernesto Cardenal, nacido en 1925, estudió literatura en México y Nueva York. Doctorado en literatura norteamericana, viaja por Europa. En 1950 regresa a Nicaragua y empieza a escribir sus famosos "Poemas históricos" e inicia un trabajo de traducción de poesía norteamericana. También por esta época comienza a realizar trabajos escultóricos, algunos exhibidos en galerías de los Estados Unidos.

Por entonces, comienza a manifestar su militancia política contra la dictadura de Anastasio Somoza, padre, participando en acciones directas, y con poemas de contenido político, algunos de los cuales circularon por el extranjero de forma anónima y así fueron publicados por Pablo Neruda en La Gaceta de Chile.

En 1957 decide convertirse en monje trapense e ingresar al Monasterio en Kentucky, Estados Unidos, donde Thomas Merton, también poeta y consejero espiritual, se convierte en su gran amigo. Posteriormente ingresa al Seminario de La Ceja, Antioquia, Colombia, para ordenarse en 1965 como sacerdote en Managua.

En la Isla de Solentiname funda una comunidad contemplativa en la que la formación cristiana inspirada en la Teología de la Liberación fue el credo de justicia social que apropiaron los campesinos, que luego serían parte del torrente de combatientes que integraron el Frente Sandinista de Liberación Nacional que derrocó al dictador Anastasio Somoza, hijo. Solentiname, de la mano de Cardenal, fue cuna también de una escuela de pintura primitivista cuyos cuadros, tallas en madera y otras artesanías se hicieron famosas en todos los puntos cardinales del planeta.

Tras la victoria popular del 19 de julio de 1979 –de la que se conmemoran 30 años- Cardenal fue nombrado ministro de Cultura del gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), exhibiendo a plenitud la vena de un país de poetas, de arte popular y un hecho cultural del significado de la Cruzada Nacional de Alfabetización en una nación con 80% de iletrados.

En 1983, Juan Pablo II, que estaba de visita en Nicaragua, en una de sus desplantes conservadores, amonestó a Cardenal, mientras este se aprestaba a recibir su bendición, frente a las cámaras de televisión de todo el mundo, por apoyar la teología de la liberación y por formar parte del Gobierno sandinista, pero evitó condenar con rigor la criminal agresión de que era víctima Nicaragua. En 1987, el poeta dejó el Ministerio de Cultura y continuó por el mundo declamando su poesía y defendiendo la Revolución Sandinista.

En el 90, luego de soportar una nueva guerra auspiciada por los EE.UU., en elecciones pluralistas convocadas por el gobernante FSLN, éste perdió y entregó el poder, que volvería a recuperar en 2006 el sector encabezado por Daniel Ortega quien durante esos años había mantenido presencia política mediante alianzas con los partidos gobernantes, cuestionados por el modelo neoliberal que impusieron y la corrupción.

Cardenal fue uno de las personalidades que se apartó de Ortega y se convirtió en un duro crítico de su conducción reclamando volver al “verdadero sandinismo”. Sus críticas le valieron un odioso proceso judicial cuya sentencia condenatoria fue ratificada en 2008 con el repudio de muchos intelectuales y simpatizantes de todo el mundo.

Ahora le llega la buena nueva que Chile le otorga el reconocimiento más importante a la poesía latinoamericana que lleva el nombre de otro grande de las letras del Continente, el Premio Nóbel 1971, Pablo Neruda, quien, junto con Gabriela Mistral, también Nóbel, hicieron suya la lucha que centenares de campesinos desarrapados al mando de Augusto Cesar Sandino libraron contra la ocupación estadounidense a Nicaragua en los años 20 y 30 del siglo XX. La Mistral bautizó esa tropa de menesterosos valientes como “el pequeño ejército loco por la dignidad de América”. De Sandino dijo Neruda:

“Sandino acometía y esperaba,
Sandino era la noche que venía
y era la luz del mar que los mataba.
Sandino era una torre de banderas,
Sandino era un fusil con esperanzas.
Eran muy diferentes las lecciones,
en West Point era limpia la enseñanza,
nunca les enseñaron en la escuela
que podría morir el que mataba.
Los norteamericanos no aprendieron
que amamos nuestra pobre tierra amada
y que defenderemos las banderas
con dolor y amor creadas.
Si no aprendieron esto en Filadelfia
lo supieron con sangre en Nicaragua
allí esperaba el capitán del pueblo:
Augusto C. Sandino se llamaba
para que nos dé luz y nos dé fuego
en la continuación de sus batallas”.

Parte de la obra de Cardenal está contenida en "Epigramas" (1961), "Oración por Marilyn Monroe y otros poemas" (1965), "El estrecho dudoso" (1966), "Salmos" (1967), "Telescopio en la noche oscura" (1983), "Quetzatcóatl" (1985), "Cántico cósmico" (1989), "Vida perdida" (2004), "Vuelos de la victoria" y “Pasajero de tránsito”. Los diálogos que sostenían los campesinos de Solentiname inspirados en una interpretación liberadora y justiciera del Evangelio, fueron recogidos y publicados mundialmente en El Evangelio de Solentiname. Sus impresiones sobre Cuba son un testimonio humano, honesto y esperanzador de la Revolución Cubana en sus primeros años. Al perderte yo a ti, es uno de los epigramas infaltables de Ernesto Cardenal:

“Al perderte yo a ti tú y yo hemos perdido:
yo porque tú eras lo que yo más amaba
y tú porque yo era el que te amaba más.
Pero de nosotros dos tú pierdes más que yo:
porque yo podré amar a otras como te amaba a ti
pero a ti no te amarán como te amaba yo”.

Que hermosa página de la historia de las letras y las gestas de América Latina, es el encuentro telúrico de la palabra cabalgando en poesía desde el austral Chile a la Nicaragua de los volcanes por todo el espinazo tierno y aguerrido de los Andes. Cardenal, un hombre bajito y menudo, boina negra sobre su abunadante cabellera blanca, descuidadas barbas blancas, atuendo ligero y sandalias, las manos temblorosas y un extraño y grave acento caribe, media vida luchando contra un tirano, versos de denuncia y de fuego, vida espartana y profundo amor a Dios y al pueblo, Ministro de Cultura de la Revolución de su patria. Neruda, ateo comunista, militante en la diplomacia, sibarita y bohemio, de amores y pasiones escondidas, una vasca cubriendo su poco pelo, con un porte que dejaba entrever buena vida pero no por ello perdida, al que un dictador le provocó la muerte después de matar al Gobierno que su pueblo amaba. Pablo y Ernesto cantan en su poesía la historia desde abajo, claman redención para el pueblo, dignidad para Nuestra América y amor eterno a la mujer que se desea y ama.

lunes, 20 de julio de 2009

20 de Julio: Carbonell y el motín de los chisperos

A comienzos del siglo XVIII, tras tres siglos de dominación colonial española, los criollos americanos demandaban el derecho a ser gobierno y a tener los privilegios de los hijos de esas tierras, no obstante que hacían parte de la burocracia y la milicia y muchos sentían correr en sus venas sangre hispana. También exigían libertad para comerciar y producir. Estaban hastiados de pagar numerosos y exagerados tributos, de la corrupción de los empleados españoles y de la censura y la represión. Progresivamente se fueron sucediendo manifestaciones de inconformidad y rebeldía.

Un hecho inesperado pondría la Independencia a la orden del día. En su afán expansionista, el emperador francés Napoleón Bonaparte aprovecha las rencillas de la familia real y en marzo de 1808 sus tropas invaden España e impone en el trono a su hermano José Bonaparte. El pueblo español se levanta en la búsqueda de la restauración del rey Fernando VII, conforma juntas de gobierno que le juran lealtad y se rebelan contra Napoleón. En septiembre de 1808 se crea una Junta Central de la resistencia. Dos años después surge el Consejo de Regencia que asume el mando a nombre del rey sobre España y las colonias.

La guerra de resistencia a la invasión de Napoleón a la península ibérica genera distintas reacciones en las colonias americanas. Una parte de los líderes criollos junto con las autoridades españolas reclama la conformación de juntas de gobierno en representación de Fernando VII, sin reconocer la Junta Central (autonomistas). Otros se declaran seguidores de la Junta y luego del Consejo de Regencia (fidelistas). También hubo partidarios de Napoleón (afrancesados). Algunos reivindicaron la emancipación total (independentistas).

Luego de la conformación en Quito de una Junta Suprema de Gobierno independentista, el 10 de agosto de 1809, ésta convocó a los criollos de Santa Fe a seguir su ejemplo. Hábilmente el virrey Amar y Borbón cita a una reunión en la que sobre los partidarios de imitar a la Junta Quito se impuso la posición de exigir por la fuerza su disolución y fidelidad al rey. Advertidos así los españoles de las posiciones de los criollos independentistas, endurecieron la represión.

En los meses previos, la Nueva Granada se tensionó. Fueron continuos los enfrentamientos entre las autoridades españolas (Virrey y oidores) y de éstas con los representantes criollos en el cabildo. Se intentó sobornar a la esposa del virrey para que lo convenciera de abandonar su cargo. Cundieron los pasquines contra los chapetones. En octubre de 1809, una conspiración para derrocar al virrey fue descubierta y sus cabecillas, el clérigo Andrés Rosillo y Antonio Nariño, entre otros, confinados a prisión en Cartagena. Se develó otro plan para atacar el contingente que iba a Quito a apoyar a los realistas. Conspiradores conformaron una guerrilla en los Llanos, fueron descubiertos en enero de 1810 y fusilados en Santa Fe y sus cabezas exhibidas como escarmiento.

El anhelo de cambio, la represión, la discriminación y las diferencias entre españoles y criollos sobre el gobierno y la economía colonial, inspiraron a Camilo Torres y Tenorio a dirigir a las autoridades españolas el 20 de noviembre de1809 el “Memorial de Agravios”, primer alegato fundamentado de los criollos en favor de su participación en el gobierno y mayores derechos. Por su parte, Ignacio de Herrera y Vergara expone en el “Manifiesto de una Americano Imparcial” la reivindicación de independencia total y medidas de carácter social. El Memorial representaba la posición del notablato, el Manifiesto una propuesta más popular. En este bando se colocaron Herrera, Antonio Nariño y José María Carbonell.

El descontento contra las autoridades españolas crecía, mientras las tropas de Napoleón se imponían en toda España arrinconando a la Junta Central. Entonces, una nueva oleada de levantamientos se da sucesivamente: en 1810 en Caracas, Cartagena, Pamplona y Socorro, siendo cruelmente reprimidos, lo que motiva a la rebelión en Santa Fe. El jueves 19 de julio, el rumor de que los españoles planeaban ejecutar a 19 criollos sospechosos de sedición, obliga a éstos a anticiparse y tras una apresurada reunión nocturna secreta en el Observatorio Astronómico, ponen en marcha su estrategia.

· El Grito de Independencia

El 20 de Julio de 1810, un día de mercado, cuando la plaza central de Santa Fe estaba más concurrida, un grupo de criollos, en ejecución de un plan que buscaba la conformación de una junta de gobierno, iniciaron la revuelta utilizando como excusa la negación del préstamo de un florero que serviría para ofrecer una atención a Don Antonio Villavicencio, enviado por la junta de Sevilla y simpatizante de los criollos, por parte del español José González Llorente.

“Los chisperos”, encabezados por José María Carbonell, motivaron a la población a exigir cabildo abierto, para que el pueblo pudiera intervenir en las decisiones. Algunas fuentes dicen que juntó casi diez mil, un terció de la población. La “chusma” alebrestada arrancó por San Victorino y subió a Egipto coreando “abajo el mal gobierno” mientras rodaban de mano en mano la botija de chicha. Esta situación amedrentó a los patricios pues no era deseada por los españoles pero tampoco por la dirigencia criolla temerosas del pueblo raso.

Al atardecer, y al ver que mermaba la agitación en la plaza mayor, “los chisperos” llaman a José Acevedo y Gómez a motivar a la gente y promover el cabildo abierto que el virrey se había negado a convocar varias veces ese día. Acevedo lanzó la advertencia que activó la protesta de la “plebe”: “Si perdéis estos momentos de efervescencia y de calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, mañana seréis tratados como insurgentes”.

El ejército realista, conformado por muchos criollos, se negó a atacar a la muchedumbre airada y el cabildo abierto se impuso. Acevedo conformó una Junta Suprema de Gobierno de notables adinerados leal a Fernando VII, presidida por el virrey Amar y Borbón, quien juró a desgano. Carbonell continuó agitando al pueblo, enardecido de rabia y de chicha, en contra de esa claudicación. El 22 los chisperos desconocen la Junta Suprema y conforman la Junta Popular de San Victorino, presidida por Carbonel, que durante 25 días se movilizó para exigir justicia y castigo contra los chapetones y la emancipación total.

El 26 de julio, la Junta Suprema se declaró independiente del Consejo de Regencia que gobernaba España. El pueblo apresó a los virreyes por actuaciones desleales pero la Junta Suprema los liberó y les permitió salir de la ciudad al tiempo que encarcelaba a Carbonell, reprimía a los chisperos, decretaba la censura de prensa y prohibía la movilización popular. Las cosas quedaban claras.

Con el paso de los meses, las provincias de la Nueva Granada se radicalizaron para declarar independencia total: Cartagena, 11 de noviembre de 1811, Cundinamarca, 18 de julio de 1813, Antioquia, 11 de agosto de 1813, y Tunja el 10 de diciembre del mismo año.

En el trance de institucionalizar la separación de España, los criollos se dividen entre quienes eran partidarios de un riesgoso y egoísta federalismo, entre otros Camilo Torres y Jorge Tadeo Lozano, y Nariño que desde Cundinamarca defendía un gobierno centralizado y fuerte para afrontar la tarea de consolidar un país y la evidente ofensiva que superada la invasión napoleónica y vuelto al trono Fernando VII no tardaría. Con Nariño luchó y gobernó Carbonell.

En medio de la guerra civil, se produjo la “pacificación” de Pablo Morillo que pasó por las armas y la horca, confiscó o “purificó” a lo más granado del notablato santafereño. Entre los primeros a Carbonell, el líder de la chusma, el instigador de los chisperos cuyo expediente de injurias a la “madre patria” no ameritaba ninguna consideración. Tampoco la pidió, fue al patíbulo con resignación. Muchos de los sacrificados abjuraron de sus propósitos frente al cadalso, clamaron piedad humillante al Rey, juraron arrepentimiento eterno, como el sabio Caldas.

Apenas tres años después, el 7 de Agosto de 1819, el venezolano Simón Bolívar juntando su gente a la recogida por Francisco de Paula Santander en Tame, al mando de un montón de llaneros desarrapados y hambrientos que sobrevivieron el paso por el tortuoso Páramo de Pisba, dio al traste en el Puente de Boyacá con las tropas españolas al mando de Barreiro y comenzó la estela triunfal que lograría la Independencia de buena parte del continente americano de la dominación colonial española.