martes, 25 de diciembre de 2012

Navidad, religión y nueva espiritualidad


La Navidad me gusta, como a muchísima gente, por la tradición familiar, la luminosidad y el festejo, la natilla y los buñuelos, los abrazos y regalos, las expresiones de solidaridad, generosidad y afecto y el pretérito enigmático que la envuelve. No me gusta, como a tanta otra, por la retahíla de la novena, el sonsonete de los villancicos, la rezadera autómata, el festín de los mercachifles, las falsas promesas, las frases hipócritas, las pendejadas del Papa y el embuste de gozársela como una costumbre idólatra simulando lealtad a una  historia fraudulenta inventada y fomentada para mantener fiel al rebaño. 

La Natividad, en su contenido teológico, es una de las tantas invenciones, a través de los siglos, de los “sumos pontífices”, “santos y santas” y curas y monjas para dar cuerpo doctrinario a la religión católica. Sin certeza sobre la fecha de nacimiento de Jesús, para ganarse a los pueblos paganos, adaptaron el 25 de diciembre, momento del calendario en que por iniciarse el solsticio de verano, estos celebraban al Sol victorioso, la fecundidad y la cosecha. Así, comparte fecha de advenimiento con personajes mitológicos como Apolo en Roma, Horus en Egipto, Harpócrates en Grecia, Mitra, Manú y Buda en la India, Huitzilopochtli de los aztecas e Inti de los incas y, excepto los del “nuevo mundo”,  una madre virgen en el abrigo de un establo -“Benedicto XVI” Ratzinger acaba de suprimir la mula y el buey.

Las investigaciones dicen que no es la única falsedad o invento oportunista que se convertiría en rito. La mayor parte de los hechos que configuran la Navidad fueron ideados en el siglo IV d.n.e. a partir de la suma de leyendas. Jesús no nació en Belén, la virgen María perdió la virginidad y tuvo más prole -afirmación cuya cita le costó la prohibición de escribir para el público al Padre Alfonso Llano-, los tres reyes no eran reyes, no eran magos, ni eran tres. No hubo día de los inocentes ni estrella de David. A Melchor lo pintaron de negro en el siglo XVI para atraer a la gente de esa raza del África mientras los reyes católicos eran bendecidos por esclavizarla. Los tiernos villancicos surgieron de los no tan tiernos cantos cortesanos. Francisco de Asís “vistió” por primera vez el pesebre en el siglo XVII. De Castilla nos viene la religión, el idioma y lo  villanos. Ahora, vía EE.UU, un monje turco disfrazado en EE.UU. por Coca Cola, comparte el protagonismo comercial.

Como la Nochebuena, la catedral católica está empedrada en fruslerías, falsedades, crímenes abominables, pederastia, complicidades, boato, sangrpersecuciones, violencia, guerra, aberraciones, robos, estafas  y terror. Basta leer el ensayo La puta de Babilonia de Fernando Vallejo para repasar el horror que ha significado para buena parte de la humanidad y a Pepe Rodríguez para asombrarse de tanta mentira. No obstante, cada vez con menos fuerza, Occidente sigue siendo religioso y mayoritariamente católico. La razón, como lo sostiene Richard Dawkins, es que la arquitectura del poder, institucional, económico y social tiene esa matriz, y además es ideológicamente funcional al capitalismo. Según el filósofo Michel Onfray, es un poder construido sobre  la represión al placer y el sofisma del libre albedrío por lo que aboga por liberar al hombre de esas ataduras que lo sojuzgan.  

No se pueden desconocer los importantes aportes de las religiones a la preservación de la especie, la cultura y el arte, la moral y la ética, y, algunas veces a la cohesión de los pueblos frente a riesgos catastróficos; tampoco las atrocidades extremistas de los fundamentalismos, pero  la arqueología, historia,literatura fundacional,  bases conceptuales, preceptos, dogmas, conformación institucional y formas de imposición y dominación del catolicismo han sido desnudadas, rebatidas y hasta puestas en ridículo por el propio Dawkins, Cristopher Hitchens y el científico Stephen Hawking en el debate reciente. Matthew Alper, en Dios está en el cerebro,  califica la religión, las religiones, como un invento del hombre, un ingrediente genético evolutivamente incorporado en la mente del ser humano, como antídoto para enfrentar la siempre atormentante certeza consciente de la muerte, de la finitud de la existencia y la acechanza permanente de los miedos.

Para Dawkins son un fenómeno cultural arteramente inoculado y cuyas prácticas y creencias son transportadas por los siglos a través de una especie de genes ideológicos. Califica al catolicismo como  una de las más absurdas y peores experiencias de la humanidad. En  perspectiva, el teólogo y filósofo valenciano Mariá Carbí, en un aporte erudito y contundente, define las religiones como un hecho cultural que permitió programar las sociedades preindustriales pero que ha perdido sentido en la sociedad del conocimiento, por lo que llama a recoger lo mejor de ellas Hacia una espiritualidad laica.Sin creencias, sin religiones y sin dioses. Punto de vista que comparto. No puede ser posible que el mundo católico siga las tonterías de un tipo como Ratzinger -de pasado fascista y tolerante con los abusos del clero-,  como objetar el homosexualismo, el aborto, la eutanasia y el sexo seguro, para agravar la miseria, la discriminación y la violencia en el mundo, hechos que muestran un odio atroz del Dios católico contra la especie humana, a la que la institución mantiene fiel con amenazas apocalípticas, como sostiene Dawkins.

Así las cosas, no deja de ser contradictorio que quienes abanderan procesos que se reclaman  socialistas, ideológicamente sustentados en el materialismo y por ende proclives al ateísmo, de repente, ante situaciones personales dramáticas, como es el caso de la enfermedad de Hugo Chávez, promuevan rituales e invocaciones de la rancia tradición católica. Pero es explicable. La realidad es que la mayor parte de los latinoamericanos, incluida Cuba, profesa el catolicismo, herencia colonial castellana impuesta a rajatabla y, en buena parte de nuestra historia, corresponsable, desde el poder, de las injusticias, la represión, el sojuzgamiento y el atraso de nuestros pueblos. Sin embargo, millones de personas siguen orando a diario, encomiendan a sus seres queridos a Dios, van a misa los domingos y comparten rituales que en colectivo son vivencias de fe y esperanza, así el día a día reniegue con su dureza lo que en la capilla es una ilusión. No en todos los casos, desde luego. Si el creyente es exitoso más razones tiene para creer.

Ante tal evidencia, el liderazgo político no tiene otra alternativa que nadar en la corriente, expresión que luce un tanto forzada en Venezuela, pragmáticamente política en Cuba y muy humana y democrática en el Uruguay de José Mujica, quien, tras advertir su irreligiosidad, pero respetuoso de la fe popular, se sumó a la cadena de oración por Chávez, tras su reciente recaída, con la lógica común de que hay que hacer todo lo que esté a nuestro alcance si de preservar la vida de un amigo se trata. Amén de las evidentes coincidencias de los postulados  del socialismo con la práctica religiosa comprometida en la lucha contra la injusticia y por la equidad en una lectura liberadora de los evangelios, con ejemplos históricos desde las catacumbas romanas hasta las paupérrimas veredas del Tercer Mundo. Ese encuentro fue el que advirtió Fidel Castro para matizar la contundente afirmación marxista de que la religión es “el opio del pueblo” -que lo es como aparato de dominación-, exaltar páginas memorables de la historia del cristianismo, llevar por buen camino las relaciones con las iglesias de su país, encomiar las labores de beneficencia de los laicos y el clero y saludar el compromiso de cientos de creyentes con el cambio social. Reflexiones y realidades consignadas ampliamente en la larga entrevista con Gianni Mina, "Fidel y la religión".
Mientras me adscribí nominalmente al catolicismo, estuve del lado de esa corriente que practicaron Fray Bartolomé de las Casas, Fray Martín de Porres y Fray Pedro Claver, del que sembraron Camilo Torres, vida segada por una muerte estúpida; Gaspar García Laviana y Oscar Arnulfo Romero, asesinados por católicos al servicio de los poderosos; Fernando y Ernesto Cardenal, increpado por el Papa Juan Pablo II, orientado por Joshep Ratzinger, por su papel en la Revolución Sandinista; Sergio Méndez Arceo y Pedro Casaldáliga. El de la Iglesia de los Pobres, Gerardo Valencia Llano, René García  y Golconda; Medellín y Puebla, las Comunidades Eclesiales de Base y la Teología de la Liberación teorizada por Gustavo Gutiérrez, Leonardo Boff, Paolo Richard, Enrique Dussel, Ignacio Ellacuria, Fracoise Hutard, Ignacio Martín Baró (asesinado por militares en El Salvador) y Frey Beto. Los aportes cristianos para la liberación, del periodismo concientizador que en Solidaridad y Utopías hicimos con la orinetación de Héctor Torres. El catolicismo solidario y humanista de Francisco De Roux, Mario Peressón y Javier Giraldo. Esa corriente que coincidirá en la nueva espiritualidad basada en principios y valores de amor a la humanidad, defensa irrenunciable de la plena vigencia de los derechos humanos, respeto absoluto a la diversidad, búsqueda permanente de la paz y práctica constante de la solidaridad.
 
Verdaderos “milagros” se atribuyen a la conjunción de humanismo, energía y espiritualidad, que la creencia popular adjudica a manifestaciones divinas, pero que para mí son una demostración del poder del afecto de los seres que habitamos este punto del universo. Así lo explicó, en forma sugestiva, ese costeño fascinante que en vida llevó el nombre de Jaime Bateman Cayón: “Si una persona es absolutamente sentida, constantemente querida, si en ella se dan cita una cantidad de afectos fuertes, el afecto de la mamá, de las hermanas, de la amante, de los amigos, esa cadena de afectos lo defiende de la muerte, del peligro, lo vuelve casi inmortal…Porque el amor es la certeza de la vida. Es la sensación de la inmortalidad.” Ya es hora de superar la entelequia Dios es amor por la vivificante  afirmación, el amor es mi dios.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

De chicharrón en chicharrón

El apasionante arte de gobernar que implica análisis, previsión, planeación, decisión y liderazgo, ha dado paso al oficio poco noble de acomodar la realidad a las necesidades de quien manda, con soluciones que esconden o agravan  los problemas y ofenden por como se determinan, como en los casos de la “Reforma a la Justicia”, el fallo de La Haya y el “Fuero Militar”.

El artículo “Manuel José Cepeda: el Supermán jurídico”, publicado el pasado  9 de diciembre en La Silla Vacía, pionero  y prestigioso portal informativo en Internet sobre Colombia,  firmado por su directora, Juanita León, descontadas las simpatías que a posteriori confiesa sobre el personaje, en las respuestas a los comentarios, y la distancia, contextualización, diversidad de fuentes consultadas y análisis, que caracterizan la publicación, refleja los subjetivismos que, pese a ello, se imponen en la información y  es una   radiografía de la lamentable forma como se conducen las cosas en el país.
De acuerdo con la nota, al actual Presidente, Juan Manuel Santos Calderón, estudiado como ninguno, fogueado en los ministerios más pertinentes, hecho en el exterior, prologado por Tony Blair,  practicante de la Realpolitik (“estúpido es el que no cambia cuando las circunstancias cambian), promotor del “Buen Gobierno” y, hasta hace muy poco, un estadista  bañado en popularidad, dado el adecuado manejo de imagen, el distanciamiento de Uribe y su intolerancia camorrista,  la estrategia de confrontar grandes males sin afectar a los malos, un programa con apuestas sociales sensibles de muy deficiente ejecución y un Congreso mayoritariamente ligado en la Unidad Nacional para garantizar la base legal de sus ejecutorias; no obstante, algunos temas le quedaron grandes. Por fortuna, tiene a mano a Supermán.

Según el artículo, dando palos de ciego en asuntos como los efectos de la ola invernal, la crisis de la salud, el fuero militar, la reforma a la justicia y el fallo de la CIJ de La Haya, el Presidente ha contado con la “creatividad” y “ocurrencias”  del abogado Manuel José Cepeda, promotor, progenitor, divulgador, intérprete y, ahora, acomodador de la Constitución de 1991. La carga de kriptonita jurídica de Cepeda le ha permitido al Gobierno Santos: llevar al Congreso a deshacer la mal llamada “reforma a la justicia”,  ante la indignada reacción pública, al objetarla sin facultades para ello, no obstante su aprobación formal con el beneplácito de la Casa de Nariño; así como dar largas al cumplimiento del fallo de la CIJ sobre delimitación de áreas marinas y submarinas con Nicaragua con un “recurso de interpretación”, que se sabe no modificara la decisión, desacatando una autoridad judicial, en una pésimo ejemplo para sus connacionales, y afirmando que no se ha perdido soberanía donde se perdió territorio. Cepeda padre, al contrario y enfático, dijo que el fallo era inapelable.
Una comisión liderada por  J.M. Cepeda,  recomendó convertir el DIH en marco jurídico  de juzgamiento de los militares para que  aceptaran algunas acotaciones al “fuero militar” total que exigían y que Santos les prometió. La alegada seguridad jurídica encubre un retroceso en materia de protección a los derechos humanos y podría propiciar impunidad en casos como las  ejecuciones extrajudiciales, así los senadores se desgañiten reclamando respeto a la soberanía nacional y del legislativo para ocultar su flaqueza. De otra parte, en el tema de salud, el súper consejero, ante la imposibilidad de que  Gobierno presentara una propuesta propia, orientó un pliego modificatorio al de Roy Barreras, cuyo contenido no se menciona. Pero si nos atenemos a lo anticipado por el Ministro de Salud, Alejandro Gaviria, la reforma al sector,  en lugar de garantizar un derecho, busca optimizar un negocio, para lo que proponen frenar la tutela  y exigir al paciente demostrar capacidad de pago en la atención médica no POS.

La parte analítica del informe nos explica que Cepeda es exponente del “Nuevo Derecho”, corriente menos formalista y más sustancial y valorativa de las normas, lo que para nada evidencian los casos citados. Aserto que sopesa con quienes lo cuestionan por funcional. Señala, y ahí si las cosas quedan claras, que se ha convertido en un “Supra Consejero” para los grandes chicharrones, dada su capacidad de “tender puentes” e “imaginar” soluciones, es decir para la manzanilla y las leguleyadas. El pobre Supermán apenas lidiaba con los problemas de Metrópolis.  

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Los paladines de la justicia

El día de las velitas, previo a la Inmaculada –sinónimo perdido de la administración de justicia en Colombia- se cumplen dos meses del Paro Nacional Judicial, decretado por las agremiaciones del sector, con Asonal a la cabeza, reducido mínimamente en su impacto hace un mes, por un arreglo de parte de las directivas con el gobierno, pero rechazado por las bases, no satisfechas con que la nivelación salarial se limite a los topes establecidos por la comisión oficial ($ 1 billón 200 mil millones) y la gradualidad en la aplicación de tablas, después de dos décadas -sí, dos décadas, es decir, veinte años- de espera. Luego de la firma del “acuerdo”, la ministra Correa dio el paro por concluido, aunque el 70% del sector se encuentra paralizado, incluida la Fiscalía, y nadie en el gobierno ha vuelto a pararle bolas al tema, a no ser para presionar la ilegalidad y obligar a los funcionarios a reiniciar labores so pena de retención de salarios, a escasa semana de iniciarse la vacancia judicial de fin de año. La justeza de la protesta la han defendido desde el Fiscal General de la Nación, hasta los medios de comunicación, sin embargo, el gobierno dice no tener más y hasta allí llega, a la espera de que agotados los empleados del sector se rindan y acepten lo que les dan a la espera de otra oportunidad. Así paso con Uribe, que a punta de amenazas y decretos conjuró un intento anterior.

Contrasta  esta situación, con la decisión que se apresta a tomar la Corte Constitucional, o al menos eso esperamos, de declarar la ilegalidad de las mesadas pensionales superiores a 20 salarios mínimos -de por sí inequitativo tope en un país donde más del 80% de los trabajadores no lograr un ingreso superior a 2 SMLMV- para magistrados de las cortes, congresistas y demás funcionarios de alto nivel en el Estado. A esto se llega luego de que las Cortes y el Congreso, convirtieron en derecho, la ilegal, abusiva, bochornosa e inmerecida práctica de colgarle arandelas al arbolito hasta que  lo tuvieran cargadito para sus francachelas y buena vida, importándoles un comino que la mayoría de sus compatriotas apenas si tiene para pagar un mal almuerzo y un mal techo. Y como han hecho del país su finca, no solo se daban ese beneficio para ellos, justificándolo en que cumplían los períodos legales exigidos, sino que le daban el chance a sus familiares, validos y mozas para que se gozaran el  bien llamado carrusel, pero por períodos corticos para con los últimos sueldos cuadrarse un resto de vida plena. ¡Tan de buenas!


Sinvergüencerías como esa, fueron las que se pretendieron pasar en la nefasta “Reforma a la Justicia”, aprobada  por el Congreso, con  el aplauso gubernamental, e “inaplicada” por el propio gobierno ante la indignación de columnistas de opinión, ong´s, la oposición (Polo, Progresistas), algunos verdes y algún liberal. La tal reforma se convertía en la legalización de los privilegios de los funcionarios de alto nivel de los poderes públicos, un seguro de impunidad para procesos en marcha contra la narcoparapolítica;   el espionaje ilegal del DAS, los aprovechamientos de Agro Ingreso Seguro  y la “rapiña” de los bienes de la Dirección de Estupefacientes (DNE), entre otros, en el período Uribe, y futuras prácticas criminales. Amén de un contubernio de favores disfrazado de “gobernabilidad”.

 
Otro tanto acaba de pasar con la relección del Procurador por  la manguala politiquera de la Unidad Nacional, con la aquiescencia del gobierno, que para no quedar mal apoyándolo lo respaldó poniéndole un comodín. Fundamentos filosóficos, de teoría política y constitucionales  argumentan de sobra el carácter inconstitucional de la relección de Ordoñez, quien dada su militancia mariana, beata, homofóbica, discriminatoria y parcializada, no garantiza  el ejercicio de una magistratura moral en el marco de Constitución que consagra la libertad religiosa y de cultos, el pluralismo político e ideológico, el multiculturalismo, el libre desarrollo de la personalidad y demás derechos fundamentales del ser humano elevados a norma superior en la Carta.


No por emocional menos pobre el argumento del senador Juan Manuel Galán Pachón de que Ordoñez merecía continuar por haber actuado firmemente en las investigaciones sobre violaciones a los derechos humanos, la participación de miembros de la Fuerza Pública, y contra la corrupción, como lo demostró al declarar el magnicidio de su papá crimen de lesa humanidad, al igual que otros casos. Aparte de la discusión de si tal calificación es pertinente para este tipo de crímenes o si fue el “cabezazo”  para evitar la preclusión. Por lo demás, nada nuevo aporta Ordoñez, al punto que hasta en el seriado “Escobar. El patrón del mal”, ni los guionistas ni los productores se cuidaron de señalar responsables, por acción u omisión, así fuera por referencias, en el país claramente descifrables. Los colombianos ya sabemos quien, con quién, para qué y por qué. Que en ese caso Ordoñez haya cumplido el deber no puede absolver sus arbitrariedades. “Pa´godos, los liberales…”


En cambio, el hoy re-elegido cabeza del Ministerio Público, desacató y luego simuló obedecer una orden de la Corte Constitucional, dirigida a corregir actuaciones de la Procuraduría abiertamente inconstitucionales en relación con los derechos de la mujer, el aborto y los derechos de la población LGBTI y ha sancionado con evidente abuso y saña a adversarios políticos. Las creencias religiosas, políticas y morales del señor Ordoñez chocan con la concepción liberal que inspira la Carta, con principios y valores de la modernidad y con los irrebatibles hallazgos e invenciones de la ciencia. Significan un retroceso y aun así, en su albedrío,  puede profesarlas en el espacio de su vida personal, pero no como guía de conducta   del buen desempeño de la función pública y garante de los derechos instituíos en la Constitución del 91. Que tal la  payasada del Presidente del Senado, Roy Barreras, de prohibir la relección. El daño está hecho.

 
De las incongruencias, incompatibilidades y otros impedimentos que los altos funcionarios escurren por los sifones, está igualmente las del  Fiscal, a quien, aparte de la aberrante actuación en el caso de Sigifredo López, el zigzagueante caso Colmenares, la lentitud en el arañazo de los políticos a la DNE y las incomprensibles negociaciones en el marco de un sistema penal acusatorio incoherente, bien poco mérito le hace el antecedente de llegar al máximo organismo de investigación criminal, luego de haber representado los intereses de la firma Saludcop, hoy encartada judicialmente, con honorarios por la suma de 6 mil millones de pesos -cantidad que jamás verá en su vida un operador judicial. Seguramente en trance de legitimar su presencia en la entidad, se ha hecho el desentendido con el funcionamiento a medias de los despachos y público su apoyo a las causas del paro.

 
En Colombia, la clase política maneja e interpreta la justicia, como derecho y como mecanismo, a su acomodo, bajo el antiquísimo engaño de que somos un país de leyes, a menos que concedamos que es así porque estas abundan y sirven para que los congresistas justifiquen sus abultados sueldos. No por su acatamiento, puesto que el propio Presidente de la República decidió “inaplicar” el fallo de la Corte Internacional de Justicia sobre límites marítimos con Nicaragua, tras más de medio siglo de aceptar su jurisdicción, haberse sometido el país libremente a la misma en este pleito, la promesa del expresidente Uribe de que se acataría sin disentir y la advertencia de la propia canciller de que iba a ser una decisión salomónica, que según su novedosa interpretación posterior significaba: favorable a Colombia. Del fracaso no hay culpables. Ni nadie renuncia. Uribe en una de sus típicas volteretas llama a no obedecer, otros claman por la fuerza. Queda la pregunta de si el litigio fuera con Estados Unidos y el fallo a su favor, alguien habría dicho algo distinto a que la justicia se respeta -y en ese caso se respeta-  como siempre lo dicen ante los fallos locales, aunque con éstos, para desobedecerlos o negociarlos con las cortes, integradas por los recomendados de los políticos que mandan en el  país, desde que somos.


La vigencia de una democracia plena se levanta sobre poderes públicos fuertes, eficientes, transparentes y honestos y  en su mutua colaboración y control; y, desde luego el respeto y garantía del ejercicio de los derechos  y las libertades ciudadanas. En Colombia hasta las encuestas cuestionan la legitimidad de las ramas del poder, entre ellas la justicia: víctima, cómplice  y cenicienta, aunque tenga tanto paladín pantallero que dice defenderla, o mejor, la defiende para someterla.