domingo, 3 de diciembre de 2023

La Paz de Danilo


 

Fui testigo y lamento que el relevo del Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, se produjera a través de un trino, mientras respondía a una entrevista de Yamid Amat, quien también sorprendido preguntó ¿Qué pasó? Para luego darle un giro al interrogatorio y permitir al entrevistado exponer sus ideas fundamentales sobre la Paz Total, de la que es inspirador, y la valoración de su gestión.

Recordé, en ese momento, los abrazos con los cuales celebramos la victoria de Gustavo Petro, frente a la máquina de escribir que perteneciera a nuestro común y querido amigo, el asesinado abogado y defensor de los derechos humanos, Eduardo Umaña Mendoza, en la sede de Contagio Radio, donde nos juntamos por invitación de Danilo, para analizar los resultados electorales.

Días después, en uno de sus primeros nombramientos, Gustavo Petro, primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, nombró a Danilo Rueda, Alto Comisionado para  Paz, y, mediante decreto, amplió las funciones del cargo para colocarlo a la cabeza de las gestiones por el fin de la violencia y la reconciliación en el país.

A pesar de los esfuerzos del Fiscal General, un sector de los medios de comunicación, algunos “pazólogos”, varias de las organizaciones de derechos humanos, miembros del gobierno Santos y la oposición, de desprestigiar y desconocer la brega revolucionaria y audaz con la que Danilo adelantó su misión, los resultados y perspectivas que deja son muy importantes para hacer realidad el mandato constitucional de la Paz.

Tiene en su haber, como promotor intelectual, la Ley de Paz Total (Ley 2272 de 2022), declarada exequible en sus aspectos fundamentales el pasado 28 de noviembre por la Corte Constitucional. La ley establece criterios clave para el gobierno del cambio como Paz Total y Seguridad Humana, habilita negociaciones políticas con grupos armados organizados y conversaciones sociojurícas para el sometimiento de estructuras armadas de crimen organizado, y los ámbitos y mecanismos para adelantar diálogos y conversaciones.

En sus escasos quince meses en el cargo, acompañado de una miríada de apasionados de la lucha por los derechos humanos y la paz, la mayoría, como él, forjados en las resistencias en el territorio, exmilitantes de las izquierdas y las guerrillas, que hemos hecho de la paz y la justicia social  la cruzada de nuestras vidas, logró traer de nuevo a la mesa de negociaciones al Ejército de Liberación Nacional, proceso que ya completa su quinta ronda de conversaciones con acento en la participación popular.

La delegación gubernamental, por lineamiento de Danilo, es diversa, amplia y representativa, destacándose la participación del partido de oposición uribista Centro Democrático, a través del experimentado negociador José Félix Lafourie. Otro tanto sucede con la conformación de los designados por el presidente para adelantar diálogos con el Estado Mayor Central que congrega parte de las disidencias de la Farc que se opusieron, desde el comienzo, a las negociaciones con Santos. Allí el CD está representado por el experimentado Fabio Valencia.

Danilo acordó con el presidente que estos procesos estuvieran en cabeza de un luchador de izquierda humanista, Camilo González Posso, con EMC, y un líder histórico de la guerrilla en la que se formó el presidente, Otty Patiño, comandante del M19 en la época de su desmovilización por la paz, con el ELN.

Contrario a lo propalado por medios y analistas, el EMC, cuya cuestionada integración permitió establecer un diálogo conjunto con agrupaciones dispersas, lo que habría sido un obstáculo para el avance de la política de paz, acaba de fortalecer su representación en la mesa de negociación con miembros de su alto mando, mientras se concreta la agenda a discutir y se superan impasses, no obstante los cuales ha mantenido su disposición a dar continuidad al proceso. La Segunda Marquetalia, disidencia a la que por provenir del proceso ya en marcha con las extintas Farc se le ha negado el reconocimiento político, está a la expectativa y dispuesta a acordar los términos de un diálogo, como lo constató Danilo con su líder “Iván Márquez”.

En cuanto a las estructuras armadas de crimen de alto  impacto, las gestiones dirigidas por Danilo para disipar la violencia urbana han logrado aquietar la actividad de una decena de bandas en Quibdó, desescalar la confrontación entre Shottas y Espartanos en Buenaventura -que posibilitó que por primera vez en medio siglo  llegara un crucero turístico al puerto- y un acuerdo con todas las organizaciones de Medellín y el Valle de Aburrá que, al día siguiente de su  reemplazo, iban a firmar un acuerdo para adelantar conversaciones de cara a la opinión pública sobre aspectos sensibles de la cotidianidad de las comunas y poblados empobrecidos y tenaces  de donde emergen, mientras se concreta el marco jurídico de su posible reinserción en la sociedad, abandonando la criminalidad a cambio de incentivos jurídicos.

La crítica furiosa al cese al fuego unilateral decretado por el presidente Petro, a instancias de Danilo, con seis organizaciones al margen de la ley el 31 de diciembre pasado, por la inconsistencias de algunas de ellas más que por error del gobierno, no permitió apreciar la bondad de la iniciativa y la grandeza del gesto. El ELN, en actitud arrogante, se deslindó. Un horroroso ajusticiamiento interno del EMC en el Putumayo obligó al gobierno a reactivar la acción militar contra ese grupo en algunas zonas del país. Un “paro armado” en el bajo Cauca antioqueño y el ataque a la policía impuso también la suspensión con las autodenominadas autodefensas gaitanistas.

Esos hechos, repudiables e inadmisibles todos si estamos sinceramente por una opción a la carnicería en que se ha convertido el país, por supuesto son golpes para un tejedor de alternativas y obsesionado por superar décadas de sufrimiento de los territorios que padecen el conflicto armado. Danilo habría preferido ir a hablar, razonar, buscar acuerdos y salvar vidas y la vía del diálogo pero se impuso la presión por obrar con fuerza. Muy a pesar de las diatribas, los canales de comunicación se mantuvieron y ningún de los grupos descartó la posibilidad de avanzar hacia acuerdos. Meses después pasó algo similar en el corregimiento de El Plateado, Argelia, Cauca, y volvimos a lo mismo, o diálogo y más diálogo o bala y guerra eterna.

Cuando todos los interesados le caían en gavilla a Danilo para acabarlo, la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz le dio un espaldarazo contundente a su gestión. En los lugares donde hay cese al fuego, diálogos o conversaciones han disminuido las afectaciones a la población, las bajas de la fuerza pública, los golpes entre armados y aberraciones como la extorsión, el secuestro y la violencia sexual se expresan, con mayor magnitud, en zonas donde no operan o lo hacen parcialmente los actores armados.

En el momento en el que el compañero presidente Gustavo Petro le comunicó a Danilo su decisión de relevarlo, impulsaba con entusiasmo iniciativas suyas surgidas de su profundo conocimiento de los territorios, los actores y las formas de hacer acuerdos. Queda el embrión de MisiónPaz, los núcleos civilistas de un nuevo país de convivencia que fructificarían en Ecosistemas de Paz donde el concepto se ampliaría a todos los espacios de interacción del ser humano, y su estratégica visión de los planes de acción de transformación territorial transversal con los que aspiraba hacer realidad el Estado Social y Ambiental de Derecho en los territorios. Anima que el nuevo Alto Comisionado, Otty Patiño, asume que es imprescindible territorializar la paz.

A Danilo Rueda no le faltan méritos académicos pero, a diferencia de muchos supuestos expertos en paz, ha hecho de su vida una misión recorriendo descalzo los barrizales ensangrentados, los ríos llenos de cadáveres y los pastizales que guardan muertos anónimos, para animar a los deudos dolientes. Con la mochila al hombro y el dolor en el pecho acompañó la terquedad pacifista en el Catatumbo, en las riveras del Telembí, en el Atrato y el bajo San Juán, en Calima y Cacarica, en el Putumayo, en los Montes de María, en los llanos del Yarí, y a la comunidad de San José de Apartadó, estigmatizada y flagelada por defender a fondo el principio cristiano de que la vida es sagrada, y convirtió la sangre de sus mártires en cacao para el mundo. Gracias Danilo.

viernes, 17 de noviembre de 2023

Edy regresa a Pasto de la mano de La Guaneña


Paseábamos con Edy Martínez, junto con Josean Ramos -escritor boricua biógrafo de Daniel Santos y de la Espada de Bolívar- por el parque Alcalá, al norte de Bogotá, cerca del alojamiento donde vive. Entre tema y tema sobre el maravilloso mundo del Jazz Latino, en el que Edy vivió y fue protagonista, Josean le indagó si conoció a Lou Pérez, y el maestro, como si nada: 

 - Como no, gran señor, trabajamos, fuimos amigos, allí hay mucho de la música latina 
 
Edy hablaba de un afamado músico y compositor que arrebató los “yores” en los 60 con su charanga por la que pasaron insignias como Israel “Cachao” López, Oswaldo “Chi hua hua” Martínez, Eddie Zervigón, Ralhp Carrillo, Julito Collazo, Ángel “Cachete” Maldonado, Cándido Camero, José “Chombo” Silva, Javier Vásquez, Víctor Venegas, Virgilio Martí, Gonzalo Fernández, Eddie Drennón, Ray Mantilla, Mike Martínez, Steve Berrios, y muchos más, todos colegas y “parceros” del virtuoso pastuso y estrellas del universo jazzístico y salsero. 

 - ¿Y al fantástico flautista cubano Gonzálo Fernández, precursor de las charangas? -le pregunto- 

 - ¡Ah sí! ¡Cómo no! Gran señor, una personalidad. Hizo un tema lindo a Cartagena. Nos tuvimos gran aprecio 

 Se refería a una de las tantas glorias a las que conoció o con las que trabajó y no se inmutaba. En su modestia, es algo normal. De repente, recibió la llamada de uno de sus sobrinos para invitarlo a un toque de un grupo de amigos, entre los cuales, su también sobrino, el afamado percusionista Samuel Torrres, Danny Rosales y Jorge Guzmán en las congas, en la terraza del Hotel Tequendama. Vamos tres respondió, mirándonos. El motivo era la presentación familiar por Samuel de su esposa estadounidense, virtuosa violinista. Abrieron los dos con música de los Apalaches y luego el grupo se fajó tremenda descarga. Edy, consentido por familiares y amigos, meneaba la cabeza, seguro recordando sus noches en algún club nocturno de Nueva York. 

 Meses antes, una noche, junto a Josean, y su pareja y paisana Lenis Oropeza, nos gozamos una sesión salsera y jazzista del maestro Edy con su grupo en Casa de Citas, sitio que junto con Café Libro lo han programado varias veces. Antes de inciar el jam, los presenté y se dio una amena charla colmada de afecto y admiración. Josean ha hecho parte de su vida periodística narrando la música cubana y borinqueña, escribió una soberbia biografía de Daniel Santos, de quien fue secretario de prensa, y estaba asombrado del desconocimiento del papel de Edy en la historia de la música afrocaribeña y el jazz. 

 Días después, por Jairo Grijalba, musicólogo y minucioso investigador musical, me entero que estaba a punto de estrenarse ¡Viva Edy! Historia de una música indestructible!, un documental basado en la biografía monumental aun inédita de Jairo sobre Edy. La película fue producida por Carlos Ospina, un caleño apasionado, comprometido y juicioso, gustador de la música y de hacer cine, quien hace algunos años fundó La Topa Tolondra, el salseadero más sabroso de la “sucursal del cielo”. Había generado mucha expectativa desde que TelePacífico la programó a finales del año pasado y se ha codeado en varios festivales de prestigio recibiendo varios premios y es un tremendo homenaje testimonial al maestro. 

 Quise verla, llevarla a Pasto, ir con Edy, Carlos y Jairo. Me obsesioné hablando con todos los funcionarios que pude. Nadie arrancó. Llegó la presentación comercial nacional en septiembre. Los organizadores de Pasto Jazz tuvieron el acierto de hacer un pre estreno tributo con el maestro presente, vivito y tocando. La vi por fin en Bogotá, en el Festival de Jazz de Colsubsidio, donde un Edy tímido pero lleno de alegría departía junto a Carlos con seguidores bogotanos, que tantas veces lo han aplaudido y no pararon de ovacionarlo. Estaba en otro momento, muy distinto al de Jazz al Parque, en junio, cuando tuvo una conversación con el melómano Manny Durango en Quiebracanto, y, era tal su postración física, que al saludarlo me dieron ganas de llorar. 

 Edy es un gigante. Destacado pianista, arreglista y compositor de la escena neoyorquina. Nacido en el sur de Colombia, se comió el mundo. En la visita que comenté al inicio, le pregunté por qué había grabado La Guaneña en Latín Jazz y me respondió con la metáfora de que se la había encontrado en Pasto y la había invitado a conocer cómo se vive en otros países, en Estados Unidos, Europa y Japón, donde él había estado. Los ojos le brillaban, su hablar era cansino, el vaso de café temblaba en sus manos. En conjunto, la emoción del profundo afecto por nuestra tierra, nuestros orígenes, nuestros amores. Con él, La Guaneña ha viajado lejos, conoció mucho, amó de los veras. 

 En el espléndido libro Zacude zapato viejo, editado por Mario Jursich para la Alcaldía de Bogotá, Jairo Grijalba devela, en un capítulo sin pierde, que bajo la dirección de Edy, con producción y recursos gestionados por Carlos Lucio y la asesoría de la madre de la salsa bogotana, Bertha Quintero, una big band poderosa, con la voz de Jimmy Sabater, grabó para un futuro disco compacto, varias letras inspiradas en la lucha contra la extradición. Terminada la grabación, los sufragios hicieron que Edy abandonara el país y nadie sabe de la suerte del carrete con la obra que, no obstante su gran calidad, no pudo ser reproducida. 

 Durante una prolongada estadía en Pasto, vinculado a la Universidad de Nariño y en homenaje a los 25 años del Departamento de Música, Edy conformó una big band con músicos jóvenes, daándoles la savia de su experticia y creatividad y grabó un trabajo que incluye una estupenda versión suya de La Guaneña Hoy en jazz, el estándar Manteca de Dizzy Guilispie, ademas de sus composicionese Manuela ¡si!, Mother´s Day, Tambores de la U., Joyce´s Calipso, Morning Shushine, Never let mi go, Laye, Homenaje a once compositores colombianos y el pasillo Procesión Nigromante, obra dedicada a los mártires de la violencia en Colombia, así de extenso y así de claro porque Edy es un hombre humanista y progresista

En 2008, para su álbum Midnight jazz affair, nominado al Premio Grammy, recreó el himno popular de nuestro Nariño en una ejecución orquestal espléndida. El talentoso compatriota Héctor Martignon, en las notas discográficas del trabajo, destaca la creación de Edy y sus arreglos para los solos del virtuoso flautista boricua Dave Valentín, quien, dice, se apropia nota a nota de la “majestuosa melodía incaica”. Edy le dio a La Guaneña status de “música del futuro”, según una revista especializada de New York.

 El documental de Carlos Ospina y el próximo libro de Jairo Grijalba ilustran con detalle la hazaña de nuestro Quijote de las blancas y las negras, con un currículum de lujo en el mundo de la salsa y el jazz. Aún imberbe integró y enriqueció con sus arreglos la orquesta de Ray Barreto, con la que grabó homenajes a su mamá y a su hermana y la brutal descarga de Irresistible y por ello, en el tema El watusi, Ray anuncia con orgullo, “From Colombia Edy Martínez”. 

Después, Mongo Santamaría se lo llevó a su grupo y Edy realizó los arreglos de esa hermosura que es Sofrito. Trabajó también, nada más ni nada menos, que con Tito Puente, Carlos “Patato” Valdéz, Tito Rodríguez, Celia Cruz, Loui Ramirez y la Broadway. Por si fuera poco, y es uno de sus mayores orgullos, no reconocidos por la firma de Pacheco y Masucci, compuso el tema de presentación de la Fania All Stars, “Oye que rico suenan, las Estrellas de Fania”. 

 El jazzista argentino Gato Barbieri lo conoció y prendado de su arte musical contó con él para varios trabajos. Entre ellos, tuvo la dicha de ser el arreglista de la suite ¡Viva Emiliano Zapata! y de la banda sonora de la sensual película, El último tango en París, entonces torpemente censurada, en cuya filmación el director Bernardo Bertolucci se hizo el loco para que el cuarentón Marlon Brando -conguero y asiduo del histórico Copacabana de Nueva York- lubricara por detrás con mantequilla a la adolescente María Schneider y la accediera para la posteridad, haciendo real un acto que se convino sería simulado. Hecho bizarro que para nada opaca la calidad de la música que acompaña el filme. 

Entre 1979 y 1981 la empresa de instrumentos de percusión LP crea el Latin Percussion Jazz Ensemble (LPJE) para promocionar sus productos en Europa. Un grupo de prestigiosos músicos radicados en Nueva York recorrió escuelas de música y universidades europeas y ofreció talleres y recitales a los estudiantes. Se destacaban el baterísta Steve Berríos, el bajista Sal Cuevas, el trompetista René López, y el percusionista Johnny Rodríguez, además de del timbalero Tito Puente y el conguero Carlos “Patato” Valdéz. Y, por supuesto, Edy Martínez al piano. En la primera grabación de LPJE, The just magic, el maestro Edy compuso The oppener (con Sal Cuevas),  Afro blue y Martínez Blus. El trabajo es un estándar del Latin Jazz.
 
Para Ángel Canales, Edy hizo los arreglos de temas prodigiosos como Lejos de ti y El sol de mi vida. Joe Quijano lo llevó a su charanga para homenajear a los Titos y a Machito. Con el percusionista venezolano Gerardo Rosales hicieron el maravilloso Rítmico y Pianístico. La Cubop City del holandés Lukas Van Merjick contó con su talento para los álbumes dedicados a la música de los cubanos soneros Arsenio Rodríguez, Benny Moré, Luciano “Chano” Pozo y Latin Vocal Explosión. The Latín Jazz Coalition del griego Demetrios Kastaris, lo tuvo entre sus invitados e integró la Irazú del chileno Raúl Gutiérrez en Europa. Diego “El Cigala”, en conocimiento de la maestría de Edy lo llamó para que acompañara la grabación de su álbum salsero que nombró Indestructible y que trae una versión poderosa del de por si contundente tema original de Barreto con los arreglos de Martínez. 

 A la lista incompleta de sus participaciones en la historia de la música rumbera se suman, la Orquesta Universal de Nueva York de Carlos Konig y Richie Vitale, la Charanga de la Tapa, Zaperoco, el Grupo Madera de Mauricio Smith, la Mambo Dulcet de Carlos Jiménez, La Manigua Mambo, Chico Álvarez en el compacto Montuneando, y hasta una enigmática participación con la agrupación rockera Malo V. Con su amigo Ray Mantilla realizó siete álbumes. En uno de ellos, The Connection, Edy vuela con los dedos en el piano en su Andean Fantasy, y, en otro, Mantilla agradecido le dedica el tema Martínez. Con grupo propio, Edy grabó Privilegio para Casa de Citas de Carlos González, Su Majestad el Piano con FM Discos, Universidad de Nariño Big Band y Midnight Jazz Affair para Jogal Musical Productions. Ha ganado mucchos reconocimientos en el mundo de Latín Jazz, incluida su presencia en obras ganadoras de un par de Grammys. 

 En la película de Carlos Ospina desfilan, en testimonio homenaje a un precursor de la fusión de las frenéticas barriadas neoyorquinas con los ancestrales sonidos tropicales del Caribe, “El Pulpo” Colón, Tito Allen, Luis “Perico” Ortiz, Samuel Torres, Adalberto Santiago, Bobby Valentín, Nicky Marrero, Orlando Marín, Tempo Alomar, José Mangual Jr., “Papo” Pepin y una pléyade de artistas. La cuarentena por el Covid 19 impidió la presencia de Larry Harlow y Orestes Vilató. Yuri Buenaventura puso su voz para una contundente versión de Irresistible en la banda sonora. 

 Para que la dicha fuera completa, Carlos Ospina produjo el EP (extended play) Travesía y legado, grabado, en parte, en los míticos estudios Egrem de La Habana, Cali y New York, con una nómina de lujo en la que participaron, entre otros, Barbarito Torres (Buenavista Social Club) en el laud, Alexander Abreu en la trompeta y el recién fallecido creador de NG la banda, José Luis Cortés “El tosco”, en la flauta, con la dirección, composiciones y arreglos del gran Edy Martínez. Además de Indestructible, el trabajo incluye versiones de Yiri yiri bom, La mulata rumbera y el bolero A mi manera. En el formato disco compacto se agrega una suite  y Hard Drive Blues

Hay en apartes de la película un profundo dejo de nostalgia como acompañar a Edy en la soledad de un pequeño apartamento en Nueva York, donde se reponía, tras la pandemia, de un grave accidente de tránsito o insinuar el llamado a cuentas de la vida en la aridez del desierto y la decrepitud de un rostro, el recuerdo de sus amores en la edad añeja y su caminar solitario como expresión profunda de libertad al final del camino. 

La música fue todo en la existencia de Edy Martínez y a ella entregó su privilegiado talento. En muchas partes del mundo se reconoce su sello y su estela, pero siempre parece poco. Tal vez su mayor orgullo y alegría sea recibir el aplauso de sus paisanos y vecinos - ¡Viva Caracha le gritan recordándole el barrio donde se crió. Ahora que trae de regreso a la La Guaneña para compartir la película sobre su vida (17 de noviembre) y dedicarle  un concierto acompañado  de jóvenes músicos nariñenses con lo mejor de su repertorio, páginas sublimes de la historia de la melodía afrolatina.

martes, 25 de abril de 2023

Los sueños rotos de Julio Daniel (Periodismo en años aciagos I )


Algún funcionario lamedor del Plan Nacional de Rehabilitación del gobierno de Virgilio Barco, me increpó enfadado: – ¡mire lo que escribió su amigo Julio Daniel Chaparro! Revisé el periódico El Espectador hasta que encontré la nota, una de las varias que hizo como balance del cuatrienio, para la cual Julio me había consultado varias veces como jefe de comunicaciones del PNR. El titular me preocupó pero el artículo, aparte de bien escrito por la calidad de Julio y su vena poética, era ecuánime, sustentado, contrastado, en fin, “objetivo”. Al preguntarle por qué había titulado así, me explicó la razón de la ironía “El PNR lava en casa”: si el plan había sido positivo en llevar precariamente el Estado a algunas zonas que lo desconocían, sencillamente estaba empezando a limpiar la suciedad de la que éste era responsable.

Coincidíamos. A mi no me molestaba la crítica porque había llegado al cargo, aceptando la propuesta de Eduardo Díaz Uribe, con la postura de apoyar comunicativamente al plan y no a hacer propaganda. Así lo reconoció María Teresa Herrán, en una de sus columnas, al calificar el mini informativo de TV del PNR Amarillo, Azul y Rojo, realizado por Alexandra Uribe y Martha Lucía Ávila, como “un comercial a punta de patria”, en mención a mi lineamiento de que la valoración de las obras, de la gestión y las críticas las hiciera la gente humilde de todos los rincones de un país hasta entonces invisible para las grandes ciudades.

Conocí a ese exquisito poeta llanero en un seminario sobre periodismo para el desarrollo que organicé con el apoyo de Fescol y el Círculo de Periodistas de Bogotá, bajo la presidencia de Rafael Gálvez. Fue un evento con buena asistencia, ameno y productivo. Tenía temor, porque a pesar de que conocía a varios colegas de los medios, la invitación la hacía desde un programa gubernamental y ellos me identificaban en la brega de la prensa alternativa. Un corito de amigas solidarias, encabezado por Marcela Giraldo, me quitó el susto: - vinimos por ti, para apoyarte. Recuerdo, además, a Carlos Chica, Víctor Javier Solano, Carlos Arturo Páez, Servio Tulio Díaz y María Teresa Herrán. Entre la treintena de colegas, llegó con su mochila arhuaca terciada el inolvidable Julio Daniel Chaparro, con quien después de un par de tanteos nos hicimos amigos de muchos tintos.

Tiempo después, al valiente y osado Julio Daniel, en el periódico, le asignaron -a lo mejor se lo peleó- un reportaje sobre la violencia en el nordeste antioqueño donde había sucedido uno de los hechos más espantosos de la violencia paramilitar: la masacre de 43 personas a plena luz del día en el pueblo minero de Segovia, el 11 de noviembre de 1988, por las bandas de Fidel Castaño, mientras las fuerzas de la policía y el ejército simulaban ataques de la guerrilla para guardarse en sus cuarteles y dejar a la gente a su suerte.

La noche del 24 de abril de 1991, Julio Daniel y el fotógrafo Jorge Enrique Torres, fueron acribillados en uno de los sitios donde se produjo la matanza. Se pensó que por orden de los mismos autores intelectuales y a lo mejor por las mismas manos, pero con el tiempo se supo que fue el Ejército de Liberación Nacional (ELN), hecho sobre el cual nunca se ha manifestado. Había escrito dos libros de poemas y en su homenaje se publicó Papaito país con sus crónicas y reportajes sobre la Colombia profunda. Sin saber qué pasaría con su vida, dijo de las tristezas del amor en Los sueños de ahora:

Hubo un tiempo en que soñamos

Entonces éramos como soles

Éramos vientos

De nuestras manos salían alces

Y en los pechos queríamos dibujar un eclipse de sol en una noche.

....

Y ahora lo recuerdo sumergido en este frío

Desnudo yo, tan opaco, tan muñeco muerto

Tan hecho mí enemigo

Susurrando amor, amor

En esta hora interminable

Que me es río de sombra, mar de miedo

Ahora lo recuerdo muerto de pájaros y digo

Hubo un día y éramos como soles. Éramos vientos.

Carlos Pizarro habla de la Paz (páginas recuperadas 1)