jueves, 15 de agosto de 2013

Latinoamérica cantada. Una lectura histórica y política de Blades

Raíces, realidad y utopía de un pueblo en la música, la crónica y la poesía de Rubén Blades.  De Siembra a eba say ajá.




El 9 y 10 de enero de 1964,  21 jóvenes panameños fueron asesinados por la marina estadounidense, posesionada del canal transoceánico desde comienzos del siglo XX,  por exigir que se izara  la bandera patria en la zona, ocupada tras la hábil maniobra de Teodoro Roosevelt de estimular la secesión de la provincia colombiana para luego hacerse a la franja reconociendo una indemnización deshonrosa a Colombia y una soberanía hipotecada a Panamá. Ese hecho, que provocó rabia e indignación patria, impactó profundamente en la toma de conciencia de Rubén Blades Bellido de Luna, un joven  hasta entonces atraído por “todo lo yanqui”, al punto que cinco años después, inmerso en  la música, compuso una protesta radical interpretada por Busch y su Nuevo Montuno ("9 de Enero"). Fue una más de las agresiones de los EE.UU. contra expresiones de independencia en Latinoamérica y El Caribe, exasperados por la Revolución Cubana y en práctica de la “Guerra fría”, en un continente gobernado por lacayos y en  ebullición, debido a la explotación y represión contra las mayorías pobres, situación que animó el surgimiento de grupos guerrilleros a lo largo y ancho de la geografía al sur del río Bravo.

Supo de la ofrenda voluntariosa del Padre Camilo Torres por los pobres y de la ejecución fuera de combate del legendario Comandante Ernesto “Che” Guevara, héroe de la Revolución Cubana, capturado tras el penoso fracaso de su foco guerrillero, en una Bolivia sumida en la miseria y aplastada por pies nativos calzados con botas gringas. Vivió con prevención la consigna del rescate de la soberanía de Panamá por un gobierno militar populista, dirigido por el nacionalista Omar Torrijos, cuya gestión progresista  llevó a la recuperación del canal, aunque permeado por la corrupción y la represión de sus mandos medios, que desataron  la persecución contra la oposición, lo que obligó a su familia, de principios liberales, a radicarse en los Estados Unidos. Conoció que en Chile, por primera vez por la vía electoral en el continente, ganó el gobierno la plataforma socialista de la Unidad Popular de Salvador Allende (1970) y del ascenso de las luchas sociales que puso en jaque democracias de fachada en  toda América. Alimentó su espíritu con los grandes de las letras latinoamericanas en plena forja; “El hombre rebelde” de Albert Camus, autores franceses por aquí poco conocidos, historia y el pensamiento bolivariano y nuestroamericano. Durante una visita de Piero a Panamá lo saluda y le ofrece la letra de "Pablo Pueblo", inspirada en "Pedro Nadie" y "Juan Boliche", el argentino le aconseja que la grabe él mismo, porque así ya serían dos enviando mensajes.

Tanto como la realidad de un continente plagado de injusticias, violencia contra los humildes, ricos voraces y cínicos, gobernantes y políticos corruptos y arrodillados, militares cipayos, venales y sanguinarios, y de una patria mancillada por la dominación extranjera, pesó en la formación de Blades el haber nacido en una familia de modestos recursos, de músicos y de diversos orígenes culturales. Su padre, el colombiano Rubén Blades Bosques (“bleids”, que el artista castellanizó en la pronunciación), descendía de un hombre de Santa Lucia, ex-colonia inglesa en el Caribe, se desempeñaba como detective estatal e interpretaba el bongó. Su mamá, la cantante y pianista cubana Anoland Bellido de Luna, sostuvo con dificultades una numerosa familia hasta que sus hijos Rubén y Roberto surgieron en la música. Y la gran influencia de su abuela materna, Emma, feminista, independiente, espiritual, librepensadora;  con ella aprendió a leer y escribir y  "el sentido de la justicia", y  la quiso profundamente. El ascendiente africano presente en su sangre de origen caribeño lo emparentó con los orishas, el tambor batá, los ritmos afrocubanos y el son.

De Panamá a New York
Mientras estudiaba la carrera de Derecho, se informó de que en aplicación de la “Doctrina de Seguridad Nacional”, orientada por Washington, las Fuerzas Armadas del continente, cuyos mandos fueron formados por instructores yanquis en las más crueles practicas contrainsurgentes en  la “Escuela de las Américas”, implantada en pleno canal por décadas y luego trasladada a Ford Benning, pusieron en marcha un criminal plan de exterminio para aniquilar al “enemigo interno” (supuestamente el comunismo,  en realidad cualquier manifestación anti sistema). Lamentó, como muchos latinoamericanos, que el 11 de Septiembre de 1973, las Fuerzas Armadas chilenas, mediante violento golpe de estado, patrocinado por la Casa Blanca, bombardeando el Palacio de la Moneda acabaron con el experimento socialista de Allende; que luego tomaran el poder en Argentina,  y que en todo el Cono Sur se pusiera en práctica el “Plan Cóndor”, macabro acuerdo regional para aplastar las organizaciones rebeldes urbanas, y de paso el movimiento social. Por esa época fatal y sangrienta, Blades decide ampliar su horizonte intelectual y probar suerte como artista, intereses que apuntaban (¡qué paradoja!) a Estados Unidos, llevando en su mente  esa realidad hiriente para continuar siendo testigo del desenvolvimiento trágico e indignante  del continente -desde las “entrañas del monstruo”-,  a cuyo despertar decidió aportar su mejor recurso: la música.  

En los años  30, New York, por presencia de latinoamericanos, sitios de baile -Birdland, Palladium, Casa Blanca, El Corso y, años después, Village Gate, donde debutara la Fania-  aceptación del público y facilidades de grabación, se convirtió en la ciudad de atracción de los músicos caribeños. Desde las legendarias orquestas de Machito, Tito Puente,  Tito Rodríguez, José Curbelo y Xavier Cugat, con sus descargas de origen afrocubano, pasando por  la avalancha de inmigrantes puertorriqueños y cubanos que en los 60´s incidieron en la acogida de ritmos cubanos como el mambo, el boogaloo,  la pachanga y el cha cha cha, interpretados por  Arsenio, Barreto, Palmieri y Pacheco, y, finalmente, el boom de la salsa de los 70´s  con las estrellas de la Fania: Richi Rey y Bobby Cruz, Willie Colón, Larry Harlow, Bobby Valentín, y otras que aquella no firmó y por lo mismo quedaron relegadas comercialmente pero tuvieron gran incidencia en el “barrio”. Harlem, Brooklyn y el Bronx, barriadas duras, apiñadas de boricuas en busca de sustento, dieron entusiasta recibo a una música nacida del sudor y de la fábrica, del hambre y el  asfalto, de la realidad del desarraigo, como un manifiesto sonoro de desafío a la dificultad y apropiación de un nuevo espacio (la calle) y una nueva identidad, que solo podía emanar de la composición étnica de las sonoridades de Latinoamérica y, en particular, del Caribe. Hacia allá tenían que apuntar necesariamente los pasos de un joven inquieto, talentoso, crítico, con vena literaria y apasionado por la música.

Ocultando a las autoridades universitarias sus trabajos con orquestas modeladas al estilo de los ritmos bailables de los 60 en New York (Arosemena, Busch, Los Salvajes del Ritmo) Blades se graduó como abogado en 1974 y se fijó como meta ser estrella en la capital de la Fania, sello discográfico que agrupaba lo más destacado de la música latina -que genéricamente se denomina salsa- en la ciudad de los rascacielos. Con él salió su familia para prevenir represalias del régimen, que ligaba indirectamente  a su padre en un conspiración contra Torrijos, y buscar un mejor sustento. Ya había dado sus primeros pasos en el acetato, el mayor de los cuales fue  el  álbum “De Panamá a New York”, con la orquesta del trompetista “Pete” Rodríguez en 1969, en el que la mayoría de los temas son de su autoría, entre ellos “Juan González”, que por la época de grabación enuncia ser un homenaje al “Che” Guevara y a la esperanza de los pueblos hambrientos,  y la rumbera “Descarga Caliente”. Pero el comienzo no fue fácil. Ingresó a la Fania como mensajero, luego ganó cupo en los coros y, poco a poco, gracias al apoyo de “Cheo” Feliciano, su “ídolo de siempre”, e Ismaél Rivera, y a su talento, las distintas orquestas del sello comenzaron a grabar sus temas, algunos con su  voz líder.

Siembra
En 1977, Ruben Blades publica con la orquesta de Willie Colón “Metiendo mano”, su primer trabajo oficial bajo contrato con la Fania, en el que literalmente metió mano y línea con temas de su autoría como  “Pablo Pueblo”, el drama de la pobreza  al estilo de crónica cantada, de magnifica estructura literaria, con el que hizo carrera; “La maleta” que me voy a mi tierra; el guaguancó "Pueblo" (“El pueblo que es soberano, el pueblo que nunca olvida, el pueblo que da la vida por derrocar un tirano. ¡Viva la gente, que viva el pueblo!); “Plantación adentro” de Catalino “Tite” Curet (“Donde se aprende la verdad”) y “Según el color” del cristal con que se mire  de Félix Hernández, además de los sentidos “Lluvia de tu cielo” de Jhonny Ortiz” y el bolero “Me recordarás” de Frank Domínguez. Se apreciaba una nueva sonoridad para letras sobre la injusticia,  las dificultades  de la inmigración, la solidaridad, la esclavitud y las diferencias sociales, que en principio chocaron con un público alienado que, en medio de los rigores del día a día, vivía la salsa y el baile como un escape de la realidad, por lo que su acogida fue cautelosa, pero impactó. Antecedieron y siguieron colaboraciones en la misma línea para otras agrupaciones como “Canto Abacuá” para Ray Barreto; “Cipriano Armenteros” y “Vuelve Cipriano”  para Ismael Miranda; "El cazanguero", para Willie Colón; “Juan Pachanga” en su interpretación, una deliciosa descarga sobre el dandi  desilusionado, que todavía suena en los bailaderos y "Prepara", en  albums colectivos de la Fania; “El cantante”, inspiración a la medida de la tragedia de Héctor Lavoe (“La voz”); y Paula C, colaboración en su voz, para un Lp de Loui Pérez, en homenaje a su gran compañera sentimental y de trabajo en los primeros años.

Con “Siembra” (1978) llegó el momento de Blades. De nuevo con la orquesta de Willie Colón graba el que se convertiría en el álbum más vendido de la música tropical y partiría en dos la la historia de la salsa, no obstante la apatía de los dueños de la Fania que apreciaban su contenido discursero (“mamerto”, dirían hoy) y tedioso para el bailador por la extensión de los temas. Innovación de magnitud en sonoridad y contenidos poéticos, mordaces y de acento social, sin desconocer el canon rumbero. En “Plástico”, la irónica entrada de expectativa con música “disco”  da paso al alegato  elocuente contra  la nadería, el arribismo y extranjerismo de las clases medias y altas del continente, ajenas a las realidades de su entorno y enredadas en bobadas, al punto que sin entenderla la coreaban y bailaban, y culmina con un contundente llamado a vencer la ignorancia y trabajar “por una América unida y un mañana de esperanza y de libertad”. Tal también el sentido del tema “Siembra”. En “María Lionza”, un gesto a la religiosidad popular venezolana; “Buscando guayaba”, la picardía -"¡Que tenga sabor, que tenga mendó!" (aliño); “Ojos”, lo que dicen las miradas y “Dime”, la tonada del desamor.Y por si fuera poco, la crónica vibrante “Pedro navaja”, con su música pegajosa, sobre el episodio tragicómico de un “matón de esquina” en el barrio latino, en el que sale ganando la puta trasnochada, inspirado en el personaje  Marck the Knife  de la obra teatral la Opera de los tres centavos del literato, poeta  y agitador comunista alemán Bertold Brecht. La incidencia del tema  fue tal que generó varias versiones teatrales, cinematográficas y musicales y es motivo de estudios literarios. Gabriel García Márquez dijo que habría querido escribir “esa historia hermosa y terrible”.

Paradójicamente, mientras Blades lograba incursionar con sus letras cuestionadoras y  desafiantes en los Estados Unidos,  a través del aparato comercial de la Fania, y desde allí incidir en América Latina, con giras que lo llevaron incluso a dar un concierto en 1982 en Montevideo  en plena dictadura, con el estadio de Peñarol abarrotado pero en silencio (“No por miedo sino por respeto” le aclararían después) y con un compilado de sus temas publicado en Argentina; apenas unos años atrás muchos intelectuales latinoamericanos comprometidos con propuestas comunistas, socialistas o simplemente con la identidad de sus pueblos, habían sido desterrados a la fuerza. Entre ellos, escritores como Julio Cortázar, Manuel Puig, Eduardo Galeano y Mario Benedetti, y autores y cantores de la que se conoció como canción protesta, promotores del cambio o de la lucha contra las dictaduras, desde el folclor o la innovación, como la “Tropicalia” de los brasileños  Caetano y María Bethania Veloso, Milton Nascimento y “Chico” Buarque; y los australes Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Horacio Guarany, Nacha Guevara, María Helena Walsh, Piero, León Gieco, Facundo Cabral, Leonardo Favio, Astor Piazzola, Alberto Cortéz, Daniel Viglieti, Alfredo Zitarroza, Los Olimareños, Inti Illimany, Quilapayún e Illapu, quienes tuvieron que huirle a  la muerte abandonando sus países o recibirla estoicamente  como Víctor Jara. El eco de muchos de ellos se escucha en la obra de Blades. Como también de la Nueva Trova y la música popular cubana, a pesar de su distancia con el régimen.

Maestra vida
Con la licencia prodigada por el éxito, Blades produce en 1980 el tercer trabajo  con la orquesta de Colón, el álbum doble “Maestra Vida”, un proyecto novedoso, una ópera,  musicalmente atractivo pero  dirigido, más que al baile,  al buen acompañamiento para la reflexión, en el que al estilo de la tradicional radionovela (el escritor venezolano César Miguel Rondón, autor del “Libro de la Salsa”, hizo la narración en off y el sociólogo dramaturgo y periodista panameño Raul Leis aportó textos), se narran  los avatares y esperanzas de una familia prototipo latinoamericana, la del sastre Carmelo,  y se dejan advertencias y constancias: “Maestra vida camará, te da y te quita, te quita y te da”, que así como fue censurada dio pie a montajes variados en todo el continente. El binomio Blades Colón continuó con el álbum "Canciones del solar de los aburridos"  que contiene los temas "Tiburón",  salsosa denuncia de la agresión imperialista a Centroamérica y el embargo contra Cuba; "Ligia Elena", ironía sobre la discriminación racial y de clase y el arribismo; "Madame Kalalú", divertida narración sobre las adivinas embaucadoras; "Te están buscando", las consecuencias de meterse en enredos con el bajo mundo; el bolero en ritmo de samba  “Y deja” (Piloto y  Vera), y “¿De qué?” , llamado a reflexionar sobre la acumulación egoísta. El quinto y último trabajo conjunto fue "The Last Fight", banda sonora de la primera película de Blades como actor, se destacaron los temas de Rubén "Cimarrón": "Baiano y Mandinga por el monte alzados están", y "What happened: "Me dicen que por borracho José en la acera quedó".

Con un contrato a medio cumplir, las relaciones de Rubén Blades con los propietarios de la Fania se hicieron cada vez más difíciles, pues con una posición justa, que  ha mantenido siempre, controvierte el mañoso criterio de propiedad de derechos de autor al servicio del que paga, reclamó el derecho sobre sus obras a lo que firma se negó.  Entonces, con  el fin de liberarse, crear su propia orquesta y buscar nuevo sello discográfico, regrabó composiciones hechas para otras voces o realizó versiones de temas que le atraían, sin mucho entusiasmo, para entregar los tres trabajos pendientes: “El que la hace la paga” 1983, “Mucho mejor” 1984 y “Doble filo” 1987, en los que a su desgano se sumaron el desinterés y los abusos de Fania que irrespetó las orientaciones del autor para su publicación y los sacó al marcado a su antojo y conveniencia, como varios compilados y participaciones suyas en discos colectivos. Aun así, pegaron temas como “Cabeza de hacha”, tango ya versionado por el colombiano Noel Petro; “Lo Pasado no perdona”, “Ganas”, “Privilegio”, “Noé”, “Amor pa’ que”, “Mucho Mejor” y varios boleros. Como acicate a los retos, intervino en el trabajo “Entre amigos”, con Loui Ramírez y el Conjunto Quisqueya, con un aporte  premonitorio: “Sigo pa´lante.

Por entonces, en el “Cono sur”, con  miles de torturados, ejecutados, desaparecidos, niños raptados tras asesinar a sus padres, exiliados,  los militares anunciaron la “pacificación” y la reconducción ideológica hacia los “valores tradicionales” y pusieron en marcha en calma chicha el modelo económico neoliberal en países ahogados por la deuda externa robada por la corrupción y cuyo pagó se trasladó a los hombros del pueblo. En contraste, en Centroamérica, el  19 de Julio de 1979, el triunfante Frente Sandinista de Liberación Nacional arriba a Managua y acaba la satrapía de los Somoza, con Carlos Mejía Godoy y Los Palacagüina en la banda sonora de la revolución,  y en El Salvador y Guatemala irrumpen alianzas  de las guerrillas y los grupos de oposición contra dictaduras sanguinarias al servicio de oligarquías adscritas a Washington, en medio de una demencial represión. La iglesia de los pobres jugó un papel determinante en la concientización y defensa del pueblo, actitud que le costó la vida a numerosos sacerdotes y monjas, entre ellos a Monseñor Oscar Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador, al que los escuadrones de la muerte asesinaron en plena eucaristía y ante una feligresía conmocionada, mientras exigía “En nombre de Dios, en nombre de este sufrido pueblo, les exijo, les ordeno: ¡Cese la represión!", luego de que la milicia ametrallara  una manifestación en plena plaza principal, causando decenas de muertes.   

Buscando América
En 1984, Blades estrena su agrupación musical Seis del solar, en la que suprime trombones para diferenciarla del sonido de la orquesta de Willie Colón y prioriza el vibráfono y el sintetizador; así como  su vinculación al sello Elektra y el hermoso álbum “Buscando América”, todo un manifiesto político sobre la realidad oprobiosa del continente, no exento de juicios jocosos, con ecos jazzísticos y caribeños.  En “Decisiones”,  en medio del goce, nos pone a pensar en las picardías evitables y sus consecuencias inevitables;  GDBD (Gente Despertando Bajo Dictaduras),  guaguancó en el que narra el despertar cotidiano de un agente de un aparato represivo (un "tira"); “Desapariciones”, la denuncia, el llamado a la memoria y al recuerdo, a no doblegarse y a no renunciar, una prédica que  se convirtió en el himno en honor de los miles de víctimas de la desaparición forzosa por motivos políticos -las Madres de la Plaza de Mayo y los grupos rockeros “Maná” de México y “Fabulosos Cadillacs” de Argentina  lo hicieron suyo por la realidad de sus países; “Caminos verdes” ,  sofisticado y  esperanzador instrumental;  “El Padre Antonio y su monaguillo Andrés”,  sentido homenaje a Monseñor Oscar Romero y los sacerdotes y monjas sacrificados por acompañar el martirio de sus pueblos; “Todos vuelven”, del peruano Cesar Miró -con quien Blades tuvo la oportunidad de platicar sobre el tema  en la televisión peruana antes de morir-, la nostálgica añoranza de los emigrantes, una versión más, escogida por quien valora su mensaje; y, al final, “Buscando América”, un llamado por la patria grande lacerada.

La bestialidad dictatorial no aguantó el paso del tiempo en Sudamérica  A mediados de los años 80, la resistencia interna, la lucha de los exiliados, la solidaridad internacional, de una parte; la represión, la corrupción y la incompetencia de los militares para gobernar y el fracaso de las FF.AA. argentinas en la Guerra de las Malvinas, reivindicación nacionalista con la cual quisieron ganarse al pueblo, por la otra,  llevaron  al fin de las dictaduras con procesos de democratización conducidos por los partidos tradicionales rehabilitados en alianzas amplias de oposición, la mayoría de los cuales, sin embargo, dio continuidad al  recetario neoliberal. Al tiempo, los sandinistas enfrentaban heroicamente la agresión,  el Frente Farabundo Martí acechaba a las puertas de la capital salvadoreña y el mundo asistía indignado a la masacre de indígenas en resistencia en Guatemala. Reagan y Bush insistían en doblegar la alternativa popular apoyando gobiernos indeseados y a la contrarrevolución, pero ya era imposible volver al pasado.

Tras actuar y cantar a dúo con el cubano exiliado Virgilio Martí y a capela “Todo vuelven” en la película del también exiliado León Ichaso, “Crossover Dreams”, y recibir su grado en Harvard, Blades presenta, en 1985, el segundo trabajo con Seis del Solar, “Escenas”, del que con el tiempo resaltarían “Cuentas del Alma”, la soledad de una mujer enamorada y con hijos, tras la separación; “Caína”, los riesgos de la drogadicción; “Muévete”, del cubano Juan Formell, un llamado al mundo para la acción por el cambio, que años después interpretarían conjuntamente en Francia; "Tierra dura" y “Sorpresas”, que se destacó, no por impactar, sino por el debate generado al ser presentada por Blades como la segunda parte de Pedro Navajas. Luego explicaría que, ante la imposibilidad de usar su tema original, pues es “propiedad” de la Fania, decidió revivir a quien había  matado en una estupenda historia. En uno de los coros lo dijo todo “¿Éstos novatos qué creen? ¡Si éste es mi barrio papá!”. En Rubén Blades y Seis del Solar Live (grabación de un concierto en NY) fustiga con puya los peros que se pusieron a “Pedro Navajas”: “Si los que sabemos hubieran tenido que revisar El Quijote no lo habrían publicado por largo y habrán quitado a Sancho Panza”. En una nueva incursión creativa e intelectual, musicalizó y cantó letras inspiradas en los primeros cuentos de Gabriel García Márquez, en el álbum “Ojos de perro azul”, aventura de “realismo mágico” y reivindicación latinoamericanista con poco swing para bailadores, cuyo resultado, según dijo el canta-autor, burlonamente, les gustó a él y a García Márquez pero no a la gente, que no lo comprendió, “¿Y qué sabe de música García Márquez?”.

Con la caída del Muro de Berlín, simbolismo del derrumbe del campo socialista, la insurgencia en Centroamérica y una parte de ella en Colombia repensó la ruta. La realidad impuso la paz mediante acuerdos negociados que dieron paso a democracias formales, con garantías para la oposición y la implantación de algunas reformas políticas y sociales. Los primeros gobiernos electos, sin embargo, pertenecían a partidos pro estadounidenses con programas neoliberales, pero la guerrilla desmovilizada  se hizo fuerte en el legislativo, logró poder local y se convirtió en opción real sin temor de ser aniquilada. En Panamá,  el 20 de diciembre de 1989 (a ese día de dolor también le cantó Rubén), la aviación estadounidense borró del mapa sectores populares de la capital para dar al traste con el General Manuél Noriega, quien en una jugada a tres bandas, con un liderazgo populista, apoyaba a la izquierda latinoamericana, engañaba a la CIA y facilitaba rutas y refugio a los narcotraficantes, y claudicó al mando de una resistencia, por tales antecedentes tibia y desmoralizada. Invasión que, no obstante, repudió todo el continente.

Prohibido olvidar
Rubén Blades reconforma su agrupación musical, con un acento más salsero, y da vida a Son del Solar con el que publica el álbum “Antecedente”, añoranzas a los sitios, amores  y situaciones de su infancia, y además: “Juana Mayo”, el drama sentimental y humano de la prostituta: “Dime varón si tú te acuerdas de ella”; “Contrabando”, una pormenorizada descripción de la práctica del matute por el Orinoco, o en cualquier frontera del continente; y “Patria”, la sentida descripción de los elementos sentimentales y naturales que nos aferran a una identidad: “Patria son tantas cosas bellas”.  Escribe un tema para Maikol Jackson y graba en Hollywood, con  colaboración de Sting, Elvis Costello y Lou Reed, el trabajo  en inglés “Nothing But the Truth”, rock, pop y reggae con intenciones políticas para el mercado estadounidense, denunciando la represión y reivindicando las luchas de los pueblos centroamericanos, que dedicó a Heberth Anaya, presidente del comité de derechos humanos de El Salvador, asesinado frente a sus hijos antes de que se publicara el disco. En 1991, da a conocer el segundo álbum con  Son del Solar, “Caminando”, en el que el corte  que sirve de título, en la línea de los versos de Machado pero con sabor caribe, llama a la búsqueda y  la experiencia; “Camaleón”, sabrosa increpación a la envidia; “Mientras duerme la ciudad” se perpetua  el statu quo; “Obalué”, referente de la religiosidad afrocaribeña; “Cipriano Armenteros”, crónica sobre el legendario bandolero veragüense; “Ella se esconde” (“¡Qué bandolera que eres tú! ¡Qué raquetera en el amor! Me has enredado en tu revulú Y me has robado el corazón”); “Él”, que tiene durmiendo dentro una mujer; “Raíz de sueños” en encomio del Caribe, y dos proclamas: “Prohibido olvidar” (lo que hicieron las dictaduras militares y las otras) y “Tengan Fe que esto no se acaba aquí".

“Amor y Control” (1992) inicia una nueva etapa bajo el sello multinacional Sony. Con tres carabelas navegando en un mar apacible en la carátula,  fue  una entrega con varias motivaciones: la muerte de Anoland, la mamá de Rubén, a quien dedica “Canto a la madre” y “Canto a la muerte”; el desastre de los daños ambientales descrito en “Naturaleza Muerta” y “El Cilindro”; los 500 años de América, “Celebración” con los pueblos indígenas y “West Indian Man” con los del Caribe; “El Apagón”, una satírica referencia al atraso por el desgobierno y la grandilocuencia: “Quinientos años de cotorreo. Se fue la luz y siguió el saqueo”; el amor en “piensa en mí” y el alegre  “Creo en ti”; la crónica con mensaje de “Amor y Control”, sobre la unidad familiar frente a la amenaza de la drogadicción, compuesta tras una escena real durante una visita a su mamá enferma en el hospital; y “Adán García”, la tragedia del desempleado, que desilusionado de las promesas politequeras, en una acción ingenua y desesperada, encuentra la muerte. El rostro de angustia de Adán García, dice  Blades, se le aparece en forma recurrente. En 1995, se produce su esperado retorno con Willie Colón, “Tras la tormenta”, en el que rinden un homenaje a Héctor Lavoe; Blades interpreta la estremecedora “Desahucio” del boricua “Tite” Curet Alonso, sobre los lanzamientos de ocupantes de vivienda por no pago, y  “Tras la tormenta, lo bueno viene ya”. El éxito comercial fue “Talento en televisión” de Amilkar Boscán en la voz de Colón.

Tras la invasión y la captura de Noriega, en Panamá vendría una seguidilla de gobiernos oligárquicos corruptos impuestos por la Casa Blanca y de orientación religiosamente neoliberal. En ese escenario, el ya reconocido compositor, músico y actor Rubén Blades regresó a su país y formó el partido Papa Egoró (Casa de todos en Kuna) con una plataforma de defensa de la soberanía, justicia social, administración pública pulcra y eficiente y plena vigencia del Estado de derecho, los derechos humanos y las libertades públicas. Tuvo un promisorio respaldo inicial, lo que le dio varios escaños en la Asamblea Legislativa y un tercer lugar  como candidato a la Presidencia en 1994, apoyo que se fue menguando con los cambios políticos internos y el distanciamiento de su líder,  absorbido por una agitada vida artística.

La rosa de los vientos
Con “La rosa de los vientos” (1996), abre una nueva etapa para poner en práctica sus criterios como productor musical: graba con músicos y autores panameños (sólo 2 de los 14 temas son suyos), variedad de ritmos con acento en los propios del istmo, y libertad conceptual. El disco se apreció con los años, como el bello tema “Vino Añejo” sobre el amor maduro que canta Rubén, al igual que el vallenato “Eres mi canción” y “Un son para ti”, donde imposta la voz para dar vida a “Medoro Madera”, su alter ego sonero. Interpreta también “El semáforo”, la vitrina callejera del tercer mundo, y un aparte promisorio del Chilam Balam, los relatos de la civilización maya. En 1999, con el trío Editus de Costa Rica y músicos panameños produce el álbum “Tiempo”, en el que la experimentación instrumental y sonora y la reflexión en distintos ámbitos,  se amplía a ritmos y géneros latinoamericanos. Con sentimiento, Blades afirma que no lo escribió sino que lo  parió y lo concibe como un disco no comercial -ni bailable- sino un trabajo de buena música. “Sicarios”, es un reportaje cantado de la figura criminal que hiciera carrera en Colombia; “Hipocresía”, el retrato de las ambigüedades y distorsiones en la época que corre, en la que no se entiende “porque lo sueños se vuelven mierda”;  “Vida” reconoce  la  involuntariedad  de la existencia pero apela a la razón del ser, "Aguacero": "Abuelita creo que puedo" (a su abuela Emma); "Tu y mi ciudad", "Puente del mundo", a Panamá y Abiá Yala (América indígena en Kuna) a la patria grande; "Encrucijada" en Nuestra América: lucha o retirada; "20 de Diciembre": grita en guaguancó: "Ahora y siempre, recordemos"; “Tiempos” nos habla de los momentos que son la vida y  como coda nos enfatiza, en “Creencias”, que “En algo hay que creer”. De paso presta su colaboración a varias ediciones especiales del Banco Popular de Puerto Rico.

El segundo trabajo con Editus, “Mundo” (2002),  al que son invitados Boca Livre de Brasil, el coral femenino De boca en Boca de Argentina, la canadiense Luba Mason ,su esposa,  y otros músicos destacados de todo el continente, tiene una pretensión musical e intelectual de mayor horizonte. Bajo la premisa de un planeta sin fronteras y una fuente vital común, producen una fusión de ritmos e instrumentos que se pasea y cruza por África, Europa y América con soltura y contenido, destacándose los temas “Estampa”, evocación a la influencia afrocubana en la música neoyorquina, con una letra dedicada a las diversas manifestaciones humanas y a su única raíz;  “Primogenio”, una gaita irlandesa sobre un guaguancó canta a Eleggua, al África madre de la humanidad; “Como nosotros”, la infancia y la solidaridad en los barrios de ayer en el recuerdo de Rubén; en canto flamenco: “Bochinches”, letra   de ironías situacionales y en homenaje a los gitanos,  “Parao”, la admiración por la firmeza ante la discriminación, “Ella”, auto confesión sobre los dilemas de la reciprocidad en el amor y “La ruta”, la memoria común legado de los ancestros y la necesidad de seguir su camino.

En “El capitán y la sirena”, con base rítmica asiática, canta con De Boca en Boca a los desafíos de los amores aparentemente imposibles; “Sebastián” al  querido loquito de todos los barrios y su sueño de  amor, adornado por la gaita; “Jiri Son Bali”,  un canto tradicional de Malí, sobre el cuidado de la vida, con nueva letra de Blades y cantado por  De Boca en Boca y “Medoro Madera”, en ritmo de mambo como homenaje a Eddi Palmieri; “Consideración” (versión de Blades de Oriente de Gilberto Gil) con Boca Livre, una invitación a imaginar;  “Danny Boy”, canción tradicional irlandesa en la voz de Luba Mason, sobre gaita irlandesa, violines y flautas, recuerda  a New York y las víctimas del 11 de septiembre; como “ñapa”, por la paciencia de sus escuchas, les ofrenda al final “San Patricio”,  homenaje a Irlanda en clave salsera, sonea “Medoro Madera”. En una colaboración con el grupo mejicano Maná convierte en éxito de la balada pop "Sábanas frías". 

A comienzos del siglo XXI, tras el desolador panorama heredado del neoliberalismo, con las economías arruinadas por una apertura incondicional y desequilibrada, la propiedad pública subastada a precio de ganga a  inversionistas foráneos y las mayorías en la pobreza, el desempleo y el rebusque, las luchas sociales orillaron las propuestas tradicionales y dieron la alternativa a un variado menú de apuestas genéricamente ubicadas en la izquierda, cuyo acento social resalta, aún en el más crítico balance, en la mayor parte de los países de Latinoamérica y El Caribe. En 2003, Panamá celebró los 100 años de Independencia, entre los actos conmemorativos se destacó un concierto gratuito de Rubén Blades, con Gilberto Santarrosa como invitado, en homenaje a las glorias del país, al margen de los actos oficiales de la alcaldesa capitalina Mireya Moscoso.  Al año siguiente, el  socialdemócrata Martín Torrijos -hijo del General-, apoyado por Blades logró la Presidencia de la República. Rubén fue nombrado Ministro de Turismo, encargo que desempeñó con entusiasmo hasta el año 2009, apartándose del mundo artístico por cerca de un lustro. La participación en un documental homenaje al gran compositor boricua  "Tite" Curet, patrocinado por el Banco Popular de Puerto Rico, y exitosa gira latinoamericana “Todos vuelven” marcaron su regreso a la música.

Cantares del subdesarrollo
Liberado de las responsabilidades oficiales, da a conocer “Cantares del Subdesarrollo”, grabado en el garaje de su casa en Los Ángeles (California), terminado en 2003 y guardado hasta nueva orden,   en homenaje a Cuba y Puerto Rico, álbum en el que elaboró todas las letras, ejecutó casi todos los instrumentos (maracas, bongó, campana, tres cubano, guitarra acústica, con cuerdas de metal y de 12 cuerdas; Walter Flórez ejecutó los demás: flauta traversa, cajón peruano, percusión menor, bajo y percusión sintetizada) y cantó en su voz y en la de “Medoro Madera”  e hizo los coros, produjo por su cuenta y vendió por Internet. Una continuación de los personajes de “Maestra Vida”,  con la temática de la vida, el barrio y el país vistos con amor,  humor y mordacidad; sabrosura, salsa, sones y guaguancó. La nostalgia de “Las calles”  de los duros y “El reto” a los cobardes; el  “País portátil” que se vende por los indignos e incapaces que lo gobiernan; la erección por la que “El tartamudo” ruega a la prostituta y ante su negación le advierte: tú te lo pi pi pi pierdes, grabado originalmente en un álbum de rock que patrocinó para varios artistas jóvenes y de descarga gratuita y éxito de 2004 cuando lo interpretó con la Spanish Harlem Orquesta; el sentimiento en “Olaya” (incluida en el trabajo “Arrasando” de Los Van Van de Cuba)  y “Moriré”; la diversión del béisbol en “Segunda mitad del noveno”, aquí se decide el juego y no se pude perder;  el ruego por protección en “Bendición”; y la cuota de mensaje en “Símbolo” y en  el coro marcial de “El himno de los olvidados”. En 2009 colaboró con Calle 13 en el tema "La Perla", homenaje al barrio eterno y universal.

En 2012, otra sorpresa, el álbum conjunto y póstumo con “Cheo” Feliciano, “eba say ajá” (contracción en inglés de “Ahora todos digan ajá”, animación tradicional de “Cheo” Feliciano, que bien podría ser una frase en lengua africana) en el  que cada uno interpreta cuatro éxitos y un tema inédito del otro. Rubén la composición de “Cheo” “De aquí pa´lla” y “Cheo” “Inodoro Pereira” (homenaje a Fontanarrosa) de Rubén, sobre el hombre inútil, hipócrita, sabiondo, quejón, negativo y oportunista: “en cualquier sistema no sirve pa´na”; a dúo: “Si te dicen” y “Lo bueno ya viene”. También realiza con la Orquesta Sinfónica  Juvenil de Venezuela, dirigida por Gustavo Dudamel, una versión de “Maestra Vida”; en Buenos Aires presenta una versión de “Pedro Navaja “ en tango y trabaja proyectos con el fallecido Paco de Lucía,  con la Sinfónica de Praga y un disco de boleros. Como el sonero “Medoro Madera” colabora con versiones de “Lágrimas Negras” y “Contéstame” en el cd “Vamos pa´la fiesta” del tradicional Septeto Santiaguero de Cuba. En 2013, con la orquesta de su paisano Roberto Delgado produce un álbum con  éxitos de muy buen recibo y es aplaudido en festivales de jazz. En Buenos Aires graba con la orquesta de Carlos Franzetti varias de sus canciones en tango, destacándose, como no, "Pedro Navaja", por el que recibe un Grammy más en su exitosa carrera. En 2014, entre las 50 canciones desordenadas con que Serrat celebra igual número de años en el canto, hace dúo con Blades en una aplaudida versión salsera de "Para la libertad".  

Rubén Blades es un hombre sensible, espiritual, comprometido, con una posición política definida en favor de un Estado social, eficiente, democrático  y participativo, enmarcado en la primacía de los derechos y libertades plenas del ser humano; partidario convencido de la integración latinoamericana por las raíces históricas y culturales comunes y como forma de potenciar a la región en el mundo, crítico del mercantilismo en el arte y del papel de evasión, ocultamiento y distorsión de la realidad por los medios de comunicación. Califica su arte como “cuentos musicalizados” o “música urbana con mensaje”. Polifacético, además de excelente compositor y músico con 20 albums propios, muchos temas versionados varias veces, y decenas de colaboraciones; ha participado como actor en más de 30 películas, varias con el sello Hollywood, en la más reciente de las cuales, “La Cristiada”, interpretó al Presidente  mejicano Plutarco Elías Calles, a quien, junto con el suceso, investigó a profundidad para una versión creíble y reivindicativa; actuó en 2 series de televisión; musicalizó algunos filmes y series de tv; hizo parte de la nómina del musical “The Capeman” de Paul Simon en Broodway; socializa sus ideas y análisis en columnas de prensa, algunas confrontadas con sectores progresistas que cuestionan sus posiciones frente a Cuba y Venezuela, y han sido un suceso sus conciertos desde la época con la Fania, pasando por “Todos vuelven”, hasta el de apertura de Salsa al parque en los 475 años de Bogotá, donde no ahorró repertorio para 40 mil asistentes emocionados y frases recordando  a Víctor Jara, Camilo Torres Restrepo, "Nuestro Gabo" y "La Latinoamérica  unida que Bolívar soñó".

Ha Recibido  como reconocimiento 10  premios Grammy a su música y nominaciones como actor; participó en el álbum colectivo de estrellas de la canción mundial “Carnival” para promover la protección de los bosques con la canción “No te dejaré arder”, creó la letra de “El control” para una campaña anti Sida en Puerto Rico y declamó "Alturas de Machu Pichu" de Neruda en el álbum colectivo de homenaje "Marinero en tierra"; fue honrado con la Medalla de Honor  Pablo Neruda del Gobierno chileno por su contribución a la cultura, el premio My Hero de Aids for Aids por su aporte en la lucha contra el Sida, el nombramiento como Embajador contra el Racismo de Naciones Unidas y el Premio Herencia Hispánica de la Fundación Heritage.  Aspira a realizar  un doctorado en estudios sociales; celebra su cumpleaños porque es “quitarle tiempo a la muerte” y no tuvo hijos por el temor de no tenerlo para dedicárselo; no descarta la competencia política, o mejor electoral, puesto que política, y de la buena, es lo que ha hecho siempre con su música.

No te compran si no te vendes
Para el  final, una muestra de su pensamiento, oportuna para los momentos de impotencia ante los liderazgos “plásticos”, estructuras político-administrativas obsoletas, políticas insatisfactorias o de privilegios y la epidemia de la corrupción, que, no obstante los cambios, aún infectan a América Latina y El Caribe; y provocadora, por la forma en que nos fustiga a los “mal gobernados” como corresponsables por pasividad e indiferencia, reclamo válido hoy cuando para sostener el poder no basta con la represión: “Le indico al pueblo, joven o adulto, que la culpa de que en política y en el sector privado haya gente corrupta, sinvergüenza, mediocre, sin imaginación y sin deseo verdadero de servir al país la tenemos todos. La corrupción no es un problema político: es un problema moral, espiritual, es una calamidad nacional. Es una soberana estupidez afirmar que el que va al Gobierno va a robar o que el Gobierno corrompe a la gente. Lo que ocurre en muchos casos es que pocos ciudadanos participan en el proceso político de forma responsable.

“Votan por gente sin tener realmente intención de fiscalizar el desempeño de quien envían al trabajo administrativo y no consideran ellos mismos reemplazar a los que critican participando en la administración pública. Lo escuché una y otra vez: "No entro en el Gobierno porque me ensucio". Es absurdo. Si no cambiamos a los que criticamos, ¿cómo carajo vamos a salir de ellos? Cuando trabajé cinco años, lo hice con afecto y espíritu, y no robé, ni actué deshonestamente. Dejé de ganar dinero como artista y di mi tiempo completo, cinco años, a hacer bien las cosas y a educar a través del ejemplo. Pocos hacen eso, por desgracia: dejar sus ocupaciones exitosas, que dan bienestar económico, y trabajar en el Gobierno, hacerse responsables ante el pueblo. A los jóvenes, les digo: voten con sensatez y participen del proceso. Y acuérdense de esto: no tecompran si no te vendes”.

Cómo no estar de acuerdo con la propuesta de “crear lo que hasta este punto ha sido un lugar mítico: una Latinoamérica que se respeta y se ama, es incorruptible, romántica, nacionalista y tiene percepción humana de las necesidades del mundo que la rodea”. Digamos con Rubén: “Usa la conciencia latino, no la dejes que se duerma, no la dejes que muera” (“Siembra”) “que lo bueno ya viene” (“eba say ajá”).

lunes, 5 de agosto de 2013

Bogotá en las pupilas y en las venas

El beso de los invisibles, Calle 26 Carrera 13, Bogotá D.C.
Bogotá o Bacatá fue la aldea principal del pueblo muisca, asentado en una extensa sabana cordillerana (andina) en el centro  de la actual Colombia. Los invasores españoles lo renombraron Santafé, el 6 de agosto de 1538, dando inicio a la ciudad colonial, hasta que en el parte de victoria, al arribar luego del triunfo independentista en la Batalla de Boyacá (7 de Agosto de 1819), Bolívar suprimió la referencia hispánica y reivindicó el nombre nativo para animar a las huestes rebeldes con un signo de identidad.  Hoy, a 475 años de su fundación, casi ocho millones de personas, gran parte de ellas de diversos orígenes regionales (Bogotá es Colombia),  han hecho suya una de las urbes más atractivas de Latinoamérica y viven una experiencia inédita de gobierno alternativo: la Bogotá Humana, incluyente y diversa de Gustavo Petro (2012-2015). Un sugestivo cambio de nombre y pintura ornamental en el salón principal del Palacio Liévano, sede de la alcaldía capitalina, en la céntrica Plaza de Bolívar, simboliza los nuevos tiempos: el tradicional salón Gonzalo Jiménez de Quezada, nombre del fundador colonial,  ahora se llama Los Libertadores y el cuadro en honor al extremeño fue sustituido por El Chamán, un retrato del grancolombiano Simón Bolívar vestido de paisano…

En su rostro los  rastros del tiempo

Es la Bogotá  central de La Candelaria colonial, la Calle Real (Carrera Séptima) y el conjunto Calle del Sol;  el Chorro de Quevedo, el Observatorio Astronómico y el Camarín del Carmen;  la casas de Antonio Nariño, Gilberto Alzate Avendaño,  Rafael Pombo, José Asunción  Silva, Miguel Antonio Caro y Rufino José Cuervo, sedes de entidades sin ánimo de lucro o públicas, que comparten el objetivo misional de enriquecer y divulgar nuestra cultura; los pasajes Rivas y Hernández y los  recordados Cuervo y Arrubla, en cuyo incendio, en 1900, ardió el Acta de Independencia y parte de la historia de la ciudad; Los Ministerios; la Academia de Historia; La Casa de Nariño y el Palacio de San Carlos; los colegios Salesiano León XIII y de La Merced  (hoy, escuela de artes); La Capuchina y el Voto Nacional; Nueva Santa Fe, las Torres del Parque y el Centro Cultural Gabriel García Márquez de Salmona; las torres Jiménez de Quezada, Blancas y de Fenicia; el Jockey y el Gun Club; los Palacios de la Policía y de Bellas Artes; el Capitolio Nacional, el Colegio San Bartolomé, el Arzobispado, la Catedral, El Sagrario, el Museo de la Independencia (“Casa del Florero”), el Palacio de Justicia, el Edificio Liévano y la Casa Juan Flórez de Ocariz (Museo de los Comuneros: de allí sacaron a Galán y sus compañeros para decapitarlos), enmarcan la Plaza de Bolívar con la escultura del Libertador de  Tenerani al centro, donde las palomas revolotean y pican el maíz que les arrojan los abuelitos, un fotógrafo, con una Réflex o Polaroid, ofrece tomar un retrato y un lustrabotas charla entusiasmado, al tiempo que agita un periódico trasnochado…

De la Plaza, por la Carrera Séptima hacia la calle 26, los edificios Murillo Toro, El Tiempo, Banco de la República (en la esquina donde quedaba el famoso Hotel Granada de los 40), BCH, Museo del Oro, Avianca (y el recuerdo del incendio de 1973), al frente los templos contiguos de San Francisco, La Veracruz y La Tercera; y a ambos lados hacia adelante, los edificios Córdoba, Escobar Jimeno, Ibérica, Colseguros, La Carrera; la Plaza de Las Nieves, hoy Eduardo Umaña Mendoza, en memoria del jurista defensor de presos políticos y los Derechos Humanos, asesinado; el edificio Michonick (Personería de  Bogotá) y el curvo del IDU, el Teatro Jorge Eliécer Gaitán, la Terraza Pasteur y el Centro Internacional: los edificios Embajador, Colpatria iluminado (enseguida el teatro Olympia convertido en oficinas); Colón, de bohemios, izquierdistas y poetas;  Aerolíneas   Argentinas escalonado; Fonade; el del reloj electrónico del Banco de Bogotá (hoy de manecillas y de CorfiColombia); las esculturas de La Rebeca y el Mono de la Pila y la iglesia de San Diego en el entorno;  el Hotel Tequendama, el Parque Central Bavaria, con las cavas y falcas de la desaparecida cervecería; los  edificios que pertenecieron a Bavaria y la Flota Mercante; por la 26 hacia  el aeropuerto Eldorado (occidente), en la carrera  22 (en un espacio del Cementerio Central), el Centro de Memoria Histórica, Paz y Reconciliación con la cartografía de los asesinatos políticos en la ciudad, empotrado en un sitio  del tradicional rito del perdón…

Desde los cerros orientales, por el Eje ambiental de la Avenida Jiménez: la Quinta de Bolívar, la iglesia de Las Aguas, el monumento a Policarpa Salavarrieta “La Pola”, la Academia Colombiana de la Lengua, el Parque de los Periodistas, el Templete al Libertador, los edificios Bicentenario (en homenaje al 20 de Julio de 1810, día del “Grito de la Independencia”), Continental  (tradicional hotel remodelado, ahora de apartamentos), Monserrate (vieja sede de El Espectador), la Plazoleta del Rosario, El Tiempo; pasando la Séptima,  al costado norte, el Palacio San Francisco (sede ahora de la U. del Rosario), en el costado sur, la esquina de los esmeralderos, el edificio  Pedro  López, San Victorino, adornado por la Mariposa de Negret, y la variada arquitectura republicana que recorre  la antigua 13 hasta las “celdas” del Banco Cafetero en la carrera 30, incluida  la bella Estación de la Sabana. Si la ruta es por la   Avenida calle 19: el Colombo Americano,  el Colombo Francés, los edificios Procoil, Barichara, Residencial Sabana,  en la 5ª.,  el nuevo Bacatá D.C. (que sobre el viejo hotel, con 60 pisos, será el más grande de Colombia); los cafés y bares en las terrazas; pasando la 7a.  los comederos del mercado; al cruzar la Caracas, el edificio Cudecom (que corrieron sobre rieles para alargar la calle); mas allá, por la acera norte,  la frontera sur del barrio Santa Fe, con su pasarela nocturna de prostitutas y travestis en decadencia…

Miscelánea de vivencias y paisajes

La Bogotá  del bunker de la Fiscalía del Salitre, los juzgados de los edificios Nemqueteba,  Hernando Morales Molina (antiguo Banco de Bogotá) y el complejo Kaysser; las cárceles La Picota, La Modelo, Distrital y Buen Pastor; los archivos Distrital y General de la Nación; el CAN y el CAD; los hospitales San José, San Juan de Dios, La Misericordia, Hortúa, Santa Clara, Kennedy, San Pedro Claver (Méderi), San Ignacio, Tunal, San Blas y las clínicas Marly, Country, Santa Fe, Nueva Colombia, Reina Sofía, Corpas y Chaio; los ropavejeros de la Plaza España, la ropa de segunda de la 47 y el madrugón del Gran San, la tienda de ropa popular más grande de Sudamérica; las lánguidas sombrererías de la once, ayer hitos del buen vestir; los toldos de San Pelayo en Usaquén, el mercado de las pulgas de San Alejo (parqueaderos de la 24), el agáchese del Parque de los Periodistas, las vendimias de San Victorino; las tiendas de los barrios donde todavía se vende al fiado; los centros comerciales Santa Fe, San Rafael, Palatino, Hacienda Santa Bárbara, Portobelo,   Unicentro, Unilago, Andino, Granahorrar, Plaza Mayor, Calima, Gran Estación, Plaza de las Américas, Salitre Plaza, San Martín, Metrópolis, Bulevar Niza y Titán; las grandes superficies y cadenas Makro, Alkosto, Carrefour (ahora Jumbo), Éxito, Olímpica, Carulla y los desaparecidos Jota Gómez, Ley, Tía y Dalhom; Corabastos y el mercado de Paloquemao; el extinto lupanar histórico, tenebroso y arrabalero de El Cartucho y el sórdido Bronx que se resiste a cambiar;  las nemesias, el tranvía y los trolis que ya no existen; Trasmilenio, los buses azules del Sitp, el terminal de transporte terrestre y los aeropuertos de Techo (en el recuerdo) Guaymaral, Catam, Puente Aéreo y el Internacional Eldorado, el mayor puerto aéreo del continente…

Chapinero diverso,  la Plaza de Lourdes, el parque de los hippis (Mariscal Sucre) y su olor a "yerba" y el Pasaje Libertador; el Park Way de La Soledad;  el Palo del Ahorcado en Ciudad Bolívar; los monumentos a Los Héroes, Banderas, Colón y la Reina Isabel de Castilla; el Castillo Marroquín, el Quiosco de la luz y el Museo del Chicó; la Plaza Cultural de Todos La  Santamaría; los museos del Oro, Nacional, de la Independencia, Colonial, de la Moneda, Botero, de Bogotá, de Arte Moderno  y la Casa del Marqués de San Jorge; Maloka, el Planetario y el Jardín Botánico; el Cur y Compensar de la 93, el Cubo y la sede campestre de Colsubsidio; el desaparecido Bolívar Bolo Club y las boleras  San Francisco (remodelada) y del Ricaurte; el Niño del 20 de Julio, el Señor de Monserrate, el Santuario de la Peña, San Judas Tadeo y Nuestro Señor de Los Milagros, de los que dicen son prodigiosos, y un centenar de iglesias más, que en el centro orientaron la expansión de la ciudad; los jardines de Paz, del Recuerdo y El Apogeo y el Cementerio Central, que reza en el frontis de una de sus colmenas de bóvedas desocupadas: la vida es sagrada…

Bogotá, capital mundial del libro 2007, la de las bibliotecas Nacional, Luis Ángel Arango, Virgilio Barco, Santo Domingo,  El Tunal,  El Tintal, Biblio REd y  Libro al Viento, literatura gratis distribuida por todas partes; la Ciudad Universitaria (de la Nacional, la "Nacho") con la  plaza “Che”, el Jardín de Freud y el Auditorio León De Greiff; las universidades Distrital,  Javeriana, de los Andes, Externado, Central, Jorge Tadeo Lozano, La Salle, Rosario, Gran Colombia, Sabana, Santo Tomás, Arboleda y Libre; el Centro de Alto Rendimiento, los coliseos El Salitre, El Campín, Cayetano Cañizares y Alfonso López; la Media Maratón, la Caminata de la Solidaridad, el campeonato de fútbol aficionado del Olaya; la época de El Dorado con Pedernera, Santa Fe (el Expreso Rojo) y Millonarios (el Ballet Azul), sus barras y el fútbol en El Campín;  Mundo Aventura, el Aquaparque Ci Ci; los parques de los Niños, de los Novios, Simón Bolívar, Virrey, Santander, Nacional, de la Independencia, Tercer Milenio, Ciudad Montes, Tunal y Tintal; los ríos Arzobispo, Tunjuelo, San Francisco, Virrey, Fucha, San Agustín, San Cristóbal  y Bogotá; la quebrada de La Vieja, los humedales Juan Amarillo, La Conejera, Córdoba, Santa María del Lago, Tibanica, Tibabuyes, Torca, Guaymaral  y Jaboque; los cerros orientales: El Cable, Cruz Verde, El Verjón, los tutelares Monserrate y Guadalupe; eucaliptos, buganvilias, amarrabollos, abutilones, nogales, sietecueros y frailejones; los parques naturales Mirador de los nevados, Chicaque, Entrenubes y  Sumapaz, el más grande del planeta... 

Las Cruces, Las Nieves, Los Mártires, Germania, Villa Javier, Policarpa, Meissen,  Arborizadora, Lucero, Olaya, Quiroga, Fátima, San Carlos, Floralia, Álamos, Ciudad Berna, Luna Park, La Fragua, Muzú, La Chucua, Primavera, Santos, La Estanzuela, Santa Isabel, Veraguas, Trinidad, Galán, Gaitán Cortez,  San Blas, Jerusalén, Germanía, Modelia, Mandalay, Milenta, Normadia, Las Ferias, Florida, Bonanza, Santa Helenita,  Tabora, Quirigua, Toberín, Lijacá, La Esmeralda, La Cabrera, La Magdalena, La Merced, Bosque Izquierdo, Inglés, Antiguo Country, Quinta Paredes, Polo Club, San Cristobal, Santa Bárbara, Chicó, Roma, Los Laches, Patio Bonito, Cazucá, El Recuerdo, Gran América, Teusaquillo, 20 de Julio, 7 de Agosto, 12 de Octubre, 11 de Noviembre, Ciudad Salitre, Ciudad Kennedy, Centro  Nariño, mi Takay y mil más; los antiguos poblados muiscas  (hoy 8 de las 20 localidades administrativas) de Suba, Usme, Bosa, Engativá, Usaquén, Fontibón, Teusaquillo y Tunjuelito; La Sultana, Matatigres y Siberia; las avenidas calles 140, 127, Pepe Sierra, 100,  80, 68, 57,  53, 45,  34, 32,  26-El Dorado-Jorge Eliecer Gaitán,  La Esperanza, Las Américas, Jiménez,  Comuneros, Primera,  22 sur,   Primero de  Mayo, Villavicencio; la Circunvalar, las avenidas carreras Quinta, Séptima, Décima, Quince, Diecinueve, Caracas, Ciudad de Quito NQS, 50, 68, Boyacá, Ciudad de Cali y Alo; el puente de guadua de la 80…

Paraíso de sabores

La Bogotá sibarita de  las zonas T, G y L, La Macarena gourmet; Usaquén gastrónoma; La Candelaria sabrosa;  tamal con chocolate en Monserrate, el chocolatico de La Florida, el aguadepanela de la Puerta falsa; pollo de Las Colonias (Kokorico), La Riviera y Surtidora de La 22 -decían que era un efectivo pararrayos-; la Gallina Suprema, Rico,  Sopas de la abuela, Sopas y postres, Creps & Wafles; Andrés, carne de res; fritanga Donde Manuel, Don Jorge en Kennedy, Las Leonas, las Ojonas del Samper Mendoza y El Manteco Guillermo en el sur (La Pecosa de La Hortúa y Donde canta la rana del Restrepo ya no existen);  morcilla de Doña Segunda, en la plaza del 12 de Octubre; empanadas de pipián y arepa rellena en  la 85; las empanadas Dominó; comida criolla en la Gran Sucursal y La Leona; Chopinar,  salchichas de El Bohemio; hamburguesas de  Pesquera Jaramillo, La Hamburguesería, El Corral, El Rodeo y Presto; la Bonga del Sinú y la "mamona" llanera de El Motorista y Los Tronquitos en la glorieta de la 50, chuleta en el Sevilla y, en el Carvajal, huesos de marrano con la mano…

Los sabores del Pacífico en la 5ª y Quilichao; currambero en Narcobollo; de mar en Benjamín  Bohórquez, Jaramillo, La Fragata  y las pescaderías del Restrepo;  Fulanitos valluno; hornado pastuso en Sindamanoy y cuy en Las Ñapanguitas; bandeja paisa en  Las Acacias, El Poblado, El Arriero, El Portal del Marinillo y El Envigadeño y Mondongo y algo más; cabro y pepitoria en Barichara y Chicamocha; Mi Gran Cocina Boyacense; churrasco en El Viejo, Mi Viejo y la Estancia Chica, Rodizio en Brasa Brsil; comida mexicana en Frida, gringa en Friday´s y Hard Rock, francesa en Bonaparte y A seis manos; pasta italiana en La Romana, Salerno, O Sole Mío, Pozeto y Giuseppe Verdi; española: paella en Navarra y Félix, tapas en Cazuelas de la 22, el “calducho” de El Trébol y sándwiches de jamón de jabugo, pata negra y serrano en Íbero ; El Chalet Suizo y el Refugio Alpino; Moros y Cristianos e Ilé cubanos;  la casa de Rosita, el Gran Vatel, Casa Medina, El Republicano, El Patio, Pajares Salinas; y el insigne ajiaco los domingos en Los Cauchos, Casa Vieja, Club Colombia, Doña Elvira y Las Margaritas (picar con empanadas) o en casa de alguna “chatica”...

La repuesta de amanecida en Caldo para´o, Cuatro vientos,  Desayunadero de la 42 (o en el parqueadero de la 41), Tony y el Cañón del Chicamocha;  pan de El Cometa, Cosmos, San Fermín, San Marcos, Los Hornitos y Pan pa´ya; Mogolla y Masato Santafereño, La perrada de Edgar y las bizcocherías Cyrano y Alaska que ya no están; las pastelerías Belalcázar, Guernika, Toledo, Cascabel, Yanuba y Metropol y las 7 mil que hay en toda la ciudad; patacones con hogao, calentado con pega, empanadas, liberales con masato, almojábanas, huevos pericos, perros calientes, pizzas y buñuelos, al paso;  los piqueteaderos de aquí y allá;  las cigarrerías La Gran Vía, Casa Lis, La viña y Marandúa; los "postribulos" del Jota Vargas y Endulza tu paseo,  pastel gloria de Doña Panchita, helados de La Campiña y San Jerónimo; brevas con “ariquipe” y  obleas Don José o en la once con diez; menú gourmet  para los gerentes, “ejecutivo” para los profesionales y “corrientazo” para el pueblito…

Escrita, pintada, fotografiada  y declamada

La Santafé colonial de  Retratos de costumbres de José Manuel Groot, El carnero de Rodríguez Freyre, las Reminiscencias de Cordovez Moure, la Bogotá republicana de las notas de viaje de Isaac Holton y Miguel Cané,  de los textos de Miguel Samper, Santiago y Felipe Pérez, José María Caballero y Soledad Acosta; de las  crónicas de Luis Tejada, Felipe González  Toledo, Ximénez  y las recientes de Arturo Alape y José Navia;   la cambiante  de Las tres tazas (chocolate, café y té)  de José María Vergara y Vergara;  la visionaria de Pax de Lorenzo Marroquín, ambientada en la guerra partidista de los Mil Días a comienzos del Siglo XX; la  cínica y gris de Un tal Bernabé Bernal y Don Simeón Torrente ha dejado de... deber de Salom Becerra y Hombres sin presente de Osorio Lizarazo; sobre el asesinato de Gaitán:  El día del odio, también de Osorio El Crimen del siglo y El incendio de abril de Miguel Torres, El cadáver insepulto y el imprescindible Bogotazo Memorias del Olvido de Arturo Alape, para no olvidar…   

La racista de El rumor del astracán de Bibliowitz; la difícil de La casa de la vecindad de Osorio Lizarazo y Las Puertas del Infierno de José Luis Díaz Granados; la decadente de Los Elegidos de López Michelsen, Los Parientes de Ester de Luis Fayad y Fiesta en Teusaquillo de Helena Araujo; la contemporánea que narran  Opio en las nubes de Rafael Chaparro,  Sin Remedio de Antonio Caballero, Relato de un asesino y Satanás de Mario Mendoza,   Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar, Al diablo la maldita primavera de Sánchez Baute,  Esto huele mal de Fernando Quiroz, Perder es cuestión de método de Santiago Gamboa, El Ruido de las cosas al caer de Juan Gabriel Vásquez,  Todo pasa pronto de Juan David Correa , La mujer en el umbral de Mauricio Bonett, la trilogía de Gonzalo Mallarino; la de  las obras de Germán Espinoza, Alfredo Iriarte y Laura Restrepo; la que escriben autores jóvenes todos los días... 

La de las acuarelas de Pierce, Brown, Marck, José Ramón Torres y la Comisión Corográfica; inspiración de pintores como Andrés de Santamaría, Epifanio Garay, José María Espinoza, Acevedo Bernal, Gómez Campuzano, Gonzalo Ariza, Santiago Cárdenas, Juan A. Roda, Doris Salcedo, Alejandro Obregón, Luis Caballero, Gustavo Zalamea, Lorenzo Jaramillo; de la bienal de Venecia; del pop art de Nadín Ospina; del arte de Bernardo Salcedo, Miguel Ángel Rojas, Ramírez Villamizar, Fernando de Szyszlo, Jim y Olga de Amaral y de la poesía de Julio Flórez, la Gruta Simbólica, los piedracelistas, los panidas, Luis Vidales, Rogelio Echavarría, Fernando Charry Lara, Gustavo Cobo,  María Mercedes Carranza,  Juan Manuel Roca, José Luis Díaz; El Festival Internacional de Poesía; las galerías Garcés Velásquez, Belarca, Arte dos, El Mundo, Beatriz Esguerra y Casas Riegner; la Bogotá del Siglo XIX que quedó para siempre en los lentes de Luis García Hevia, Juan Bennet, Demetrio Paredes  y Julio Racines, de inicios del XX de J.N.Gómez, Pedro Lafont, Benjamín de la Calle  y Luis Lara; de mediados de siglo y El Bogotazo, de Lunga, Sady González, Nereo, Manuel H, Saúl Ordúz y Hernán Díaz, la de la era digital; de la caricatura política de Alberto Urdaneta, El Zancudo de Alfredo Greñas y El Alacrán de Gutiérrez de Piñeres en el Siglo XIX,  Rendón, Chapete, Pepón y Osuna, en el 20, y Betto, Matador, Grosso y Vladdo en el 21;   los cartones de Alfredo y el humor de Jaime Garzón en  el “Edificio Colombia a la orden…

Cinéfila, teatrera y lectora

La ciudad del cine que llegó de la mano de los hermanos Di Doménico, quienes construyeron el teatro Olympia, la primera sala de la ciudad, inaugurada con la película La novela de un joven pobre, el 17 de diciembre de 1912, que ya no existe, como tampoco, al menos, en su uso original,  la mayoría de las decenas que se construyeron:  Rex, estrella del cine mexicano en los años 30;  Astor Plaza (ahora sala de eventos artísticos), Royal Plaza, Apolo, Atenas, Palermo, Radio City, Ayacucho, 6ta Avenida, Colombia, España, Lido, Ibis, Metro Riviera (actual Theatrón) Trevi, El Cid, Lux, Azteca y México (auditorios de la Universidad Central), Opera, Aladino, Libertador (hoy discoteca Vinacure), San Jorge, Apolo, los cinemas de la 24,  los dobles del Mogador (actual Majestic) y el porno en el Novedades, el Coliseo y el Imperio; el cine se ve hoy en los multiplex de los centros comerciales, en los que destacan las pantallas gigantes del Titán Plaza, y el no convencional en la Cinemanía, Gótica, Lumiere y Cinema Paraíso; los festivales  de cine de Bogotá, Europeo, Fantástico y de Terror, Rosa, Documental  Beeld Voor Bogotá, el Globale Bogotá Miradas Emancipadoras, el de la Muestra Internacional de Documental Musical,  y la programación temática de la Cinemateca, al gusto y gratis...

El escenario de las películas de Dago García,  Ciro Durán, Norden, Sánchez, Osorio, Ospina,  Triana, Guerra, Duque, Coral, Colbert García,  Landes, Rojas, Navas, Baiz y Marta Rodríguez;  la de Chircales, Gamín, El taxista millonario, Como perros y gatos, la Estrategia del caracol, Camilo Torres, Visa USA, Confesiones a Laura, Soplo de vida, La sombra del caminante, La gente de la Universal, La toma de la embajada, Esto huele mal, Perder es cuestión de método, La historia del baúl rosado, Bluff, Satanás, El tigre de papel, La primera noche, Sanandresito, La gente del semáforo, Karen llora en un bus (y sus vicisitudes por el centro) , La sangre y la lluvia (la lúgubre ciudad nocturna con parada en la discoteca El Laberinto y el club nocturno La Piscina), Porfirio, García; Postales Colombianas y Sueño en paraíso (dos visiones distintas sobre los asesinatos por militares conocidos como “falsos positivos”) y el documental Retratos de familia de Alexandra Cardona, acerca de la lucha de las madres porque se haga justicia a los responsables de ese crimen de lesa humanidad;  Roa (el asesino de Gaitán en el centro histórico recreado) y Carrusel sobre la tumbada a los bogotanos por la rosca de Samuel...

La Bogotá de los festivales Iberoamericano de Teatro de Fanny Mikey (q.e.p.d.) y Ana Marta Pizarro, Alternativo de Patricia Ariza, de Mujeres en Escena por la Paz, del Oprimido y de la Calle; los grupos de teatro Libre, La Candelaria, Seki Sano, de la Carrera, La Comedia, La Castellana, La Baranda, Arlequín, Teatrova, Casa Ensamble (en la casa Sefair),  Libélula Dorada, Ditirambo, Manzur, y Chiminigagua en Bosa; los teatros Jorge Eliécer, Colón, Colsubsidio, Cádiz, Gimnasio Moderno, Shakespeare, Delia Zapata, Santo Domingo, de Bellas Artes, el renovado Villa Mayor  y el Faenza restaurado por la Universidad Central; las paredes que los  grafiteros y artistas callejeros hacen gritar, los nuevos murales de la 26; las estatuas callejeras;   las desaparecidas librerías Buchholz, Torre de Babel, Contemporánea, El Zancudo, Suramericana, América Latina, Gran Colombia,  y las casetas de la Jiménez y la 19, incluidas mi Mukaya y La Comuna; las vigentes Alejandría, Casa Tomada, Arteletra, La valija de fuego, La madriguera del conejo, Siglo del Hombre, Babel, Nacional, Universidad Nacional, Mundial, Lerner, Panamericana, Luvina,  Valderravía, El Dinosaurio del “abuelo” en  la 45; Ciencia y Derecho; Merlín de Célico, Pensamiento Crítico de Renán, Popol Vuh de Julia y las demás de incunables, antiguos, raros  y usados del Temel...

Charladora, chancera y chismosa

La ciudad de las tertulias amenizadas por una buena taza de café negro (tinto), con leche (perico) o un aguardiente en El Avión, La Botella de Oro, el As de Copas, La Gata Golosa,  el gato Negro, Imperial, Europa, Victoria, Saint Morris, El Automático, Windsor, ayer y en Kaldivia, El Pasaje (también conocido como de los tinterillos o prevaricato) Café Leyenda,  Jurídico,  Oma y Juan Valdés, hoy. La Bogotá antigua del "cachaco", como se denominó al habitante tradicional por su distancia, elegancia, buenas maneras y dialecto particular (el rolo); el de: ala, cachifo, carachas, caray, cascar, chanchullo, chato (a), chatico (a)  chirriado, chisgarabís, desgualetado, frondio, gamín,  jartera, jincho, guarapazo, guachafita, guache, guacherna, lambón, líchigo, mijo, picho, pichurria, regio, vaciado, vergajo; mi rey, mi chino, sumercé, ¡Ah carajo! ¡Qué vaina! ¡Nos jodimos!

De la bohemia picaresca, repentista e intelectual de "Ñito" Restrepo, el "Indio" Uribe, Barba Jacob, Julio Flórez, Eduardo Carranza, Arturo Camacho, Jorge Rojas, Aurelio Arturo, Clímaco Soto Borda, León De Greiff, Candelario Obeso, César Uribe, Guillermo Valencia, Rafael Maya, Juan Lozano, Alberto Lleras, Luis Vidales, Alberto Zalamea; la comediante y satírica de Humberto Martínez, ayer, y la reciente de Jaime Santos a Antonio Sanint y Julián Arango; la del periodismo nacido con El Aviso del terremoto, establecido con El Papel Periódico de Santafé de Bogotá, convertido en arma política con La Bagatela y Los Toros de Fucha por Antonio Nariño; el combativo de la Nueva Prensa y Alternativa ayer y Voz y Desde Abajo hoy; el actual de Semana, Cromos, El Tiempo, El Espectador, El Nuevo Siglo, La República, El Espacio, Hoy,  ADN y Publimetro; Plan B, Goce, DC, Cartel Urbano; Soho y Don Juan; de las desaparecidas revistas culturales Pan, Mito, Aleph,  Puesto de Combate y Número, y, hoy,  Arcadia y El Malpensante con su festival picante...

La costumbrista, bucólica y coloquial  de Yo y Tú, Don Chinche,  el  Doctor Clímaco Urrutia y Animalandia de Pacheco en tv; la de la televisión en vivo en blanco y negro y las grabaciones tumultuosas en los estudios Gravi de la 19; la comercial de hoy de RCN, Caracol y City TV, la cultural e institucional de Señal Colombia, y la pública y humana que promueve Canal Capital; la de Goyeneche, el Bobo del Tranvía, la Loca Margarita, Pomponio y el Artista Colombiano; de  los radioteatros de la Escuelita de Doña Rita , Los Chaparrines y el uruguayo Herbert Castro en Caracol radio: "se le dijo, se le advirtió y no hizo nada…", y El Corcho y Salustiano Tapias; los recuerdos de Pompín de Gonzalo Ayala y el "Chupo" Plata en Radio Tequendama, El patico discotequero de Marino Recio; Enrique París y Otto Greiffestein en Caracol Estéreo y Nuevo Mundo; Eucario Bermúdez en la Voz de Colombia,  el “Ciego de Oro” de La Voz de la Víctor; Salsa con estilo de Jaime Ortiz Alvear, el pionero Miguel Granados Arjona ("El viejo Maik"; William Vinazco y el “patico” Ríos en la Voz de Bogotá, Cristóbal Américo Rivera en “Alerta Bogotá”, y  la HJCK "la emisora de la inmensa minoría" de los Castaño Valencia; la radio de hoy, Radiónica, Señal Nacional, Laud, Javeriana estéreo,  UN radio y la inefable radio comercial liderada por la W de Julio Sánchez Cristo y el “cachaco” Alberto Casas: "no me cuelgue por favor…”

Lujuriosa, divertida y rumbera

De La Piscina, Las Paisas y los burdeles de la 24 en el Santa Fe, las putas y travestis por la 15 desde la 92 hasta la 100,  Linares, Donde Conrado, Porkys, Moulin Ruge, Apolo´s Men, Aroma y Tanga; los moteles de Venecia, la 61, Coconito (el del paracaídas), Eldorado y Puerto Amor entrando a  Álamos, Kankún, llegando a Soacha, Rocamar, La Cita y Estadero del Norte; del trago barato de Sanandresito;  tejo en el Campo Villamil, Las Cruces, Veraguas, Las Ferias y en cualquier barrio; Nutabes y la Terraza Pasteur; la Bogotá curiosa de Jorge Consuegra; la bizarra de Sanín, Sánchez y Chalela; la hermosa Bogotá 360 con fotografías de Cristobal Von  Rothkirch y textos de Enrique Santos Molano;  la del 6 de Enero en Egipto, el Festival de la Chicha y de la Dicha en “La Perse”, el Festival de Verano y las cometas de agosto; el Día del amor,  la Solidaridad y la amistad, el Día de las brujas; la noche de las velitas, las novenas con natilla y buñuelo,   las guirnaldas y los arbolitos de la 53,  la iluminación navideña de Caravelas, los aguinaldos, los juegos pirotécnicos en los parques centrales y los voladores iluminando el cielo del sur; las fiestas de fin de año…

Las ciclorutas  y las  ciclovías dominicales; de Corferias, la Feria Internacional del Libro, de las Colonias, del Hogar, Expo-artesanías, Agroexpo, Expociencia,  Artbog; Colombia Moda; el Festival de varistas y someliers; Alimentarte; serenatas con  mariachis contratados en la playa de Chapinero o con tríos de la 32, fiesta con papayera o grupo vallenato; El Septimazo con su mercado persa, el circo bogotano, Celia Cruz y  Carlos Gardel colombianos, películas y libros "piratas" y la variopinta marea humana de todos los días; Colombia, Hip Hop, Rock, Salsa, Opera y Jazz al Parque; la Media Torta, escenario al aire libre, animado en los años 40 por el “tocayo” Ceballos, con programación trasmitida en vivo por la radio, que durante 75 años ha acogido a los artistas nacionales y a los extranjeros, cuando por ley debían realizar un concierto gratuito; donde cantaron Tin Tan, Cantinflas, Jorge Negrete, Pedro Vargas, Chavela Vargas, Celia Cruz y la Sonora Matancera, la Billos, Los Melódicos, Rafael, Leonardo Favio, Simón “El Africano”, Leo Dan, Roberto Carlos, Rocío Durcal y Vicente Fernández, y ahora  ofrece programación popular y recibe a la muchachada vestida  de negro y con maquillaje gótico,  para los conciertos rockeros, metaleros, punkeros, de hip hop o rap; la Bogotá del perfomance ambulante, sedicioso, valiente, consciente y explosivo de  La Fulminante…

En la que Bolívar bailó La Libertadora; la que se alegró con La gata golosaLos Cucaracheros ("El que en Bogotá no ha ido con su novia a Monserrate, no sabe lo que es canela ni tamal con chocolate") ,  ¡Que vivan los novios! y Agáchate el sombrerito en los 40; Lucho Bermúdez en el Metropol (ahora revivido como Cuban Jazz Café), Eduardo Armani (Ala, cómo estás) Edmundo Arias y Alex Tovar en el Granada y el Tequendama, y  el “cachaco” Julio Torres con Los camarones; La loca  margarita de Milciades Garavito; Pomponio de los Alegres vallenatos en los 50; de Los Flippers, Los Spikers, Génesis, Ana y Jaime, Lukas, Pablus Gallinazus, Eliana, Yaki Kandru, Los Escamilla y el “Chucuchucu” en los 60 y 70, "Para Bogotá" de la Billos y "Bajo el sol de Bogotá" de León Gieco;  y después con Compañía Ilimitada, Poligamia, Distrito Especial, Bloque de Búsqueda, La Derecha, Iván y Lucia, Troller y Arias, Mario Duarte, Héctor Buitrago, Humberto Monroy, Andrea Echeverry, Sociedad Anónima ("Río Bogotá"), “Chucho” Merchán, Doctor Krápula, La 33, La Pestilencia, Aterciopelados,  Tumbacatre, Calambuco, La Conmoción,  Real Charanga,  Mojarra Eléctrica ("Calle 19"), Sidestepper, Bomba Estéreo, Frente Cumbiero, Systema Solar, Alerta Kamarada, Malalma, Curupira, 1280 Almas, Nawal, Pescao vivo, Pornomotora, La revuelta, La Etnnia, Odio a Botero, Guafa Trío, Son Callejero (le dedicó "Feliz cumpleaños" para los 475), Juan Sebastián Monsalve, Ricardo Gallo y la Orquesta Filarmónica (con todas las glorias mundiales que la han dirigido); el Distritofónico, Bogotrax y Rolofest; Capital Mundial de la Música, Bogotá es una rumba…

Las desaparecidas disqueras Fonobosa, Fonocaribe, Melser (de enigmática historia) y  discotiendas Orbe, Daro, Bambuco, La Rumbita, La Música y Mercado Mundial del Disco; las que por fortuna aún existen: Tango Discos, Vino y Vinilo en la 72, las tiendas del Omni y  Musiteca del “viejo” Saúl (q.e.p.d.), César y Sergio Álvarez en  la 19; la metrópoli que añora Unicornio, Las Catacumbas, Broodway, Las Escalinatas, la Caseta Matecaña de la Feria Internacional, La Montaña del Oso, La Jirafa Roja, Sonfonía, Areito y la Casa Buenavista; la que hoy  suspira  y rumbea en El Viejo Almacén de Marielita, la Esquina del Tango, Mi Viejo Tango, El Cafetín de Buenos Aires; El Ovejo, Casa de citas, Buscando América, El Bulín, las peñas Túpac Amaru y MalKKu; Trementina, Clandestinos , Theatrón, "Cuadra picha", la séptima tropical, vallenata y electrónica, Matilde Lina, Mister Babilla, Palos de Moguer, Bogotá Beer Company, la Casa de la Cerveza, los pub inglés e irlandés, The Reed Lion, Antifona, Gaira, Vinacure, el Museo del Tequila, Aguapanelas, Chamois, Charly´s Bar en el Park  Way;  Pachanga y Pochola, Titicó,  Kukaramakara, Latinos,  Galerías en la 53, Candelaria, Siboney, la Barra de  Charly en el Restrepo, la Zona Rosa; la 93,  El Sitio, Salto del Ángel, Habana, Cachao; Salsa Camará, Café Libro, Café Bohemia, Quiebracanto, Son Salomé, Salomé pagana, la escondida Bodeguita de Lucero en la 19 y el Goce pagano…

Protagonista y testiga de nuestra historia

La Bogotá del  suplicio de José Antonio Galán y la traición a los Comuneros; la impresión clandestina de Los Derechos del Hombre y el Ciudadano por Antonio Nariño; el Memorial de Agravios  de Camilo Torres y Tenorio, el Observatorio de Francisco José de Caldas, la Expedición Botánica de Mutis; de José María Carbonell y los chisperos, el Grito de la Independencia y la proclama de Acevedo y Gómez;   la pelea entre carracos y  pateadores,  el régimen del terror, los fusilamientos en fila de patriotas en el Huerto de Jaime (Parque de Los Mártires, en su memoria), la Plaza de San Francisco (Parque Santander) y la Plaza Mayor (de Bolívar); Las Convulsiones de Vargas Tejada, bolivarianos y santanderistas, las Ibáñez, la noche septembrina, la Quinta de Bolívar,  su espada y la casa de Manuelita, su gran amor;  Melo y los artesanos, gólgotas y draconianos,  las sociedades democráticas, José Raimundo Russi, ya independientes, abogando por los pobres..

La del repudio por la separación de Panamá;  que el 8 de Julio del 1921 protestó el asesinato de Gonzalo Bravo Páez, el primer mártir de las luchas estudiantiles, y el 8 y 9 de abril del 51 se volvió a sacudir ante una masacre de universitarios;  la de la Marcha del silencio y La oración por la paz de Jorge Eliécer Gaitán y  El Bogotazo por su asesinato;  la ciudad que el 10 de mayo de 1953 tumbó la dictadura y el 19 de abril de 1970 fue defraudada y Lleras  mandó a dormir; la de Camilo Torres y el Frente Unido; la del Paro Cívico Nacional del 11 de Septiembre de 1977; el robo de la espada de Bolívar, el saqueo por túnel de las 5 mil armas del Cantón y la toma dela Embajada Dominicana; la castigada con saña por la demencia asesina de Pablo Escobar; la que el 6 y 7 de noviembre de 1985 vio destruir a cañonazos el Palacio de Justicia y arder en llamas a sus ocupantes “defendiendo la democracia maestro”; la que el 4 de julio de 1991 juró una novedosa Constitución, que han desbaratado desde el Capitolio y la Casa de Nariño; la que vio matar a Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán, Guadalupe Salcedo, Alberto Alava, Guillermo Cano, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo y Luis Carlos Galán…

Bogotá,  que en la Plaza de Bolívar acogió a liberales y conservadores, anapistas y comunistas, a la UP,  al M-19 y al Polo Democrático, y allí mismo ha llorado sus muertos, exaltado   sus líderes, gozado más de un concierto  y exigido sus derechos; la del Primero de Mayo,  las marchas de la afrocolombianidad,  el orgullo LBGTI, por los derechos y no violencia contra la mujer, el sindical, indígena, estudiantil, del magisterio, cannábica, de las putas, patriótica, contra la violencia, las desapariciones y el desplazamiento, en Memoria de las Víctimas, por los Derechos Humanos y la Paz; la que hace dos décadas desterró al Frente Nacional excluyente que desde ella gobernó al país; la ciudadana, coqueta y con todos del mismo lado de Mockus, la que queremos  (2.600 metros más cerca de las estrellas)  de Peñaloza, sin indiferencia de "Lucho" Garzón y Positiva de Moreno, en lo que de bueno quedó del maldito carrusel…

La que eligió dos veces al Polo Democrático y, a pesar de que le quedó mal, terca y rebelde, con Petro, por la izquierda volvió a votar; la ciudad de todos y todas que entre siglos y milenios, redujo los muertos, la incivilidad, la desigualdad   y la miseria, creció como urbe, lugar de negocios, vividero  y destino atractivo, pero que aún divide a su población por estratos y su territorio en zonas residenciales de ricos y barrios de pobres y creció con medio millón de desplazados por la guerra; que ahora, con la mezquina oposición de quienes confrontan el nuevo modelo desde sus intereses económicos y políticos o como beneficiarios de la mafia de la contratación pública y el clientelismo,  busca superar la segregación social, los riesgos del cambio climático y la plaga de la corrupción, con inclusión, protección del medio ambiente  y fortalecimiento de lo público; que observa entre alelada e indignada o cómplice e hipócrita,  como la derecha quiere truncar este proceso…

Bogotá, que a finales del Siglo XIX, Marcelino Meléndez y Pelayo calificara por su cultura como la "Atenas suramericana"; que en los 50 del Siglo XX, tras El Bogotazo y muchos fracasos,  sería considerada “la apenas”, Alfonso López describió como “El Tíbet de Suramérica” y con el tercer milenio resurgió tenaz; no es la ciudad caótica y gris  de la que hablaban los urbanistas en el cuarto centenario; esquiva, distante, escéptica y cínica que narró Daniel Samper Pizano para el 450 aniversario; ni la Bogotá D.C. (el Deslucido Culo de Suramérica)  la huecotá atrasada, mensa e invivible de la que se mofa la Inciclopedia y caricaturizan los adversarios, algunos soberbios, clasistas y excluyentes, del gobierno  actual; hoy atrae al  mundo por sus muchos méritos, sus encantos, oportunidades, señales e intentos, aunque todavía se quiebra por dentro, entre la arrogancia encolerizada del sectarismo reaccionario, la indiferencia cómoda o inducida del ciudadano del común y la angustia impotente o sublevada de los que tienen esperanzas de que una nueva Bogotá es posible, una nueva Colombia es posible, un nuevo mundo es posible; entre la gente que mira impasible, airada o emocionada “El beso de los invisibles”*.
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*En abril de 2013, el Presidente de la República Juan Manuel Santos quiso hacer desde Bogotá un gesto simbólico sobre la lucha contra la inseguridad en el país, visitando la tétrica zona del Bronx, amparado en la iniciativa del Alcalde Gustavo Petro de recuperar con intervención social el sector, por años, con sus tragedias, deshumanización y criminalidad, impune vecino de la institucionalidad del país. Durante el recorrido, el fotógrafo del diario El Tiempo Héctor Fabio Zamora, captó el beso entre una pareja de habitantes de la calle acostados en el piso, indiferentes al acontecimiento,  que luego de publicada impactó y causó una polémica que mostró la ruindad e intolerancia de una parte de la sociedad bogotana. Para ornamentar culatas antiestéticas de edificios  alterados por  la construcción de la troncal de Transmilenio de  la Avenida Eldorado-Calle 26 y atender la demanda de un creciente y creativo movimiento grafitero, la Alcaldía promovió un concurso en el que, para  intervenir una enorme pared de la calle 26 con carrera 15,  fue seleccionado el colectivo Vértigo Grafiti de Camilo López, con el tema “El beso de los invisibles”, inspirado en la caricia  del Bronx. Hoy es el mural al aire libre más grande de Bogotá, quizá del mundo. Y tal vez, el que más dice.