viernes, 17 de noviembre de 2023

Edy regresa a Pasto de la mano de La Guaneña


Paseábamos con Edy Martínez, junto con Josean Ramos -escritor boricua biógrafo de Daniel Santos y de la Espada de Bolívar- por el parque Alcalá, al norte de Bogotá, cerca del alojamiento donde vive. Entre tema y tema sobre el maravilloso mundo del Jazz Latino, en el que Edy vivió y fue protagonista, Josean le indagó si conoció a Lou Pérez, y el maestro, como si nada: 

 - Como no, gran señor, trabajamos, fuimos amigos, allí hay mucho de la música latina 
 
Edy hablaba de un afamado músico y compositor que arrebató los “yores” en los 60 con su charanga por la que pasaron insignias como Israel “Cachao” López, Oswaldo “Chi hua hua” Martínez, Eddie Zervigón, Ralhp Carrillo, Julito Collazo, Ángel “Cachete” Maldonado, Cándido Camero, José “Chombo” Silva, Javier Vásquez, Víctor Venegas, Virgilio Martí, Gonzalo Fernández, Eddie Drennón, Ray Mantilla, Mike Martínez, Steve Berrios, y muchos más, todos colegas y “parceros” del virtuoso pastuso y estrellas del universo jazzístico y salsero. 

 - ¿Y al fantástico flautista cubano Gonzálo Fernández, precursor de las charangas? -le pregunto- 

 - ¡Ah sí! ¡Cómo no! Gran señor, una personalidad. Hizo un tema lindo a Cartagena. Nos tuvimos gran aprecio 

 Se refería a una de las tantas glorias a las que conoció o con las que trabajó y no se inmutaba. En su modestia, es algo normal. De repente, recibió la llamada de uno de sus sobrinos para invitarlo a un toque de un grupo de amigos, entre los cuales, su también sobrino, el afamado percusionista Samuel Torrres, Danny Rosales y Jorge Guzmán en las congas, en la terraza del Hotel Tequendama. Vamos tres respondió, mirándonos. El motivo era la presentación familiar por Samuel de su esposa estadounidense, virtuosa violinista. Abrieron los dos con música de los Apalaches y luego el grupo se fajó tremenda descarga. Edy, consentido por familiares y amigos, meneaba la cabeza, seguro recordando sus noches en algún club nocturno de Nueva York. 

 Meses antes, una noche, junto a Josean, y su pareja y paisana Lenis Oropeza, nos gozamos una sesión salsera y jazzista del maestro Edy con su grupo en Casa de Citas, sitio que junto con Café Libro lo han programado varias veces. Antes de inciar el jam, los presenté y se dio una amena charla colmada de afecto y admiración. Josean ha hecho parte de su vida periodística narrando la música cubana y borinqueña, escribió una soberbia biografía de Daniel Santos, de quien fue secretario de prensa, y estaba asombrado del desconocimiento del papel de Edy en la historia de la música afrocaribeña y el jazz. 

 Días después, por Jairo Grijalba, musicólogo y minucioso investigador musical, me entero que estaba a punto de estrenarse ¡Viva Edy! Historia de una música indestructible!, un documental basado en la biografía monumental aun inédita de Jairo sobre Edy. La película fue producida por Carlos Ospina, un caleño apasionado, comprometido y juicioso, gustador de la música y de hacer cine, quien hace algunos años fundó La Topa Tolondra, el salseadero más sabroso de la “sucursal del cielo”. Había generado mucha expectativa desde que TelePacífico la programó a finales del año pasado y se ha codeado en varios festivales de prestigio recibiendo varios premios y es un tremendo homenaje testimonial al maestro. 

 Quise verla, llevarla a Pasto, ir con Edy, Carlos y Jairo. Me obsesioné hablando con todos los funcionarios que pude. Nadie arrancó. Llegó la presentación comercial nacional en septiembre. Los organizadores de Pasto Jazz tuvieron el acierto de hacer un pre estreno tributo con el maestro presente, vivito y tocando. La vi por fin en Bogotá, en el Festival de Jazz de Colsubsidio, donde un Edy tímido pero lleno de alegría departía junto a Carlos con seguidores bogotanos, que tantas veces lo han aplaudido y no pararon de ovacionarlo. Estaba en otro momento, muy distinto al de Jazz al Parque, en junio, cuando tuvo una conversación con el melómano Manny Durango en Quiebracanto, y, era tal su postración física, que al saludarlo me dieron ganas de llorar. 

 Edy es un gigante. Destacado pianista, arreglista y compositor de la escena neoyorquina. Nacido en el sur de Colombia, se comió el mundo. En la visita que comenté al inicio, le pregunté por qué había grabado La Guaneña en Latín Jazz y me respondió con la metáfora de que se la había encontrado en Pasto y la había invitado a conocer cómo se vive en otros países, en Estados Unidos, Europa y Japón, donde él había estado. Los ojos le brillaban, su hablar era cansino, el vaso de café temblaba en sus manos. En conjunto, la emoción del profundo afecto por nuestra tierra, nuestros orígenes, nuestros amores. Con él, La Guaneña ha viajado lejos, conoció mucho, amó de los veras. 

 En el espléndido libro Zacude zapato viejo, editado por Mario Jursich para la Alcaldía de Bogotá, Jairo Grijalba devela, en un capítulo sin pierde, que bajo la dirección de Edy, con producción y recursos gestionados por Carlos Lucio y la asesoría de la madre de la salsa bogotana, Bertha Quintero, una big band poderosa, con la voz de Jimmy Sabater, grabó para un futuro disco compacto, varias letras inspiradas en la lucha contra la extradición. Terminada la grabación, los sufragios hicieron que Edy abandonara el país y nadie sabe de la suerte del carrete con la obra que, no obstante su gran calidad, no pudo ser reproducida. 

 Durante una prolongada estadía en Pasto, vinculado a la Universidad de Nariño y en homenaje a los 25 años del Departamento de Música, Edy conformó una big band con músicos jóvenes, daándoles la savia de su experticia y creatividad y grabó un trabajo que incluye una estupenda versión suya de La Guaneña Hoy en jazz, el estándar Manteca de Dizzy Guilispie, ademas de sus composicionese Manuela ¡si!, Mother´s Day, Tambores de la U., Joyce´s Calipso, Morning Shushine, Never let mi go, Laye, Homenaje a once compositores colombianos y el pasillo Procesión Nigromante, obra dedicada a los mártires de la violencia en Colombia, así de extenso y así de claro porque Edy es un hombre humanista y progresista

En 2008, para su álbum Midnight jazz affair, nominado al Premio Grammy, recreó el himno popular de nuestro Nariño en una ejecución orquestal espléndida. El talentoso compatriota Héctor Martignon, en las notas discográficas del trabajo, destaca la creación de Edy y sus arreglos para los solos del virtuoso flautista boricua Dave Valentín, quien, dice, se apropia nota a nota de la “majestuosa melodía incaica”. Edy le dio a La Guaneña status de “música del futuro”, según una revista especializada de New York.

 El documental de Carlos Ospina y el próximo libro de Jairo Grijalba ilustran con detalle la hazaña de nuestro Quijote de las blancas y las negras, con un currículum de lujo en el mundo de la salsa y el jazz. Aún imberbe integró y enriqueció con sus arreglos la orquesta de Ray Barreto, con la que grabó homenajes a su mamá y a su hermana y la brutal descarga de Irresistible y por ello, en el tema El watusi, Ray anuncia con orgullo, “From Colombia Edy Martínez”. 

Después, Mongo Santamaría se lo llevó a su grupo y Edy realizó los arreglos de esa hermosura que es Sofrito. Trabajó también, nada más ni nada menos, que con Tito Puente, Carlos “Patato” Valdéz, Tito Rodríguez, Celia Cruz, Loui Ramirez y la Broadway. Por si fuera poco, y es uno de sus mayores orgullos, no reconocidos por la firma de Pacheco y Masucci, compuso el tema de presentación de la Fania All Stars, “Oye que rico suenan, las Estrellas de Fania”. 

 El jazzista argentino Gato Barbieri lo conoció y prendado de su arte musical contó con él para varios trabajos. Entre ellos, tuvo la dicha de ser el arreglista de la suite ¡Viva Emiliano Zapata! y de la banda sonora de la sensual película, El último tango en París, entonces torpemente censurada, en cuya filmación el director Bernardo Bertolucci se hizo el loco para que el cuarentón Marlon Brando -conguero y asiduo del histórico Copacabana de Nueva York- lubricara por detrás con mantequilla a la adolescente María Schneider y la accediera para la posteridad, haciendo real un acto que se convino sería simulado. Hecho bizarro que para nada opaca la calidad de la música que acompaña el filme. 

Entre 1979 y 1981 la empresa de instrumentos de percusión LP crea el Latin Percussion Jazz Ensemble (LPJE) para promocionar sus productos en Europa. Un grupo de prestigiosos músicos radicados en Nueva York recorrió escuelas de música y universidades europeas y ofreció talleres y recitales a los estudiantes. Se destacaban el baterísta Steve Berríos, el bajista Sal Cuevas, el trompetista René López, y el percusionista Johnny Rodríguez, además de del timbalero Tito Puente y el conguero Carlos “Patato” Valdéz. Y, por supuesto, Edy Martínez al piano. En la primera grabación de LPJE, The just magic, el maestro Edy compuso The oppener (con Sal Cuevas),  Afro blue y Martínez Blus. El trabajo es un estándar del Latin Jazz.
 
Para Ángel Canales, Edy hizo los arreglos de temas prodigiosos como Lejos de ti y El sol de mi vida. Joe Quijano lo llevó a su charanga para homenajear a los Titos y a Machito. Con el percusionista venezolano Gerardo Rosales hicieron el maravilloso Rítmico y Pianístico. La Cubop City del holandés Lukas Van Merjick contó con su talento para los álbumes dedicados a la música de los cubanos soneros Arsenio Rodríguez, Benny Moré, Luciano “Chano” Pozo y Latin Vocal Explosión. The Latín Jazz Coalition del griego Demetrios Kastaris, lo tuvo entre sus invitados e integró la Irazú del chileno Raúl Gutiérrez en Europa. Diego “El Cigala”, en conocimiento de la maestría de Edy lo llamó para que acompañara la grabación de su álbum salsero que nombró Indestructible y que trae una versión poderosa del de por si contundente tema original de Barreto con los arreglos de Martínez. 

 A la lista incompleta de sus participaciones en la historia de la música rumbera se suman, la Orquesta Universal de Nueva York de Carlos Konig y Richie Vitale, la Charanga de la Tapa, Zaperoco, el Grupo Madera de Mauricio Smith, la Mambo Dulcet de Carlos Jiménez, La Manigua Mambo, Chico Álvarez en el compacto Montuneando, y hasta una enigmática participación con la agrupación rockera Malo V. Con su amigo Ray Mantilla realizó siete álbumes. En uno de ellos, The Connection, Edy vuela con los dedos en el piano en su Andean Fantasy, y, en otro, Mantilla agradecido le dedica el tema Martínez. Con grupo propio, Edy grabó Privilegio para Casa de Citas de Carlos González, Su Majestad el Piano con FM Discos, Universidad de Nariño Big Band y Midnight Jazz Affair para Jogal Musical Productions. Ha ganado mucchos reconocimientos en el mundo de Latín Jazz, incluida su presencia en obras ganadoras de un par de Grammys. 

 En la película de Carlos Ospina desfilan, en testimonio homenaje a un precursor de la fusión de las frenéticas barriadas neoyorquinas con los ancestrales sonidos tropicales del Caribe, “El Pulpo” Colón, Tito Allen, Luis “Perico” Ortiz, Samuel Torres, Adalberto Santiago, Bobby Valentín, Nicky Marrero, Orlando Marín, Tempo Alomar, José Mangual Jr., “Papo” Pepin y una pléyade de artistas. La cuarentena por el Covid 19 impidió la presencia de Larry Harlow y Orestes Vilató. Yuri Buenaventura puso su voz para una contundente versión de Irresistible en la banda sonora. 

 Para que la dicha fuera completa, Carlos Ospina produjo el EP (extended play) Travesía y legado, grabado, en parte, en los míticos estudios Egrem de La Habana, Cali y New York, con una nómina de lujo en la que participaron, entre otros, Barbarito Torres (Buenavista Social Club) en el laud, Alexander Abreu en la trompeta y el recién fallecido creador de NG la banda, José Luis Cortés “El tosco”, en la flauta, con la dirección, composiciones y arreglos del gran Edy Martínez. Además de Indestructible, el trabajo incluye versiones de Yiri yiri bom, La mulata rumbera y el bolero A mi manera. En el formato disco compacto se agrega una suite  y Hard Drive Blues

Hay en apartes de la película un profundo dejo de nostalgia como acompañar a Edy en la soledad de un pequeño apartamento en Nueva York, donde se reponía, tras la pandemia, de un grave accidente de tránsito o insinuar el llamado a cuentas de la vida en la aridez del desierto y la decrepitud de un rostro, el recuerdo de sus amores en la edad añeja y su caminar solitario como expresión profunda de libertad al final del camino. 

La música fue todo en la existencia de Edy Martínez y a ella entregó su privilegiado talento. En muchas partes del mundo se reconoce su sello y su estela, pero siempre parece poco. Tal vez su mayor orgullo y alegría sea recibir el aplauso de sus paisanos y vecinos - ¡Viva Caracha le gritan recordándole el barrio donde se crió. Ahora que trae de regreso a la La Guaneña para compartir la película sobre su vida (17 de noviembre) y dedicarle  un concierto acompañado  de jóvenes músicos nariñenses con lo mejor de su repertorio, páginas sublimes de la historia de la melodía afrolatina.