martes, 31 de agosto de 2010

Fiesta del libro en el Bicentenario

Dice el saber popular que la gente habla de la feria según como le va en ella. Por eso si el éxito de la Feria del Libro de Bogotá en su edición 23, dedicada al Bicentenario de la Independencia, se aprecia en los rostros, las conversaciones y las compras de los asistentes, un poco afectadas por la crisis en los bolsillos y el alto costo de los libros, diríamos que nos fue bien. Una gran parte del público que asiste a la feria son estudiantes de primaria y bachillerato, que de esa manera se familiarizan con los libros y disfrutan, como los demás presentes, de eventos culturales, charlas, debates y conferencias de interesantísimo valor en diversas áreas del saber, novedades literarias, temas de actualidad y tendencias del pensamiento universal. En esta ocasión el público tuvo la oportunidad de profundizar en cambios tan trascendentales como el tratado en el Primer Encuentro y Muestra del Libro Digital, con invitados de la talla de Francis Pisani, aventajado del periodismo tecnológico y Bob Stein, conocido como el “gurú de la escritura electrónica”.

Espacio pletórico de ideas y de letras

Un plato fuerte fue la presencia de Gilles Lipovetsky y el coloquio que se desarrolló en torno de su obra. En una soberbia conferencia de instalación, el francés, conocido como el sociólogo crítico de la posmodernidad, hizo un pormenorizado análisis de la era y las implicaciones que sus factores predominantes (la globalización, el mercado, el consumo, la tecnología e Internet) tienen para la sociedad. Ante la constatación angustiosa de que hoy vivimos y morimos por tener más para un disfrute efímero ante el imperio de las modas sin alternativa alguna pues “el consumo es la utopía de la felicidad al instante”, Lipovetsky urge la profundización de la democracia liberal mediante la participación ciudadana y el fortalecimiento de la cultura local como una forma de insertarse con algo propio en la mundialización y a la vez salvarse del holocausto de la uniformidad. Fracasadas las convocatorias universales el reto es hacer realidad las luchas por los intereses de los grupos sociales que nos son comunes.

Se realizó el Encuentro Internacional de Escritores con la presencia, por solo señalar algunos, de la franco-española Catherine Millet, de moda con su novela sin tapujos sobre el adulterio; los argentinos Marcelo Birmajer, Carlos Pellicer y María Teresa Andruetto; los estadounidenses Laurence Prescott, experto en la poesía de Artel y Obeso, y Sarah Jane Stratford que en La Guardia de la medianoche puso a los vampiros a cazar a los nazis; los literatos Jaume Vallcorba (catalán) y Graciela Maglia (argentina), el poeta mexicano Homero Aridjis. También el Encuentro Internacional de Periodistas y actualidad: Periodismo de opinión, con invitados Como Jean Francois Fogel y Sergio Muñoz Bata. Además hubo recitales de poesía con nutrida presencia internacional, conversatorios en homenaje a Carlos Monsivais y José Saramago y decenas de actividades alrededor del Bicentenario desarrolladas en el gigantesco pabellón dedicado a la efeméride.

No se pueden pasar por alto los numerosos lanzamientos de libros y publicaciones. Entre tantos, unos pocos que tuve la dicha de presenciar: Objetivo 4, episodios investigativos de la inteligencia policial de la magnifica pluma del escritor y periodista Germán Castro Caycedo, quien comentaba emocionado la dicha de los cambios de la cintilla para anunciar una nueva edición del libro, alcanzando la cuarta antes de finalizar el evento, con cerca de 40 mil ejemplares vendidos. El país de las mujeres, la divertida osadía del Partido de la Izquierda Erótica gobernando Faguas, una utópica democracia femenil, de la siempre hermosa Gioconda Belli, obra ganadora del premio La Otra Orilla de Norma, entregado con la sorpresiva presencia de la autora quien calificó su novela como “engendro de la felicidad”.

Las profecías mayas, de Germán Puerta y Arturo Ospina, fue presentado con una entretenida charla al alimón con notas relevantes sobre esa importante civilización, la refutación científica a los mercachifles apocalípticos y la convocatoria a replantear las conductas depredadoras con las que de verdad vamos a acabar con el planeta. El Club de los lagartos, la compilación de columnas satíricas de Daniel Samper Ospina, lanzada en una divertida conversación del autor con Gustavo Gómez, sobre lobos, sapos, osos, burros, serpientes y lagartos que habitan la geografía política de nuestro amado país. La majestad de los pueblos en la Nueva Granada y Venezuela 1780-1812 de María T. Calderón y Clement Thibaud, sobre el que disertó críticamente Mauricio García Villegas señalando innovaciones y limitaciones en el enfoque sobre las representaciones simbólicas. Y En busca de Bolívar, el hermoso ensayo de William Ospina con un Bolívar libertario, humano y trascendente en sus justas proporciones, ni el conservador de los conservadores ni el socialista de algunos marxistas.

Y refundaron la República

Capítulo aparte constituyó la mesa redonda para la presentación del libro Y refundaron la República, que recoge las investigaciones de varias instituciones independientes sobre la toma narcoparamilitaroterrateniente del poder en Colombia en el período reciente. Darío Arizmendi fungió como moderador interrogador. Claudia Lopez, con sus frases siempre chispeantes sintetizó las conclusiones: “Es cierto que hace tiempo la delincuencia había infiltrado el DAS pero nunca había puesto al director” y “Mucho va de la incidencia paramilitar en la alcaldía de un pueblo a tenerla en el Palacio de Nariño”. Mauricio García comentó el capítulo que demuestra como el crimen se sirvió de la legislación y del aparato judicial. Elizabeth Ungar, apurada por Arizmendi a cuantificar porcentualmente la presencia “para” en el nuevo Congreso, dubitativamente afirmó que de pronto un 20% por interpuestas personas pero que la gravedad del asunto está en el solo hecho de existir. El politólogo y docente Francisco Gutierrez Sanín, refutó las afirmaciones del Gobierno Uribe sobre sus logros con relación al paramilitarismo, pues si bien logró su desmovilización -hoy parcial por el surgimiento de nuevos grupos- a expensas de una ley de justicia y paz laxa, se sirvió de los políticos aliados y de la corrupción.

Como comentarista, Armando Montenegro, hizo un interesante análisis sobre los modelos teóricos utilizados en la investigación para cuestionar su pertinencia y refiriendo cuatro casos de captura del poder por la delincuencia, precisó la particularidad e imposibilidad de réplica de cada situación: el justiciero del oeste americano violando la ley para imponer la ley, la mafia siciliana, la eliminación de la SSA en la “noche de los cuchillos largos” por Hitler para limpiarse el camino y la historia de los “pájaros”, ejemplificada por León María Lozano “El Cóndor” en la Violencia de los 50 en Colombia. En todos los casos para poner de presente que la lealtad es un valor relativo en el mundo del crimen y la ilegalidad. Desde su posición, sin embargo, Montenegro, aunque acepta la existencia del fenómeno, se resiste a aceptar que en la trama mafiosa de captura del Estado haya estado incluido el presidente y con gestos mostró su asombro cuando alguno de los participantes lo afirmó.

León Valencia resaltó la importancia de haber asumido hace varios años la investigación con seriedad, peso académico y afán de divulgación. Contó como esas pesquisas le sirvieron de base a la Corte Suprema para iniciar la judicilización de la parapolítica y jocosamente la manera como el expresidente Uribe, en pleno consejo de ministros y con el altavoz activado, lo llamó iracundo para reclamarle por las aseveraciones del primer libro publicado. El presidente encargado de la Corte Suprema de Justicia Jaime Arrubla, animado por el apoyo de un público que le brindó prolongados aplausos, hizo contundentes afirmaciones, que pasaron inadvertidas para los medios. Sostuvo que el gobierno quiso doblarle el pescuezo a la ley para calificar a los paramilitares como delincuentes políticos aumentando los beneficios para su desmovilización, que hizo varios intentos por sacarla del camino mediante proyectos reformatorios, que propició todo tipo de presiones y que al extraditar a los jefes paramilitares quiso quitarle la “materia prima” al proceso judicial cuyo objetivo es que se descubra la verdad de lo acontecido.

En forma injusta Valencia volvió a decir despectivamente que no estaban haciendo libros para que se quedaran en los anaqueles y que no entendía porque nadie había asumido antes le denuncia sobre el fenómeno, afirmaciones que hicieron fruncir el seño y protestar entre dientes, al prologuista, el politólogo y docente Francisco Gutiérrez. León no puede desconocer que investigadores como Darío Betancur (asesinado) Carlos Medina y Germán Palacios, el IEPRI de la Universidad Nacional, organizaciones de derechos humanos y de abogados, revistas alternativas ya desaparecidas, durante casi una década investigaron, documentaron y denunciaron la sangría, sus entornos, sus intereses y sus responsables. No hubo eco, la alerta fue marginada y estigmatizada, el establecimiento alzó los hombros mientras las autodefensas le quitaban el “agua al pez” y de paso masacraban miles de personas en campos y ciudades. Después de que cumplieron su misión histórica, como afirmó en un lapsus Luis Carlos Restrepo, ex-comisionado de paz, y en curso los arreglos para su desmovilización, lo que antes era rumor infundado, tramas de los idiotas útiles o casos aislados tuvo oportunidad de salir a la luz, se permitió la audacia de las ong´s y los micrófonos se abrieron. Pero aún así las presiones de todo tipo siguen acechando. Desde luego que esta crítica para nada demerita los aportes que conforman el libro que indudablemente ayudan a clarificar uno de los periodos más aciagos de la historia del país.

Gardeazábal censor

En su estilo prepotente y sabelotodo, el 24 de agosto en uno de sus comentarios en La Luciérnaga, el comentarista Gustavo Álvarez Gardeazábal se despachó contra la Feria Internacional del Libro, dictaminando su fracaso y sentenciando que si no se reestructura -no dijo en qué - es mejor que se acabe. Las directivas de la Cámara de Comercio de Bogotá y de la Cámara Colombiana del Libro, si bien reconocieron una baja en las ventas al detal, informan sobre la sostenibilidad de la asistencia y las positivas perspectivas en los negocios al por mayor y de exportación. Unas cuatrocientas mil personas asistieron a Corferias durante los 12 días del evento, cifra muy similar a la de agosto del año pasado. Todo esto no obstante las repercusiones de la crisis internacional. Buscando fortalecerla, el próximo año la feria vuelve a abril.

La descalificación es injusta y desproporcionada, puesto que caben críticas apuntando a su consolidación pero es inaudito vociferar desconociendo la calidad del evento cultural que cada año congrega a escritores, lectores, editores, representantes literarios, industria editorial toda y público en general, enriqueciendo las letras, la cultura y promoviendo la lectura en un país que ni siquiera ha logrado superar el analfabetismo; desconociendo el esfuerzo y midiéndolo únicamente con el mezquino el rasero mercantil. Por lo dicho parece que a Álvarez Gardeazábal le informaron mal sobre la feria; volvió a caer en la trampa de hacer eco vocinglero de comunicados de prensa propagandísticos sin investigar ni profundizar, de nuevo la arrogancia cegó el buen juicio y se ensañó con sus sentencias desmedidas. Es grave que un comentarista radial tenga para el público la aureola de palabra de dios. Parece que a Gardis no le fue bien en la feria. Ojalá asista a la próxima.

sábado, 14 de agosto de 2010

Las batallas de Apolinar Díaz-Callejas

El 12 de agosto de 2010 en el quirófano, Apolinar Díaz Callejas dio su última batalla. Su cuerpo y su cerebro infatigables, gastados por 89 años recién cumplidos de agitada existencia, desde que vio la luz en Palmitos y vivió la niñez en Colosó (hoy departamento de Sucre), se apagaron. Su parábola vital trascurrió con la historia de Colombia durante casi todo el siglo XX, en algunas de cuyas páginas está presente por su pasión intelectual, su brega política, su actitud revolucionaria, su valor civil, su compromiso incansable y su temple. Al lado de Gerardo Molina, Diego Montaña Cuéllar, Orlando Fals Borda, Antonio García Nossa, Eduardo Umaña Luna, Jorge Regueros, Alfredo Vásquez Carrizosa y tantos otros grandes, hace parte de la legión de pioneros que nos legó su compromiso con las luchas sociales, políticas, ideológicas e intelectuales que se han dado en nuestro país en busca del cambio social, el respeto de los derechos humanos, la paz y la soberanía de los pueblos.

Su existir fue de batallas. Al comienzo contra la pobreza que lo llevó en la vida universitaria a grandes sacrificios y privaciones pero también a demostrar su tenacidad para sobreponerse a la adversidad y por sobre esas carencias pelearse el sueño de ser alguien. También por las causas de la humanidad que hizo suyas desde muy joven en Barranquilla y Cartagena como estudiante y con el grado de abogado recién obtenido, en sus primeras diligencias para liberar líderes del sindicalismo petrolero, campesinos alebrestados contra los tragatierras y deudores pobres encarcelados.

En esas andaba cuando el 9 de abril de 1948 asesinaron a Gaitán y el levantamiento popular lo encontró en Barrancabermeja en una nueva batalla donde los trabajadores petroleros y el pueblo liberal se insurreccionaron y lo designaron miembro de la junta revolucionaria, al lado de Gonzalo Buenahora, Arturo Restrepo, Vesga Villamizar y Rafael Rangel Gómez -quien luego se enguerrillaría-, junta que conformó una guardia rebelde, ordenó despojar de armas a la policía y fabricar cañones para la defensa, garantizó el abastecimiento, confiscó el aguardiente y organizó al pueblo para la resistencia. Tras sostenerse solos luego de que movimientos similares claudicaran, ante las promesas de no retaliación y la avanzada militar contra el centro petrolero, negociaron el cese del alzamiento, pero fueron detenidos en Bucaramanga y condenados por un consejo verbal de guerra para luego ser liberados por la presión popular. El episodio quedó impreso en los anales de las gestas populares y en su libro Diez días de poder popular en Barranca.

En adelante no se libró de carcelazos, represión, enemigos y persecución por sus ideas, perseverancia y batallas en la época de La Violencia liberal-conservadora y la dictadura. Fue promotor de una reforma agraria radical e integral para resolver el atraso, la violencia y la pobreza en el cambio colombiano, tarea aplazada desde la Independencia, de la que estamos conmemorando 200 años. Dados sus antecedentes de avanzada en el tema y cercanía al campesinado, el presidente Lleras Restrepo (1966-1970) lo nombró gobernador del recién creado Departamento de Sucre para que impulsara la reforma del sector y la organización de los usuarios campesinos. Luego de algunas invasiones de tierras y de la legalización de títulos a los labriegos, la presión de terratenientes y políticos obligó a Lleras a sacarlo de la gobernación y nombrarlo Viceministro de Agricultura, que le permitió ocupar el ministerio por encargo, pero la falta de respaldo y su aspiración de darles la batalla a los grandes propietarios en el Congreso cerró esa página de su vida.

En 1970 llegó al Senado de la República por un sector progresista del liberalismo y se hizo sentir por sus intervenciones elocuentes, comprometidas y valientes denunciando la reversión de los avances agrarios por el Gobierno de Pastrana Borrero, defendiendo las luchas de indígenas, obreros y campesinos, fustigando la injusticia como causal de la violencia y la pobreza, señalando culpables de la masacre de Vitoncó, planteando soluciones para la región de La Mojana (Sucre), de lo que dan cuenta sus libros De la Constituyente y otros temas, Del agua y el hombre, Nuestro reto y Sobre La Mojana.

Todavía se recuerda de su paso por el Congreso sus discursos vibrantes, enérgicos y compungidos a favor del gobierno socialista de Salvador Allende en Chile, contra el golpe militar yanqui pinochetista y en reclamo del respeto a los derechos humanos de los chilenos y extranjeros víctimas de la dictadura. Desde entonces la causa libertaria de los pueblos y el respeto de los derechos humanos fueron su causa. Se convirtió en constante crítico de la progresiva militarización del país y la imposición de la seguridad nacional que abriría ese período de terrorismo paraestatal que aún no se ha cerrado.

De una prolongada invitación por los países de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas vio la luz el libro de crónicas Del amazonas al Lena, editado por Progreso de Moscú que también le publicaría Reagan contra la paz y, en concurso con el filósofo jesuita estadounidense Richard McSorley y el historiador armenio Sergó Mikoyán, Problemas globales y América Latina, poco antes de colapsar la URSS, de cuyo régimen lamentó la falta de libertades aunque siempre admiró la valentía y sacrificio de los soviéticos para detener la infernal máquina de guerra de Hitler en Stalingrado.

Acompañó con entusiasmo y solidaridad las luchas de los sandinistas y demás revolucionarios centroamericanos y caribeños contra rancias y criminales dictaduras y satrapías. Participó como invitado por la ONU en la Conferencia Internacional para la Paz en el Medio Oriente. Fue fundador del Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos de Colombia, de la Asociación Latinoamericana de Derechos Humanos, miembro de la Comisión Andina de Juristas, de la Asociación Internacional de Juristas Demócratas y el Consejo Mundial por la Paz, participante de la Internacional Socialista (IS), la Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina (Copppal) y articulista de Nueva Sociedad.

Siempre tuvo palabras de reconocimiento y aliento para la Revolución Cubana y condenó el bloqueo gringo a la isla. Fue invitado especial a las conmemoraciones del 26 de Julio y al Encuentro Internacional contra la Deuda Externa y cumplió su deseo de conversar coloquialmente con Fidel. Promovió con optimismo la iniciativa del Grupo de Contadora que integraron varios países de la región en la búsqueda de una paz con soberanía y democracia en Centroamérica, asfixiada por la injerencia terrorista de los gobiernos estadounidenses de Reagan y Bush padre que, a pesar de los tropiezos, años después daría frutos, coyuntura que describió en Contadora: desafío al imperio.

Luego de una amplia investigación en su muy completa biblioteca, los archivos nacionales y apoyos en los del Congreso e instituciones de los Estados Unidos, escribió Colombia-Estados Unidos. Entre la Autonomía y la Subordinación. De la Independencia a Panamá, finalista del Premio Planeta de Historia en 1996, publicada por esa misma editorial al año siguiente, y con la disertación El lema respice polum y la subordinación en las relaciones con Estados Unidos, obtuvo su aceptación como miembro de número de la Academia Colombiana de Historia, distinción que ya había merecido de la Academia de Historia de Cartagena de Indias. Recibió también la Orden del Congreso de Colombia, en el grado de Gran Cruz por sus aportes a la democracia, la paz y los derechos humanos.

En 2002, la Universidad de Cartagena le publicó Colombia y la reforma agraria: documentos fundamentales, indispensable para comprender el drama rural colombiano y la evolución de las ideas, prácticas e instituciones en la materia desde la Colonia, y en una perspectiva práctica de la reforma agraria, razón de una de sus más constantes batallas, escribió La Reforma Agraria en Colombia, Venezuela y Brasil. Nuestra costa caribe y el problema agrario. Luego publicó una bella antología sobre Colosó, su pueblo y varios ensayos sobre las perspectivas para América Latina en el Siglo XXI, la historia de las relaciones de Colombia y Cuba, la hegemonía estadounidense y la globalización.

Conocí a Apolinar a comienzos de los años 80 del siglo pasado, nos juntamos en tareas solidarias con las causas de los pueblos latinoamericanos; interminables charlas incentivaron en mí la lectura, el gusto por la historia, el interés por la política y me brindaron la posibilidad de tratar personalidades latinoamericanas de gran valía. Lo apoyé en varios de sus libros con sugerencias, lecturas críticas y apuntes de estilo. Hablábamos casi a diario sobre historia, política y la vida. En los últimos años celebramos los cambios en América Latina y lamentábamos el engaño que vivía Colombia cuando la hicieron creer que estaba gobernada por un ser divino. Me enorgullezco de haber sido su amigo.