miércoles, 19 de agosto de 2020

Hermes Tovar Pinzón, historiador de oficio y alma

La Batalla De Los Sentidos: Infidelidad, Adulterio Y Concubinato A ...

Solía caminar el elegante caballero desde las faldas del cerro de  Monserrate,  por los lados de Las Aguas, sitio histórico del centro de la capital, sonriendo, coqueteando y ‘dicharacheando’, como siempre, rodeado de muchachos y muchachas encantados que querían que continuara en la calle la forma fabulosa como les contaba una materia “pesada” como Historia de la Economía en la Universidad de los Andes, último centro académico donde impartió conocimiento. El maestro hacía años se había librado de la solemnidad y la rigidez del currículo y enseñaba incitando a los alumnos a soñar. Medio siglo de docencia meritoria lo hacían sentir orgulloso de que más que llenar cabezas con datos y hechos acompañaba a sus alumnos a viajar y pensar.

Hijo de una extensa familia campesina de Cajamarca (Tolima) vivió en su infancia los rigores de la violencia liberal conservadora como testigo de la destrucción de la tienda de abastos de su padre por una horda enardecida, los conflictos que por la posesión y explotación de la tierra padecieron los suyos y sus vecinos y de los dolores de esa y guerras anteriores, desde la de los Mil días, en el recuerdo triste de algunos de los que las vivieron. Buscando superar esos lastres su papá lo envió a estudiar a Ibagué, donde sus reflexiones sobre los cómos y por qué de tanta injusticia y sangre derramada lo inclinaron a estudiar historia, conocer y comprender el pasado y encontrar claves para abordar el presente.

Hermes Tovar Pinzón, licenciado en Historia de la Universidad Nacional, profundizó sus estudios en Chile y obtuvo su doctorado en historia de St. Antonys College en Oxford, Inglaterra. Fue  quizás el primer profesional en la materia del país pues los pioneros en la licenciatura de historia de la Nacional pertenecían a disciplinas diferentes,  Jaime Jaramillo Uribe -de quien fue alumno y luego colega cofundador de la carrera en la misma universidad-  y Luis Eduardo Nieto Arteta, de derecho, o Luis Ospina Vásquez, de economía. Es uno de los precursores de la historia profesional y de los impulsores de la Nueva Historia de Colombia. Sus aportes al esclarecimiento del pasado y la comprensión de los años recientes le han merecido el reconocimiento de la comunidad académica nacional e internacional.

Su rigurosidad y minuciosidad investigativa lo han llevado a escudriñar con pasión archivos de Colombia -tal vez nadie conozca mejor el Archivo Nacional-, América (Chile-México) y Europa (Sevilla-Madrid-Londres), a exprimir hasta la última estadística en temas áridos como la moneda, la tierra, la hacienda, la producción, los censos y a devorar con fruición lecturas en una biblioteca monumental.  A la par con un estilo narrativo ameno, coloquial, a la vez erudito y popular, contundente y valiente, con lenguaje directo y sin ambigüedades para denunciar las causas y los responsables de una historia de ignominias, lo han hecho merecedor de los premios de Ciencias Sociales de la Fundación Ángel Escobar 1987, Nacional de Historia de Colcultura en 1994, de Investigación de la Asociación Nacional de Archivística 2009, finalista del Planeta de Historia 1996 y la escogencia como el mejor docente de educación superior en el país en 2013 por Portafolio.

Destacar alguno de sus títulos entre una extensa lista de más 30 libros y más de  40 artículos especializados publicados aquí y en el extranjero (México, España, Alemania) es una tarea difícil dada la variedad, el aporte, la erudición, la cultura universal y el atractivo temático. Sus primeros libros fueron a los inicios  La Formación social chibcha y Formaciones sociales prehispánicas.

El trauma de la Conquista dio pie a 5 volúmenes de las Relaciones y visitas a los Andes, Hacienda colonial y formación social y El imperio y sus colonias: Las cajas reales de la Nueva Granada en el Siglo XVI.  Su tesis en Oxford versó sobre La estructura Agraria de la Nueva Granada en el Siglo XVIII. Al tema de la tierra y sus formas de apropiación, trabajo y explotación en la Cordillera Central, y la colonización antioqueña, volvió con Que nos tengan en cuenta: colonos, empresarios y aldeas, Colombia 1800-1900. Ha publicado trabajos sobre El movimiento campesino en los siglos XIX y XX, El oscuro camino de la libertad de esclavos 1821-1851, en coautoría con Jorge Tovar Mora, y De una chispa se forma una hoguera: esclavitud, insubordinación y liberación.

En La estación del miedo o la desolación dispersa, el Caribe colombiano en el Siglo XVI muestra el genocidio en Urabá por la colonización española y a ella mira en escritos recientes para revisar el violento despojo paramilitar de cuatro siglos después. La batalla de los sentidos. Infidelidad, adulterio y concubinato a fines de la Colonia es una fascinante excursión sobre los imaginarios y dispositivos de control de la sexualidad y la subyugación de la mujer. Convocatoria al poder del número. Censos y estadísticas de la Nueva Granada 1750-1830, coautoría con Jorge y Camilo Tovar Mora, revela la valoración de los autores al asidero en los datos como aporte clave para ese período. Los devastadores efectos de la imposición colonial, las formas de la dominación y el valor de estadísticas, mapas y archivos como fuentes para interpretar la realidad conforman Los Fantasmas de la Memoria. Poder e inhibición en la historia de América Latina.

Con el objetivo de llegar más allá de los especialistas y denunciar que “Durante 500 años, hemos compartido la mentira, el engaño y el querer pasar impunemente por encima  del otro” publicó en 2007, Colombia: imágenes de su diversidad (1942 a hoy), que, con varias reediciones, revisa nuestra historia desde una mirada sugestiva, inédita y divergente. Colombia: droga, economía, guerra y paz aborda los principales problemas del país de los años recientes. El oficio del historiador, la denuncia sobre las causas del atraso de Latinoamérica y el repudió de las atrocidades del falangismo motivaron La Sal del Desarrollo. La vida del soldado Pablo Pinzón, pariente suyo, le permitió hilar nuestras guerras, desde la de los Mil Días, pasando por la del 50 hasta hoy y sus consecuencias en quienes no empuñan las armas pero hacen parte de la vida de los combatientes, sus familias y pueblos, para indagar quienes las declaran y cómo las aprovechan en El silencio inédito de la guerra. Espera, dolor e incertidumbre.

Corrupción Metáfora de ambición y deseo es un estudio contundente y una imputación inobjetable contra quienes han dirigido y se han apropiado el país desde siempre. Aupados en la venalidad colonial heredada, los traidores de la Independencia se echaron al bolsillo la naciente república y desde entonces le entran al tesoro público a saco roto, hacen del privilegio un derecho, engañan y expolian a la población. Cada vez peor, con más sangre e impunidad y con menos vergüenzas. Hermes Tovar con escrutinio minucioso y destacando el valor de archivos fiscales, contables y judiciales da cuenta documentada de episodios canallas desde los auto préstamos de Tomás Cipriano de Mosquera hasta los procesos por la parapolítica, con varios congresistas enjuiciados por propiciar el asesinato de cientos de sus compatriotas para robarles la tierra, por anegar en sangre sus comarcas para quedarse con las rentas que deberían costear la salud y la educación de los humildes. Los comienzos de siglo marcados por las malas andanzas del uribismo.

La historia le ha mostrado a Hermes Tovar un país con unas clases dirigentes tradicionalmente ineptas y corruptas. De ahí su escepticismo frente a liderazgos tras los cuales brota la ambición de robarse lo público, “roscas” que se lo han quedado todo, una paz hecha para calmar fusiles pero ajena a un propósito nacional de largo aliento que saque al país de la mediocridad, el conformismo y la apatía del “no se puede”.  Una guerra y una paz que define en el sentido mas humano “La guerra es el enigma de lo incierto y la paz es la presencia y la certeza de que la vida vuelve a estar con los platos en la mesa, con los pasos en la aldea y con los lares en el alma”.

Fustiga esta democracia de politiqueros sin pergaminos ni grandeza cuyas armas nunca han defendido nuestras fronteras usurpadas y solo han servido para mantener los reclamos de la gente a raya.  Pero también exalta la necesidad de admirar y conocer nuestras grandes civilizaciones del pasado, los libertadores revolucionarios, las luchas y sufrimiento de los pueblos marginados y la urgencia de memoria y verdad para rescatar el rostro de una nación lacerada por siglos de abuso y miseria.

La cuarentena por la pandemia del Covid19 apenas endureció un encierro que, por su trabajo, aligerado con un buen vino, para él es normal no obstante ser un viajero apasionado. Lo encontró dando las puntadas finales a un enjundioso libro sobre el oprobioso régimen de explotación colonial en las minas de Potosí, Bolivia, sus incidencias en el desarrollo capitalista, la globalización de entonces  y los estragos que la minería ha producido a nuestros pueblos y el planeta. Pronto será publicado. Mientras, una repentina dolencia anunció problemas con su salud de los que deseamos con afecto salga avante. Otros proyectos esclarecedores e irreverentes sobre nuestra enrevesada historia, vistos desde el padecimiento y lucha de los siempre postergados, en la mente activa y crítica de Hermes esperan concreción y Colombia los necesita.

 

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