domingo, 3 de diciembre de 2023

La Paz de Danilo


 

Fui testigo y lamento que el relevo del Alto Comisionado para la Paz, Danilo Rueda, se produjera a través de un trino, mientras respondía a una entrevista de Yamid Amat, quien también sorprendido preguntó ¿Qué pasó? Para luego darle un giro al interrogatorio y permitir al entrevistado exponer sus ideas fundamentales sobre la Paz Total, de la que es inspirador, y la valoración de su gestión.

Recordé, en ese momento, los abrazos con los cuales celebramos la victoria de Gustavo Petro, frente a la máquina de escribir que perteneciera a nuestro común y querido amigo, el asesinado abogado y defensor de los derechos humanos, Eduardo Umaña Mendoza, en la sede de Contagio Radio, donde nos juntamos por invitación de Danilo, para analizar los resultados electorales.

Días después, en uno de sus primeros nombramientos, Gustavo Petro, primer presidente de izquierda en la historia de Colombia, nombró a Danilo Rueda, Alto Comisionado para  Paz, y, mediante decreto, amplió las funciones del cargo para colocarlo a la cabeza de las gestiones por el fin de la violencia y la reconciliación en el país.

A pesar de los esfuerzos del Fiscal General, un sector de los medios de comunicación, algunos “pazólogos”, varias de las organizaciones de derechos humanos, miembros del gobierno Santos y la oposición, de desprestigiar y desconocer la brega revolucionaria y audaz con la que Danilo adelantó su misión, los resultados y perspectivas que deja son muy importantes para hacer realidad el mandato constitucional de la Paz.

Tiene en su haber, como promotor intelectual, la Ley de Paz Total (Ley 2272 de 2022), declarada exequible en sus aspectos fundamentales el pasado 28 de noviembre por la Corte Constitucional. La ley establece criterios clave para el gobierno del cambio como Paz Total y Seguridad Humana, habilita negociaciones políticas con grupos armados organizados y conversaciones sociojurícas para el sometimiento de estructuras armadas de crimen organizado, y los ámbitos y mecanismos para adelantar diálogos y conversaciones.

En sus escasos quince meses en el cargo, acompañado de una miríada de apasionados de la lucha por los derechos humanos y la paz, la mayoría, como él, forjados en las resistencias en el territorio, exmilitantes de las izquierdas y las guerrillas, que hemos hecho de la paz y la justicia social  la cruzada de nuestras vidas, logró traer de nuevo a la mesa de negociaciones al Ejército de Liberación Nacional, proceso que ya completa su quinta ronda de conversaciones con acento en la participación popular.

La delegación gubernamental, por lineamiento de Danilo, es diversa, amplia y representativa, destacándose la participación del partido de oposición uribista Centro Democrático, a través del experimentado negociador José Félix Lafourie. Otro tanto sucede con la conformación de los designados por el presidente para adelantar diálogos con el Estado Mayor Central que congrega parte de las disidencias de la Farc que se opusieron, desde el comienzo, a las negociaciones con Santos. Allí el CD está representado por el experimentado Fabio Valencia.

Danilo acordó con el presidente que estos procesos estuvieran en cabeza de un luchador de izquierda humanista, Camilo González Posso, con EMC, y un líder histórico de la guerrilla en la que se formó el presidente, Otty Patiño, comandante del M19 en la época de su desmovilización por la paz, con el ELN.

Contrario a lo propalado por medios y analistas, el EMC, cuya cuestionada integración permitió establecer un diálogo conjunto con agrupaciones dispersas, lo que habría sido un obstáculo para el avance de la política de paz, acaba de fortalecer su representación en la mesa de negociación con miembros de su alto mando, mientras se concreta la agenda a discutir y se superan impasses, no obstante los cuales ha mantenido su disposición a dar continuidad al proceso. La Segunda Marquetalia, disidencia a la que por provenir del proceso ya en marcha con las extintas Farc se le ha negado el reconocimiento político, está a la expectativa y dispuesta a acordar los términos de un diálogo, como lo constató Danilo con su líder “Iván Márquez”.

En cuanto a las estructuras armadas de crimen de alto  impacto, las gestiones dirigidas por Danilo para disipar la violencia urbana han logrado aquietar la actividad de una decena de bandas en Quibdó, desescalar la confrontación entre Shottas y Espartanos en Buenaventura -que posibilitó que por primera vez en medio siglo  llegara un crucero turístico al puerto- y un acuerdo con todas las organizaciones de Medellín y el Valle de Aburrá que, al día siguiente de su  reemplazo, iban a firmar un acuerdo para adelantar conversaciones de cara a la opinión pública sobre aspectos sensibles de la cotidianidad de las comunas y poblados empobrecidos y tenaces  de donde emergen, mientras se concreta el marco jurídico de su posible reinserción en la sociedad, abandonando la criminalidad a cambio de incentivos jurídicos.

La crítica furiosa al cese al fuego unilateral decretado por el presidente Petro, a instancias de Danilo, con seis organizaciones al margen de la ley el 31 de diciembre pasado, por la inconsistencias de algunas de ellas más que por error del gobierno, no permitió apreciar la bondad de la iniciativa y la grandeza del gesto. El ELN, en actitud arrogante, se deslindó. Un horroroso ajusticiamiento interno del EMC en el Putumayo obligó al gobierno a reactivar la acción militar contra ese grupo en algunas zonas del país. Un “paro armado” en el bajo Cauca antioqueño y el ataque a la policía impuso también la suspensión con las autodenominadas autodefensas gaitanistas.

Esos hechos, repudiables e inadmisibles todos si estamos sinceramente por una opción a la carnicería en que se ha convertido el país, por supuesto son golpes para un tejedor de alternativas y obsesionado por superar décadas de sufrimiento de los territorios que padecen el conflicto armado. Danilo habría preferido ir a hablar, razonar, buscar acuerdos y salvar vidas y la vía del diálogo pero se impuso la presión por obrar con fuerza. Muy a pesar de las diatribas, los canales de comunicación se mantuvieron y ningún de los grupos descartó la posibilidad de avanzar hacia acuerdos. Meses después pasó algo similar en el corregimiento de El Plateado, Argelia, Cauca, y volvimos a lo mismo, o diálogo y más diálogo o bala y guerra eterna.

Cuando todos los interesados le caían en gavilla a Danilo para acabarlo, la Unidad de Investigación y Acusación de la Jurisdicción Especial para la Paz le dio un espaldarazo contundente a su gestión. En los lugares donde hay cese al fuego, diálogos o conversaciones han disminuido las afectaciones a la población, las bajas de la fuerza pública, los golpes entre armados y aberraciones como la extorsión, el secuestro y la violencia sexual se expresan, con mayor magnitud, en zonas donde no operan o lo hacen parcialmente los actores armados.

En el momento en el que el compañero presidente Gustavo Petro le comunicó a Danilo su decisión de relevarlo, impulsaba con entusiasmo iniciativas suyas surgidas de su profundo conocimiento de los territorios, los actores y las formas de hacer acuerdos. Queda el embrión de MisiónPaz, los núcleos civilistas de un nuevo país de convivencia que fructificarían en Ecosistemas de Paz donde el concepto se ampliaría a todos los espacios de interacción del ser humano, y su estratégica visión de los planes de acción de transformación territorial transversal con los que aspiraba hacer realidad el Estado Social y Ambiental de Derecho en los territorios. Anima que el nuevo Alto Comisionado, Otty Patiño, asume que es imprescindible territorializar la paz.

A Danilo Rueda no le faltan méritos académicos pero, a diferencia de muchos supuestos expertos en paz, ha hecho de su vida una misión recorriendo descalzo los barrizales ensangrentados, los ríos llenos de cadáveres y los pastizales que guardan muertos anónimos, para animar a los deudos dolientes. Con la mochila al hombro y el dolor en el pecho acompañó la terquedad pacifista en el Catatumbo, en las riveras del Telembí, en el Atrato y el bajo San Juán, en Calima y Cacarica, en el Putumayo, en los Montes de María, en los llanos del Yarí, y a la comunidad de San José de Apartadó, estigmatizada y flagelada por defender a fondo el principio cristiano de que la vida es sagrada, y convirtió la sangre de sus mártires en cacao para el mundo. Gracias Danilo.

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