La reforma que
en principio generó expectativa porque supuestamente, por fin, un Gobierno asumía el tema de
la Justicia
para enfrentar problemas graves y viejos como la congestión y la corrupción,
terminó en un fiasco y ahora su gestor inventa riesgosas fórmulas para conjurar
un acto legislativo de inmunidad y absolución para los hp (honorables
parlamentarios, según libro de Edgar Artunduaga). No todos, desde luego, pues
por fortuna hay honrosas excepciones.
Entre gratitudes
burocráticas y concesiones a los congresistas de la aplanadora Unidad Nacional y
dádivas a los magistrados de las Cortes, que aún así no se convencieron del
todo de la conveniencia de una reforma que en su espíritu inicial conllevaba la
pérdida de autonomía para la rama a favor de un mayor control presidencial,
ensayos privatizadores y canonjías jurídicas a los congresistas, el Gobierno
mantequeó el proyecto, al que, dada su largueza, los “legisladores” le fueron
colgando otras grotescas gabelas en su favor, como descarada confesión de parte
anticipada, hasta llegar a la sinvergüenzada de la comisión de conciliación,
que, en las narices del Ministro de Justicia -su asesora jurídica redactó la
conciliación-, les expidió boleto de salida a sus colegas presos y aseguró para
todos dispensa hacia adelante a sus bellaquerías.
Que vergüenza
para el Departamento de Nariño, tener al senador Enríquez Maya como líder de
esa vagabundería, que de paso fue votada por todos sus paisanos congresistas
-con la excepción de Camilo Romero y Javier “Tato” Álvarez-, varios de ellos
beneficiarios del articulado, dada su vinculación con escándalos de
la Administración
Uribe. En su apartamento, a punta de chicharrón de paquete, se
gestó la conciliación que terminó en confabulación deshonrosa, nada menos que en
una reforma a la justicia. Ni los malabares de su sabiduría jurídica latino
pastusa pudieron justificar ese adefesio. Enríquez apeló a los más eminentes
juristas romanos de Pomponio a Modestito y quedó como quien lleva esos nombres
hoy. Con el combo de conciliadores empeñó su bagaje y experticia jurídica para
una patraña casi irreversible y no dejó de advertir a los periodistas que
blandieron la revocatoria, si conocían el engorroso procedimiento que hace casi
imposible ese propósito.
De salirse con
la suya, tendrá la
gratitud eterna de la mafiosa clase política -con contadas excepciones, repito-,
que no ceja en el empeño de sacar a sus conmilitones de La Modelo y La Picota , a donde fueron a
parar por ladrones, asesinos y cómplices de criminales. En trance de abogado, en
defensa de sus alfiles más importantes, encartados en varias causas judiciales,
ya el ex Presidente Uribe había sentenciado hace algunos meses que cuando la
causa es la “patria” no existe dolo. Y que más “patriota” que la pandilla
politiquera.
La indignación
nacional obligó al Presidente a llegar a las carreras de Brasil, urgir fórmulas
a su costosísima tropa de asesores jurídicos -¿Por qué no pararon a tiempo esa
felonía?-, cambiarse de vestido y salir por tv. a objetar por inconveniente un
acto legislativo que horas antes el Ministro de Justicia había alabado, pues
para ellos lo que lo dañó fueron los “micos” introducidos en la conciliación,
como si lo que venía, resultado de la manguala de poderes, fuera algo digno y
pertinente. Nada de eso. La jugada no le salió y la gula pendenciera de los
conciliadores le dio el papayaso para lavarse las manos. Si la atención nacional
no se hubiera fijado en lo que estaba pasando con la reforma, gracias a la
insistencia de algunos medios, pocos habrían advertido esta puñalada mortífera
contra la
Constitución de 1991.
Los medios, las
dos grandes cadenas de emisoras, en particular, hicieron un cubrimiento crítico
del proceso y evidenciaron lo que se estaba cocinando. Es innegable el aporte a
la cultura política nacional que en esta coyuntura hacen Julio Sánchez Cristo,
quien le dio alas al referendo revocatorio, Dario Arizmendi, Rodrigo Pardo,
varios columnistas, entre otras Cecilia Orozco Tascón, María Jimena Duzán, María Elvira Samper, Ramiro Bejarano y el diario El Espectador.
El Tiempo, como el Presidente, demasiado cálculo y conveniencia. Basta comparar
titulares y editoriales. De pronto esa prudencia tiene que ver con que su nuevo
dueño es un gran banquero, sector beneficiado con la reforma.
También fue
determinante Asonal Judicial, la protesta de los operadores judiciales y el
trabajo de algunas organizaciones no gubernamentales como la Fundación Plural ,
¡Viva la
Ciudadanía !, la Veeduría Ciudadana ,
la Mesa de
Observación Electoral, Excelencia en la Justicia , Arco Iris, Manos
Limpias, De Justicia,
entre otros. En mayo pasado, en la Feria del Libro, Armando Novoa,
presidente de Fundación de Estudios Constitucionales Plural, hizo una impresionante,
aguda y premonitoria presentación sobre las consecuencias nefastas que la
contra reforma tendría para la estructura constitucional y el intento de hacer
borrón y cuenta nueva con la judicialización de la narcoparapolítica.
El Polo
Democrático Alternativo tuvo una posición compacta, coherente y valiente de
oposición al esperpento legislativo. Germán Navas se batió como titán desde hace
más de un año contra el contenido de la reforma. Jorge Robledo y Luis Carlos
Avellaneda, además de argumentar a fondo, junto a Alexander López, quien
presidía la plenaria del senado, trataron por todos los medios de impedir la
infecta votación. Con ellos votaron en contra Iván Cepeda, Alba Luz Pinilla,
Jorge Guevara, Wilson Arias, Mauricio Ospina y Camilo Romero. Igual posición
asumieron los parlamentarios del Partido Verde, del Mira y Afrovides, los
liberales Juan Manuel Galán y Camilo Sánchez y los uribistas Miguel Gómez, Juan
Lozano y Juan Carlos Vélez, cuyo jefe trinó bastante contra el proyecto, coincidencia
que no debe confundir a nadie pues su moral a conveniencia lo lleva, de criticar
las prebendas a los magistrados y congresistas en voz alta a añorar en silencio
el indulto a sus lugartenientes. La mayoría de los congresistas de los partidos
que integran la coalición de Gobierno votó a favor del entuerto, un prevaricato
colectivo que encausado penal y disciplinariamente debería ocasionar la
disolución de este Congreso.
El Gobierno
busca alguna fórmula para lavarle la cara al Congreso con una pirueta que les
permita adecentar el texto de la reforma y en caso extremo un acuerdo político
para enterrarla. De promulgarse, caso improbable pero posible, queda el
salvavidas de la
Corte Constitucional que ante todo esto no tiene alternativa
distinta a declararla inconstitucional, pero los efectos criminales de su
vigencia serían desastrosos. Entre tanto, expresiones de la sociedad civil
lanzaron la propuesta de un referendo revocatorio: Si a la Justicia , no a la reforma.
Que la gente la tumbe. Fórmula que dicen no gusta al Gobierno por costosa,
argumento poco creíble. Más bien el temor es por los efectos políticos de la
movilización frente a una eventual reelección. También por lo que pueda estar
tramando el uribismo, con un líder activo y sus Montesinos cavilando una
Constituyente para restablecerse en el poder y sacar de líos a tantos de sus
subalternos imputados o enrejados.
Hábilmente,
advertidos del potencial político y del escenario de cambio que puede provocar,
los voceros del establecimiento observan que para que haya referendo el acto
debe promulgarse con los riesgos previstos, limitando el alcance del mecanismo
participativo al texto conciliado. Se equivocan: Para preservar la Constitución de 1991
voto contra la reforma a la justicia. Es decir, ni la vulgaridad conciliada ni
la mediocridad negociada por el Gobierno, el Congreso y algunos togados. Tampoco
su entierro inconstitucional por acuerdo político y un nuevo trámite con los
mismos actores.Borrón y
cuenta nueva con activa participación ciudadana en pos de una administración de
justicia independiente y transparente y un régimen jurídico moderno, coherente y
garantista.
La justicia en
Colombia requiere de un reenfoque conceptual y procedimental de fondo. En primer
lugar que sea justa, pronta, eficiente, eficaz y efectiva. Es una injusticia que
alguien pague 3 años de cárcel en una condena expedita por robarse seis cubos de
caldo de pollo o un queso para calmar el hambre y, en proporción, los miembros
del “carrusel de la contratación” o los propiciadores y beneficiarios de Agro
Ingreso, el espionaje ilegal, el aprovechamiento de los bienes expropiados a los
narcos, los parapolíticos y un largo etcétera, pagan penas irrisorias y en
condiciones de mejor clase. Por el contrario, para el Gobierno, de las cosas
buenas que hay que salvar es la descongestión judicial vía terceros, en el
trasfondo en beneficio del sector financiero, puesto que la gran mayoría de
procesos son ejecutivos civiles relacionados con créditos de todo tipo que
serían asumidos por abogados y notarios en una experiencia piloto de
privatización de la justicia. Aunque legales, la mayoría de esas causas
judiciales tienen origen en las cargas leoninas que impone la banca a sus
subyugados.
Apasionante la
reacción ciudadana contra la canallada fabricada por el Congreso de
la República. El
sábado 23 le firmé la planilla pro referendo a Antonio Navarro Wolf, en el paseo
peatonal de la carrera séptima, mientras dialogábamos con la gente sobre el
propósito de la revocatoria y la necesidad de ir hasta el final para ver si de
una vez por todas se limpia el Estado de tanta porquería. Es mejor no repetir
los epítetos que usaban contra los congresistas. Una ola de indignación sacude
al país y esta vez con ganas de hacer algo. Hace 200 años, José Acevedo y Gómez
atizó la
Declaración de Independencia de Colombia, advirtiendo al pueblo
las desgracias que vendrían “Si perdéis este momento de efervescencia y calor,
si dejáis escapar esta ocasión única y feliz…”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario