La aprobación por mayoría del Plan de Desarrollo Bogotá Humana
2012-2015 de la Administración
Petro por el Concejo Distrital, cuando la posición
minoritaria de los partidarios del alcalde en el cabildo y las críticas
mezquinas hacían prever un descalabro irreparable para esa iniciativa
progresista, mostró gran capacidad de
negociación y concertación de funcionarios como Guillermo Asprilla y Eduardo
Noriega que, accediendo al ajuste de metas y presupuestos y a la introducción o ponderación de aspectos no
contemplados o atendidos modestamente en la propuesta inicial, lograron
preservar la esencia de un modelo de ciudad social, humanista, ecológica y
moderna.
No obstante, para el antipetrismo de
oficio la noticia fue mala, se quedaron en que al proyecto se le hicieron 600
modificaciones, muchas de puntos y comas, con tal de mantener su caballito de
batalla. De ñapa, no obstante que el Alcalde había sido muy claro en que
reajustaría el gabinete a las necesidades de ejecución del plan, para lo cual
solicitó renuncia protocolaria a todos los secretarios, es decir notificó que
no había excepciones y que cualquiera podía salir como había entrado según su
criterio, rabiaron porque no fue
negociado pues suponían que iba a rogar yupis neoliberales y a renegar de su
entorno.
El punto molesto de los cambios lo
puso la propia tropa cuando en un acto desleal Daniel García Peña filtró a los
medios una comunicación privada al Alcalde por haber sacado a su esposa de la Secretaría del Hábitat,
situación de familiaridad de por sí molesta, con calificativos y premoniciones
muy en la tónica de los columnistas que, aún dolidos por su triunfo,
convirtieron la crítica en el ejercicio ridículo de enredar
malintencionadamente las medidas de la Administración ,
desinformar, calumniar e incluso llegar al absurdo de reprocharle a Petro porque cuestiona o reflexiona en voz
alta aspectos de su pasado de lucha política.
Petro moviliza 15 mil personas y
promete seguir en pie contra la
Ley 100 y el modelo mercantilista en la salud, para Hector
Riveros Serrato ese “gobierno de multitudes” es arrogancia, aunque no le
pareció tal la marcha que lideró el Presidente para apoyar la ley de
restitución de tierras y sepa que la manifestación directa no manipulada del
pueblo es la mayor expresión de democracia. Petro llama la atención a la
justicia y las entidades de control sobre los U$ 150 millones de dólares que
tiene embolatados los demás miembros del carrusel de la contratación en Bogotá,
en aras de su recuperación para las arcas
de la ciudad, Felipe Zuleta lo señala de estar abogando por los Nule e
inventa un episodio para probarlo, sin que desmentido, haya ofrecido disculpas.
Petro recompone su gabinete para
sacar adelante el plan de desarrollo resultado del programa de gobierno ganador
en Bogotá, la revista Semana le cuestiona
no cogobernar con los vencidos pues fue ganador entre minorías, no obstante que
subraya su marca de izquierda, en un ejercicio de malabarismo político que asombra. Petro termina con las
corridas de toros, determinación que se tomó en Barcelona, por la crueldad de
la práctica, Doña María Isabel Rueda rivaliza
con la afirmación ridícula de que los zapatos
de cuero del alcalde provienen del
sacrificio de un animal.
Peor aún, trae a cuento la
afirmación de Petro en una entrevista (Semana
4.12.2010), de que frente a una Constitución como la del 86 “me tocaría
volver a ser sedicioso”, para advertir ese “peligro” si no le gusta una
Constitución futura. ¿Será que Doña María Isabel añora el país del Estatuto de
Seguridad y la Democracia
restringida? Enseguida, para no contradecirse ella -argumentando que el
contradictorio es Petro- refiere una reflexión de éste en otra entrevista,
sobre si se justificaba la lucha armada contra el Estado de Sitio: “Es difícil
responder”, dice Petro. Ella le reclama que no es difícil porque él era
partidario de la lucha armada -a la que renunció y de ahí la reflexión- y le
cuestiona que ahora le preocupen los
toros. De la columna de Doña María
Isabel me queda claro que como a todos los toros los matan no tiene nada de
malo ver morir cruelmente a unos pocos. Lo que dicho en Colombia da mucho que
pensar.
En medio de esta avalancha, el
Alcalde intenta solucionar problemas de movilidad variando el esquema del pico
y placa, logra concertar aspectos clave para posibilitar la continuación de la ALO , acuerda con el gobierno
recuperar el centro de la ciudad para centralizar la gestión administrativa
nacional y liberar terrenos del CAN para vivienda, ofrece terrenos habilitados
en Usme para la oferta presidencial de vivienda gratuita, combate a fondo la
corrupción en el sistema distrital de salud, lidia con la puesta en vigencia
del SITP -cargando el fardo de la administración anterior que a todos ya se les
olvidó y a la que cuestionaron menos, no obstante sus estropicios-, entre
muchas otras medidas, a la par que le pone acelerador al plan de desarrollo,
prepara los mecanismos para su
financiación y los criterios del Plan de Ordenamiento Territorial, tareas de
hondo calado para el futuro de la capital.
Triste y preocupante que muy buena
parte de las críticas a Petro estén relacionadas con su personalidad y su
carácter. Desafortunadamente su forma de ser, distante y soberbia, al decir de
algunos, reflexiva e imperturbable, para
otros, le ha restado no pocas simpatías
en la propia izquierda, pero ahí no está la causa del sistemático ataque a su
gestión, sería absurdo. Tampoco en que esta sea un desastre, aunque tenga los
problemas propios de la transición, o mejor, en este caso, de la ruptura con la
guachafita samuelista, el camaleonismo luchista y el urbanismo clasista
peñalosista. El cambio de rumbo de la ciudad es la razón de fondo del todos
contra Petro, porque se está sintiendo.
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