domingo, 5 de agosto de 2012

Chavela Vargas por siempre

Le dio su voz al dolor y al sentimiento. Le dio su cuerpo a la vida, a la mujer a Macorina -ponme la mano aquí-, a Frida -Ay, de mi llorona, llorona- a Ava -lo mejor de la noche es despertar con una mujer. Se vistió con calzones de varón de joven y manta indígena para resaltar el cabello plateado de la adultez mayor y su esencia huichola. Le cantó a Heraclio Bernal,a Gabino Barrera, a Lucio Vásquez y al cura Camilo Torres. Declamó a Neruda y a García Lorca. Le "alegró" las madrugadas a varios vecinos célebres, entre otros, a Carlos Monsivais y a Carlos Fuentes. Cantó coqueta con José Alfredo Jiménez, Sabina, Ana Belén, Diego "El Cigala", Eugenia León y Martirio. Almodovar, sibarita de voces, la rescató de la ingratitud para eternizarla en sus filmes. Les sacó lágrimas a las guitarras de
 Antonio Birbiescas, Juan Allende y Miguel Peña. Le dio su estilo solitario, desgarrado y con cuerdas a la ranchera. Absolvió santurrones y santurronas en El Olimpia, el Carnegie Hall, el Palacio de Bellas Artes y Conferias de Bogotá, donde me confirmé su devoto por siempre. Se bebió 40 mil botellas de tequila, según dijo exagerando, y le quedaron ganas para cantar "Tómate esta botella conmigo", pero no alcanzamos. De los lamentos, tragos y harapos, a las ovaciones, las nostalgias y la gloria. Vino de allá, de un mundo raro y con su partida me envolverán las sombras. Vivió como debe ser: como se le dio la gana. Se fue la última chamana del desierto. ¡Ay Chavela, Chavela, Chavela!

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