En diciembre, aprovechando el impase de las basuras - impase porque dos
días después del día D que le habían fijado, y sea como sea, que es otro
asunto, el tema de recolección se solucionó y hoy se presta con normalidad y
mejor, aunque todavía sin completarse la implementación del nuevo esquema- , sus
enemigos, adversarios, contradictores y hasta los aliados críticos, copartidarios
de oportunidad y admiradores interesados “se dieron garra” con Petro: dictador,
déspota, tirano, emperador refieren su
forma de gobernar sin atender a la definición de los términos; inepto, incompetente e improvisador califican
su gestión y ejecutorias apenas a un año de ejercicio; soberbio,
prepotente y arrogante, describen sin
matices su personalidad. Pescando en río revuelto, el nieto de Laureano Gómez,
nombre que de verdad evoca la
autocracia, se autoproclamó líder de la revocatoria del alcalde, iniciativa que
con seguridad tendrá eco y tiempo en los medios y apoyo financiero, pero cuyo
éxito será sacar del anonimato a un gris representante a la cámara con
aspiraciones superiores por supuesto derecho en esta democracia de linajes
(López, Lleras, Santos, Turbay…), no importa que con su viveza, tirria y capricho entorpezca un gobierno, dañe a
Bogotá y haga malgastar el erario.
Antipetrismo por convicción y por oportunismo
Doña María Isabel, pura sal y pimienta, pide que a Petro se lo carguen las ías porque en la lisa
política él se las trae. Le teme: aventaja con leguas a tanto
politiquero mentecato y tiene visión y propuestas que, desde luego, no
coinciden con las suyas. Don Darío Arizmendi, usó la socarrona y
malintencionada frase “la basura de Petro” para referirse a la acumulación
generada por el cambio, en otra de sus demostraciones de inmoralidad
periodística. Doña Vicky Dávila, en
entrevista al Presidente Santos, llevó la presión al desespero, al exigirle que
destituya al alcalde sin competencia para ello, como aquél reiteradamente le
señaló. Don Yamit no ceja en su empeño de convertir a Petro en un desastre. No
lo pasa, no lo entiende, ni le conviene entenderlo. El 20 por la noche, en su sesión de ventrílocuo,
casi les hace decir a las muñecas del 1, 2,3 que si se acababa el mundo no era
culpa de los mayas sino de Petro.
Alfredo Rangel busca con sus ataques travestidos de análisis, credenciales
para ser más uribista que su ídolo.
Indignado por sus afirmaciones injustas y gratuitas, Jorge Pulecio, director
del Instituto para la Economía Solidaria de la capital, le recordó su
militancia en el trotskismo y los ideales que echó al olvido. Con esas
volteadas de arepa a cualquiera se le quema la espalda. Natalia Springer, en El
Tiempo, como politóloga, le regala dos columnas. La primera para encomiar su
visión de futuro, la segunda para presagiarle su ineptitud para realizarla y
así quedar en línea con la FM de RCN donde es “periodista, periodista”. Héctor
Riveros, en la Silla y con ganas de alcaldía, se “muere de la ira” y reta a las
ías a actuar, chantajeándolas de temer a Petro. Felipe Zuleta no deja de lanzar
sospechas sobre él que nunca rectifica cuando se descartan.
Por si fuera poco, León Valencia, por el cómodo camino de en medio, llama
“obsesiones de la izquierda postmoderna” las que animan a Petro y que, según
sus propias memorias, lo llevaron a él a la insurgencia: justicia social,
equidad, democracia. La derecha llama a esas “obsesiones” ideología y algunos
columnistas filantrópicos las comparten
aunque sean “mamertas”. Por qué se desgastan tanto para aceptarlas si
simplemente hacen parte de los Derechos Humanos, políticos, económicos,
sociales, culturales, colectivos y
ambientales consagrados por Naciones Unidas y la Constitución Nacional
de 1991. León también aplaude la iniciativa de revocatoria como un escenario de
la democracia. Si así fuera bienvenida, pero de lo que se trata es de preparar subrepticiamente
el golpe. Desde luego, redita más en los círculos políticos y sociales describir
escenarios que analizar componendas.
Con Claudia López -y los concejales Sanguino y Flórez pues en los demás
opositores es obvio- comparten el criterio de que el alcalde debe buscar
alianzas, seducir, ampliar su base, a sabiendas de que esto solo es posible
arriando banderas, haciendo concesiones, renunciando a proyectos, para ganar el
apoyo de la coalición política que sin el menor rubor respaldó a Samuel Moreno
y muchos de cuyos miembros son beneficiarios del carrusel de la corrupción. Saludan
su programa pero lo ven irrealizable y por eso pragmáticamente le aconsejan acotarlo
sin reparar que fue aprobado por el propio Concejo en el Plan de Desarrollo,
incluido lo de las basuras, manejo que le critican por no haber negociado “a las buenas” con los privados, eludiendo
referirse al ambiente crispado que rodeó la determinación. Para sonar, Claudia
le espeta un epíteto hiriente: estúpido. Según la entrevista de la Silla, hace
un año ella era santista pero se decepcionó, conociendo como conoce a la clase
política y a sus miembros, eso sí que es majadero.
Para rematar, Héctor Abad, que sabe lo que es un mártir, dice que no está
de acuerdo con la revocatoria porque sería “convertir a un inepto en mártir”.
Petro ya lo sería pues muchos gatillos lo esperan para cobrarle el develamiento
del paramilitarismo, la parapolítica -tarea en que lo acompañaron León valencia
y Claudia López- y la corrupción, una contribución histórica a la democracia hecha
por un líder político en décadas, y con
coraje sigue vivo tratando de hacer de Bogotá una ciudad del siglo XXI
enfrentando al feudalismo, el rentismo y las mafias, hoy coaligados para
atajarlo, como sus aliados hicieron en el pasado reciente con varios dirigentes
de izquierda. Da grima ver como los opinadores publicados minimizan esos hitos
como un aspecto positivo de su carrera pero ya cosa del pasado, en una
complicidad de lesa humanidad con los victimarios en la estrategia de maquillar
la historia, exculpar a la clase gobernante tradicional y establecer pactos
para la impunidad y el reparto del poder.
Curiosamente, además de coincidir en las críticas a su gestión, desde
posiciones políticas e intereses diversos, todos convergen en cuestionar su
personalidad. Como a veces esto último es asunto de percepción, así debe
apreciarse de manera parcializada alguien
que no se deja mangonear, frentero, combativo, audaz, inteligente, ingenioso,
creativo, decidido, de formación sólida, intransigente en sus principios -terco
en eso según él mismo-, preparado para la tertulia y el debate, demoledor en
discurso y argumentos, ajeno a la corruptela, empecinado en recuperar y honrar
lo público y garantizar derechos, excepcional como congresista, que está del
lado de las víctimas, los perseguidos y los miserables; sensible, tímido hasta
la hosquedad, y con pasado insurgente del cual no reniega pero que reprueba la
violencia y promueve el amor. El político de buen recibo debe ser capaz, claro,
pero también simpático, amiguero, generoso con lo de otros, para algunos, o
aliado o rival inferior para otros. Pero Petro, ni aquello ni esto. Como ser
humano tiene defectos, los ha reconocido, pero no de los comunes en la clase
política.
Se superó la crisis y se abrió paso
al nuevo modelo
El agrio alboroto decembrino fue motivado por la entrada en funcionamiento
del nuevo esquema de aseo y el programa Basura cero. Es cierto que con los días
quedó en evidencia que hubo errores, ligerezas e irresponsabilidades sobre las
que tendrán que tomarse medidas tanto al interior de la administración como
desde los organismos de control, si existen motivaciones reales, que no
mediáticas y políticas, para ello. No hay que olvidar que las ías distritales
están en manos de la coalición opositora y se han convertido en instrumentos
políticos, así lo quiso Petro -como con el nombramiento de la esposa de Mockus
en la Veeduría- a sabiendas del riesgo, en una decisión que lo honra. La Superintendencia
de Industria, que ya trató de golpearlo, la maneja su rival presidenciable
Vargas Lleras y la Superservicios, una ficha de Ernesto Samper que se declara
sobresaltado con Petro pero durmió tranquilo con las andanzas de Samuel Moreno.
A propósito, los medios jamás usaron contra éste los insultos, en ese caso
merecidos, que profieren contra el alcalde. Cosas de conveniencia.
Pero la batahola se abría desatado por cualquier otro motivo, porque el
objetivo es Petro y su programa de gobierno en defensa de lo público y de
carácter social, enfrentado a un establecimiento neoliberal que privilegia al
gran capital y tolerante con la corrupción de las mafias de la contratación. Sin
embargo, en el caso de las basuras se
dio papaya. Lo que haga tiene que hacerlo muy bien. Petro no puede enfrentar
solo o con algunos pocos ese desafío descomunal. Sus declaraciones y las del
secretario general, Jorge Rojas, otro valiente e intransigente defensor de los
derechos humanos, el 19 de diciembre, producto de la información engañosa que les dio la EAAB, fueron desafortunadas. Aunque
necesita revolucionar su comunicación con la ciudadanía, como sugiere Andrés
Vernot, el asunto va más allá. Hay que concretar un equipo de gobierno
competente y eficiente y consolidar y fortalecer la organización política por
la que gobierna y que es la que debe movilizase, sensibilizar, educar
políticamente y afrontar el debate y la defensa de su gestión.
Si bien hubo desaciertos, magnificados a propósito, y razones poderosas de
las determinaciones, ocultadas adrede, no se puede seguir cayendo en la trampa
de la manipulación: por mandato perentorio de la Corte Constitucional había que
cambiar el esquema para incluir a los recicladores y además para echar a andar
el programa de reciclaje. La fecha era el 18 porque se acababan los contratos
vigentes. Conociendo que no se contaba con la capacidad para asumir la
recolección en su totalidad, las autoridades distritales trataron de negociar a
término con los operadores, mientras se abre la licitación, lo que no cuajó antes de la fecha límite y a
la vez ocasionó una crisis transitoria, superada
en parte al recontratar de todas formas
a las empresas que venían operando, ya no para el 100% sino para un porcentaje
que a mitad de año estará reducido al 48% de la recolección y con reducción de
los costos. Si el alcalde excluye a alguna empresa habría violado la Constitución y la ley. Sus
afirmaciones sobre los orígenes oscuros de algunas de ellas son públicas pero él
no es la Fiscalía para lo pertinente. La autoridad nacional competente en el
tema de aseo le está retrasando la
licitación y ha sido morosa en determinar las tarifas.
Para conjurar el problema transitorio, la alcaldía declaró la emergencia y,
a través de la EAAB y Aguas capital, la nueva empresa de aseo, arrendó
compactadoras usadas en Miami, acondicionó volquetas, y contrató personal. Sin
llegar aún a Bogotá las compactadoras,
el basurero se superó en dos días. Bueno Aires, Nápoles y Jerez estuvieron inundados
por varias jornadas. Entonces, los
medios cambiaron de tema y ampliaron con lupa: a cada trámite de internación de
las compactadoras y de uso de las volquetas un titular, la mayoría de las veces
falso o inexacto: bosque en las compactadoras -plántulas normales-, sobrecostos
-¿acaso antes la operación de las máquinas era gratis?-, violación de normas de
seguridad industrial -¿las denunciaron antes por parte de los privados?,
inadecuado manejo de residuos -con la confusión creada ¿se motivó a la gente a
separar?-, regueros de lixiviados –las volquetas fueron acondicionadas. Ahora
surge el lío de la contratación y pago de personal, enredado por el abrupto
cambio de gerente de Aguas Capital, presionado por la crisis, pero también en
vías de pronta solución por el nuevo gerente No obstante, consciente de que
hubo errores, Petro, contrario a la soberbia y arrogancia que le endilgan,
reconoció con entereza las fallas debido a la incapacidad institucional para
dar una respuesta eficaz por inercias burocráticas y el apremio. En el fondo
asumió la responsabilidad sobre una oferta que no funcionó el primer día y como
se había previsto, debido, al parecer, a la mala gestión de la gerencia de la
EAAB, y de paso las consecuencias. Se burlaron. Esperaban tumbarlo de una,
ahora espolean a las ías.
¿Ha renunciado o reconocido alguien su responsabilidad en el fallo de la Corte de La Haya sobre delimitación de
aguas con Nicaragua? O por la omisión e impasividad frente al paramilitarismo
que ocasionó la muerte de más de 100 mil compatriotas y el despojo y
desplazamiento de 4 millones más. Si no fuera por Petro, los parapolíticos y
paramilitares pasan de agache y la Ley
de víctimas sería una ilusión. Si no fuera por Petro, no se descubren las
andanzas criminales del DAS y en su calidad de policía política hasta hubiera
fraguado un tercer período para Uribe, deshaciéndose de opositores incómodos. O
alguien ha reconocido culpa -que
jurídicamente es dolo- por la desidia, ligereza, descuido, cuando no
complicidad, en el carrusel de la contratación que le robó billones al erario
público nacional y distrital. Si no fuera por Petro, los Nule seguirían
contratando en Bogotá y defraudando, en asocio con el anterior alcalde de la
ciudad, abogados amigos, varios funcionarios, el contralor, unos cuantos
concejales, un representante a la cámara, entre otros, de acuerdo con lo
adelantado por la Fiscalía. A no dudarlo, arruinarle la alcaldía es la
venganza.
Tras la basura hay mucha cochinada
Otra mendacidad: Doña María Isabel y otros columnistas, o mejor
quintacolumnistas, para criticar, afirman que en lo de las basuras todo sigue
igual y, a la vez, que antes funcionaba
más o menos bien, ¿quién los entiende? En esa inconsistencia se delata el fin.
No era así, si vamos más allá de la comodidad egoísta y ponemos atención a lo
público. Al ofrecer una rebaja de tarifas del 25% para sabotear la decisión de
la alcaldía de entrar a competir en la recolección, las empresas de aseo
pusieron en evidencia sus pingües e injustificadas ganancias, como lo había
denunciado Petro. Pero hay cosas más graves.
El 20 de diciembre, en El Tiempo,
basado en informes de la
Contralora General de la República, uno de los personajes del año, el incisivo
Juan Gossaín puso de presente verdades escandalosas del servicio de aseo
privado en el país y en Bogotá: cobran doble: recolección y servicios
especiales en la tarifa de aquella y
estos últimos de nuevo por aparte en el recibo; en forma variable en contra del
usuario: en 4 años han cambiado 58 veces de tarifa y la entidad competente aún no
la ha determinado; los camiones y equipos se pagan en los recibos en rubros
encubiertos y por tanto son nuestros - la Contralora, dando razón a Petro
advierte: o se los devuelven a la ciudad o le devuelven la plata a los usuarios.
Ya se pronunciará.
Y LA MAYOR OFENSA A BOGOTÁ, deslizada por Petro antes de la escandola de
las basuras: Los sobrantes de dinero del servicio, unos 343 mil millones, que
nos debían haber devuelto, la mayor parte recaudados por la Administración
Moreno Rojas , según los indicios, fueron a parar a una fiducia a través de la
cual se manejó el "carrusel de la contratación", contratos de
asesoría con Álvaro Dávila, como abogado, aparte de los beneficios de la
corruptela, y campañas de promoción del alcalde mencionado. Todos calladitos. Claro
que Petro debe responder por los errores, irregularidades y deficiencias
técnicas del nuevo esquema, si los hubo y se comprueban, como señalan José
Fernando Isaza, el propio Gossaín, los
editoriales y el editor de Bogotá de El Tiempo y otras firmas serias, pero por
ver una plántula en un camión no dejemos de ver el bosque de la corrupción ni
tapemos con minucias la realidad: una
empresa púbica distrital asumió la mayor parte de la tarea de aseo, los
recicladores fueron incluidos y se abren paso un nuevo modelo de aseo por un
operador público y un programa de recuperación de deshechos que de cumplirse
harían de Bogotá una ciudad pionera en el mundo en el tratamiento de residuos
con ganancias sociales. No hay peor ciego que el que no quiere ver… a Petro. Si
de verdad les duele la ciudad y no tienen intereses mezquinos, déjenlo gobernar.
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