martes, 11 de agosto de 2009

Alfonso Alexander Moncayo, Sandino y Sima


Hace cincuenta años se publicó en Pasto (Nariño-Colombia) Sima Novela apasionante acerca de una ciudad teológica, sifilítica y mística. Tras el escándalo que suscitó fue quemada y junto con su autor, tan legendario como su obra, condenada al olvido.


Un buen día de 1929, el joven escritor y poeta pastuso Alfonso Alexander Moncayo (Pasto,1910-1985) abandonó sus estudios de Ingeniería Civil en Popayán y se fue a rodar mundo con sus versos. Fue a Venezuela donde dijo “haberse jugado la vida con delicada agilidad en un juego de revolución y sangre” contra el dictador Juan Vicente Gómez. Luego estuvo en Panamá, después viajo a México y desde allí, como reportero de El Universo, fue enviado a entrevistar a Augusto César Sandino, General de Hombres Libres, quien enfrentaba la invasión de los marines a Nicaragua.

Alexander, identificado con la causa, se incorporó al que Gabriela Mistral llamara El Pequeño Ejército Loco. Por su valentía y destreza, Sandino le otorgó el grado de capitán del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua, “Capitán Colombia” para la posteridad. Muchas cosas en común sellaron una gran amistad. En particular una enorme pasión por la figura y el ideario bolivariano. La epopeya hace parte de las Memorias de Fuego de Eduardo Galeano.

La resistencia sandinista logró el retiro de las tropas estadounidenses en 1933. Sandino firmó la paz con el gobierno y luego fue asesinado (21 de Febrero de 1934). Alexander no vivió ese triste momento. Ante las tratativas de paz regresó a Colombia, mantuvo una permanente correspondencia epistolar con Sandino, sus familiares y lugartenientes y su gesta solidaria fue reconocida por el Gobierno de Alberto Lleras, a través del designado Darío Echandía quien se convertiría en su amigo y compadre al apadrinar, años después, la primera comunión de uno de sus hijos en Ipiales

Su novela testimonial Sandino se publicó en 1936 por la Editorial Ercilla de Chile, entonces una de las más importantes del Continente, con gran acogida de la critica. Al tiempo, en la prestigiosa revista Pan de Bogotá publica, por capítulos, Relatos de Sangre, sobre los mismos sucesos, considerados en los años 60 por el connotado sociólogo Darío Meza, junto con Las Guerrillas del llano de Eduardo Franco Isaza, recientemente fallecido, como los mejores testimonios históricos escritos en Colombia hasta ese momento.

Cincuenta años de Sima

En 1939, la Editorial Estrella de Bucaramanga publica Sima Novela Apasionante. Según el editor, el intelectual pastuso Alberto Quijano Guerrero, “ácido cítrico a la lacra de quienes puedan soportarlo y con toda atención a los que vencieron y vencerán en la laguna profunda de vichos asqueantes”. El subtítulo lo decía todo: Ciudad mística, teológica y sifilítica.

Sima narra las vivencias de un hijo pródigo al retornar a su ciudad natal y sus decepciones ante la vida disoluta, corrupta e hipócrita de una urbe degradada. El escenario de buena parte de la trama es la casa de citas de las Palencia frecuentada por notables y curas, desde donde se propaga la sífilis. Tragedia amenizada con amores sibilinos, venganzas y brujería. Ese mundo de lupanares y meretrices, fue reconstruido para la historia de Pasto en el ameno y documentado estudio de Eduardo Zuñiga Erazo La 19, calle del amor furtivo.

Etimológicamente, el significado es preciso para el contenido, sima: depresión, precipicio, barranco. Sima es la visión del extrañado que llega con una mirada de afuera pero termina sumido en la destrucción colectiva que carcome la vida urbana. En parte, con Sima Alexander cobró cuentas a quienes lo ignoraban, en parte, quiso hacer catarsis, sacudir el adormecimiento, la indiferencia, la pasividad y la indolencia social de décadas. Por su calidad y estilo Sima fue considerada entre las 100 mejores novelas de la historia literaria del país por el prestigioso crítico e historiador Enrique Santos Molano.

Al comprometer hechos y personajes de la cotidianidad de la capital nariñense descritos con extrema crudeza, desató un escándalo que obligó al autor a abandonar la ciudad por varios años ante la iracundia de muchos personajes aludidos que compraron los escasos ejemplares de la primera edición para incinerarlos. Exhibió de manera descarnada y exagerada, como recurso literario y de provocación, los vicios que carcomían el establecimiento en los órdenes político, religioso y social, evocando La Peste de Camus y en concurrencia con la germinante novela urbana colombiana.

El escarnio sectario contra los escritores en Pasto fue conducta recurrente. Algo similar le pasó después a Juan Álvarez con La Bucheli, en los 60, y a Edgar Bastidas, en los 70, luego de la publicación de El Fariseo, aunque, en su caso, todo lo dicho se basaba en hechos reales: las andanzas de un cura oscuro y cavernario. Por su irreverencia e intransigencia, la misma suerte corrió José Rafael Sañudo por sus polémicos Estudios sobre la vida de Bolívar, que por orden del dictador Juan Vicente Gómez - contra el cual dijo haber combatido Alexander- fueron proscritos en Venezuela.

En poesía los versos de Alexander trasmiten fuerza con un rico lenguaje, que demuestra su amplio bagaje, y recursos estilísticos elegantes. El ámbito y motivo son la tierra nativa, la selva, los viajes, la lucha, la guerra, la mujer, el yo interior, lo social, Indoamérica y Sandino. De ella decía Faustino Arias, el compositor de esa canción poema Noches de Bocargrande, en un texto muy poético: “Tal es la fuerza animal de sus poemas…Las mujeres que desfilan por sus versos (…) huelen a tierra húmeda, a agua de río claro. Son vírgenes de canela con senos de chontaduro…En su poesía hay gritos de hombre que a la vez es colono, conquistador, pasajero y boga; hay terrores de jungla, zarpazos de tigre y lujuria de solitario. Alexander es la voz de la tierra, de la tierra india, salvaje y americana”.

Volcánico como el Galeras

Alexander perteneció a la brillante generación de escritores nariñenses de comienzos de siglo XX que integraron con él, Aurelio Arturo, Guillermo Payán, Guillermo Edmundo Chávez, Emilio Bastidas, Sergio Elías Ortiz, Leopoldo López, Plinio Enríquez, José Rafael Sañudo e Ignacio Rodríguez, por nombrar algunos, preocupada por la realidad social, ansiosa de conocimientos, culta y de gran talento literario.

Tras su destierro de Pasto, Alexander se radicó en Ipiales y desde allí dio rienda suelta a sus pasiones: exploró petróleo en el Putumayo, proyectó vías y oleoductos, crió ganado, buscó guacas, perforó minas, departió como anfitrión con Gaitán y Echandía y fue juez municipal conciliador. Regresó a Pasto una década después, fue secretario del despacho departamental, fundó y escribió periódicos, publicó La vida lírica de un símbolo, en homenaje a la Virgen de Las Lajas, y Río Abajo; dejó varios libros inéditos, enfiló la pluma contra la desidia local y en favor de las causas de su tierra, fue homenajeado en 1983 por la Revolución Sandinista y murió dos años después en la pobreza y el olvido.

"Caminante curtido de aventuras y combates, espíritu rebelde y volcánico como el Galeras", lo describió Vicente Pérez Silva; "millonario de fantasías y proyectos utópicos...Capitán de su vida y de su estilo. Cabrillante magistral. Único", dijo de él Alberto Quijano Guerrero. Sobre su obra, Guillermo Edmundo Chávez, autor de Chambú, conceptuó: "Su voz, tiende a confirmar el grito profundamente humano de la gleba, o la rebeldía soterrada del indio, o la impresión del paisaje nuestro que deslumbra como una dentellada de sol, o se adentra gorgeante de júbilos en un segado milagro de robles o espigas".

Alfonso Alexander Moncayo tenía un alto sentido social y de justicia, amaba a Latinoamérica y propugnaba por su integración; era un hombre progresista, culto, comprometido con el destino de su tierra natal y con un valor literario aún ignorado en el país. Como en muchos otros casos de las letras, la música y las artes nacionales, su vida y su obra merecieron mejor suerte.

2 comentarios:

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  2. Vida interesante y ejemplar la de Alfonso Alexander Moncayo quien compartió con los nicaragüenses su amor a la Patria Grande Centroamericana y a la América Nuestra Latinoamericana. Me permito compartir este enlace donde se publica otro de sus escritos, en donde él narra sobre el tiempo y las acciones que le correspondió vivir en las tierras de Sandino, de quien llegó a convertirse en verdadero amigo y oficial superior del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSNN). Nuestro respeto y admiración a este ciudadano, patriota e internacionalista y, a través suyo, a todo el hermano pueblo de Colombia.

    http://librepenicmoncjose.blogspot.com/2013/10/un-internacionalista-colombiano-en-las.html

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