Hay
muchas razones para no llamar primavera a la indignación que en las toldas
petristas y de quienes sin pertenecer al progresismo, pero progresistas,
observan que lo que está pasando es una energúmena reacción de intereses
económicos y políticos contra el primer intento de revertir el modelo
neoliberal impuesto desde mediados de los años 70 y reforzado con la
mampara de la Constitución de 1991. En
ese modelo abrevaron el paramilitarismo
y la corrupción, que se apoderaron del país y fueron encubiertos durante el
tétrico uribato, valientemente
denunciados por Gustavo Petro. Hay que decirlo, lo poco que en derechos se pudo
hacer efectivo de la carta constitucional lo ha sido gracias a la lucha de sus
defensores y supuestos beneficiarios, no por decisiones de las instituciones
estatales que, unas cosméticamente más generosas que otras, se han encargado de
suprimirlos, recortarlos, tergiversarlos. Basta observar la reforma al nefasto
sistema de seguridad social en salud que se acaba de aprobar con un descarado
maquillaje. En Bogotá la gente reaccionó contra eso y ganó Petro.
No
tenemos estaciones y es contra los gobiernos que se protesta en las plazas públicas
del mundo, mientras que, en la por estos días climáticamente incierta Bogotá,
lo que se promueve es la defensa del gobierno. En Brasil la gente sale a las
calles contra la corrupción, el despilfarro, demanda de servicios y reducción
de tarifas. En Turquía en defensa del espacio público. En Chile por gratuidad,
calidad y universalidad en la educación. En Grecia por los ajustes a costa del
pueblo y el cierre de la televisión pública. En Túnez, Egipto, Yemen y Libia contra
la autocracia y el nepotismo. Ahora de nuevo en Egipto contra cambios
engañosos. En España, Portugal e Italia frente a la pauperización, el desempleo
y el descaro de los que gobiernan. Aquí el petrismo, los sectores favorecidos
con su plan de gobierno y sus posturas y la gente medianamente formada, se tomó
la Plaza de Bolívar el 28 de junio en una Asamblea Popular Ciudadana por la
Democracia y la Paz en apoyo a Petro, que ha luchado y lucha contra lo que esos
movimientos repudian, que está garantizando desde el gobierno lo que allá se exige,
que está confrontando con ellos los efectos de la globalización neoliberal que
arrasó con lo público, enriqueció a unos pocos y condenó a la miseria y a la
desprotección a gran parte de la humanidad.
Bogotá Humana a la vanguardia
Lo
que se está intentando puso en tensión al sistema imperante de un Estado servil
a la empresa privada desde la teología del mercado, embaucador y represivo con
los pobres y capturado por las mafias y el clientelismo. De prosperar en Bogotá
la máxima de que lo público es de todos y no de nadie, que la empresa privada
tiene responsabilidades sociales y que hay derechos que jamás podrán gozarse si
se manejan como mercancías, en poco tiempo Colombia virará el rumbo, más cerca
de la lógica de los de abajo, tan criticada por la derecha y sus opinadores,
pero hacia la que mira un planeta desgastado y en penuria.
Es
lo que quieren deslucir textos babosos como los de Saldarriaga Roa, Mauricio
Pombo y Rudolph Hommes. Ataques sin sustancia, odio clasista. De lejos se
advierte que no han estudiado lo que critican. A Hommes, le duele no haber sido
alcalde para feriar las empresas públicas y engañar, como descaradamente
reconoció que con Gaviria distrajeron al país con la Asamblea
Constituyente, mientras al descuido le
clavaban la apertura neoliberal. Fingen desconocer el Plan de Desarrollo Bogotá
Humana y el proyecto de modificación del
Plan de Ordenamiento Territorial, concreciones coherentes de la propuesta para
una nueva ciudad, incluyente, pluralista y diversa, ordenada alredor del agua y
defensora de lo público, porque no rezan su credo. Hunden la cabeza en la
tierra para negar que se está dando una batalla trascendental para imprimir una
nueva concepción de Estado y de gobierno que al desprivatizar busca recuperar
el patrimonio para la mayoría pobre y apuestan, con argumentos efectistas de politiqueros, a ser
artífices de la caída del alcalde.
Las trampas formales
La
emboscada contra Petro se juega en escenarios formalmente institucionales pero
manipulados y politizados. La revocatoria de mandato, proceso viciado como el
que más y argumentado pobremente (http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/gustavopetro/ante-las-dudas-hechos_12915149-4), pero que de seguir su curso obligaría a la
administración bogotana a medirse en las urnas -opción a la que Petro no le
teme pero a la que espera llegar solo si es necesario por sus implicaciones en
el gobierno y costos. Y el proceso disciplinario que le sigue la Procuraduría
por la desprivatización del sistema de aseo. Lo acusa a título de dolo
gravísimo, es decir de actuar a conciencia, advertido y neciamente, pues no acató sus orientaciones
de cogobierno, por entregar el servicio a dos “empresas públicas sin
experiencia”, la cual nunca acumularán si no se toma la determinación, y que alega
si tenían los privados a los que, según el otro cargo por dolo gravísimo, se
les violó el principio de libre competencia, señalamiento ya refutado por un
tribunal administrativo. Aboga a favor del mercado.
Otra
dependencia judicial ratificó que la flota manejada por las firmas particulares
en los contratos de recolección, le pertenecen y debían ser devueltas a la
ciudad, exigencia que se negaron a cumplir antes del 18 de diciembre, obstruyendo
la decisión del Alcalde, a la vez que represaban y esparcían las basuras para
provocar una calamidad sanitaria. Ahí el otro cargo, haber utilizado volquetas
para confrontar la emergencia, lo cual está prohibido en normalidad pero a la
que ha acudido más de un alcalde ante acumulaciones peligrosas. Con todo, y
solo los antipetristas viscerales lo desconocen, el sistema público de
recolección de residuos está funcionando mejor y a menores tarifas que antes,
avanza el Programa Basura Cero y se garantizó un ingreso digno para la
población recicladora de acuerdo con mandato de la Corte Constitucional. Actúa
en defensa de lo público
Tras las apariencias, dos modelos en
pugna
Como bien lo explicó Guillermo Asprilla, en decente entrevista de Blu radio dirigida por Felipe Zuleta lo que está en juego es la persistencia vía imposición del modelo neoliberal extorsivo o el primer paso nacional significativo de la recuperación de lo público como patrimonio de todos http://www.bluradio.com/34141/basuras-es-el-primer-experimento-de-desprivatizacion-de-un-servicio-publico?fb_ Los Derechos Humanos como política de gobierno (Alcalde Mayor de Bogotá, Gustavo Petro Urrego, instala Foro Distrital de Derechos Humanos. ). Bien vale la pena preguntarse, a partir de una denuncia de Zuleta, qué ha hecho la Procuraduría en el caso de los pensionados de Telecom, en el que la nación se constituyó en socio de Movistar (en favor de la empresa privada, sí se puede) para ayudarle a cubrir las mesadas que ahora están en riesgo por las dificultades y deficiencias que afronta esa empresa. (http://www.elespectador.com/opinion/columna-429450-duenos-de-nada). Falta gravísima a título de dolo de todo un gobierno.
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