Concentración Popular, Plaza de Bolívar, 29 de agosto de 2013. Foto: Alejandro Olave |
Comparsas y murgas se tomaron la ciudad, una serenata gigante con mariachis le cantó el feliz cumpleaños y, en la noche, fueron clamorosas las ovaciones de 30 mil bogotanas y bogotanos para la puesta en escena de “Bolívar y Bogotá: un Bolívar urbano”, por 200
artistas de diferentes localidades pertenecientes a la red de Hip Hop Pazur, Golpe
de Barrio y al Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud
(Idipron), musicalizada por la Orquesta Filarmónica de Bogotá, bajo la
dirección de Francisco Zumaqué, música clásica con latin jazz, hip hop y teatro,
que recrea los episodios más importantes de la estela del Libertador, después
de su llegada triunfante a la ciudad, tras derrotar a las tropas coloniales, puesto en tiempo presente y andando por esta ciudad de pasiones
y contrastes; al cierre, el firmamento se iluminó con el derroche de
sonidos y color de los juegos pirotécnicos lanzados desde el
interior de la Alcaldía y el Parque Simón Bolívar; Bogotá se celebra alegre,
multicolor, incluyente y diversa, niña y mujer, negra e indígena, de todas y de todos, dijo el Alcalde Petro; al otro día, los actos
conmemorativos de la Batalla de Boyacá, el Día de la Independencia (7 de agosto de 1819), en los que al desfile militar de la
celebración oficial nacional, en las localidades bogotanas le opusieron una jornada de
lecturas alternas de la historia y por la paz; y siguió la fiesta cumpleañera y el Festival de Verano, en la vida agitada de esta ciudad frenética, indescifrable y adorable que nos marcó de por vida.
Te doy una canción
Apenas una semana más tarde, en el concierto de
Rubén Blades (viernes 16 de agosto), 50 mil almas se apretujaban y meneaban
coreando Pedro Navaja, Pablo Pueblo, Amor y control, Desapariciones y Plástico; durante dos horas aplaudieron al
artista panameño en cada una de sus canciones que son proverbios y en sus frases
que cantan verdades: "Bogotá te ves bien después de 475 años", "Gracias Alcalde Gustavo Petro por invitarme al Festival Salsa al Parque", "Tenemos
muchas cosas por hacer para acabar con la discriminación racial, sexual y
laboral", "Espero ver el día en el que a la mujer se le pague el
mismo sueldo que al hombre", "Espero que llegue el día en el que a
las personas se les juzgue por su actitud y no por su color de piel", "Colombia
tiene la fortuna de ser un país con alto nivel cultural", "Bogotá es
una gran familia", “Víctor Jara y Camilo Torres fueron grandes hombres”
“Gabo es maravilloso” “Latinoamérica debe estar unida como Simón Bolívar la
soñó”, "Héctor Lavoe vive!!!" "La muerte solo comienza por el
olvido, mientras recordemos no habrá muerte de las ideas ni de las personas";
luego, la multitud se desató para agitar
caderas con la timba de la Nueva Generación la Banda de Cuba hasta casi la
medianoche; al día siguiente, al comenzar la tarde, segundo día de Salsa al
Parque, con el remate de los Van Van de Cuba, la voz de Yenisel Valdéz y 20 mil
voces coreando “Y después de todo qué, roto
el sentimiento, para que y por qué mi amor,
di por mí lo siento".
El domingo 25, un río de gente acompañó el paso de las carrozas de la XXXV Caminata de la Solidaridad, uno de los eventos masivos más grandes de Latinoamérica, con el que colaboran personajes de la farándula y el deporte. Por la noche cientos de muchachos y muchachas comenzaron a hacer sentir un cacerolazo en respaldo de los campesinos boyacenses que llenaban la Plaza de Bolívar de Tunja para taparle la boca al Presidentes Santos, quien había dicho que su huelga por el agro no existía. Regresaron en la noche del lunes con miles más, emputados y expresivos. El martes (27 de agosto) en el frontis de la sede de la Alcaldía fue desplegado un pendón
gigante conmemoratorio del Día Internacional de los Desaparecidos (30 de
agosto), violación de los Derechos Humanos aquí cubierta por la impunidad, que,
según el Comité de Búsqueda, son cerca
de 20 mil pero podrían llegar a 50 mil, dependiendo del criterio que defina los
casos; luego se adelantó una programación recordatoria en la que participaron el Colectivo Teatral Luz de Luna,
con el pre-estreno de la obra "Corriente", Diana Tovar y su grupo
(Música Folklor), la Fundación Poética Andrés Barbosa, Sistema Sonoro Skartel
(Rock), el Colectivo Artístico Wipalas, quienes elaboraron una mandala gigante,
Lucia Vargas (Hip Hop) y el Colectivo musical Amdae (Música del Pacifico); los
asistentes portaban retratos de sus seres queridos forzados a la ausencia; al tiempo que enjugaban sus lágrimas arrojaban
claveles rojos y blancos y coreaban con Rubén Blades: “A dónde van los desaparecidos, busca en agua
y en los matorrales, y por qué es que se desaparecen, porque no todos somos
iguales, y cuándo vuelve el desaparecido, cada vez que lo trae el pensamiento, y
cómo se le habla al desaparecido, con la emoción apretando por dentro”.
Ruanas rebeldes
Al atardecer, comenzaron a llegar
grupos de muchachas y muchachos, algunos con ruanas y sombreros, como los usan
los campesinos del altiplano cundiboyacense y de las montañas andinas de Nariño -símbolo que potenció el respaldo a esa
protesta a escala planetaria-, venían del Parque El Virrey, norte acomodado de
la ciudad, y el Parque Nacional, convocados por las redes sociales por el movimiento social Estamos Emputados y el Partido del Tomate, a un cacerolazo, con el objetivo de apoyar el Paro Agrario Nacional
que ya ajustaba una semana y exigía medidas para contrarrestar la quiebra y la
miseria en que tienen a los campesinos las políticas neoliberales y los TLC -el Alcalde Petro
recordó por twitter el artículo 65 de la Constitución sobre los derechos del
campesinado, que los gobiernos han violado y trasgredido con un desdoro aberrante-; expresaban su indignación porque el Presidente Santos había negado el "tal paro" y la
fuerza pública la emprendió salvajemente contra los labriegos que protestaban
en las carreteras; la muchachada, gritaba sus consignas y golpeaba las cacerolas con cucharas; en la
noche eran más miles, le pusieron ruana al Bolívar de Tenerani, enrruanaron
un lorito y corearon la “Lora Proletaria”, canción protesta de Jorge Veloza
relegada al baúl de los recuerdos; al día siguiente, el Alcalde Petro se puso
ruana, firmó valiente el decreto que modifica el Plan de Ordenamiento
Territorial metiéndole humanidad al urbanismo y se fue a Ciudad Bolívar a
evaluar con el pueblo su mes de alcaldía móvil, luego suscribió acuerdos de
protección con los campesinos de las zonas rurales de Usme y Sumapaz; en la noche, los emputados y emputadas reunidos
eran más de 20 mil, llamando a la movilización nacional de solidaridad con la
Colombia campesina al día siguiente.
El jueves 29 de agosto, desde muy
temprano, en 16 puntos de la ciudad, se reunieron miles de personas para marchar
hacia el centro; llegaron por la Carrera Séptima; las banderas y pasacalles
multicolores identificaban las diversas expresiones políticas de izquierda y
del movimiento social; los miembros del
desacreditado grupo policial Esmad estaban tensos, algunos marchistas
los cortejaban, otros los insultaban, unos pocos los agredían; los muchachos y
muchachas mostraban orgullosos carteles escritos a mano que decían “Soy
agrodescendiente”, “Policía sus papás son campesinos”, “Colombianos nuestro
abuelos nacieron en el campo” “No más TLC”,
“Fuera Monsantos”, “Los campesinos les dan de tragar a los Cenadores”
(sic), “Por lo menos una vez en la vida vas a necesitar un médico o un abogado pero
a los campesinos los necesitas tres veces al día todos los días”, “Gente pobre
con uniforme golpeando gente pobre con
hambre para beneficio personal de gente rica
que no tiene ni uniforme ni hambre”, “Prefiero cultivar en mi finca que
consumir basura gringa”, “Hermano
campesino, hermana campesina, Colombia te ama, te necesita con vida, Colombia
te agradece”, “La última vez que Boyacá se levantó ganamos la Independencia. ¡Boyacá
resiste!” (Impreso en una ruana) “Soy hijo de campesino y lo digo con orgullo,
campesinos han sido los míos como campesinos son los tuyos” y “¡No sea villano,
compre colombiano!”; la Rebelión de las ruanas de Colombia se puso a tono con
el mundo que dijo ¡basta ya! al capitalismo salvaje.
Estamos emputados
A las 2:00 de la tarde, unas 50
mil personas expresaban con el sonar de las vuvuzelas su respaldo a las
demandas campesinas, en un hecho inédito
en la historia nacional, porque lucha campesina e indígena ha habido desde
siempre, desde Dabeiba y La Gaitana, Benkos Bioh, Barule y Los Comuneros, Juana Julia Guzmán, “El
boche”, Eutiquio Timoté, José Gonzalo Sánchez, Quintín Lame, Juan de la Cruz
Varela, Marulanda y Camilo Torres, el Manifiesto de Simacota y las proclamas rebeldes en el Sinú y el San Jorge, la Anuc, el Cric y la Onic, pero los citadinos
volviendo su mirada al campo es el
campanazo de estos tiempos; y eso fue lo que quisieron borrar quienes en una bien urdida estrategia, pasaron de la
aburridora jodedera de los saboteadores de siempre, a la acción de decenas de
vándalos que cambiaron la ruana por la
capucha y se dieron a vil tarea de destruir los alrededores, mientras la
caballería, los motorizados y la
infantería del Esmad descargaba patadas, puñetazos, bolillo, gases pimienta,
bombas aturdidoras, balas de goma, y, al
escondido, choques eléctricos -en algo hay que utilizar el injustificado
arsenal adquirido por el gobierno Uribe-, contra una
muchedumbre atortolada, atrapada entre la brutalidad de una represión
indiscriminada y de unas bandas
delincuenciales infiltradas con el deliberado propósito de provocar un desastre
que le cierre el paso a los diálogos de paz en La Habana que, no obstante los
bandazos y la distancia entre el discurso y los hechos, sigue siendo una
apuesta plausible del gobierno de Juan Manuel Santos; y dañarle el rumbo al gobierno progresista de Petro propósito innoble que también intentan la derecha, los concejales narcisos, la izquierda
rencorosa, las ías de bolsillo y la
revocatoria gomela.
Mientras afuera se vivía una
batalla campal, entre atorrantes pagos y policías ardidos y arengados, en el
salón Huitaca de la Alcaldía Mayor, atosigados por los gases lacrimógenos,
expertos planificadores y urbanistas del mundo avalaban la pertinencia de las
modificaciones al Plan de Ordenamiento Territorial decretadas por Petro,
obligado por la pasividad conveniente y la oposición rentable de los concejales,
entre los cuales, a la vanguardia de una adversidad mezquina, pequeña y
deleznable, el nieto de un presidente lamentable; el POT busca adaptar a la ciudad a los riegos del cambio climático, generar espacio público mediante cargas compensatorias a los constructores, posibilitar vivienda popular, preservar las fuentes de agua, densificar el centro y proteger los cerros y la sabana, planificar el futuro: "Es la lucha de Eros contra Tánatos", ilustró contundente Petro y minutos después tomó riendas ante la asonada de afuera, no sin antes lamentar la muerte de 4 personas,
las 200 heridas y la destrucción causada en Ciudad Bolívar, Suba, Engativa, el
centro y Soacha.
Estigmatizando el paro, el gobierno nacional pretendió dar marcha atrás a lo concedido en la mesa de negociación con los campesinos pero ya era público; ahora habla de pacto agrario después de que sus políticas -la de éste y de todos los antecedentes- destruyeron la pequeña y mediana agricultura y pauperizaron aún más al siempre humillado campesinado colombiano; Petro le dice que es un oportunidad para rectificar, pero Santos está entrampado, aunque aceptó varias medidas exigidas por los cultivadores y cultivadoras, ofreció disculpas, lamentó el abandono de la población agraria y viajó a Tunja e Ipiales a sellar los pactos, en medio país el paro sigue pues el pliego de la Mesa Agropecuaria y Popular de Interlocución y Acuerdo (Mía) contiene una plataforma de reivindicaciones estructurales que darán de qué hablar en adelante; él se debe a los gremios y no a la base -aun así le ha hecho un esquince a la mentalidad provinciana, autoritaria y terrateniente de su antiguo jefe-; las elecciones se le vinieron encima en un mar de contradicciones; por primera vez el establecimiento no está claro de lo que viene y la Colombia de abajo tiene una oportunidad; en la noche del sábado 30, no obstante la batalla campal del 29, unos dos mil jóvenes marcharon desde el Centro de Memoria Histórica en el Carnaval por la Juventud y la Paz, evento del Festival Distrital de la Juventud, y junto a sus propuestas volvieron a expresar su apoyo al campesinado.
Estigmatizando el paro, el gobierno nacional pretendió dar marcha atrás a lo concedido en la mesa de negociación con los campesinos pero ya era público; ahora habla de pacto agrario después de que sus políticas -la de éste y de todos los antecedentes- destruyeron la pequeña y mediana agricultura y pauperizaron aún más al siempre humillado campesinado colombiano; Petro le dice que es un oportunidad para rectificar, pero Santos está entrampado, aunque aceptó varias medidas exigidas por los cultivadores y cultivadoras, ofreció disculpas, lamentó el abandono de la población agraria y viajó a Tunja e Ipiales a sellar los pactos, en medio país el paro sigue pues el pliego de la Mesa Agropecuaria y Popular de Interlocución y Acuerdo (Mía) contiene una plataforma de reivindicaciones estructurales que darán de qué hablar en adelante; él se debe a los gremios y no a la base -aun así le ha hecho un esquince a la mentalidad provinciana, autoritaria y terrateniente de su antiguo jefe-; las elecciones se le vinieron encima en un mar de contradicciones; por primera vez el establecimiento no está claro de lo que viene y la Colombia de abajo tiene una oportunidad; en la noche del sábado 30, no obstante la batalla campal del 29, unos dos mil jóvenes marcharon desde el Centro de Memoria Histórica en el Carnaval por la Juventud y la Paz, evento del Festival Distrital de la Juventud, y junto a sus propuestas volvieron a expresar su apoyo al campesinado.
Todo lo que he contado es lo que
he vivido en este luminoso, gozoso, agitado, alterado, sufrido, dolido e inolvidable mes de agosto de 2013; hoy, al finalizar el mes, la concurrencia es la de costumbre, por ahora
la agitación pasó; los lustrabotas, los fotógrafos, los viejitos y viejitas que como de antaño están alimentando las palomas; hasta que la gente se vuelva a
emputar y juntar por el motivo que sea, dicen que vuelven el 4 de septiembre porque el paro sigue; será aquí, donde Bogotá y Colombia han
escrito parte de su historia; en mi piel y mis entrañas; en su Plaza de Bolívar, aquí el recuerdo viaja con
el aire, cada esquina es un espejo y a cada instante se viven nuevos tiempos; aquí,
este pueblo curtido, sufrido,
valioso y valiente expresa los gestos que definen su ruta, es fiel a su memoria y vuelve a nacer
todos los días; aquí, a diario llama a la esperanza y aquí la espera.
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