A comienzos del siglo XVIII, tras tres siglos de dominación colonial española, los criollos americanos demandaban el derecho a ser gobierno y a tener los privilegios de los hijos de esas tierras, no obstante que hacían parte de la burocracia y la milicia y muchos sentían correr en sus venas sangre hispana. También exigían libertad para comerciar y producir. Estaban hastiados de pagar numerosos y exagerados tributos, de la corrupción de los empleados españoles y de la censura y la represión. Progresivamente se fueron sucediendo manifestaciones de inconformidad y rebeldía.
Un hecho inesperado pondría
La guerra de resistencia a la invasión de Napoleón a la península ibérica genera distintas reacciones en las colonias americanas. Una parte de los líderes criollos junto con las autoridades españolas reclama la conformación de juntas de gobierno en representación de Fernando VII, sin reconocer
Luego de la conformación en Quito de una Junta Suprema de Gobierno independentista, el 10 de agosto de 1809, ésta convocó a los criollos de Santa Fe a seguir su ejemplo. Hábilmente el virrey Amar y Borbón cita a una reunión en la que sobre los partidarios de imitar a
En los meses previos,
El anhelo de cambio, la represión, la discriminación y las diferencias entre españoles y criollos sobre el gobierno y la economía colonial, inspiraron a Camilo Torres y Tenorio a dirigir a las autoridades españolas el 20 de noviembre de1809 el “Memorial de Agravios”, primer alegato fundamentado de los criollos en favor de su participación en el gobierno y mayores derechos. Por su parte, Ignacio de Herrera y Vergara expone en el “Manifiesto de una Americano Imparcial” la reivindicación de independencia total y medidas de carácter social. El Memorial representaba la posición del notablato, el Manifiesto una propuesta más popular. En este bando se colocaron Herrera, Antonio Nariño y José María Carbonell.
El descontento contra las autoridades españolas crecía, mientras las tropas de Napoleón se imponían en toda España arrinconando a
· El Grito de Independencia
El 20 de Julio de 1810, un día de mercado, cuando la plaza central de Santa Fe estaba más concurrida, un grupo de criollos, en ejecución de un plan que buscaba la conformación de una junta de gobierno, iniciaron la revuelta utilizando como excusa la negación del préstamo de un florero que serviría para ofrecer una atención a Don Antonio Villavicencio, enviado por la junta de Sevilla y simpatizante de los criollos, por parte del español José González Llorente.
“Los chisperos”, encabezados por José María Carbonell, motivaron a la población a exigir cabildo abierto, para que el pueblo pudiera intervenir en las decisiones. Algunas fuentes dicen que juntó casi diez mil, un terció de la población. La “chusma” alebrestada arrancó por San Victorino y subió a Egipto coreando “abajo el mal gobierno” mientras rodaban de mano en mano la botija de chicha. Esta situación amedrentó a los patricios pues no era deseada por los españoles pero tampoco por la dirigencia criolla temerosas del pueblo raso.
Al atardecer, y al ver que mermaba la agitación en la plaza mayor, “los chisperos” llaman a José Acevedo y Gómez a motivar a la gente y promover el cabildo abierto que el virrey se había negado a convocar varias veces ese día. Acevedo lanzó la advertencia que activó la protesta de la “plebe”: “Si perdéis estos momentos de efervescencia y de calor, si dejáis escapar esta ocasión única y feliz, mañana seréis tratados como insurgentes”.
El ejército realista, conformado por muchos criollos, se negó a atacar a la muchedumbre airada y el cabildo abierto se impuso. Acevedo conformó una Junta Suprema de Gobierno de notables adinerados leal a Fernando VII, presidida por el virrey Amar y Borbón, quien juró a desgano. Carbonell continuó agitando al pueblo, enardecido de rabia y de chicha, en contra de esa claudicación. El 22 los chisperos desconocen
El 26 de julio,
Con el paso de los meses, las provincias de
En el trance de institucionalizar la separación de España, los criollos se dividen entre quienes eran partidarios de un riesgoso y egoísta federalismo, entre otros Camilo Torres y Jorge Tadeo Lozano, y Nariño que desde Cundinamarca defendía un gobierno centralizado y fuerte para afrontar la tarea de consolidar un país y la evidente ofensiva que superada la invasión napoleónica y vuelto al trono Fernando VII no tardaría. Con Nariño luchó y gobernó Carbonell.
En medio de la guerra civil, se produjo la “pacificación” de Pablo Morillo que pasó por las armas y la horca, confiscó o “purificó” a lo más granado del notablato santafereño. Entre los primeros a Carbonell, el líder de la chusma, el instigador de los chisperos cuyo expediente de injurias a la “madre patria” no ameritaba ninguna consideración. Tampoco la pidió, fue al patíbulo con resignación. Muchos de los sacrificados abjuraron de sus propósitos frente al cadalso, clamaron piedad humillante al Rey, juraron arrepentimiento eterno, como el sabio Caldas.
Apenas tres años después, el 7 de Agosto de 1819, el venezolano Simón Bolívar juntando su gente a la recogida por Francisco de Paula Santander en Tame, al mando de un montón de llaneros desarrapados y hambrientos que sobrevivieron el paso por el tortuoso Páramo de Pisba, dio al traste en el Puente de Boyacá con las tropas españolas al mando de Barreiro y comenzó la estela triunfal que lograría
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