martes, 9 de octubre de 2012

El Che IV: Sortilegio de la rebeldía

Famosos de actividades, personalidades y creencias disímiles han contribuido con el tributo al Che por identificarse con su mensaje de justicia e irreverencia. El futbolista Diego Maradona lo lleva tatuado en el hombro y es pública la admiración del francés Tierry Henry y de Sergio el “Kun” Agüero;  el boxeador Myke Tison se lo estampó en el abdomen. El líder del movimiento gay en Chile lo reivindica. El rockero Carlos Santana, asistió a la entrega del Oscar en 2005 con una camiseta con su imagen, Jhony Deep lo lleva en una cadena en su cuello. Rubén Blades  cantó su hazaña en el tema Juan González “de la sierra sale un grito: no ha muerto en vano compadre”.  Andrés Calamaro, Maná, Manu Chao, Vicentico y los Fabulosos Cadillacs (“El gallo rojo”), Charly García, Rage Against The Machine (Rabia contra la máquina), La Bambarabanda, Komplot y Madonna, se suman a cientos de bandas y cantantes de todo género que le han dedicado composiciones y han incorporado su imagen a sus cuerpos, sus conciertos y producciones.

A los  homenajes musicales y poéticos en todo el mundo ya conocidos, de Carlos Puebla (“Hasta siempre Comandante”, con más de 200 versiones), Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Victor Jara, Nicolás Guillén, Pablo Neruda, Mario Benedetti, Julio Cortázar, Nathalia Cardone, María Farantouri y  Frank Fernández, aclamado pianista cubano que musicalizó filmes en su honor,  se agregan los más recientes del español Alberto Iglesias (banda musical de Guerrilla),  el argentino Gustavo Santaolalla ( banda de Diarios de Motocicleta, que incluye la bella canción Al otro lado del río de Jorge Drexler) y la hermosa cantata Diario del Regreso con poemas de Hamlet Lima Quintana, musicalizada por Oscar Cardozo Ocampo e interpretada por Jairo, argentinos, con la orquestación de músicos argentinos y la Sinfónica villaclareña, estrenada el 14 de junio de 2000 en  el mausoleo al Che en Santa Clara, frente a la Plaza de la Revolución, atiborrada de gente emocionada y nostálgica, como homenaje a los 72 años de su nacimiento.

El Che ya es parte del imaginario libertario  y personaje de la historia así las irrupciones extremistas intenten negarlo. La estatua que lo recordaba fue decapitada con dinamita  en Santiago de Chile tras el golpe de 1973 pero al regresar su cuerpo a Cuba, un majestuoso memorial lo esperaba en Santa Clara en 1997, al cumplirse 30 años de su asesinato, y dos gigantescas estatuas se descubrían en Rosario, su ciudad natal -donde también hay un museo-, y en El Alto, Bolivia, en el cuarenta aniversario.  Un busto, una tienda, su rostro en las paredes de las casas y la escuela donde lo asesinaron convertida en museo lo recuerdan en La Higuera y un mausoleo en el lugar de su  primer entierro en Vallegrande, la plaza principal de la Universidad Nacional de Bogotá lleva su nombre al igual que un auditorio de la UNAM de México y su estela habita en Cuba y en el corazón de los cubanos.

Los años recientes han sido prolijos en nuevas biografías y publicación de documentos relacionados con el Che. El prestigioso periodista John Lee Anderson, tras una investigación de una década presentó un denso y documentado volumen, el novelista mexicano Paco Ignacio Taibo II un apasionado y vibrante recorrido por su parábola vital, Jorge Castañeda, en la Vida en rojo, impone la conclusión, acorde con sus posiciones políticas, de que la suerte del Che estuvo en manos de Fidel y de Moscú, el argentino Paco O´Donell lo reivindica desde la polifonía al igual que su compatriota Coco López. 

Walter Salles, con el protagónico de Gael García, llevó al cine los  diarios del primer viaje del joven Guevara por Latinoamérica, Steven Sodeberg, con Benicio del Toro como El Che, produjo los largometrajes El Argentino y Guerrilla; el documental homenaje El Hombre Nuevo de Bauer Tristán, con imágenes y documentos inéditos facilitados por la familia y el gobierno cubano así como involuntariamente por las reticentes autoridades bolivianas, al momento de la grabación, fue premiado en Canadá en 2009 y Un hombre de este mundo de Marcelo Schapces,  mediante testimonios evidencia la calidad humana y el compromiso humanista de Guevara.

Desde luego, tiene atambién acérrimos malquerientes. El sociólogo Juan José Sebreli, conocido por su crítico ensayo Buenos Aires, vida cotidiana y alienación, en un  viraje ideológico total, en el libro Comediantes y mártires: ensayo contra los mitos, dedica un capítulo al Che con exhibición de erudición y cultura para intentar hacer incuestionables sus asertos. En su "nueva" óptica, el revolucionario no fue más que un joven amargado y vengativo por ausencia de familia, un aventurero mesiánico fugado de la literatura, un ególatra y narcisista, un ser mediocre, un farsante intelectual que vivió y murió para hacer de su muerte un mito y llevó a muchos a morir por egoísmo. Apenas muerto la CIA pagó una película difamatoria con argumentos por el estilo, que años despúes llevó al protagonsita, Omar Sharif, a protestar por haber sido vulgarmente utilizado.

Para que Sabreli le reconociera algo, según su diatriba, Guevara debió nacer aprendido y haberse comportado con los atributos del político cínico de hoy, calcular y engañar, renunciar a la indignación con la injusticia y a la utopía, abrazar el neoliberalismo y la democracia tutelada y ser adivino. En la misma línea, aunque más lugar común, Enrique Krause intenta abordar al Che en otro libro panfletario de la derecha latinoamericana. Por su lado la novela Método práctico de guerrilla, del joven autor brasileño Marcelo Ferroni, según la presentación de contratapa “utiliza las armas de la ficción para recuperar y traicionar biografías, diarios y declaraciones”, inventando un guerrillero brasileño y explotando morbosamente los momentos dramáticos vividos por la guerrilla, en la nueva tendencia de la industria editorial de alterar escandalosamente hechos históricos como atractivo de venta. Todo depende al final del cristal con que se mire pero al Che hay que mirarlo de frente.

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