martes, 9 de octubre de 2012

El Che hoy I: Las huellas de su presencia

Hace 45 años fue asesinado Ernesto Guevara De la Serna, Che para la posteridad. El legado del que nacido en Rosario, Argentina,  se hizo revolucionario como testigo de la realidad lacerante de los pobres de Bolivia, Perú y Guatemala, adhirió a la gesta rebelde de Fidel Castro en México, tuvo su bautizo de fuego y fue constructor de la nueva Cuba, cayó asesinado en Bolivia  y se calificó como latinoamericano  a secas,  se palpa en los  procesos más importantes que vive Latinoamérica, en la batalla de ideas que hoy descarta las armas -al decir de Fidel Castro-, en la fascinación que produce su imagen, en las biografías e investigaciones que provoca, en la literatura, el cine y el arte que motiva.

 
De la Sierra a La Higuera

En sus viajes por Latinoamérica, el Che joven palpó la miseria, el engaño del reformismo, el vasallaje a la Casa Blanca y el tutelaje del imperio, condiciones objetivas que  lo llevaron a la convicción de la necesidad de un cambio por la vía revolucionaria. Aunque creía que las masas populares podían llegar al poder por la vía electoral, sabía que en aquel momento, años 60, era imposible que se les respetara el triunfo y menos que se dieran trasformaciones sociales. Con el Ejército Rebelde liderado por Fidel Castro, tomó el poder en Cuba el 1º. de Enero de 1959. Presidió los tribunales revolucionarios que juzgaron a quienes el pueblo identificó como criminales del régimen batistiano, muchos de los cuales fueron condenados y ajusticiados, actuación que le generó rencores lógicos entre los allegados de los sentenciados y se convirtió en argumento político de los enemigos y detractores suyos y de la revolución.

 Asumió importantes cargos en la conducción económica del proceso hacia la construcción del socialismo y teorizó, actuó  y polemizó desde el marxismo. Promovió la reforma agraria,  la planificación centralizada,  la industrialización, el trabajo voluntario  y los estímulos morales. Algunos de sus argumentos están vigentes, otros se demostraron erróneos, muchos aún esperan su momento. Cuestionó el burocratismo, la ineficiencia y el afán de lucro. Concibió y trató de formar con el ejemplo al hombre nuevo del siglo XXI como un ser forjado en la ética, el amor y la solidaridad. Representó a Cuba con dignidad, sinceridad y energía en los grandes escenarios diplomáticos del mundo, donde impactó su discurso contundente y elocuente. Fue un convencido y radical antimperialista. Denunció los desequilibrios de la economía mundial, reclamó equidad de los países socialistas y logró con ellos acuerdos favorables sin renunciar a cuestionarlos, con razones probadas a finales de siglo cuando se vinieron abajo y Cuba, con el Che ya ausente físicamente pero presente con sus ideales, superó ese  duro trance.

Su convicción de que Cuba era apenas un paso en el camino de la emancipación de los pueblos lo llevó a retirarse de las responsabilidades gubernamentales para volver al combate, primero por la liberación del  Congo, de donde retornaría frustrado y, luego, en Bolivia donde encontraría la muerte. La experiencia de la Sierra Maestra y la victoria de  la revolución, en la que fue protagonista como estoico y avezado combatiente, se tradujo en  la teoría del foco guerrillero, destacamento de revolucionarios en armas que habrían de desatar las condiciones subjetivas para el levantamiento popular, concepción que resultó inviable en otros entornos. Con su propia vida selló su compromiso voluntarioso  en La Higuera, donde por órdenes superiores, lo asesinó el 9 de Octubre de 1967, en presencia de agentes de la CIA, un oficial nativo al que médicos cubanos le devolvieron la vista 40 años después. En Cuba fue declarado Héroe Nacional y se convirtió en estandarte de las luchas populares en el mundo.

El Che está vivo

En una de las ferias de innovaciones tecnológicas más importantes del mundo, Las Vegas, Nevada, Enero de 2012, Mercedes Benz, la fábrica de autos para los multimillonarios, presenta un nuevo modelo. Los creativos publicitarios despliegan al fondo del escenario la más famosa imagen del Che Guevara remplazando en la boina la estrella de cinco puntas por  el símbolo de la marca y el letrero ¡Viva la Revolución! El presentador justifica el contrasentido con el argumento de que el auto invita a compartir y si eso es revolucionario, “bienvenida la revolución”, con tal de vender.

Desde luego que la reacción de la comunidad cubano-estadounidense anticastrista no se hizo esperar y ante el temor de perder clientes, la agencia de publicidad y la fábrica se disculparon con cualquier tontería, de las que se acepta siempre y cuando incluya desaprobación al gobierno de Cuba. Lo que no se entiende es cómo estos genios pretenden cautivar a unos consumistas alienados artífices y súbditos del capitalismo salvaje, con la presencia y las ideas de quien dio su vida combatiendo  ese modelo de explotación por responsable del hambre que avergüenza a la humanidad, a menos que en el fondo consientan en la verdad de su mensaje.

Evo Morales, indígena aymará, Presidente de Bolivia, gestor de los cambios más importantes de la historia de ese país en la afirmación de derechos para las minorías nativas, llega a La Habana a comienzos de Octubre de 2012 en visita de Estado. En la parte izquierda de su tradicional saco, adornado con tejidos de motivos precolombinos, luce un adhesivo con la imagen del Che. La hija de uno de los militares bolivianos que  combatieron contra Guevara ha dicho que hay que apoyar a Evo porque lucha por lo que murió el argentino.

Casi al tiempo, una congresista de La Florida, EE.UU, irrumpe iracunda en los medios de comunicación para denunciar el despropósito de la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA), que, para celebrar el Mes de la Hispanidad,  envió un correo electrónico ilustrado con una imagen, probablemente tomada en Cuba, en la que tras una carreta tirada por un caballo,  asoma  un mural en la pared con la efigie de Ernesto Che Guevara y la frase “Hasta la victoria siempre”. Los funcionarios de la entidad se apresuraron  a ofrecer disculpas por el “descuido” de algún subalterno que, seguro, sabía lo que hacía.

El nombre del Che se reivindica en la Venezuela Bolivariana de Hugo Chávez. Aunque Guevara sostuvo que había que derrocar y sustituir el ejército al servicio del poder dominante, en otro contexto, Chávez, un soldado admirador del Che, derrocó el poder tradicional por la vía electoral como alternativa de un país al borde, pero logró hacerse al control de las fuerzas armadas para adelantar una gestión de hondo calado social en el sendero guevarista y, por paradojas de la historia, 45 años después de la captura herido del guerrillero, gana por cuarta vez en  las urnas el respaldo para continuar el proceso. En Colombia, la guerrilla más vieja del continente, tácticamente distante pero ideológicamente identificada con el Che,  asume el reto de negociar una salida política al conflicto armado que por medio siglo ha desangrado al país, con la demanda de tierra  y justicia  para los pobres del campo que abanderó Guevara, como condición de la renuncia a la vía armada.

El Che llega a los convites de la opulencia,  donde lo utilizan pero lo aborrecen, para aguar la fiesta, se presenta en sitios impensables de repente, recordando su existencia, Cuba lo abraza y él la protege y si en otros lugares el decurso de la historia impuso diferentes caminos para llegar a los mismos destinos,  no cabe duda de que en ellos camina.  

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