Hace 45 años fue asesinado
Ernesto Guevara De la Serna, Che para la posteridad. El legado del que nacido
en Rosario, Argentina, se hizo
revolucionario como testigo de la realidad lacerante de los pobres de Bolivia,
Perú y Guatemala, adhirió a la gesta rebelde de Fidel Castro en México, tuvo su
bautizo de fuego y fue constructor de la nueva Cuba, cayó asesinado en
Bolivia y se calificó como
latinoamericano a secas, se palpa en los procesos más importantes que vive
Latinoamérica, en la batalla de ideas que hoy descarta las armas -al decir de
Fidel Castro-, en la fascinación que produce su imagen, en las biografías e
investigaciones que provoca, en la literatura, el cine y el arte que motiva.
De la Sierra a La Higuera
En sus viajes por Latinoamérica,
el Che joven palpó la miseria, el engaño del reformismo, el vasallaje a la Casa
Blanca y el tutelaje del imperio, condiciones objetivas que lo llevaron a la convicción de la necesidad
de un cambio por la vía revolucionaria. Aunque creía que las masas populares
podían llegar al poder por la vía electoral, sabía que en aquel momento, años
60, era imposible que se les respetara el triunfo y menos que se dieran
trasformaciones sociales. Con el Ejército Rebelde liderado por Fidel Castro,
tomó el poder en Cuba el 1º. de Enero de 1959. Presidió los tribunales
revolucionarios que juzgaron a quienes el pueblo identificó como criminales del
régimen batistiano, muchos de los cuales fueron condenados y ajusticiados,
actuación que le generó rencores lógicos entre los allegados de los
sentenciados y se convirtió en argumento político de los enemigos y detractores
suyos y de la revolución.
Asumió importantes cargos en la conducción
económica del proceso hacia la construcción del socialismo y teorizó,
actuó y polemizó desde el marxismo.
Promovió la reforma agraria, la planificación
centralizada, la industrialización, el
trabajo voluntario y los estímulos
morales. Algunos de sus argumentos están vigentes, otros se demostraron erróneos,
muchos aún esperan su momento. Cuestionó el burocratismo, la ineficiencia y el
afán de lucro. Concibió y trató de formar con el ejemplo al hombre nuevo del
siglo XXI como un ser forjado en la ética, el amor y la solidaridad. Representó
a Cuba con dignidad, sinceridad y energía en los grandes escenarios
diplomáticos del mundo, donde impactó su discurso contundente y elocuente. Fue
un convencido y radical antimperialista. Denunció los desequilibrios de la
economía mundial, reclamó equidad de los países socialistas y logró con ellos
acuerdos favorables sin renunciar a cuestionarlos, con razones probadas a
finales de siglo cuando se vinieron abajo y Cuba, con el Che ya ausente físicamente
pero presente con sus ideales, superó ese
duro trance.
Su convicción de que Cuba era
apenas un paso en el camino de la emancipación de los pueblos lo llevó a
retirarse de las responsabilidades gubernamentales para volver al combate,
primero por la liberación del Congo, de
donde retornaría frustrado y, luego, en Bolivia donde encontraría la muerte. La
experiencia de la Sierra Maestra y la victoria de la revolución, en la que fue protagonista
como estoico y avezado combatiente, se tradujo en la teoría del foco guerrillero, destacamento
de revolucionarios en armas que habrían de desatar las condiciones subjetivas
para el levantamiento popular, concepción que resultó inviable en otros
entornos. Con su propia vida selló su compromiso voluntarioso en La Higuera, donde por órdenes superiores, lo
asesinó el 9 de Octubre de 1967, en presencia de agentes de la CIA, un oficial
nativo al que médicos cubanos le devolvieron la vista 40 años después. En Cuba
fue declarado Héroe Nacional y se convirtió en estandarte de las luchas
populares en el mundo.
El Che está vivo
En una de las ferias de
innovaciones tecnológicas más importantes del mundo, Las Vegas, Nevada, Enero
de 2012, Mercedes Benz, la fábrica de autos para los multimillonarios, presenta
un nuevo modelo. Los creativos publicitarios despliegan al fondo del escenario
la más famosa imagen del Che Guevara remplazando en la boina la estrella de
cinco puntas por el símbolo de la marca
y el letrero ¡Viva la Revolución! El presentador justifica el contrasentido con
el argumento de que el auto invita a compartir y si eso es revolucionario, “bienvenida
la revolución”, con tal de vender.
Desde luego que la reacción de la
comunidad cubano-estadounidense anticastrista no se hizo esperar y ante el
temor de perder clientes, la agencia de publicidad y la fábrica se disculparon
con cualquier tontería, de las que se acepta siempre y cuando incluya
desaprobación al gobierno de Cuba. Lo que no se entiende es cómo estos genios
pretenden cautivar a unos consumistas alienados artífices y súbditos del
capitalismo salvaje, con la presencia y las ideas de quien dio su vida
combatiendo ese modelo de explotación
por responsable del hambre que avergüenza a la humanidad, a menos que en el
fondo consientan en la verdad de su mensaje.
Evo Morales, indígena aymará,
Presidente de Bolivia, gestor de los cambios más importantes de la historia de
ese país en la afirmación de derechos para las minorías nativas, llega a La
Habana a comienzos de Octubre de 2012 en visita de Estado. En la parte
izquierda de su tradicional saco, adornado con tejidos de motivos
precolombinos, luce un adhesivo con la imagen del Che. La hija de uno de los
militares bolivianos que combatieron
contra Guevara ha dicho que hay que apoyar a Evo porque lucha por lo que murió
el argentino.
Casi al tiempo, una congresista
de La Florida, EE.UU, irrumpe iracunda en los medios de comunicación para
denunciar el despropósito de la Agencia Federal de Protección Ambiental (EPA),
que, para celebrar el Mes de la Hispanidad,
envió un correo electrónico ilustrado con una imagen, probablemente
tomada en Cuba, en la que tras una carreta tirada por un caballo, asoma
un mural en la pared con la efigie de Ernesto Che Guevara y la frase
“Hasta la victoria siempre”. Los funcionarios de la entidad se apresuraron a ofrecer disculpas por el “descuido” de
algún subalterno que, seguro, sabía lo que hacía.
El nombre del Che se reivindica
en la Venezuela Bolivariana de Hugo Chávez. Aunque Guevara sostuvo que había
que derrocar y sustituir el ejército al servicio del poder dominante, en otro
contexto, Chávez, un soldado admirador del Che, derrocó el poder tradicional
por la vía electoral como alternativa de un país al borde, pero logró hacerse
al control de las fuerzas armadas para adelantar una gestión de hondo calado
social en el sendero guevarista y, por paradojas de la historia, 45 años
después de la captura herido del guerrillero, gana por cuarta vez en las urnas el respaldo para continuar el
proceso. En Colombia, la guerrilla más vieja del continente, tácticamente
distante pero ideológicamente identificada con el Che, asume el reto de negociar una salida política
al conflicto armado que por medio siglo ha desangrado al país, con la demanda
de tierra y justicia para los pobres del campo que abanderó
Guevara, como condición de la renuncia a la vía armada.
El Che llega a los convites de la
opulencia, donde lo utilizan pero lo
aborrecen, para aguar la fiesta, se presenta en sitios impensables de repente,
recordando su existencia, Cuba lo abraza y él la protege y si en otros lugares el
decurso de la historia impuso diferentes caminos para llegar a los mismos
destinos, no cabe duda de que en ellos
camina.
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