El pasado agosto, el representante a la cámara José
Gonzalo Gutiérrez, en una iniciativa
oportunista, mediocre y peligrosa, acorde con el afán de algunos
miembros del Congreso por figurar y justificarse, ante la pésima imagen del legislativo, presentó el proyecto
de ley 073 de 2012 “por medio de la cual se crea la Tarjeta Profesional del
Politólogo y se dictan otras disposiciones”. Una propuesta innecesaria, incoherente,
risible y mal escrita en el articulado y la cantinflesca exposición de motivos.
De aprobarse, se crea la Tarjeta Profesional del
Politólogo que acredita a los egresados del pregrado en Ciencias Políticas y excluye, en
forma expresa, a quienes hayan obtenido “especialización o maestría en algún
área relacionada con la ciencia política”, so pretexto de limitar con claridad
el perfil profesional del politólogo. De plano quedarían excluidos la gran
mayoría de docentes de ciencia política, analistas y asesores posgraduados en la materia, o que incluso no lo poseen,
pero cuya idoneidad en su campo es incuestionable, provenientes de profesiones
liberales.
La incongruencia es tal que ordena a las entidades
públicas y privadas exigir la tarjeta de politólogo para ejercer un sinnúmero
de actividades y funciones propias de profesiones como derecho, economía,
publicidad, sicología, comunicación, periodismo, administración pública, pedagogía,
sociología… a las que agrega “apoyo legislativo y gestiones de cabildeo”, todas
las cuales supedita a la coordinación o tutela de aquél. Si hoy es
imprescindible la interdisciplinariedad en las ciencias sociales, cada cual
abarca campos específicos de investigación, análisis y acción, por lo que las preponderancias son un exabrupto y más aún
establecerles cortapisas.
La de Ripley va por cuenta de las causales de
pérdida de la acreditación profesional, puesto que al parecer, inspirado en el
entorno político -bien dice Manuel Castell que el político conlleva corrupción
en razón de su supervivencia-, determina como tales: sentencia condenatoria en
firme, haber sido condenado por delitos sexuales y delitos contra la familia,
participación probada en grupos al margen de la ley, como asesor, militante,
financiador y promotor; incapacidad física o mental y tener más de tres
suspensiones de la tarjeta profesional. El carnet se suspenderá por un año en los casos de: interdicción
judicial transitoria, embriaguez habitual, incapacidad física o mental o
plagio.
La mejor forma como podemos garantizar acceso laboral los politólogos es
con la calidad de nuestro desempeño, -o con una buena recomendación-, como en
todas las profesiones. Si en los manuales de funciones aún no aparece la
ciencia política hay que incluirla y si
el objeto a contratar es específico de ese campo profesional así se debe
establecer. De otro lado, el artículo 26 de la Constitución Nacional prevé la
formación de colegios profesionales en aras de optimizar y potenciar socialmente el desempeño y la integración de los profesionales afines. De
manera que el proyecto de ley es absolutamente inocuo.
Por el contrario, el país, desuribizado a
regañadientes, con un proceso de paz en ciernes, partidos desdibujados y
clientelizados, poderes públicos y organismos de control revueltos en
compensaciones, corrupción como
mecanismo de asignación de la contratación pública, cada vez mas
desnacionalizado, demanda luces y señales de analistas, estudiosos y cientistas
políticos. Para esto no se necesita tarjeta.
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